La microbiota intestinal interviene en el crecimiento y el metabolismo infantil
Cada vez conocemos más sobre el impacto que tiene en nuestra salud la colonia de microbios (bacterias, virus, hongos, levaduras y arqueas, entre otros) presentes en el intestino. A sus efectos a nivel digestivo e inmunológico, se suma evidencia de su papel en el crecimiento, el metabolismo y el desarrollo neurológico desde los primeros años de vida.
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En el marco del Día de la Microbiota, desde PROFENI (Profesionales Expertos en Nutrición Infantil) se destaca el papel fundamental que desempeñan los microorganismos que habitan el intestino humano, no solo en los procesos de digestión e inmunidad, sino también en el desarrollo y la salud metabólica desde edades tempranas. Especialistas en el tema sostienen que “prestar atención a la modulación de la microbiota desde la infancia puede ser una estrategia poderosa para promover un crecimiento saludable y prevenir enfermedades”.
Uno de los conceptos más prometedores en este campo es el del “microbioma ahorrador”, una hipótesis que plantea que ciertos ajustes microbianos podrían haber representado una ventaja evolutiva en contextos de escasez alimentaria, al favorecer una mayor absorción y almacenamiento de energía. Sin embargo, en el entorno actual, caracterizado por el acceso constante a alimentos ricos en nutrientes críticos como azúcares, grasas saturadas y sodio, esta misma eficiencia puede contribuir a la aparición temprana de obesidad, resistencia a la insulina, hipertensión y otros trastornos metabólicos.
Estudios realizados en poblaciones con estilos de vida tradicionales y en personas sanas han demostrado que intervenir en la composición de la microbiota intestinal puede modular el modo en que el cuerpo metaboliza la energía. Esta influencia podría ser un factor más en el desarrollo de condiciones como el sobrepeso y la obesidad.
Además, estas investigaciones indican que las diferencias individuales en la composición microbiana podrían explicar por qué algunas personas desarrollan enfermedades metabólicas mientras que otras, expuestas a condiciones similares, no lo hacen.
“Cada vez sabemos más. Me resulta apasionante lo que ocurre en nuestro organismo a partir de la interacción con este órgano vivo y dinámico que conforman los microbios alojados en el intestino. Entendemos que podría trabajar a nuestro favor en contextos de escasez alimentaria, pero también actuar en contra si no cuidamos lo que comemos. Más que nunca, debemos ser conscientes del impacto que nuestras acciones —o la falta de ellas— tienen sobre la microbiota y, en consecuencia, sobre nuestra salud”, explicó Gabriel Vinderola, doctor en Química, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Lactología Industrial (INLAIN, CONICET–Universidad Nacional del Litoral), docente universitario e integrante de PROFENI.
Las trayectorias de salud o enfermedad comienzan a definirse desde los primeros años de vida. La infancia es una etapa crítica para la conformación del ecosistema intestinal, el cual se desarrolla progresivamente desde el nacimiento y puede ser intervenido favorablemente a lo largo de toda la vida.
“Seguramente aún desconocemos más de lo que sabemos, pero ya hemos aprendido que existen medidas concretas con profundo impacto en la microbiota, que pueden ayudar a proteger la salud futura”, explicó el doctor Omar Tabacco, integrante de PROFENI y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Entre esas medidas, se destacan:
- Favorecer el parto vaginal cuando sea posible, ya que permite la transmisión de bacterias beneficiosas de la madre al bebé.
- Promover la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses y mantenerla junto a otros alimentos al menos hasta los dos años.
- Evitar el uso innecesario de antibióticos, especialmente en los primeros años de vida, debido a su impacto negativo en la diversidad microbiana.
- Incentivar una alimentación rica en fibra desde la introducción de los sólidos, incorporando frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos (según la edad y de forma segura).
- Incluir alimentos fermentados apropiados para cada etapa, como el yogur, idealmente con probióticos beneficiosos. Además de aportar calcio, vitamina D, proteínas y otros micronutrientes, su condición de alimento vivo —rico en bacterias beneficiosas— favorece la modulación positiva de la microbiota.
- Disminuir el consumo de alimentos de bajo valor nutricional.
- Estimular el juego al aire libre y el contacto con la naturaleza, lo que expone a los niños a una mayor diversidad de microorganismos del ambiente.
- Garantizar ambientes libres de humo, tanto de tabaco como de otros contaminantes, ya que la calidad del aire también influye en la salud intestinal y general.
“El desarrollo de una microbiota diversa y equilibrada es clave para una buena salud digestiva, un sistema inmunológico eficiente, la regulación del apetito, la absorción de nutrientes, la prevención de alergias y el bienestar emocional de los niños”, subrayó el doctor Christian Boggio Marzet, médico pediatra y gastroenterólogo, integrante de PROFENI y director de la Maestría en Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica de la Universidad del Salvador.
Cómo influye la microbiota en un crecimiento saludable
- Favorece la absorción de nutrientes: ciertas bacterias ayudan a digerir fibras y producir ácidos grasos de cadena corta, que mejoran la absorción de minerales como calcio, magnesio y hierro, esenciales para el crecimiento óseo y general. También optimizan la digestión de carbohidratos y proteínas.
- Modula el sistema inmunológico: una microbiota equilibrada “entrena” al sistema inmune, reduce el riesgo de infecciones y evita procesos inflamatorios crónicos que pueden desviar energía del crecimiento. También protege frente a bacterias patógenas.
- Interviene en la producción de hormonas del crecimiento: influye sobre el eje intestino-cerebro-hormonal, afectando la secreción del factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1), una hormona clave en la etapa infantil.
- Impacta en el desarrollo cerebral: contribuye a la producción de neurotransmisores como la serotonina, esenciales para el bienestar emocional y el desarrollo cognitivo. Estos factores, a su vez, influyen en el sueño, fundamental en épocas de crecimiento acelerado.
- Puede prevenir retrasos de crecimiento vinculados a la desnutrición: estudios en países con alta prevalencia de desnutrición infantil evidencian que una microbiota alterada (disbiosis) se asocia con retraso en el crecimiento, incluso cuando la alimentación es adecuada.
“Por todo esto, el desafío actual no se limita a evitar enfermedades, sino que exige construir entornos alimentarios y sociales que favorezcan el desarrollo de una microbiota saludable desde el nacimiento hasta la adolescencia. Invertir en la salud intestinal infantil es invertir en salud pública. Fortalecer el microbioma desde la infancia es una oportunidad única para sembrar bienestar a largo plazo”, concluyen desde PROFENI.
Integrantes de PROFENI:
Especialista Albert Arribas (Nutrición), licenciado Sergio Britos (Nutrición), licenciada Sandra Nora Blasi (Nutrición), doctor Christian Boggio Marzet (Gastroenterología infantil), licenciada María Soledad Cabreriso (Nutrición), doctora Mabel Valeria Carosella (Pediatría), licenciada Florencia Flax Marcó (Nutrición), doctora Ingrid Gerold (Pediatría), doctora Andrea Fabiana González (Gastroenterología), doctor Lucio Nicolás González (Gastroenterología infantil), doctora Mónica Katz (Nutrición), doctora Romina Lambert (Pediatría y Nutrición), licenciada Mariana Raspini (Nutrición), doctora Noelia Vanesa Rodrigues Cambao (Psiquiatría), doctor Omar Leonardo Tabacco (Pediatría y Gastroenterología), doctora Ana María Tamagnone (Pediatría), doctora María Elena Torresani (Nutrición) y doctor Gabriel Vinderola (Química y Microbiología).
