La evolución de las manufacturas a las mentefacturas e infofabricantes
En las últimas décadas se han producido en el mundo grandes avances científicos, tecnológicos, en el campo de la medicina y en los procesos de producción, pero sin lugar a dudas hay un invento que producirá una ruptura de paradigmas en el modelo de producción actual: las impresoras 3D. Estos equipos fueron desarrollados en los 80 por Chuck Hull, un inventor de EEUU destacado en el campo de la óptica iónica, que ideó el primer método de impresión 3D (la estereolitografía), y creó en el año 1986 la empresa 3D System que se dedica a la producción de estas impresoras y software para las mismas.
Esta nueva tecnología ha saltado a la fama en el 2013, luego de un discurso de Barack Obama sobre los nuevos desafíos de la industria norteamericana, en el que expresó: “Hay cosas que podemos hacer, justo ahora, para acelerar esta tendencia. El año pasado creamos nuestro primer Instituto de Innovación en Youngston, Ohio. Lo que una vez fue una bodega de almacenamiento es un laboratorio donde nuevos trabajadores están profesionalizando la impresión 3D que tiene el potencial para revolucionar la forma como hacemos casi todo”.
En la segunda revolución industrial, que tuvo sus inicios a principios del siglo XX, la producción se desplazó desde los grandes centros urbanos a las áreas o Parques Industriales situados a las afueras de las ciudades dotados de una buena conectividad, que permitían sacar cargas en grandes volúmenes y que los empleados puedan llegar fácilmente en sus automóviles, motos o bien el servicio público de pasajeros. Mientras que en la nueva revolución industrial, conocida por mucho como la tercera, las impresoras 3D tendrán un rol protagónico ya que cambiarán el paradigma de las manufacturas por las infofacturas, que irán mejorando a ritmos nunca antes visto gracias a nuestras mentefacturas.
Muchas industrias están en un proceso de cambios irreversibles, entre ellas y solo para dar un ejemplo, está el sector de la indumentaria, que fue protagonista en la segunda revolución industrial con sus telares. En el siglo pasado, fue y sigue siendo un fuerte generador de empleo pero que ahora transita un cambio de paradigma. En el año 2015 la cadena Euro News publicaba una noticia sobre La diseñadora Israeli, Dani Peleg, quien presento su colección de ropa Fashion In 3D, hecha en impresoras 3d con equipos que costaban alrededor de 2000 euros. Con el paso de los años se seguirá innovando en materiales y tecnología y el precio se irá reduciendo ¿te imaginas estar en tu casa y poder imprimir una camisa limpia cuando te haga falta? Cabe preguntarse qué le enseñamos a los jóvenes que le interesa la moda, a manejar una maquina recta o es tiempo que también aprendan en forma paralela a usar impresoras 3D.
Si bien actualmente en nuestro país no se encuentra muy difundida esta nueva herramienta tecnológica, no hay dudas de que en un futuro cercano estarán disponibles y cambiarán rotundamente las formas de producción. Muchos son los informes y economistas que vaticinan que estas impresoras generarán una nueva revolución industrial comparable a la máquina a vapor, que va a cambiar toda la forma de producción y los métodos que inventamos y producimos.
Los nuevos modelos de educación como el flipped learning, los cambios tecnológicos, internet de las cosas y las impresoras 3D, dieron origen en los últimos años a los infofabricantes, una nueva clase, o conocidos también como la comunidad Maker, que están impulsando la democratización de la fabricación digital a través de los Fab Lab.
Los Fab Lab surgieron de la iniciativa de Neil Gershenfeld, profesor del MIT en USA, quien creó un curso muy popular en esa universidad conocido por el nombre de “Como hacer (casi) cualquier cosa”. Así surgió el primero de estos centros en el Center for Bit and Atoms del MIT.
La producción personalizada en impresoras 3D va a sustituir a la producción manufacturera, la gente podrá producir su ropa y diferentes elementos de uso personal, las clínicas podrán producir sus prótesis a medida, podremos producir los repuestos que necesitemos para nuestros vehículos y equipos del hogar. Lo que impactará fuertemente también en los comercios, la logística y transporte regional e internacional.
Estamos frente a un verdadero cambio disruptivo, lo que hasta hoy se daba por sentado como una realidad absoluta va a cambiar en pocos años. Las áreas industriales o parques Industriales se convertirán en parques tecnológicos que agruparan a infofabricantes medianos que producirán productos más complejos. En los centros urbanos irán naciendo una nueva casta, los Maker, que irán creando FAB LAB, el negocio pasará por comprar y vender diseños por internet y materiales para las impresoras 3D, y las personas podrán producir muchas de las cosas que consumen en estos laboratorios donde se democratizará la producción. Jeremy Rifkin, un referente global en temas tecnológicos seguido por muchos de los dirigente de las naciones más poderosas denomina a estos Fab Lab como “el Laboratorio popular de I+D para la tercer revolución industrial”.
En la zona centro de Misiones alrededor de la Facultad de Artes e Ingeniería empiezan aparecer como pequeñas semillas los FAB LAB que se van incorporando a la Nueva Economía Naranja. Las universidades son el semillero indiscutible de producción y de dinamización de nuestras Mentefacturas. Oberá es vanguardia en este tema, Tacuru Fab Lab es el primero en Misiones y se encuentra a 200 metros de la facultad de Ingeniería, creado e impulsado por 3 jóvenes, Gisel Kleiven, Facundo Argañaras Machon, egresados de la carrera de Diseño Industrial y Mario Villalba egresado de una escuela técnica misionera.
El ascenso de los territorios en la sociedad del siglo XXI se dará por las clases creativas, en las cuales las universidades y escuelas técnicas tienen un rol preponderante, pero esto requiere de una visión compartida y de un acompañamiento de todos los habitantes y actores del desarrollo local. Impulsar ecosistemas que promuevan en las ciudades esta nueva clase, los infofabricantes, brindarán la oportunidad a Misiones de generar riquezas genuinas para dejar de depender exclusivamente de los recursos naturales que yacen en su suelo y comenzar a aprovechar cada vez más los recursos que existen en la mente y el talento de su gente.