Menos sal, ¡por favor!

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La Semana Mundial de Concientización de la Sal se celebra en marzo de cada año. Su principal objetivo es sensibilizar y concientizar sobre la necesidad de disminuir el consumo de sal y de esta forma prevenir enfermedades, sobre todo de origen cardiovascular.

Existe amplia evidencia científica para considerar a la hipertensión arterial (HTA) como el factor de riesgo de mayor peso en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, ya que está fuertemente asociada a la ocurrencia de diversas patologías como la enfermedad cerebrovascular, la enfermedad coronaria, la insuficiencia cardíaca, la fibrilación auricular, las enfermedades de la aorta y arterias periféricas, la demencia, la insuficiencia renal y la retinopatía.

Su prevalencia impacta negativamente en la mortalidad total, en la discapacidad y en los costos sociosanitarios. En términos de muertes atribuibles, la HTA es responsable del 19% de todas las defunciones a nivel mundial, 10.455.000 defunciones en el año 2016.

En nuestro país, según la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), el 46,6% de los encuestados padece hipertensión arterial, condición silenciosa que representa una de las principales causas de muerte.

Si bien la edad es la principal condición asociada al desarrollo de HTA, factores de riesgo como el sobrepeso/obesidad, el tabaquismo y fundamentalmente el elevado consumo de sodio en la dieta, incrementan la probabilidad de desarrollarla y plantean el desafío de combatirlos mediante políticas públicas que regulen entornos y favorezcan hábitos saludables.

En todo el mundo se consume mucho más sodio del necesario para la actividad fisiológica. En muchos casos, la ingesta supera ampliamente la recomendada en la actualidad por la Organización Mundial de la Salud (OMS): 2 gramos de sodio, equivalentes a 5 gramos de sal –1 cucharadita tamaño té– al día.

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Algunos datos nacionales (4ta ENFR):

  • El 16,4% de la población indicó que agrega sal en sus comidas después de la cocción o al sentarse a la mesa (siempre/casi siempre).
  • En cuanto al indicador de uso de sal durante la cocción, el mismo fue de 68,9%.
  • 2/3 del consumo de sodio proviene de los productos procesados o envasados y no de la sal agregada por el consumidor.

Desde casa, podemos ayudar

  • Educando a los niños y creando un entorno propicio para que adopten tempranamente una dieta baja en sodio.
  • Usando especias y hierbas aromáticas durante la preparación de los alimentos, en lugar de sal y evitando colocar saleros y/o aderezos en la mesa.
  • Limitando el consumo de alimentos procesados, industrializados.
  • Priorizando la compra, preparación y consumo de alimentos frescos: frutas, verduras, huevos, carnes, almidones y legumbres.


Si bien la educación alimentaria es fundamental, resulta insuficiente para revertir los patrones alimentarios de consumo existentes en el país si no se acompañan de un paquete de medidas regulatorias, de demostrada efectividad, para facilitar una alimentación saludable, a través de la regulación de los entornos y de los productos que faciliten la adopción de hábitos alimentarios más saludables.

Las medidas de salud pública para reducir el consumo de sodio pueden incluir: el correcto etiquetado de alimentos y productos, la educación del consumidor, la actualización de las recomendaciones dietéticas nacionales y la concientización de los fabricantes de alimentos para reducir la cantidad de sal en alimentos procesados.

Por Lic. Constanza Echevarría

Profesora de la carrera de Nutrición de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

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