¿Por qué tantos niños en Brasil están muriendo de COVID-19?
Por Peter J. Hotez y Albert I. Ko.
En la historia moderna de las enfermedades infecciosas catastróficas en Brasil, los niños son casi siempre los más afectados en términos de decesos y discapacidades. Cuando apareció la epidemia del dengue en Brasil en 2007 y 2008, los niños representaron más de la mitad de los fallecimientos. Cuando las mujeres embarazadas contrajeron el virus del Zika durante la epidemia que comenzó en 2015, nacieron en Brasil más de 1600 bebés con devastadores defectos de microcefalia, muchos más que en cualquier otro lugar del mundo. Los virus respiratorios siguen afectando de manera desproporcionada a los niños brasileños, mientras que los anquilostomas y otros parásitos intestinales retrasan su crecimiento y desarrollo, sobre todo en las zonas rurales pobres.
Ahora, los niños de Brasil se están enfermando de gravedad de COVID-19 a niveles que no se han visto en ninguna otra parte del mundo. Las investigaciones de Fatima Marinho de Vital Strategies, una organización no gubernamental, han revelado que más de 2200 niños menores de 10 años han fallecido de COVID-19. Si bien esta cifra representa menos del 0,5 por ciento de los 467.000 decesos por COVID-19 de Brasil, más de 900 de los fallecimientos ocurrieron en niños menores de 5 años. Estados Unidos ha registrado casi 600.000 muertes por COVID-19, pero solo 113 de ellas han sido de niños menores de 5 años.
Estudiamos las tasas de contagio del COVID-19 entre adolescentes y niños en el estado de São Paulo, el cual alberga más del 20 por ciento de la población brasileña. En nuestro análisis, descubrimos un aumento en el número de casos reportados y hospitalizaciones entre adolescentes y niños desde fines de 2020. Aproximadamente la mitad de esas hospitalizaciones, más de 900, fueron de niños menores de 5 años, entre los que se incluyen muchos lactantes.
Cuando comenzó la pandemia el año pasado, parecía que el coronavirus afectaba a los niños con mucha menor frecuencia y menos fuerza que a los adultos. Entonces, ¿por qué en Brasil están hospitalizando a tantos niños pequeños con COVID-19 y por qué muchos de ellos fallecen? Encontrar la respuesta es de vital importancia no solo para la salud de los niños de Sudamérica, sino también para entender qué trayectoria podría seguir la pandemia del coronavirus en el futuro.
Una explicación posible se encuentra en las variantes de interés que están apareciendo en Brasil. De acuerdo con un anuncio de esta semana de la Organización Mundial de la Salud, la cepa predominante del coronavirus que circula en Brasil es la variante P.1, ahora llamada Gamma. Al igual que Beta (el nuevo nombre de la variante B.1.351, que se identificó por primera vez en Sudáfrica), la variante Gamma es más contagiosa en comparación con las cepas anteriores del virus, y tal vez evada de manera parcial los anticuerpos producidos por una infección o por la vacuna contra la COVID-19. Es posible que las mismas mutaciones que hicieron que Gamma fuera más contagiosa también contribuyeran a las tasas más elevadas de contagio, hospitalizaciones y decesos entre los niños.
Desde luego, es igualmente probable que el aumento de casos de COVID-19 en niños se deba a una propagación descontrolada de Gamma en todos los grupos de edad. Las mujeres embarazadas que contraen la enfermedad corren un riesgo más alto de enfermarse de gravedad y de tener partos prematuros, y es posible que las mujeres infectadas transmitan el coronavirus a sus bebés.
Debido a la presencia de la variante Gamma en Estados Unidos (cerca del siete por ciento de los casos de COVID-19 se pueden atribuir a esa variante), tal vez pronto sean más prevalentes los casos de COVID-19 en niños y recién nacidos. Esto es algo muy preocupante.
Aunque la variante B.1.1.7, que ahora se llama Alfa, es responsable de más de dos terceras partes de todos los casos de coronavirus en Estados Unidos, parece que Gamma se está propagando con rapidez en algunas áreas. En Illinois, ahora Gamma es responsable del 22,4 por ciento de los casos para los cuales se han secuenciado los genomas de las cepas del coronavirus; en Massachusetts, el 13,6 por ciento de los casos de COVID secuenciados fueron provocados por la variante Gamma.
Si la variante Gamma sigue propagándose y supera los esfuerzos de vacunación en Estados Unidos, quizás las autoridades tengan que restablecer las medidas de mitigación del virus o determinar otras. Tal vez sea indispensable tener vacunas de refuerzo diseñadas para las nuevas variantes. Además, Estados Unidos tiene que seguir trabajando para vacunar a los adolescentes y aprobar vacunas para los niños más pequeños y los lactantes. Las autoridades de salud pública también deben seguir educando a los padres sobre la amenaza real que la COVID-19 plantea para sus hijos y la importancia de la vacunación. De otra manera, la COVID-19 en niños y lactantes puede convertirse en una nueva y trágica realidad.
La crisis de la COVID-19 en Brasil es el resultado del fracaso del gobierno en tomar medidas de salud pública adecuadas para limitar la transmisión del coronavirus, así como de un suministro insuficiente de vacunas. A medida que se propagan variantes más contagiosas, se están revelando crisis similares en Sudamérica, India y la República Democrática del Congo. La experiencia de Brasil ilustra cómo sufrirán los niños a menos que los gobiernos y la comunidad internacional tomen medidas enérgicas.
Peter J. Hotez (@PeterHotez) es profesor de pediatría y virología molecular y Microbiología, así como decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en la Escuela de Medicina de Baylor. Es autor de “Preventing the Next Pandemic” (Prevenir la siguiente pandemia). Albert I. Ko es profesor de epidemiología y medicina, y presidente del Departamento de Epidemiología de Enfermedades Microbianas en la Escuela de Salud Pública de Yale. Ha trabajado durante 30 años en Brasil con enfermedades infecciosas como el zika, el dengue y la COVID-19.