¿Qué impacto tendrá la reestructuración de la deuda en la inversión?
Estamos a solo horas del cambio de gobierno y una de las principales incógnitas es que sucederá con la deuda externa, hecho determinante para aclarar el panorama del país en cuanto a futuras inversiones. En realidad, la duda es puntualmente cómo será el nuevo plazo y condiciones que se les ofrecerá a los acreedores. Bajo el escenario actual es extremadamente difícil poder honrar la deuda externa sin que esto genere una mayor crisis económica (la presión tributaria sería insostenible, y la opción de endeudarse aún más –suponiendo que alguien nos prestara- implicaría solo extender la agonía de un paciente terminal).
Reperfilar, reprogramar, suspender o quitar son todos términos que a ninguna compañía o fondo de inversión le genera atractivo para invertir o planear inversiones en el corto plazo.
Ahora bien, en el corto plazo la prioridad es poner en marcha los bienes de capital que hoy en día se encuentran ociosos. No es lo mismo poner a producir una línea hoy parada que invertir en una nueva línea de producción.
Por supuesto el país necesita nuevas inversiones en diferentes áreas, pero hoy la utilización de la capacidad instalada de la industria se encuentra en 59% de acuerdo a las últimas cifras del INDEC. Por lo cual son tan importantes nuevas inversiones (como por ejemplo la construcción de una nueva central nuclear) como poner en marcha líneas hoy sin utilizar (alrededor de la mitad de las líneas de producción de la industria automotriz se encuentran inutilizadas o subutilizadas).
Actualmente, la capacidad ociosa en la industria equivale a 41% y se encuentra en niveles similares a los de 2002. Aun suponiendo un crecimiento del 5% anual, alcanzar el nivel de capacidad utilizada verificada en 2011 demoraría no menos de 5 años. Y lógicamente para que esto suceda es necesaria la recuperación del consumo y de las exportaciones.
El cepo cambiario no hay dudas que se mantendrá independientemente de la reestructuración de la deuda, y en el corto plazo favorecerá el consumo porque habrá un excedente de pesos importantes. Esto puede impulsar el consumo, pero no es la solución para el mediano y largo plazo (solo hay que mirar la evolución de las variables económicas entre 2011 y 2015 luego de cuatro años del cepo impuesto en la presidencia de Cristina Kirchner).
Un punto aparte es la construcción. La generación de nuevas obras resulta clave para la recuperación de la economía dada la fuerte generación de mano de obra. Y con ello de empleo y consumo. El cepo cambiario jugara a favor de la actividad de la construcción dado que se financiaría al dólar oficial.
El freno en la construcción explica en gran parte la fuerte baja del ratio inversión/pbi que hoy se encuentra en un magro 13,1%. Para poder crecer a “tasas chinas” –del orden del 6-7% anual- esta relación debería ser no menos del 25%, es decir aún faltan 12 puntos porcentuales respecto a los niveles actuales
El corto plazo la reestructuración de la deuda externa no resentirá una economía que cuenta con un alto capital ocioso por volver a ponerse en marcha. Pero sin dudas deben sentarse las bases (de una buena vez) para que finalmente en el mediano y largo plazo lleguen al país inversiones genuinas.