Las dos caras de la moneda: verano financiero e invierno en la economía real
La foto del presidente Javier Milei con el equipo del ministerio de Economía, difundida en redes sociales durante la mañana del viernes, no fue casual ni azarosa. Fue la celebración por haber cerrado octubre con resultados altamente positivos en el frente financiero. “Altamente positivos” para el programa económico del gobierno, por supuesto. Repasemos:
El blanqueo fue exitoso y logró el ingreso de más de 20.000 millones de dólares cash desde su inicio en julio hasta el fin de octubre. Producto de eso, los depósitos en dólares del sector privado volaron en los últimos dos meses: inició septiembre en torno a los USD 19.500 millones y cerró octubre con USD 33.000 millones. A esto, se le suma la liquidación de agrodólares: el mejor octubre en 22 años y superó los USD 2.500 millones. Con más dólares en el sistema, se comenzó a mover mucho más el mercado: hubo una oleada de emisión de Obligaciones Negociables (ON) corporativas que permitió a muchas compañías tomar financiamiento en moneda dura, con muy fuerte presencia de las energéticas. Tecpetrol se hizo de USD 148 millones a cuatro años y medio, IRSA levantó USD 67 millones a cinco años, la Petrolera Aconcagua otros USD 30 millones a tres años y medio; Telecom USD 200 millones a siete años (TNA 9,5%); YPF Luz USD 420 millones a ocho años; Pampa Energía USD 84 millones a cuatro años; y Vista Energy USD 150 millones a siete años. Estas ON pagan TNA de entre 6% y 9% y se volcó una cantidad de dólares al financiamiento corporativo, como no se veía hace mucho tiempo.
El BCRA fue otro beneficiario del contexto: por ingreso de dólares al sistema producto del blanqueo, agrodólares y mercado de títulos y bonos corporativos, entre septiembre y octubre fue comprador de divisas y adquirió USD 1.917 millones. Sostiene, además, 25 ruedas consecutivas siendo comprador neto. Esto permitió sostener reservas en niveles en torno a los USD 29 mil millones (brutas) y no escaparse de ese rango ante la demanda de dólares de importadores, de provincias para pagar deuda y de la compra que el Tesoro hace al BCRA para pagar deuda. Esto se vio en los últimos días de octubre, cuando se anunció la compra de USD 2.700 millones al BCRA para pagar el vencimiento de deuda de enero, algo que también ya había pasado sobre finales de septiembre. A este optimismo financiero se sumó el rally que tuvo el S&P Merval, que acumuló un alza del 8,9% en octubre y 17,0% al medirlo en dólares.
Pero además, el fuerte ingreso de dólares y la intervención del BCRA sobre el mercado cambiario generó una fuerte baja de las cotizaciones: tanto el dólar MEP como el CCL descendieron 6,3% en octubre. La brecha con el oficial minorista está en el 15,3% para el CCL y 12,2% para el MEP. Con esto, el gobierno fortalece su plan desinflacionario: pisa el tipo de cambio con fuerte intervención para evitar su traslado a precios. Con esos niveles de brecha, la salida del cepo está a la vuelta de la esquina, aunque aún no hay señales fuertes de que eso ocurra antes de fin de año.
La frutilla de postre de octubre estuvo en el Riesgo País: tocó sus mínimos desde la previa a las PASO del 2019, perforó el piso de los 1.000 puntos y avanza a perforar los 900 puntos. Al bajar de la zona de los 1.000 puntos, JP Morgan ubica a la deuda argentina en una situación de “distress”: esto significa que los inversores ya no apuestan a que la Argentina esté inevitablemente encaminada a un default; por el contrario, dan más probabilidad que el país cumpla sus vencimientos de deuda de enero, algo que fue ratificado por Economía con la compra de dólares al BCRA para esos vencimientos de bonos. Además de JP Morgan, el Bank of América (BofA), uno de los más importantes del mundo, también ponderó la política fiscal y financiera del gobierno libertario: dijo que “el desempeño del país en materia de estabilización está superando las expectativas” y que mantienen su recomendación de “sobreponderar los bonos externos de Argentina”.
Como se ve, el mundo financiero está encantando, aunque más lo está por la fuerte vuelta del carry trade (en criollo, la bicicleta financiera) que permitió a muchos inversores ganar buenos rendimientos, aunque eso lo dejamos para otro capítulo.
Pero la economía real sigue esperando buenas noticias. Naturalmente, en momentos de fuerte recesión, desequilibrio macro y desajustes globales, el mundo financiero ajusta mucho más rápido que la economía real, pero las señales de esta última aún no llegan a ser muy convincentes. Algunos son más optimistas, como Orlando Ferreres que en su último Índice General de Actividad (IGA-OJF) pronostica un alza de la economía del 1,4% mensual, aunque aún fuertemente basado en el agro y en minería mientras que industria y comercio siguen retrasados. También la consultora Econométrica (muy cercana al presidente) que afirmó que la economía ya dejó atrás la recesión y que volvió a los mismos niveles previo a la asunción de Milei. Un poco más en el llano, provincias y ciudadanos pueden sentir optimismo pero todavía no lo tocan. Octubre volvió a golpear a las provincias con bajas en la coparticipación cercanas al 6%; y los envíos no automáticos también brillaron por su escasez y cerraron en -60% (-95% para el caso de Misiones). La inversión pública siguió su línea descendente cerrando en torno a -70% en el global y -75% para Misiones, y los indicadores de consumo, todavía atrasados, continúan deteriorados pese a alguna leve señal de mejora.
Se vive un aire parecido al de la época del inicio macrista: mercados celebran y economía real se deprime, aunque con algunas diferencias significativas. En aquel momento, fue más agresiva la política financiera (sobre todo por la salida rápida del cepo) y más gradual la fiscal, y hoy es a la inversa: la financiera está algo más moderada (justamente por sostenimiento del cepo) pero con agresivo ajuste fiscal.