Miedo, culpa y cansancio, emociones que suelen atravesar las personas con diabetes

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El diagnóstico de diabetes moviliza y es una enfermedad que en Argentina afecta al 12,7% de los mayores de 18 años[1] y a miles de niños y adolescentes. Todos los cambios que la persona deberá adoptar para controlar adecuadamente su condición suelen desatar sentimientos como miedo, culpa, cansancio e inclusive negación. Éste será uno de los temas del 32º Congreso Nacional de Diabetes para Pacientes y Familiares, organizado por la Federación Argentina de Diabetes (FAD), que reunirá a 800 participantes del 16 al 19 de agosto en Villa Giardino, Córdoba.

“Cada persona reacciona a su manera, pero recibir el diagnóstico desacomoda. En el caso de niños o jóvenes, generalmente llegan a una guardia de hospital descompensados y los padres no entienden mucho qué sucede. Recibir la confirmación sorprende por lo inesperado y porque suelen conocer muy poco sobre esta enfermedad”, señaló la Lic. María Belén Ávila, psicóloga de FAD y licenciada en Alto Rendimiento Deportivo.

“Las emociones por las que atraviesan los pacientes y cómo las sobrellevan inciden mucho en la manera en que podrán lograr y sostener un buen control de su enfermedad a lo largo de la vida. El diagnóstico es el primer impacto, pero luego la persona deberá implementar el monitoreo frecuente de azúcar en sangre, ajustes en el control, la organización de un plan alimentario (con todo lo que la comida implica culturalmente), recibir medicación, hacer ejercicio, etc. Representa una constante toma de decisiones”, indicó Judit Laufer, Presidente de la FAD y Directora de la Subcomisión de Educación de la Federación.

En la diabetes, el organismo no logra generar o utilizar adecuadamente la insulina, una hormona producida por el páncreas que contribuye en el proceso de control de los niveles de glucosa (azúcar) en sangre, con el objetivo de utilizarla como energía. La ausencia de insulina o una insulina de mala calidad incrementan los niveles de glucosa en sangre, lo que puede ir generando con el tiempo daños irreparables a nivel vascular en órganos y tejidos.

La diabetes tipo 1 se diagnostica fundamentalmente en la infancia o adolescencia, representa 1 de cada 10 casos de diabetes y requiere aplicaciones diarias de insulina y un control exhaustivo de los niveles de glucosa, mientras que la diabetes tipo 2 (90% de los casos[2]), es la que generalmente se presenta en la adultez, muy relacionada con la mala alimentación a lo largo del tiempo y el sedentarismo y, si bien requiere control, medicación y cambios de hábitos, la insulinización generalmente se presenta en los estadios más avanzados[3].

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En líneas generales, les cuesta más adaptarse a los adultos. Se les plantea que deberán realizar actividad física en forma sostenida y la primera reacción es que no tienen tiempo, que no van a poder. En esos casos, desde FAD promueven una actitud positiva hacia la enfermedad para empezar a encaminar el proceso de aceptación. Por otra parte, cuando los pacientes con diabetes tipo 2 tienen que pasar a la insulinización, muchas veces lo viven como un fracaso y esto no necesariamente es así.

Un sentimiento que puede aparecer es la culpa. “Algunos padres se castigan a sí mismos por el diagnóstico de sus hijos. Como con otras patologías donde interviene cierta carga genética, suele aparecer la fantasía de que hay responsabilidad de quien aporta los genes. Tenemos que ayudarlos a revertir esa emoción”, sostuvo la Lic. Ávila.

En algún momento, tanto la persona con diabetes como sus allegados pueden sentir agotamiento, porque su condición no se toma vacaciones, atraviesa a toda la persona, todo el tiempo. Ayudan aspectos como la buena relación médico-paciente, la educación como herramienta de empoderamiento sobre su propio tratamiento, la participación activa de la familia y la aceptación e inclusión de los compañeros de escuela.

“El miedo más frecuente es a las potenciales complicaciones de la enfermedad, aquellas que podrían darse a largo plazo si uno no lleva un buen control (insuficiencia renal, enfermedad cardiovascular y problemas en la vista, entre otras). Los pacientes deben saber que siguiendo el tratamiento y llevando un estilo de vida saludable, estas consecuencias se pueden evitar”, agregó la Lic. Ávila.

“La adherencia al tratamiento se logra en la medida en que el paciente encuentre motivación y esto se da cuando siente el placer del buen control. Cuando ve que controlándose se siente mucho mejor, tiene más fuerza de voluntad. En este proceso, es fundamental la educación en diabetes tanto de la persona como de su entorno, es una piedra angular del tratamiento, aquí entran las cuestiones nutricionales y la actividad física. A su vez, es importante que la persona tenga una red social de contención para compartir la vida y sentirse apoyada en su afección”, subrayó la Sra. Laufer.

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Según señaló el Dr. Gabriel Lijteroff, Director del Comité Científico y Coordinador de Asuntos Internacionales de la FAD, “tenemos mucho trabajo por delante para que las personas logren un buen control su enfermedad y es algo crítico teniendo en cuenta que casi 13 de cada 100 personas en Argentina tienen diabetes; de ellos, la mitad no lo sabe y de los que saben, aproximadamente, sólo un 30 por ciento se trata adecuadamente porque tienden a minimizar la enfermedad”.

El diagnóstico es bioquímico, hay algunos síntomas que la persona puede presentar –en los casos de diabetes tipo 1- como orinar mucho, tener mucho apetito, sed y bajar de peso; esto puede orientar al diagnóstico, pero la confirmación se logra midiendo la glucemia a través de un sencillo análisis de sangre.

Un Congreso para compartir y aprender

En el Congreso Nacional de Diabetes no solo se reúnen especialistas de todo el país interesados en la enfermedad, sino fundamentalmente pacientes con sus familias. Para la edición de este año, se esperan alrededor de 800 participantes, quienes durante tres días asistirán a múltiples actividades conjuntas para educarse, conocerse y compartir experiencias de vida.

Habrá actividades con educadores, plenarias simultáneas y diversas, talleres para cada grupo etario divididos a su vez según al tipo de patología. Se realiza actividad física, trabajo cognitivo con adultos mayores, hay talleres de cocina, sexualidad, embarazo y manejo de emociones, entre otros.

La educación grupal es fundamental como complemento de la individual en consultorio. Según refirió la Sra. Laufer, “este congreso promueve que los pacientes aprendan, tengan una mejor actitud hacia la enfermedad y refuercen el cambio de hábitos, siempre respetando por sobre todas las cosas las recomendaciones y el seguimiento que cada médico hace de su paciente”.

Este año, el Congreso volverá a ofrecer la realización en forma totalmente gratuita de tomografías de coherencia óptica, un estudio oftalmológico muy importante, que no suele hacerse en los chequeos de rutina. Además, se van a realizar pruebas de hemoglobina glicosilada espontánea, para tener una mirada retrospectiva del tratamiento y así hacer los ajustes necesarios. En distintos momentos, se abordará el avance en nuevas tecnologías que mejoran la vida de las personas con diabetes.

Más información sobre el congreso: infoeventos@fad.org.ar o llamar al +54911 4 186 9994

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