La Gran Final, que no fue
Nada será igual. Lo que debió ser una fiesta del fútbol, del deporte, terminó siendo una vergüenza histórica. Acaba de quedar impresa una nueva página negra en el fútbol argentino. Ya no importa la resolución final, River o Boca, no interesa quien se corone con la Copa Libertadores de América, el gusto no será el mismo. El daño es irreparable.
El ambiente, la atmósfera generalizada tiene mal olor, se robaron la alegría, ilusión, mataron la pasión. La inoperancia política, dirigencial local, sudamericana e internacional; de los miembros de seguridad y de los “hinchas”, y mismos jugadores, quedó impregnada para siempre en nuestro deporte. Lamentable. Pero qué puede salir bien en un país con una pobreza del 30 por ciento, inflación del 45, desocupación del 10 y reducción de presupuesto en educación, todo salió a la perfección.
Es inentendible cómo no se logró custodiar un sólo micro y cinco vehículos que incluían a toda la delegación de los únicos visitantes que debían llegar intactos al Monumental para disputar la “Gran Final” continental que no fue. Un megaoperativo de más 2 mil efectivos entre la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, la Federal y agentes del Ministerio de Seguridad de la Nación que mostraron la ineptitud para salvaguardad la integridad física de los únicos protagonistas del espectáculo.
Pensar que el Gobierno nacional a través del presidente Mauricio Macri pretendía que el partido se dispute con ambas parcialidades. ¡Y se lo minimizó por la llegada del G20! Una locura. “Siempre hacemos el mismo camino. Lo que no fue normal es que no habían puesto el vallado de maderas altas que había en partidos anteriores. Nunca pasó que tengamos al lado de nuestro camino a los hinchas de River”, fueron las declaraciones del chofer que transportó al plantel de Boca.
Afortunadamente no se tuvo que lamentar una tragedia fatal. Tras recibir un botellazo, el conductor se desvaneció y con ayuda logró conducir el micro hasta estar salvaguardado.
El martes en Asunción, Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol se reunirá con Rodolfo D’Onfrio y Daniel Angelici, ambos mandatarios de River y Boca respectivamente para determinar una nueva fecha de la final. Aunque el Xeneize reclamó la suspensión del partido y que se apliquen sanciones. Además apeló al artículo 18, por lo que pedía que le dieran la final por ganada, adoptando los mismos criterios que la Conmebol utilizó por los episodios del gas pimienta en 2015.
A esta altura poco importa el título de campeón, la copa ya no tiene el mismo valor.