Para que el pago igualitario deje de ser una efeméride y se convierta en una realidad

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Escribe Lucía Gutiérrez* – En Argentina aún tenemos entre nuestras efemérides el Día del Pago Igualitario, ya que las mujeres trabajamos -en promedio- 1 año y 3 meses para obtener el mismo salario que ganan los varones en un año de trabajo.

Además de sufrir en mayor proporción el desempleo y la precarización laboral, las mujeres ganan -a nivel general- un 29% menos que los varones. Esta situación se agrava en los casos de las asalariadas informales, cuya brecha se estima alcanza un 35,6% .

La desigualdad laboral y de ingresos afecta aún más a las personas travestis y trans: según la Primera y única Encuesta sobre Población Trans, Travestis, Transexuales, Transgéneros y Hombres Trans (INADI e INDEC, 2012), sobre una muestra de 209 personas, el 80% expresó dedicarse a actividades vinculadas a tareas informales de precaria estabilidad, y no contar con obra social o prepaga.

Dentro del hogar, las mujeres realizamos el 76% de las tareas domésticas y de cuidados no remuneradas. Para ello, se destinan en promedio 6,4 horas diarias. De acuerdo a la “Encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo” publicada por INDEC en 2014, una mujer que trabaja fuera del hogar destina aún más tiempo a estas tareas que un varón desempleado .

La crisis generada por la pandemia de Covid 19 recrudeció los problemas preexistentes y amplió aún más esta desigualdad. Se produjo un retroceso de dos décadas en la actividad económica de las mujeres: Más de 400 mil trabajadoras de casas particulares perdieron su empleo y quienes tenían empleos informales también perdieron su fuente de ingresos.

Ante esta situación, el gobierno nacional puso en marcha una serie de medidas sensibles al género e incentivó activamente la participación de las mujeres en la recuperación económica y productiva.

El programa ACOMPAÑAR, dirigido a mujeres y LGTB+ en situación de violencia de género; el Reconocimiento de Aportes por Tareas de Cuidado; el programa Registradas, que apunta a fortalecer a las trabajadoras domésticas de casas particulares, el sector más feminizado de la economía y que emplea a más mujeres; la moratoria previsional que alcanzó a más de 2,5 millones de mujeres; la ampliación de la Asignación Universal por Hijo (AUH), la Asignación por Embarazo para Protección Social (AUE) y las Pensiones No Contributivas a Madres de 7 ó más hijos. Al mismo tiempo, el Ministerio de Desarrollo Social reforzó el alcance de la Tarjeta AlimentAR y amplió el Programa Nacional Potenciar Trabajo.

Como consecuencia de estas y otras medidas, entre 2020 y 2021 los niveles de desocupación entre las mujeres bajaron de 11,9% a 7,7%, el valor más bajo registrado desde 2016. Entre las jóvenes, donde los niveles de desocupación son tradicionalmente más altos, el porcentaje de desocupadas bajó casi 10 puntos, de 26% a 16,2%.

Cerrar las brechas de desigualdad por género es un trabajo que debe ocupar las agendas estatales y privadas. ¿Pero quién liderará el proceso? Como muestra significativa, si tenemos en cuenta que en Argentina únicamente 2 gobernaciones provinciales están a cargo de mujeres y que sólo el 11,5% de los puestos del Comité Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA) es ocupado por mujeres, la urgencia por consolidar posiciones de conducción en manos de mujeres aparece como una deuda de nuestro sistema político y productivo. Tal vez así, el pago igualitario dejará de ser una efeméride para convertirse en una realidad.

Escribe Lucía Gutiérrez*, maestranda en Políticas Públicas (UNSAM), docente (UBA, UNPAZ); María Julia López, abogada del trabajo y la seguridad Social (UBA) y Florencia Penén, profesora de Lengua y Literatura (ISP JVG), integrantes de la Usina de Estudios Políticos, Laborales y Sociales (UEPLaS).

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Las mujeres ganan 24% menos que los varones pese a tener un mayor nivel educativo

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El informe elaborado por el Centro de Estudios para la Producción (CEPXXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo analizó los resultados provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y concluyó que existe una considerable brecha salarial de género en la estructura productiva argentina.

Cada vez son más las conquistas de derechos de las mujeres para lograr la igualdad de género, sin embargo los números siguen reflejando la brecha salarial que aún persiste en la sociedad: las mujeres ganan 24% menos por mes que los varones, a pesar de tener un mayor nivel educativo.

El Ministerio de Desarrollo Productivo informó que si bien parte de esa diferencia se explica por la menor cantidad de horas trabajadas, si se toma sólo en cuenta el salario por hora en personas con el mismo nivel educativo y la misma edad, la mujer gana 14% menos.

El informe “Brecha salarial de género en la estructura productiva argentina” elaborado por el Centro de Estudios para la Producción (CEPXXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo analizó resultados provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y concluyó que existe una considerable brecha salarial de género en la estructura productiva argentina.

Por un lado, el estudio muestra una importante diferencia en la cantidad de horas trabajadas remuneradas a la semana. Mientras que las mujeres en promedio trabajan 30 horas a la semana en tareas remuneradas, los varones lo hacen en 40 horas.

La diferencia se explica a raíz de que las mujeres le dedican más tiempo a las tareas dentro del hogar por lo que se agrava aún más las diferencias en el salario mensual entre géneros.

El informe también precisó que la brecha salarial de género es notoriamente alta en el cuentapropismo, donde las regulaciones laborales no tienen peso significativo. Mientras que en el sector público la brecha de género en el salario por hora es considerablemente menor.

Por otro lado, la edad resultó un factor relevante puesto que una mayor experiencia laboral suele contemplar remuneraciones más elevadas. No obstante, la prima salarial por edad es notoriamente mayor en los varones por lo que las brechas de género tienden a incrementarse con la edad.

Las mujeres tienen en promedio un mayor nivel educativo que los varones, por lo que se puede sugerir que el mercado de trabajo no “premia” esa mayor educación en términos de acceso a puestos más calificados, lo cual constituiría en sí misma otra brecha de género.

Un 45% de las mujeres en el mercado laboral posee estudios terciarios (completos o incompletos), mientras que esa proporción es inferior al 30% en varones. En tanto el 30% de las mujeres se inserta en puestos no calificados, mientras que esa proporción es de 15% en varones.

Además se encontró que la informalidad es mayor en mujeres que en varones.

Por lo que es importante señalar, como indica el informe, que la brecha salarial es solo una de las formas en que la discriminación por género aparece en el mercado de trabajo.

“Diversos indicadores cruciales, tales como tasa de actividad, tasa de empleo y proporción de trabajo a tiempo completo, difieren considerablemente entre varones y mujeres. Esto sugiere la existencia de otras brechas que pueden ser tanto o más relevantes que la salarial, en particular dado que el flujo de ingresos de los hogares feminizados depende del salario horario femenino pero también de las horas trabajadas por mujeres”, precisa el estudio.

Para concluir el estudio remarca que “la eliminación de asimetrías sociales entre géneros debe ser un objetivo social fundamental, por consideraciones tanto de equidad y justicia social como de eficiencia económica”.

Por lo que la existencia de brechas de tal nivel en ciertos sectores productivos “puede motivar el diseño de políticas de género específicas para esos sectores”, señala el estudio.

El informe fue presentado este jueves en la reunión del Gabinete de Género de la cartera productiva donde el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas señaló: “Hay tres brechas muy grandes en Argentina: la de ingresos, la territorial y la de género. Estos tres temas los tenemos que abordar en simultáneo para combatirlos y esto se hace desde la estructura productiva. Haciéndola más densa, más federal y con una perspectiva de género que nos permita ir hacia la eliminación de estas brechas”.

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En Misiones la brecha salarial entre hombres y mujeres llega hasta el 58 por ciento

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“En el lado oscuro de la brecha salarial, la brecha no explicable, caen el machismo, los prejuicios, las preferencias de los trabajadores, los grados de competitividad, dinámicas laborales que excluyen a las mujeres, derechos inequitativos”. Este párrafo del libro “Economía Feminista” de la economista, Mercedes D’Alessandro podría explicar lo que en el planeta (y en Misiones también) es un secreto a voces, y que el Instituto Provincial de Estadística y Censos puso en números (por primera vez) en su último estudio.
En el marco del mes de la mujer, el Ipec presentó un inédito trabajo sobre la brecha salarial entre los hombres y las mujeres en la provincia, tomando como parámetro, iguales condiciones de formación, igual cargo, misma actividad.
Darío Díaz, doctor en ciencias económicas, director de Metodología y Relevamiento del Ipec y docente universitario, a cargo del relevamiento, explicó en dos modelos, las variables que reflejan la misteriosa desigualdad entre lo que gana un hombre y lo que gana una mujer a favor del primero.
En el primer modelo expone el nivel educativo, la experiencia, el lugar donde trabaja, la categoría y la tecnología ocupacional.
“Las desigualdades surgen especialmente en las habilidades y las oportunidades. Hay una diferencia compensatoria que refiere a la diferencia salarial,  pero hay también otras causas como la discriminación”, dice Díaz.
Se habla de discriminación cuando el mercado ofrece distintas oportunidades a personas similares que solo se diferencian por su raza, sexo o grupo étnico. Refleja el prejuicio de la sociedad contra ciertos grupos.
“Para medir la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres hay que tomar en cuenta que hay muchas mujeres que desearían participar del mercado de trabajo y que no lo hacen, esto puede explicarse por lo que en economía se denomina salario de reserva, es decir, el salario mínimo por el cual estoy dispuesto a trabajar y generalmente ese salario de reserva es alto porque se valoran otras cuestiones como por ejemplo el cuidado de los hijos. Si yo no mido esto, caigo en lo que se denomina sesgo de selección”.
Los datos fueron tomados del segundo trimestre del 2018 sobre 112.555 personas.

Se habla de discriminación cuando el mercado ofrece distintas oportunidades a personas similares que solo se diferencian por su raza, sexo o grupo étnico. Refleja el prejuicio de la sociedad contra ciertos grupos

¿De qué dependen los ingresos laborales de las personas? Díaz explicó que se evalúan los años de formación, la experiencia, si es mujer o si es hombre, concubinato, horas trabajadas, ingresos no laborales, jerarquía ocupacional, y de calificación.
Este primer modelo, expuso que la mujer percibe de ingresos 58,3 por ciento menos que el hombre.  
D’Alessandro por su parte refiere que en todos los estudios y diferentes mediaciones, considerando que tengan similar educación, experiencia, horas trabajadas y demás variables, las mujeres ganan menos que los varones. Las que tienen hijos ganan menos que las que no; las mujeres negras, indígenas, y campesinas, ganan menos que las blancas. Es decir, hay discriminación.

Señorita maestra
El segundo modelo tomado por el Ipec, indica que a los 36 años la mujer llega al mayor nivel de participación en el mercado laboral. A esa edad tiene 59,9 por ciento de probabilidades de estar en ese mercado.
Se tomó en cuenta la realidad entre mujeres que están trabajando o tienen deseos de trabajar, mujeres que tienen hijos menores de cinco años, nivel educativo, y precisó que gana 61,3 por ciento más si es profesional.
Pero hay un área en el que ellas ganan más. Es el área de la educación. Las docentes y trabajadoras del sector ganan 42,0 por ciento más que los hombres.
Mientras que en la administración pública ganan 19,2 por ciento más que las que trabajan en el sector privado.
Este segundo modelo, refleja que la brecha salarial es del 36,9 por ciento. Lo (nuevamente) llamativo es que si se toman en cuenta las variables explicables, sólo debería ser del 15 por ciento, es decir, el otro porcentaje no tienen explicación medible.

 ¿Por qué se sigue indagando sobre los planes de maternidad de las mujeres cuando esa pregunta no se incluye para los hombres? 

¿Por qué hay áreas en dónde aún la mujer no llega? ¿Por qué las mujeres son jefas de recursos humanos o buenas secretarias y los hombres calificados ejecutivos de finanzas? ¿Por qué se sigue indagando sobre los planes de maternidad de las mujeres cuando esa pregunta no se incluye para los hombres? ¿Por qué aún no se logra romper ese techo de cristal que impide a las mujeres ocupar lugares asociados a lo masculino? ¿Por qué la mujer gana menos que el hombre si realiza el mismo trabajo? Tarea para la sociedad, y las empresas.
El tema es tan relevante que motiva transformaciones que llegan desde la política. Desde este año, la paridad de género es una realidad para los cargos legislativos. Pero también se cuela en la campaña: un sondeo de Gustavo Córdoba revela que 48,3 por ciento de los argentinos votará a un candidato que exprese ideas sobre igualdad de género.

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