No, las góndolas vacías de yerba, no muestran que la situación del país era equiparable a la de Venezuela
En abril de 2012, en la Argentina hubo desabastecimiento de yerba mate en los supermercados y un alza en los precios del producto (ver acá, acá y acá). Existen versiones encontradas sobre la causa de lo sucedido en ese momento, pero todas ellas apuntan a un conflicto en relación al precio de venta que se solucionó antes de que el Gobierno nacional aplicara la llamada “Ley de Abastecimiento”. Según el artículo 2 de la ley, el Poder Ejecutivo puede establecer precios máximos “para cualquier etapa del proceso económico”, y “obligar a continuar con la producción, industrialización, comercialización y distribución” de determinados productos.
Sin embargo, lo que se vivió durante ese mes en la Argentina no es comparable con la situación alimentaria que se vive en Venezuela desde hace varios años.
Reverso se contactó con Joaquín Sánchez Mariño, periodista que cubrió la entrega de ayuda humanitaria en dicho país para Red/Acción -medio aliado de esta alianza- y autor del libro En Venezuela, postales de un país al borde del colapso, quien señaló: “Lo que ocurrió con la yerba o lo que ocurre hoy con la leche en la Argentina son cuestiones concretas. No son comparables con lo que ocurre en Venezuela, donde es una situación general en la cadena de alimentos. La Argentina produce alimentos; Venezuela, no”.
Según el informe anual de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en Venezuela “las políticas económicas y sociales adoptadas durante la última década han debilitado los sistemas de producción y distribución de alimentos”. Esta situación, junto con la hiperinflación y la contracción de la economía, dio lugar a “una falta de acceso a alimentos, debido tanto a la escasez como a los precios inasequibles”.
En la Argentina, en cambio, según datos ofrecidos a Reverso por el Instituto Nacional de la Yerba Mate, no existió previamente al conflicto una disminución en la producción. En marzo de 2012, según el informe mensual del sector yerbatero, el volumen de yerba mate elaborada alcanzó los 19 millones de kilos, número similar al de años anteriores.
Por su parte, Shari Avendaño, periodista de Efecto Cocuyo -un medio venezolano que, entre otras cosas, se dedica a verificar afirmaciones que circulan en el debate público-, comentó a Reverso sobre la situación de su país: “La economía venezolana está en hiperinflación desde octubre de 2017, según datos de la Asamblea Nacional y, desde diciembre de 2017, según el Banco Central de Venezuela. Esto se tradujo en una escasez importantísima”.
“Actualmente, la hiperinflación se desaceleró, en parte, a causa de la baja de consumo de alimentos de los venezolanos. Los mercados están más abastecidos, pero la capacidad de compra de los venezolanos ha disminuido”, agregó Avendaño (ver notas de Efecto Cocuyo sobre el tema acá y acá).
En Venezuela, el desabastecimiento se traduce en desnutrición y subalimentación
Según un informe de Cáritas Venezuela citado en una nota de Efecto Cocuyo, publicado en junio de 2019, de un total de 1.302 niños evaluados en 14 estados del país Cáritas halló que más de la mitad (52%) estaban desnutridos o en riesgo de estarlo. La fundación también concluyó que en los estados Sucre, Lara y Portuguesa estos niveles pasaron el umbral de emergencia, sobrepasando el límite de 15% fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En este punto, tampoco es comparable la situación de la Argentina con la de Venezuela. Según el informe 2019 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), el porcentaje de personas subalimentadas (porcentaje de la población que no alcanza a cubrir sus necesidades energéticas diarias) es muy diferente en uno y otro país. En Venezuela, se estima que es el 21,2% de la población, mientras que en la Argentina es del 4,6 por ciento.Estos son datos estimados por la FAO para el período 2016-2018.
Además, en Venezuela se duplicó la cantidad de personas en esa situación, ya que eran el 10,5% en el período 2004-2006, mientras que en la Argentina en ese mismo lapso se redujo muy levemente, de 4,7% a 4,6 por ciento.
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