Más yerba mate con poda rendidora y suelo cuidado desde antes de la plantación

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A pocos días de iniciarse la “zafriña de verano”,  bien vale recordar conocimientos y prácticas que permiten optimizar el rendimiento del yerbal, y que van desde el suelo hasta el momento de cargar el raído que tiene como destino el secadero y luego la molinería.
“Una buena yerba, en calidad y rendimiento de kilos, se logra con un buen manejo de suelo, de malezas, de plagas  y de la poda. Necesitas de todas las patas para producir bien”, recuerda el ingeniero agrónomo Néstor Munaretto, invitando a  “cuidar de manera integral y natural el yerbal”.
La clave es la observación y la toma de datos, y con esos conocimientos, junto a los técnicos, la aplicación de buenas prácticas y el monitoreo a la largo del tiempo.
En la zafra de verano, el INYM recuerda especialmente la importancia de que al momento de la cosecha (diciembre, enero, febrero y marzo) se observe con atención el estado de las plantas; sobre todo aquellas que aún se encuentran en estado de brotación, ya que un manejo inadecuado puede provocar daños y afectar la posterior cosecha gruesa que inicia en el mes de abril.
Poda rendidora y protección de las hojas
 
“Una cosa es tarefear y otra es podar la planta de yerba mate. ¿Es así?”, preguntamos a Munaretto. “Exacto. Generalmente la cosecha está dividida en dos tareas: la poda, que es la extracción de la rama de la planta y después el reacondicionamiento de esa rama para enviar a secadero que sería la ‘quebranza’; son dos operaciones distintas y con dos capacidades distintas de manejo de esa rama: el que sabe podar y el que hace la ‘quebranza’”, dijo.
¿Entonces una mala poda repercute en la cosecha del próximo año? “El rendimiento de la cosecha de yerba está en base al manejo de suelo, manejo de las plagas, de las malezas, la nutrición… la poda es coronar el alto rendimiento del resto de lo que hicimos bien, y para una buena poda es necesario capacitarse y buenas herramientas”, resumió Munaretto.
Munaretto también destacó la importancia de cuidar las hojas cosechadas. “La yerba es un alimento y sale de nuestras manos desde el momento que las sacamos de la planta; la calidad del producto depende mucho de nuestro cuidado en la poda y en el manipuleo de ese producto”, enfatizó. “Somos –continuó- responsables de la salida de yerba de campo, y hay que evitar contaminar las hojas con cualquier elemento”.
El suelo: antes, durante y después
Resolver la compactación, generar el aporte de nutrientes y realizar análisis de suelo son aspectos a tener en cuenta para contar con un suelo productivo.
 “¿Podemos decir que el suelo hay que cuidar desde el momento en que se elimina la vegetación nativa?”, fue la pregunta orientada al ingeniero agrónomo Domingo Sosa, experto en la temática.  “Diría que desde antes de sacar la vegetación, porque si voy a hacer yerba mate tengo que ver si el suelo que está ahí es apto para ese cultivo, si es suelo rojo profundo. Luego, una vez que se le quita la protección, hay que aplicar prácticas de no remoción de suelo porque si lo hacemos aceleramos la descomposición de materia orgánica y permitimos el lavado de los nutrientes y compactación, y si eso ocurre, van apareciendo los problemas y eso se ve en los kilos de hoja cosechado por hectárea”, destacó Sosa.
Misiones ya cumplió un siglo de cultivo sistemático de yerba mate. ¿Cómo se puede evaluar la situación de los suelos en los yerbales? “Tenemos erosión y pérdida de materia orgánica, pero lo importante es que las condiciones ecológicas que tenemos (sol, temperatura y agua) son buenas;  falta manejar bien la planta y el suelo, con asesoramiento y que los productores puedan agruparse y solicitar, en manera cooperativa, análisis de suelo en laboratorios del INTA”, respondió Sosa.
Dijo una frase hoy: no hay ningún secreto para lograr 12 mil o más kilos de hoja por hectárea año.  “Es así. Es manejo de planta, estructura para captar luz, para hacer fotosíntesis, esa planta va a buscar agua, nutrientes y oxígeno con sus raíces abajo en el suelo, tenemos que tener buenas condiciones físicas y buenas condiciones químicas. Con la densidad adecuada, tenemos que estar arriba de los 12 mil kilos, en 1600 plantas, dos mil plantas, cuatro mil plantas…”
Si el productor realiza buenas prácticas, ¿en cuánto tiempo empieza a ver los resultados?
“Si no está haciendo las cosas bien, debe andar en 5 o 6 mil kilos de hoja por hectárea año. Si incorpora un buen manejo de planta y suelo, va a ver resultados al año siguiente, y con incrementos más importantes al tercer año, tocando los 10 mil kilos, y ya estará competitivo porque va a tener un suelo estabilizado (protegido, descompactado) y la planta que ya le hizo una poda tarda un poco más hasta tener estructura. Todo esto siempre y cuando las buenas prácticas tengan continuidad en el tiempo. DE ahí en más son kilos…”, expresó Sosa,  al tiempo que aconsejó “la fertilización porque el próximo año la planta va a pedir más porque produjo kilos y yo tengo que fertilizar en base a esos kilos, y el año que viene da más kilos, tengo que fertilizar y el costo de esa fertilización ya está cubierto con ese incremento de hojas, es lo que me está dando el yerbal y tengo que invertir hasta llegar hasta 12 mil kilos”.
Todos estos temas fueron expuestos en una jornada técnica que se realizó en el Instituto Pascual Gentilini, en San José, en el marco de la Fiesta Nacional de la Yerba Mate, con la participación del INYM, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la institución educativa. “Fue una jornada que abarcó todos esos ítems y una exposición de herramientas de vanguardia; se desarrolló de manera dinámica, en poco tiempo, y con los mejores referentes de cada aspecto”, destacó Raúl Escalada, sub gerente del área Técnica del INYM.

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