Mujeres y Ciencia: “Argentina y Misiones rompen los esquemas mundiales en cuanto a la participación femenina”
Desde 2.015, cada 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, buscando lograr una mayor participación e inclusión de las mujeres y las niñas en el mundo de la ciencia y la tecnología y de esta manera romper con la brecha de género.
Casi el 60% del plantel científico de Argentina está conformado por mujeres, según un informe realizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCYT) en 2.021. A su vez, de acuerdo a la información estadística relevada, las investigadoras superan numéricamente a los varones dentro de la carrera de los investigadores científicos y tecnológicos del CONICET (CIC), con un 53,81% y 46,19% respectivamente.
Estos datos son aún más positivos considerando, desde una perspectiva global, que son muy pocos los países en los que se destaca la participación de las mujeres en la ciencia: menos del 30% de investigadores científicos en el mundo son mujeres, según la UNESCO.
Según la ONU Mujeres, a pesar del desempeño relativamente bueno de los países de América Latina en cuanto a la proporción de investigadoras, las mujeres aún enfrentan numerosos desafíos cuando emprenden una carrera profesional en el campo de la ciencia. Tal como lo refleja un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en todos los países de la región latinoamericana las mujeres son una minoría en el campo de la ingeniería, la industria y la construcción, y en las tecnologías de información y comunicación.
Socializar el rol y los logros de las mujeres en la ciencia, es, sin lugar a dudas, una forma de romper con los sesgos de género. Informar y comunicar acerca de las investigaciones, trabajos y aportes científicos son claves.
Economis entrevistó a Tatiana Schmalko, referente del Programa de Divulgación Científica de la Secretaría General de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), desde hace seis años e integra el grupo de investigación de la Agencia Escuela de Relaciones Públicas de la Universidad Siglo XXI.
Su vinculación con la ciencia viene desde la cuna, pues es hija de científicos de las áreas química y ciencias exactas. Su madre, la doctora Martha Medvedeff, fue una reconocida bioquímica cuya actividad científica focalizada en la microbiología y micología fue categorizada por la propia universidad como “rica, variada y trascendente” e incluso la llevó a obtener más de 7 premios y honores nacionales e internacionales y a formar parte de múltiples comisiones evaluadoras, entre ellas la de CONEAU.
Su padre, el ingeniero químico Miguel Schmalko, se desempeña como docente, investigador y director de proyectos de investigación. Fuera de la Universidad es referente a nivel internacional en cuanto a la composición química y nutricional de la yerba mate. Posee un extenso desarrollo de trabajos de transferencia, alcanzando más de 100 trabajos realizados a empresas yerbateras y tealeras de la región, principalmente de análisis de calidad y de contenido nutricional.
Tatiana es licenciada en Relaciones Públicas y eligió la divulgación científica como área de desarrollo profesional. Quizás justamente por haberse criado jugando entre tubos de ensayo en el seno de un hogar – laboratorio, hoy se dedica a impulsar e implementar estrategias que acorten la histórica brecha entre ciencia y comunidad, grieta que para ella nunca existió. ¿Su as en la manga? Comunicar desde diferentes perspectivas y actividades acortando distancias, demostrando que la ciencia está presente en cada momento de la vida cotidiana y haciendo más amigable aquello que parece alejado y complejo.
“Dentro de las actividades de divulgación científica, se han incluido producciones audiovisuales, comunicación plena con medios externos a la universidad, generación de eventos propios abiertos al público -como por ejemplo la Kermés Científica- y la participación en eventos que permitan visibilizar la ciencia a la comunidad en general”, explicó Tatiana.
Desde ese lugar, sus actividades son estratégicas para promover la labor científica en general, como en particular, visibilizar el rol de las mujeres abocadas a la investigación, desarrollo y avance científico en la provincia.
En cuanto al nivel de representación de las mujeres en la ciencia, remarcó que “Argentina rompe los esquemas en cuanto a la participación femenina en la ciencia y Misiones también lo hace. La UNaM tiene un porcentaje más alto de mujeres que de hombres participando en ciencia. La diferencia de género es muy pequeña, lo cual refleja que es equitativo el desempeño”, sostuvo.
Los datos del campo general de investigadores de la UNaM hablan por sí solos dado que, de un total de 3.534 de alumnos y profesionales que participan en alguna actividad de investigación, 1.996 son mujeres y 1.538 son hombres.
Y así como el género no tiene por qué ser un condicionante para ser y hacer una carrera de investigador, tampoco lo es para afrontar cargos jerárquicos dentro de la universidad y/o en proyectos específicos. De hecho, la UNaM cuenta con numerosos cargos jerárquicos representados en figuras femeninas.
Al respecto, Tatiana opina que “quizás se pudo haber visto alguna disparidad de género en los primeros años de la universidad, pero que llegada la época de los 80´ya fue equiparada. La UNaM siempre contó con equipos de mujeres en el ámbito científico… al ser una universidad joven, toda esta cuestión de la paridad de género estuvo a la orden del día casi desde sus inicios”.
La primera científica misionera. Precursora en ciencia en la región, la posadeña María Ebe de Reca fue la primera científica de la UNaM, pionera en micología en la región. Estudió en Misiones y luego en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Formó parte del Instituto Malbrán, incorporándose luego en grupos de investigación con profesionales de la talla de César Alfredo Milstein.
Por cuestiones políticas se vió obligada a abandonar el país y se radicó en Estados Unidos, integrando equipos de investigación renombrados a nivel mundial.
Una vez, una periodista, para iniciar el diálogo, le preguntó ¿Cómo se la puede llamar?: maestra, profesora, doctora, investigadora, científica?, Ella respondió: “simplemente Maria Ebe Reca a secas, simple, llámenme como son las cosas. Tuve la oportunidad de aprender y la aproveché. Además siempre me gustó estudiar, entonces no hay razón para alardear con los títulos a cuestas, mejor pasar desapercibida, lo que vale es el estado espiritual, los valores morales”.
Ya jubilada, fiel a su espíritu pionero y colaborativo, regresó a Misiones y participa activamente en la conformación de la UNaM y siendo un recurso humano clave para acercar y socializar los parámetros de investigación que sentarían las bases en la universidad misionera.
Compatibilizar la vida privada y la pública de las mujeres científicas. La Sala Mujeres en la Ciencia y la Tecnología es uno de los espacios en los que se socializa la participación femenina en la ciencia. Creado por el CONICET en 2.021, el espacio virtual y educativo promueve intercambios que, a través de la visibilización de las investigadoras, sus días y motivaciones, incentiven la vocación científica y aporten herramientas para derribar limitaciones asociadas al género. En simultáneo, la iniciativa busca motivar a las nuevas generaciones a conocer de cerca y dedicarse, en un futuro, a la investigación científica.
María Victoria Cano Colazo, becaria doctoral del Instituto de Investigaciones Filosóficas (SADAF/CONICET) y una de las mujeres convocadas para desarrollar la sala, contó que a través del proyecto “quisimos mostrar la compatibilidad de la vida privada y la vida pública en las mujeres científicas, los estereotipos que existen, cómo las mujeres trabajan en equipo, en red, conectándose entre sí”, agrega la investigadora.
El concepto de red o tejido es predominante en la sala dado a que se identificó la particularidad en las formas de organización de mujeres: “son organizaciones no jerárquicas o piramidales, sino que tienen como base de su funcionamiento el sistema en forma de RED o TEJIDO”.