Misiones posible: la bioeconomía como estrategia de desarrollo sostenible

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Escriben Franco Mendoza, María Fernanda Villafañe y Juan O’Farrell, Fundación Fundar. La bioeconomía se presenta como un nuevo paradigma tecnoproductivo con un gran potencial para armonizar el desarrollo y la sostenibilidad ambiental en Argentina. La provincia de Misiones podría ser un ejemplo de este enfoque. Las particularidades productivas y los abundantes recursos biológicos de la región le otorgan una ventaja competitiva para el desarrollo de bioinsumos agrícolas, la instalación de biorrefinerías forestales y la implementación de esquemas de pagos por servicios ecosistémicos. Estas actividades transformadoras podrían dinamizar la estructura productiva provincial y promover la protección de los ecosistemas locales.

La bioeconomía como estrategia de desarrollo sostenible

La crisis ambiental nos impone nuevos desafíos a la hora de pensar una estrategia de desarrollo económico para Argentina. La identificación y selección de las actividades que podrían liderar ese proceso ya no deben basarse exclusivamente en su capacidad para generar divisas, fomentar innovaciones, generar empleo y encadenamientos productivos. Igualmente importante es considerar el potencial de estas actividades para contribuir a la mitigación y adaptación a la crisis ambiental. 

Bajo este condicionamiento, en los últimos años ha ganado relevancia en la agenda internacional el concepto de bioeconomía. La bioeconomía se asocia con el aprovechamiento y la transformación de los recursos de origen biológico (no sólo biomasa como cultivos o madera, sino también recursos genéticos y organismos, por ejemplo) provenientes de la naturaleza para la producción de bienes y servicios, a partir de la aplicación intensiva de conocimientos científico-tecnológicos. ¿De qué manera la bioeconomía puede aportar en el diseño de una estrategia de desarrollo sostenible? 

En primer lugar, la bioeconomía tiene el potencial de modernizar y mejorar la productividad de actividades tradicionales mediante la incorporación de tecnologías avanzadas, como la química verde, la biotecnología moderna y la nanotecnología. Asimismo, estas tecnologías, que constituyen el núcleo de la bioeconomía, son frecuentemente vistas como protagonistas del próximo paradigma tecnológico, lo que abre una ventana de oportunidad para aprovechar las ventajas de adoptar un nuevo desarrollo en sus etapas iniciales. Para tener una dimensión del potencial de esta estrategia, se estima que hasta un 60% de los materiales actualmente utilizados en la economía global pueden ser reemplazados por productos biológicos (Chui et al., 2020). 

En segundo lugar, la bioeconomía podría representar una salida a la falsa dicotomía ambiente-desarrollo. A menudo se plantea que el crecimiento económico puede comprometer la habitabilidad futura del planeta. Por otra parte, se argumenta que los países en desarrollo no pueden darse el lujo de resignar mejoras en el bienestar presente ante los altos niveles de pobreza y privación material existente. Una estrategia de desarrollo basada en la bioeconomía puede promover una economía baja en carbono y circular, basada en el uso de recursos biológicos y en la reutilización y reciclaje de materiales, incluidos los residuos de actividades primarias y manufactureras. En ciertos contextos, la bioeconomía también genera valor a través de la conservación de los ecosistemas, los cuales a su vez proporcionan servicios ecosistémicos (aquellos beneficios que genera un ecosistema para la sociedad y la economía). A su vez, este enfoque es compatible con otras prácticas de valorización emergentes a nivel global, como el desarrollo de sistemas de crédito de carbono, bonos verdes, pagos por servicios ecosistémicos y estrategias de ecoturismo.

La “Amazonía de Argentina” como ejemplo del desarrollo bioeconómico

La provincia de Misiones cuenta con características que permiten vislumbrar una oportunidad para conjugar la conservación de la naturaleza y el crecimiento económico a través de la bioeconomía. Su biodiversidad y riqueza de recursos naturales puede aportar soluciones biológicas para algunos de los problemas de las cadenas productivas propias. 

Su riqueza natural radica en su amplia cobertura forestal, las aguas subterráneas del Sistema Acuífero Guaraní y la gran diversidad biológica de la provincia. La importancia de los bosques misioneros dentro de la Mata Atlántica es tan notable que puede identificarse fácilmente en imágenes satelitales por su densa cobertura forestal, rodeada de una vasta superficie de tierra destinada a usos agropecuarios.

Considerada como la “Amazonía de Argentina”, la provincia de Misiones concentra el 2,6% de los bosques nativos del país y el 52% de la biodiversidad argentina con más de un centenar de especies de aves, peces, mamíferos, reptiles, anfibios, plantas y hongos. La selva paranaense forma parte del llamado Corredor Verde, uno de los pocos corredores ecológicos que existen en Argentina que atraviesa 22 municipios con diversos paisajes que incluyen áreas protegidas, colonias agrícolas y pueblos originarios.

Esta riqueza natural convive con desafíos ambientales significativos dados por el impacto de la deforestación, la agricultura intensiva, los incendios forestales, entre otros. A nivel mundial, Argentina se encuentra entre los diez países con mayor incremento en la pérdida de bosques primarios entre 2020 y 2022 (Global Forest Review, 2022). Específicamente, Misiones ocupa el décimo lugar entre las 23 provincias argentinas con mayor pérdida de bosques nativos entre 2007 y 2022, explicando el 1,5% del total de superficie deforestada a nivel nacional (la mayor cifra la explican Santiago del Estero con el 28%, Salta 21%, y Chaco 13%). Cabe destacar que Misiones registra una de las tasas de disminución de deforestación más pronunciadas del país (Centro de Información Ambiental, 2022). Además, gran parte de la producción agrícola en la provincia utiliza técnicas convencionales de producción intensiva en agroquímicos, lo que representa un problema para la salud, los ecosistemas locales y la biodiversidad –algo que está en proceso de corrección con la prohibición del uso de glifosato, desde 2025, salvo que se certifique la necesidad para acceder a determinados mercados-. 

Además, las características de la canasta exportadora misionera dejan entrever una fuerte concentración de la estructura productiva en pocos sectores, muchos de ellos asociados a actividades agropecuarias con escaso valor agregado. Para ejemplificar, cerca del 40% de las exportaciones provinciales provinieron del complejo tealero y de yerba mate y 30% del complejo forestal, fundamentalmente por la exportación de celulosa.

Bajo estas condiciones iniciales ¿es posible dinamizar la economía de Misiones a través de los recursos derivados de su naturaleza y al mismo tiempo preservar sus ecosistemas? Ciertamente, sí. La bioeconomía puede actuar como un puente en este sentido. Ahora bien, ¿cuáles podrían ser los ejes de esta estrategia para Misiones? En base a las conversaciones con funcionarios provinciales y al relevamiento de estudios previos (realizado en el marco de un trabajo en conjunto con el Consejo Federal de Inversiones), se identificaron tres plataformas bioeconómicas con potencial en la provincia: los bioinsumos agropecuarios, las biorrefinerías forestales y los pagos por servicios ecosistémicos.

Tres plataformas bioeconómicas para el desarrollo sostenible de Misiones

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Aprovechar la biodiversidad misionera: el caso de los bioinsumos agropecuarios

Los bioinsumos son insumos para el sector agropecuario de origen biológico producidos, derivados o compuestos por microorganismos o macroorganismos, cuyo propósito es mejorar la productividad, la calidad y la sanidad de los cultivos vegetales. 

Si bien todavía representan una porción limitada del total de mercado de insumos agrícolas (los bioplaguicidas representan el 5% del mercado mundial de control de plagas y los bioestimulantes y biofertilizantes el 2% del mercado de fertilizantes), superan de manera amplia el ritmo de crecimiento de los productos químicos: mientras los agroquímicos crecen a nivel global un 3% anual, los insumos biológicos lo hacen a una tasa del 15% (Starobinski et al, 2021). Se estima que el mercado de bioinsumos alcanzó los USD 10.600 millones en 2021 y proyecta crecer a USD 18.500 millones en cuatro años. Puntualmente, en América Latina se observa un crecimiento sostenido en el mercado de bioinsumos pasando de USD 641 millones en 2017 a más de USD 1000 millones en 2021 (FAO, 2023).

A Flourish chart

La biodiversidad que alberga Misiones representa una de las fortalezas de la provincia para el desarrollo de bioinsumos. Uno de los aportes en términos de soluciones biológicas puede ser, por ejemplo, el de aislar cepas autóctonas de microorganismos con el fin de desarrollar bioinsumos eficaces para los principales cultivos de la provincia. 

Combinado con esta fortaleza, existe una demanda latente para adoptar el uso de bioinsumos como nueva técnica agropecuaria sostenible, que recae sobre los productores locales (principalmente de la cadena yerbatera, tealera y forestal), que responde a una preocupación ambiental pero también de innovación y precios. Actualmente existe una mayor sensibilidad de los productores por la crisis ambiental debido, en parte, a un cambio generacional en los jefes de las familias agropecuarias, que ahora son más abiertos a la utilización de prácticas innovadoras. Por el lado de los precios, existe una búsqueda de nichos de mercados que paguen un precio diferencial por la producción orgánica, que en el caso de la yerba mate puede ser de un 30% mayor, según fuentes consultadas.

En este contexto de oportunidades, en la provincia de Misiones se está conformando un entramado productivo en torno a los bioinsumos en donde interactúan diferentes actores tanto del sistema científico tecnológico como del ámbito público y privado.

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Pocas firmas de bioinsumos en la provincia en lo que respecta a los actores empresariales, aunque con gran potencial.

De las 268 empresas que registraron bioinsumo en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), solo una –vinculada a la Biofábrica Misiones– se encuentra radicada en Misiones. Sin embargo, existen algunos casos interesantes que dan cuenta del potencial para el desarrollo de un entramado empresarial en el sector. Un ejemplo de vanguardia para la provincia es la empresa público-privada Biofábrica Misiones que produce y comercializa biofertilizantes. En 2019 logró habilitar una planta de biológicos ante el SENASA que permite el escalado piloto no solo de sus propios desarrollos sino también para otras instituciones de la provincia. Parte del dinamismo de la Biofábrica se debe al rol del Estado provincial como demandante y fuente de financiamiento de la empresa. Asimismo, existen cooperativas de productores como la Cooperativa Caiyal (de yerba mate) y la Biofábrica Reverdecer que se encuentran desarrollando biopreparados (un subtipo de bioinsumo) para uso propio, pero que proyectan obtener la aprobación de SENASA y abrir canales de comercialización.

Una red de instituciones públicas de ciencia y tecnología que han desempeñado un rol clave en la formación de recursos humanos y en la provisión de servicios tecnológicos.

Entre estas instituciones se encuentran la Estación Experimental Agropecuaria Montecarlo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA Montecarlo), el Instituto de Biotecnología Misiones (INBIOMIS) y la Agencia Misionera de Innovación. Muchas de estas entidades colaboran con empresas en la producción de bioinsumos aplicados a diversos cultivos provinciales, aunque esto es un desarrollo más reciente. Por ejemplo, INTA Montecarlo ha trabajado en el aislamiento de cepas autóctonas y en el desarrollo de bioinsumos en laboratorio con empresas locales, como Biofábrica Misiones, con quienes están desarrollando un bioinsumo para controlar la enfermedad del “Taladro” en la yerba mate.

La política provincial lleva a cabo diversas actividades de apoyo para fomentar la producción de bioinsumos.

Un ejemplo de esto es la promulgación de la Ley de Promoción de Bioinsumos en 2023, cuya autoridad de aplicación es el Ministerio del Agro y la Producción de Misiones, convirtiendo a esta provincia en la primera de Argentina en contar con una ley de este tipo. Además, el gobierno provincial ha establecido la normativa y los circuitos administrativos para la implementación del Protocolo de Nagoya 1  a través del Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio) y ha promovido la producción de bioinsumos mediante compras públicas realizadas por el Ministerio de Agricultura Familiar.

No obstante la potencialidad en Misiones, todavía encuentra desafíos que obstaculizan el despliegue de los bioinsumos en la provincia ligado a los siguientes puntos: 

  1. Falta de vinculación tecnológica. Si bien existen instituciones científicas misioneras que se encuentran en la búsqueda de soluciones biológicas para algunos de los problemas de las cadenas productivas de la provincia, falta un circuito claro enfocado en el escalado productivo y la llegada al mercado de estos desarrollos, así se observa como una carencia de experiencia en la conformación de startups y poca vinculación con otras empresas más allá de la Biofábrica Misiones.
  2. Baja disponibilidad de recursos humanos e infraestructura especializada. Los productores agropecuarios en la provincia están formados en técnicas de producción convencionales con uso intensivo en agroquímicos, por lo que no logran acceder a las soluciones biológicas ni a asistencia técnica especializada en agroecología, comercialización y registro de los bioinsumos (en el caso de aquellos productores que fabrican su propio bioinsumo). Además, la provincia no cuenta con laboratorios certificados donde se puedan realizar ensayos para el registro de bioinsumos.
  3. Subaprovechamiento de la biodiversidad. Se observa una escasez de estudios prospectivos basados en bioinformática y técnicas ómicas2 que permitan explorar en mayor escala las posibilidades de desarrollos basados en recursos genéticos. Por otro lado, si bien la regulación del acceso y la distribución de los beneficios derivados del uso de recursos genéticos se lleva a cabo de manera eficaz en la provincia, aún no se han implementado acciones de control y monitoreo sobre los permisos otorgados y sobre el uso indebido o no autorizado de los mismos.

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Sacar valor de los residuos forestales: hablemos de las biorrefinerías

Las biorrefinerías se definen como aquellos establecimientos donde se transforma la biomasa (materia orgánica en general) en una variedad de productos comercializables y en energía mediante un proceso productivo sostenible y circular. Usualmente se suele usar el término biorrefinería como una analogía a las refinerías petroleras. Las biorrefinerías forestales son aquellas que tienen como principal materia prima los recursos del sector forestal, desde la madera hasta sus subproductos como aserrín o cortezas de árboles.

El mercado global de los productos de biorrefinerías se encuentra en crecimiento, alcanzando los USD 142 mil millones en ventas en 2022 (0,14% del PIB global). Se prevé un crecimiento del 8,2% interanual en el próximo quinquenio, alcanzando los USD 210 mil millones en 2027 (Mthembu et al, 2021). Al indagar en los distintos productos de las biorrefinerías forestales, se observan escenarios prometedores como es el caso de los plásticos a partir de la madera. Estos, si bien presentan una participación marginal en el mercado mundial de plásticos (inferior al 1%), evidenciaron una duplicación en su producción entre 2019 y 2022, alcanzando las 4,4 millones de toneladas anuales (Verkerk et al, 2022).

La potencialidad de Misiones para el establecimiento de biorrefinerías forestales se basa en al menos dos factores.

Existencia de biomasa en abundancia.

Esto se observa tanto en su materia prima bruta (el 33% de la superficie total nacional de bosques implantados está en Misiones, según la Dirección Nacional de Desarrollo Foresto Industrial) como en su forma de subproductos. Se estima que por cada extracción solo se aprovecha comercialmente el 30% del árbol. Al 70% restante de la biomasa no se le asigna un valor económico y la mayoría de estos residuos son quemados (Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, 2013).

Base sólida de conocimiento científico-tecnológico.

En Misiones se concentran gran parte de los científicos y becarios asociados a la foresto industria del país (entre el 14% y el 20% en 2016, según el ex Ministerio de Hacienda y Finanzas de la Nación). Entre las instituciones más destacadas está el Instituto de Materiales de Misiones (IMAM), perteneciente al CONICET y la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), que tiene incidencia en temas vinculados a biorrefinerías, particularmente a través del Programa de Celulosa y Papel (PROCyP). Su objetivo es investigar sobre las biorrefinerías y la industria de celulosa y papel. Para ello cuentan con alrededor de 20 investigadores, becarios y personal técnico. Uno de los aportes más prometedores del IMAM y el PROCyP es el liderazgo asumido en el proyecto de creación de la primera biorrefinería forestal del país en Misiones, que se enmarca en el proyecto Centro Regional de Biorrefinerías del norte Argentino (BioNA)3. Está prevista la instalación de la biorrefinería a escala piloto en la ciudad de Posadas, dentro del campus universitario, donde aprovechará los residuos y desechos generados por la industria forestal para producir una gama de insumos químicos, materiales y energía de origen biológico. De esta manera, BioNA representa un primer e importante puntapié para el desarrollo de biorrefinerías en Misiones. Cabe resaltar, que BioNa se encuentra en etapa madurativa con ciertos interrogantes respecto al escalado comercial, sujeto en parte a la liberación de fondos públicos nacionales para la construcción de la planta, ya aprobados por el Estado Nacional, según fuentes consultadas en el año 2023.

Sin embargo, se identificaron los siguientes obstáculos para el aprovechamiento de las capacidades existentes de la provincia y el alcance de oportunidades de las biorrefinerías:

  1. Falta de estrategia de especialización. Las biorrefinerías permiten procesar una amplia gama de productos biológicos con aplicaciones en diversas industrias. Dado el carácter innovador de estos productos, es crucial definir en esta instancia una estrategia de especialización que impulse mejoras en calidad y productividad y facilitar de esa manera la penetración en mercados. Esta estrategia debería definir los productos a producir, los mercados en los que insertarse, las trabas regulatorias a considerar, entre otras cuestiones.
  2. Poca información al respecto. Actualmente no se cuenta con información certera, precisa y centralizada sobre la localización y cantidad disponible de biomasa forestal (fundamentalmente de los subproductos) que permita realizar estudios de factibilidad económica de las biorrefinerías. La identificación de “clústers” en torno a la biomasa es de gran relevancia para definir la instalación geográfica de las biorrefinerías.
  3. Dificultad en la captación de financiamiento. Los costos asociados a las biorrefinerías son altos, sobre todo las de gran escala, tanto operativos (se trata de operaciones energía-intensiva, por ejemplo) como de instalación (son capital-intensiva) y los retornos de esa inversión son inciertos dada la poca madurez del mercado asociado a las biorrefinerías.

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Incentivar las prácticas de conservación ambiental: el caso de los pagos por servicios ecosistémicos

Un ecosistema es un sistema dinámico de interrelación entre comunidades de plantas, animales y microorganismos y el entorno no vivo, donde interactúan como una unidad funcional y en el cual los seres humanos son una parte integral. Los servicios ambientales abarcan todos los beneficios que las sociedades humanas obtienen de los ecosistemas, entre ellos: 

  • Recursos naturales como el agua y los alimentos.
  • Procesos ecosistémicos que regulan condiciones como el clima o la erosión.
  • La contribución de los ecosistemas a experiencias que enriquecen a las sociedades, como la recreación o el sentido de pertenencia.
  • Procesos ecológicos básicos que hacen posible la provisión de los servicios mencionados (MEA, 2003).  
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Los programas de pagos por servicios ecosistémicos (PSE) son mecanismos de mercado en los que los beneficiarios de los servicios proporcionados por los ecosistemas pagan a los propietarios de las tierras en que se encuentran estos ecosistemas con el fin de que estos, a cambio, se comprometan a realizar acciones de conservación y restauración (como reforestación, la preservación de áreas ribereñas y el uso de técnicas agrícolas sostenibles, entre otras). De esta manera, se busca garantizar la provisión continua de estos servicios (Wunder et al., 2007). Aunque los ecosistemas brindan diversos servicios ambientales, los esquemas PSE suelen centrarse en la protección de los bosques, la biodiversidad y los recursos hídricos.

Los programas PSE se vienen desarrollando en todo el mundo desde principios de la década de 1990. Se estima que anualmente se movilizan USD 10 mil millones en concepto de PSE en el mundo (OCDE, 2021)4. América Latina ha sido pionera en establecer esquemas de PSE financiados o implementados principalmente por los gobiernos nacionales.

El sector forestal, por ejemplo, aporta más de USD 1,52 billones al PIB mundial y emplea a 33 millones de personas (FAO, 2022). Si bien esto representa directamente el 1% del PIB mundial (USD 100,6 billones en 2020), indirectamente más de la mitad del PIB mundial depende de los servicios ecosistémicos, en particular de los que proporcionan los bosques. Por ello, se vuelve indispensable desplegar una estrategia de preservación y cuidado de bosques a través de programas de PSE.

Misiones muestra capacidades para avanzar en este tipo de esquemas financieros. 

Normativas que respaldan iniciativas de PSE.

Entre estas se destaca la Ley XVI-103 de Pagos por Servicios Ambientales (sancionada en 2009), que establece el marco para la implementación de programas de PSE en línea con las leyes nacionales y provinciales relacionadas con los bosques. 

Actores enfocados en las tareas de valorización de ecosistemas.

La provincia ha sido pionera en institucionalizar la agenda ambiental, creando el primer Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables del país y el primer Ministerio del Cambio Climático de América Latina, por ejemplo. Estos organismos son los responsables de formular políticas, regulaciones y estrategias que promuevan la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales y los ecosistemas. Así, buscan garantizar un equilibrio en el desarrollo económico y la preservación del ambiente. 

Asimismo, desde el sector científico, el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio) y el Instituto de Biología Subtropical (IBS) se encuentran trabajando en agendas relacionadas con la identificación de servicios ecosistémicos y cuantificar su aporte a la fijación de carbono. A la par la Facultad de Ciencias Forestales y la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) brindan asistencia técnica y desarrollan cursos de grado, posgrado y de extensión universitaria orientados a la conservación de la biodiversidad y valoración de los servicios ambientales.

Antecedentes importantes para el avance y consolidación de PSE centrados en la protección de bosques y el agua.

El esquema de pago por servicios hídricos en la Cuenca del Arroyo Campo Ramón es un reflejo de ello, el cual posicionó a la provincia como pionera a nivel local en este tipo de iniciativas. Se trató de un proyecto respaldado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el marco del proyecto «Incentivos para la Conservación de Servicios Ecosistémicos de Importancia Global», en conjunto con el Ministerio de Ecología y de Recursos Naturales Renovables de Misiones, el Municipio de Campo Ramón, la Cooperativa Eléctrica Limitada de Oberá, la Fundación Bosques Nativos Argentinos para la Biodiversidad, el INTA y los propietarios de las tierras. El desarrollo de bonos asociados a la biodiversidad, certificados de tratamiento de residuos y una metodología de medición de la captura de carbono a partir de revestimientos cool roof (revestimientos reflectantes)5 son otras de las acciones que representan antecedentes relevantes para la provincia. El interés de Misiones en implementar esquemas de PSE para la protección de bosques se materializa con la iniciativa del Programa de Beneficios por Servicios Ambientales (ECO2). El ECO2 busca obtener recursos financieros del mercado internacional voluntario de carbono mediante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por deforestación y degradación de los bosques nativos, emitiendo créditos de carbono. Los fondos obtenidos se destinarán a actividades alineadas con la Estrategia Provincial REDD+ 6, incluyendo PSE a propietarios y cuidadores de bosques, programas de conservación de la selva misionera, apoyo a la agricultura familiar y desarrollo de la industria del conocimiento, el emprendimiento y las startups. Esta sería la primera iniciativa de PSE para conservación de ecosistemas forestales de Argentina.

No obstante, a pesar de la experiencia y los recursos de la provincia en la implementación de PSE, todavía existen barreras para su escalado y sostenimiento:

  1. Falta de identificación y cuantificación de los servicios ecosistémicos. No existen guías metodológicas a nivel nacional para valorizar los servicios ecosistémicos. Resulta necesario consensuar y definir formas de identificación y valorización de los servicios ecosistémicos, como así también consensuar la metodología para la medición de la captura de carbono proveniente de los bosques misioneros. 
  2. Falta de coordinación entre distintos niveles de Gobierno y otros actores clave. Se requieren esfuerzos de coordinación y criterios unificados entre organismos gubernamentales nacionales y subnacionales con participación en la temática. Por ejemplo, la articulación con el gobierno nacional resulta clave para captar fondos del mercado internacional de carbono voluntario mediante la emisión de créditos. En este sentido, el aval de la Subsecretaría de Ambiente de Nación constituye una exigencia por parte de las certificadoras para garantizar que este cumpla con los estándares internacionales. A su vez, también se requieren esfuerzos de coordinación entre el sector privado (certificadoras y productores), la academia (Universidad Nacional de Misiones) y organizaciones y empresas internacionales dedicadas a la comercialización de este tipo de instrumentos, todo ellos claves para el escalado y sostenimiento de este tipo de iniciativas. 
  3. Poca articulación con el sector académico y científico tecnológico, información y comunicaciónEstos pueden tener un rol fundamental en la generación de conocimientos, herramientas y tecnologías necesarias para entender, medir y asignar valor a estos servicios, lo que a su vez ayuda en la toma de decisiones informadas y en la gestión sostenible de los recursos naturales.

Reflexiones finales

En el contexto de la crisis ambiental, el diseño de estrategias de desarrollo económico debe evolucionar para integrar de manera más efectiva la sostenibilidad ambiental. En este sentido, potenciar la bioeconomía surge como una estrategia prometedora pues ofrece una vía para modernizar sectores tradicionales mediante tecnologías avanzadas, tales como la química verde y la biotecnología, facilitando así un desarrollo económico que no solo sea eficiente, sino también respetuoso con el ambiente.

Para definir una estrategia de especialización bioeconómica hay que tener presente al menos dos consideraciones complementarias. El foco subnacional importa: promover una estrategia de desarrollo basada en la bioeconomía en un país con un territorio extenso y una diversidad considerable de recursos biológicos requiere adoptar una perspectiva territorial. Es decir, cada región debe diseñar su estrategia de desarrollo regional con base en sus activos, capacidades, recursos, características culturales y sociales. No existe una única estrategia exitosa a seguir, sino que cada región debe trazar la propia, eligiendo “actividades transformadoras” adecuadas a su territorio. Esto es lo que se denomina una “Especialización Inteligente” (Foray et al., 2009). 

Algunas de las iniciativas que se están llevando a cabo en Misiones muestran cómo la bioeconomía puede conjugar el crecimiento económico con la conservación ambiental. La provincia, rica en biodiversidad, tiene el potencial de transformar su riqueza natural en oportunidades económicas a través de la bioeconomía. De manera incipiente, los avances logrados en el desarrollo de bioinsumos agropecuarios, biorrefinerías forestales y pagos por servicios ecosistémicos demuestran cómo se puede aprovechar el capital natural de Misiones para fomentar un desarrollo sostenible. 

Es importante remarcar que la riqueza natural no garantiza por sí sola el éxito de una estrategia basada en la bioeconomía. Estamos frente a actividades muy demandantes en financiamiento, capacidades regulatorias y coordinación entre actores empresariales, estatales y del sistema científico-tecnológico. El delineamiento de esta estrategia bieconómica debe ser resultado de un proceso participativo entre la mayor parte de los actores provinciales. Todo eso plantea un desafío de construcción institucional.

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