“Lo que provoca la Palabra”

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El Pastor David Decena explicó que “la Parábola del Sembrador es una imagen ilustrativa que Jesús utilizó para enseñarnos sobre la relación que hay entre el ser humano y la Palabra de Dios. La importancia de esta última es tal en el mundo espiritual, que el Señor se preocupó porque tengamos revelación sobre la misma”.

“Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Esta es la semilla sembrada junto al camino. El que recibió la semilla que cayó en terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría; pero, como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella. El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan, de modo que esta no llega a dar fruto. Pero el que recibió la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno” (Mateo 13:19-23 NVI).

La Parábola del Sembrador es una imagen ilustrativa que Jesús utilizó para enseñarnos sobre la relación que hay entre el ser humano y la Palabra de Dios. La importancia de esta última es tal en el mundo espiritual, que el Señor se preocupó porque tengamos revelación sobre la misma. En pocas palabras, lo más evidente de todo es la guerra espiritual que hay alrededor da la Palabra. Porque el enemigo de nuestras vidas sabe que ésta tiene la capacidad de producir en nosotros lo que el Padre está esperando encontrar.

La esencialidad de la Palabra de Dios reside en que sin ella estamos muertos espiritualmente. Por eso, nuestro Maestro dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4 NVI). Cuando comenzamos a comerla, así como comemos pan, somos saciados de nuestra necesidad de Dios. Pero, como el enemigo sabe esto, hará lo imposible para que la Palabra no nos alimente, ni fructifique en nosotros.

El Pastor David Decena destacó sobre tres batallas espirituales en torno a la Palabra de Dios:

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1. Una batalla por la comprensión:

El versículo 19 dice que la incomprensión de la semilla de la Palabra sembrada en el corazón de la persona, es una oportunidad para que el enemigo la robe. Esto sucede porque hay una guerra espiritual entorno a la Palabra, y si no la entendemos, será sencillo perder nuestra oportunidad para comprender lo espiritual. Luego de que Jesús relató la Parábola del Sembrador, sus discípulos le preguntaron por qué enseñaba usando parábolas, sabiendo que las mismas no eran de fácil comprensión. El Señor les respondió que solo a los discípulos se les permite conocer los secretos del Reino (Mateo 13:11), y luego les explicó la parábola.

Es evidente que la única manera de comprender las verdades del Reino es permaneciendo a pesar de no comprender. Hay muchos principios espirituales que en un inicio nos son incomprensibles a nuestra mente natural. Pero cuando a pesar de esto seguimos obedeciendo y seguimos sirviendo a Dios, obtenemos luz espiritual. Esta es la característica de un verdadero discípulo, tal como se vio en los que tuvo Jesús: sigue estando, sigue sirviendo, sigue obedeciendo, y recibe el entendimiento de la Palabra en el camino. Si no podemos cultivar esta actitud, el enemigo robará con facilidad lo que el Señor quiere hacer fructificar en nosotros.

2. Una batalla por la firmeza

En el versículo 20 y 21 Jesús explica que en muchos la Palabra no encuentra la tierra apropiada para echar raíces, por lo que las tormentas de la vida apagan con rapidez lo que parecía ser estable. Lo más particular es que este grupo experimentó una gran alegría cuando recibió la Palabra. Por lo tanto, es fácil deducir que su problema no fue la comprensión. Pero entender la Palabra de Dios no soluciona todo. Hasta el día de hoy nos enseña a través de la naturaleza, y podemos apreciar que ningún árbol de raíz endeble soportará una tormenta. Lo que sentimos no nos sostendrá ante los problemas y las persecuciones. Lo que nos sostendrá es la disciplina entorno a las verdades fundamentales que abrazamos. El proceso de disciplinarnos demandará un cambio en el ambiente de nuestro corazón. Si las piedras son el problema para que la semilla eche raíz, necesitamos comenzar a sacarlas. Esto es posible cuando buscamos ser sanos interiormente, cambiando nuestra manera de vivir. La sanidad interior modifica nuestra estructura para que seamos la tierra que llevará a fructificar a la Palabra.

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3. Una batalla por el enfoque

Por último, en el versículo 22 Jesús habla sobre la semilla entre los espinos, y cómo estos últimos son las preocupaciones de la vida y el engaño de las riquezas que ahogan la Palabra. Ser un buen terreno demandará una limpieza profunda de todo aquello que pueda llevarnos a echar a perder la Palabra.

Desde que soy pequeño vi a innumerables creyentes ser ahogados por las preocupaciones y por las riquezas. Ambas son una realidad con la que el enemigo ama atacarnos, porque nos vemos obligados a enfrentarlas diariamente. Es usual estar preocupados por cuestiones usuales de nuestra vida.

Jesús habló sobre esto en Mateo 6:25 al 33, diciendo: “No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán…”. Dios conoce todo lo que necesitamos en esta vida, por eso nuestra responsabilidad es cuidar el enfoque.

Lo mismo sucede con las riquezas. Estas pueden ser algo tan atrapante para el ser humano, que Jesús hizo una fuerte comparación: “Ningún sirviente puede servir a dos patrones. Menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13 NVI).

Por lo tanto, la ambición, la falta de generosidad, y la obsesión con el dinero y los bienes materiales, siempre traerán consigo el ahogamiento de la Palabra de Dios en nuestros corazones.

El enfoque correcto que todo seguidor de Jesús debe mantener a lo largo de su vida es sencillo: buscar primero el Reino de Dios, con la certeza de que todo lo demás será añadido por Él.

Conclusión:

En el versículo 23 terminamos viendo el efecto de la Palabra que cumple su cometido. Esta es la que fue oída, comprendida, cuidada, y cosechada. La misma, sembrada en la tierra correcta, nos permitirá tener (1) Revelación espiritual, al hacernos comprender el Reino Eterno; nos traerá una (2) cosecha, al llevarnos a dar como fruto la voluntad de Dios. Y por último, nos permitirá ver (3) multiplicación en la cosecha, por cuanto ser fieles en la Palabra siempre nos hará depositarios de más fruto.

Que Dios te bendiga, te guarde de todo mal y tengas una semana de completa victoria!

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