Pasión por el dólar: En Posadas cerraron casi todas las casas de cambio, pero proliferan “arbolitos” y “coleros digitales”
En Posadas el mercado del dólar ha sufrido una dramática transformación durante estos casi 140 días de cuarentena, combinados con un “cepo” que se fue endureciendo aún durante el aislamiento.
Cerraron en forma definitiva la mitad de las casas o agencias de cambio (tres de seis) de la ciudad y como respuesta inmediata, el mercado encontró la solución al problema: proliferaron los “arbolitos” y los “coleros digitales”.
La crisis económica que se profundizó con la cuarentena, junto a las expectativas de devaluación que genera la emisión monetaria récord, no hizo sino reforzar el apetito por dólares de compradores argentinos y paraguayos. Como así también la necesidad de vender divisas para pagar cuentas y otros compromisos.
Cualquiera que se pare en la esquina de Bolívar y Colón puede ver a los “arbolitos” ofreciendo cambio. También es incesante la utilización de cajas de ahorro en dólares que no son propias, para comprar divisas a través de un amigo o familiar.
Si alguien recibe una transferencia en dólares en su caja de ahorros, aunque más no sea 1 dólar, preventivamente se bloquea la cuenta. El BCRA presupone que esa persona podría estar “alquilando” cupos y recibiendo dólares comprados a 75 pesos más el impuesto PAIS, cuando en las cuevas hay que pagarlo a 135 pesos.
El Banco Central salió a “apretar” los controles sobre esta modalidad, a la que se denominó “coleros digitales” y los gerentes de las sucursales de Posadas tienen la obligación desde hace unas semanas de corroborar que cada cliente que va y retira sus dólares por caja, realmente fue el que puso los fondos. Es decir, que no le está “alquilando” su cupo a un tercero que le hizo la transferencia.
La modalidad genera una situación incómoda entre gerentes y clientes que se conocen desde hace años.
Menos empleos formales
Como una paradoja de lo que es la economía argentina, con la bajada de persiana de las casas de cambio, cerraron empresas que incluso fueron líderes a nivel nacional.
Pagaban todos los impuestos y cumplían las cada vez más engorrosas regulaciones del Banco Central, la AFIP y el resto de los organismos. Todo para dejarle paso al mercado informal. Si bien no hay cifras, se habrían perdido más entre 30 y 40 puestos de trabajo en blanco.
Cerraron Mazza, ARS Cambio y Magui Express
Hace diez días anunció que bajaba la persiana tras 65 años de liderazgo, Cambios Mazza, que se dedicará a nuevos negocios que aún no hizo públicos. Mazza fue la número 1 por volumen de transacciones hasta el primer trimestre de mayo, cuando la economía todavía funcionaba más o menos con normalidad y la Argentina no había acudido a pedir el rescate del FMI.
Un mes antes había anunciado su cierre en Posadas, ARS Cambio, situada en la calle Colón casi Sarmiento. La semana pasada fue el grupo controlante de Magui Express –el grupo Guiñazú de Mendoza- los que anunciaron que abandonarían la actividad cambiaria.
Konfianza (situada sobre Felix de Azara) está definiendo en las próximas semanas si se achica, cierra o se reconvierte. “Cerramos la sucursal en San Vicente”, explicó a Economis su titular, Diego Zapaya.
Konfianza es también cooperativa de crédito y se especializa en financiar a pymes yerbateras, tealeras, madereras y de otras actividades, en especial en la zona centro.
Sólo queda expectante a la reapertura Dos Arroyos y Credi Sí, la empresa de financiamiento al consumo que había agregado la actividad cambiaria en 2018, aprovechando las facilidades que brindó la gestión macrista del BCRA para ingresar a esta actividad.
Dos Arroyos era la segunda del país por volumen de operación, detrás de Mazza hasta antes de la crisis que llevó a la Argentina a pedirle ayuda al FMI. Hoy está analizando su futuro, aunque por ahora volvería abrir cuando el Banco Central se los permita.
“No lo decidimos aún: así como va y se perfila, nos inclinamos por cerrar, pero podemos cambiar de opinión si suceden cosas nuevas”, señaló a Economis, uno de sus responsables.
Mercado cambiario de frontera
De la misma forma que el puente Posadas-Encarnación es la tercera salida del país, detrás de Ezeiza y el puente Tancredo Neves, el intenso intercambio comercial que genera la frontera también alimenta un mercado cambiario que seguirá necesitando cambiar pesos por dólares.
Y es una ingenuidad pensar que ese intercambio se detuvo a cero por las medidas sanitarias.
A partir del cierre del puente, además, proliferó el contrabando por otras rutas, como el caso de los jet ski que trasladan gruesas de cigarrillos paraguayos a las costas misioneras del Paraná, según publicó Primera Edición en sendos informes en los últimos dos fines de semana.
Ese comercio/contrabando también genera una necesidad de cambiar los pesos por dólares, como cuando está abierto el puente y los posadeños van a los comercios de Encarnación. “Los camioneros traen los pesos de regreso a este lado”, explicó a Economis, un profesional del mercado informal de la ciudad.
Y cuando se normalice la economía fronteriza ¿A dónde irán a comprar los dólares los paraguayos que tengan pesos generados por el comercio con argentinos?
La primera respuesta es que falta mucho para que los argentinos y/o paraguayos vuelvan a comprar dólares libremente. No tanto por el Covid-19, como por la crisis económica y financiera de la Argentina que no se solucionará con el canje de la deuda con bonistas, anunciado hoy.
La semana pasada el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, dijo que el cepo se quedará por un buen rato por la falta de divisas que aqueja al país. Pase lo que pase con el canje.
Economis habló con tres propietarios de casas o agencias de cambio y vislumbraban la misma coyuntura. Faltará mucho tiempo para que el mercado se normalice al menos parcialmente.
La combinación de estas perspectivas sombrías y los gastos fijos en rubros como alquileres, impuestos nacionales y provinciales, tasas municipales, sueldos y cargas sociales, y demás, hicieron que algunos optaran por bajar la persiana para siempre.
La paradoja es que ganó la informalidad, y se penalizó al que cumplió con todas las reglas. Un dato que retroalimenta el ciclo de desconfianza que marca a la economía argentina.
Ese que, justamente, genera el apetito por dólares. O para decirlo más correctamente: la vocación por sacarse de encima los devaluados pesos argentinos.