Razones por el cual el real estate es un negocio financiero
Con 50 años de presencia en el país, Vinsa tiene un modelo de negocios que asesora tanto en las características diferenciales de sus obras como de los instrumentos financieros disponibles en el mercado para que sus inversores entiendan su mejor estrategia, también incorpora soluciones tecnológicas para sus obras planteadas desde los cimientos. Acepta criptomonedas y bonos de deuda argentina para poder financiar las compras de unidades.
Comprar una propiedad supone un procedimiento bastante conocido. Básicamente se reduce, aún con todo lo que esto suponga, a una serie de pasos que van desde la disposición de un monto para afrontar en todo o en parte la operación, pasando por el eventual acuerdo de financiamiento, hasta la entrega del inmueble. El problema de cómo el inversor elige los mejores caminos financieros para poder afrontar la compra, que su estrategia sea consistente y que además le genere una rentabilidad, suele quedar fuera del core de los desarrolladores tradicionales o de las inmobiliarias.
No es el caso de la desarrolladora Vinsa, entre otras cosas responsable del proyecto El Dorrego Plaza donde se realizaba la Feria Masticar -una de las obras más grandes que se planean para la Ciudad de Buenos Aires-, para quien el asesoramiento financiero con expertos y en forma personalizada es una pata esencial de su negocio.
“Nosotros estamos capacitados para brindar, mediante expertos, un servicio integral de asesoría para el comprador, abierto al análisis de todo tipo de activos en poder del inversor, desde bonos de la deuda argentina, hasta bitcoins y otras especies, donde la idea es ayudarlos a que los transformen en activos inmobiliarios dependiendo el flujo de fondos que maneje el inversor y que busque menor volatilidad de la que existe en los mercados financieros donde normalmente los ganadores son aquellos que son operadores profesionales”, explica Adrián Perelman, Director of Development de Vinsa.
Vinsa, propiedad del empresario Alejandro Savin, es una compañía con más de 50 años de presencia en el mercado, que nace como una administradora de activos inmobiliarios cuya evolución fue acompañando un proceso de transformación del negocio del real state que la tierra de esos inmuebles pasó a tener mayor valor si se la desarrollaba de lo que ofrecía la renta que daba el inmueble existente. “Eso fue un clic, cuando en 2013 decidimos convertir activos de renta a activos de desarrollo”, recapitula Perelman.
La compañía fundamenta su visión sobre el servicio que ofrece al cliente en la necesidad de “ponerse en los zapatos del comprador, analizando con él, por ejemplo, cuál va a ser su flujo de pesos si pacta pagar en cuotas”, en un contexto donde “el modelo de comercialización de inmuebles es 100% por financiero”.
Basa su “capacidad de interpretar esas situaciones” en un expertise que se cimienta, entre otras cosas, en la posibilidad que tiene de contar con la interacción permanente con Número Bursátil, una ALyC (agencia de liquidación y cambio), que forma parte del Grupo Vinsa y que funciona como una unidad de negocios separada con quien comparte accionistas.
Número Bursátil es fuente de consulta y de intercambio de información con Vinsa para ayudar a la toma de decisiones de los clientes, al mismo tiempo que, como ALyC, puede facilitarle a un inversor que ya opera en mercados financieros, por ejemplo, utilizar sus bonos en función de la estrategia que se haya trazado para convertirlos en tierra o metros cuadrados “a finish”, como se dice a la práctica de salir de la inversión financiera recién cuando llega la entrega de las unidades de un desarrollo.
Además del desarrollo sobre Dorrego, en Colegiales/Palermo, de 80.000 m2 de una manzana completa que incluye una plaza pública, Vinsa está detrás de tres emprendimientos más que sumados al anterior suponen entre los cuatro una inversión de más de 120 millones de dólares.
Compra de unidades con bonos de deuda y cripotmonedas
“Hoy en día podemos encontrarnos con gente que compró bonos soberanos de la deuda argentina a la par y que en estos momentos cotizan al 30% de su valor nominal y si los vendieran realizarían una pérdida del 70% cuando una de las alternativas que tienen es, por ejemplo, usarlos para darlos en garantía al mercado para que te libere pesos para pagar al desarrollador mientras sigue cobrando la tasa de interés nominal de los bonos que se le pagan al 100%”, detalla, por su parte, Hernán Brennan, gerente de Nuevos Negocios de Vinsa.
Brennan también da el ejemplo de clientes que disponen de criptomonedas, a quienes se los asesora para que conozcan las distintas alternativas que tienen para convertirlas en ladrillos. “Una opción podría ser que hagan un down payment en bitcoin o en ether, dejando el sobrante a tasa en un exchange y convertirlos a pesos cuando haya que pagar las cuotas”, explica.
“Nosotros cuidamos la rentabilidad del inversor”, advierten desde Vinsa, que ha logrado para sus clientes hasta el 40% de rentabilidad en dólares entre compra en pozo y precio de venta, a tres y cuatro años, una métrica más que interesante para una industria tradicional, donde se impone un perfil poco habituado al riesgo.
Una visión tecnológica desde los cimientos
Las soluciones tecnológicas que propone Vinsa para sus desarrollos no son gadgets para embellecer en forma superflua una propuesta. La visión tecnológica forma parte del core de la desarrolladora, ya que las unidades se diseñan con innovaciones literalmente desde los cimientos.
La idea es que cuestiones como la conectividad a internet y la instalación en general de soluciones de domótica para cada vivienda u oficina, o los controles de acceso y de vigilancia no sean, al igual que lo que sucede con el asesoramiento financiero, un problema individual de cada propietario o algo que ocupe exclusivamente al consorcio o la administración.
“Este tipo de soluciones no son un estándar. La clave para estas innovaciones es tener las canalizaciones previstas desde el proyecto, que la obra cuente con la infraestructura de base para que cada propietario, si lo desea, pueda instalar las típicas tecnologías que ya son un commoditie y que convierten a una casa u oficina en el concepto que denominan Smart Home. Al hacerlo de esta manera bajamos mucho los costos en comparación con la alternativa de que cada propietario lo haga individualmente”, explica Perelman.