Derechos humanos y convivencia democrática versus negacionismo

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El título de uno de los tres tópicos del debate presidencial fue “Derechos humanos y convivencia democrática”. Tema que llegó al encuentro de los candidatos presidenciales por votación popular. Sí, la gente eligió por abrumadora mayoría ese tema. Y lo cierto es que llevar eso a las opiniones de los participantes del debate dejó al descubierto la vocación negacionista de algunos de ellos sobre la última dictadura cívico militar de Argentina.

Sin duda alguna los libertarios conducidos por Javier Milei hacen bandera de lucha al negacionismo. Y también obligó a la candidata presidencial de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich,  a tomar una posición tibiamente antinegacionista. Recordemos que en sus filas hay varios que señalan con el dedo a representantes de los Derechos Humanos y otros ponen en duda las cifras de desaparecidos en la última dictadura cívico militar de Argentina. 

Lo que leíste en los párrafos anteriores suena increíble pero no lo es, sucede y muchos lo miraban de reojo creyendo que no eran más que expresiones de odio en redes sociales.

Es así que el negacionismo a la atroz dictadura que gobernó el país desde 1976 a 1983 es una realidad. Y puede disparar un espiral de violencia inimaginable para la sociedad argentina.

Este 2023 estamos cumpliendo 40 años de democracia ininterrumpida en nuestro país, un récord del cual debemos sentirnos absolutamente orgullosos. 

Pero para prácticamente dos generaciones eso no es novedad. Nacieron en democracia y los más grandes están con 40 años y en esa franja etaria hay personas de 16 años que también ya votan. Una parte de ellos tienen metido en sus conocimientos que hubo una guerra y que los militares cumplieron con un deber cívico. Otra parte no tiene idea de cómo renace la democracia en 1983 y otros prefieren no meterse en el debate para no generar polémica u olas. 

¡Ojo! Para que el negacionismo no pase a mayores hay que hacer frente al mismo. 

En Argentina hubo terrorismo de Estado. ¿Saben qué significa eso? Fue la utilización sistemática de la violencia del aparato estatal con el fin de aplicar a todos los habitantes de un país -en forma difusa y clandestina- medidas coactivas prohibidas por el ordenamiento jurídico pautado por la Constitución Nacional.

Bien, eso llevó a tener 30 mil desaparecidos durante la dictadura. Con tortura en prisiones clandestinas, asesinatos con fusilamientos y lanzamientos de hombres y mujeres desde aviones en el Río de la Plata. Y si eso no te parece terrorífico, los militares se apropiaron / secuestraron (robaron) alrededor de 500 bebés. Niñas y niños que fueron separados de sus familias y apropiados bajo otra identidad en vaya a saber qué familia. Esto no es más que un breve resumen del horror vivido entre 1976 y 1983 en Argentina. Por ello se denominan crímenes de lesa humanidad, es decir crímenes contra la humanidad. Grave ¿no?.

Por ello el negacionismo es violento y rompe con normas de convivencia democrática. Temas como economía, seguridad, salud son para el debate diario y eterno. Ahora negar el terrorismo de Estado no tiene lugar a discusión.

La pregunta que queda en el aire es ¿qué hacer? Sería importante debatir una ley en el Congreso de la Nación que tenga un castigo al negacionismo y que promueva más conocimiento y educación respecto a la última dictadura cívico militar y sus horrores. Además expondrá el pensamiento de los representantes del pueblo a partir de los diferentes espacios políticos. Quedará escrito para la historia y ya no serán meras expresiones violentas en redes sociales o en medios de comunicación.

Y la generación cien por ciento de la democracia, que ya tiene funcionarios y funcionarias o mujeres y hombres dirigentes políticos, tiene una responsabilidad casi natural por cuidar la democracia. No hay espacio para no meterse ni tiempo para no tener memoria así no hayan vivido el dolor de una dictadura.

La democracia, el sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes, puede parecer imperfecta. Pero gritar viva la libertad y ser violento desde las palabras (en el límite de pasar a la acción) no es ser libre. 

Gritar más fuerte que el otro, negar los horrores pasados, creer que de esa forma sos el único que tiene la verdad te hace fascista. Y así lo representan los libertarios. Y el otro sector conservador liberal de la política del país está agazapado por conveniencia electoral pero insisto, en sus filas hay muchos negacionistas.

La democracia se cuida y es la mejor forma de mejorarla día a día. ¿Se puede lograr? Claro, sin duda somos más los democráticos que los fascistas y violentos. ¡Viva la democracia!.

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¿Quiénes y por qué quieren cancelar las teorías darwinianas del mundo académico?

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La lucha sobre el dominio del relato de la esencia de la naturaleza humana y de la definición de la verdad, cada vez es más notoria.

Existe una lucha sobre el dominio del relato de la esencia de la naturaleza humana y en la definición de la verdad. En una nota periodística bastante extensa Laura Ventura, desentraña esta lucha, notoria en el campo académico, aunque no exclusivamente sucede en él, que se vislumbra como una aproximación del negacionismo biológico.

“La biología y las ideas de Charles Darwin (1809-1882) sobre la evolución han sido canceladas en algunos sectores de las ciencias sociales. El modo de aproximarse al estudio sobre el género, el feminismo, la creación del universo e incluso la política se discuten en hábitat cada vez más salvaje y primitivo”, explica.

Ventura explica que Darwin, en su teoría de la evolución, que fue publicada en “El origen de las especies (1859), tras sus viajes alrededor del mundo donde pudo observar al mundo animal, pudo cambiar ciertas perspectivas que él mismo sostenía sobre éstos. “El paleontólogo Juan Luis Arsuaga escribe en El reloj de Mr. Darwin (Temas de Hoy) que cuando el naturalista británico se subió al Beagle [Sabueso] estaba convencido de las “permanencia de las especies”, pero en el trayecto comenzó a concebir la “transmutación de las especies”.

Aclara, que hoy el debate dio un giro, no sobre la evolución en sí misma, sino en la selección natural y la herencia. “Charles Devillers y Jean Chaline, en La teoría de la evolución. Estados del tema a la luz de los actuales conocimientos científicos (Akal), mencionan teorías previas a Darwin, como la de Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829), quien explicaba los cambios en las especies por necesidad interna”.

Las diferencias entre estos, a grandes rasgos era que “para Lamarck, el alargamiento del cuello de la jirafa obedece a la voluntad de alcanzar las hojas más altas de las copas de los árboles, mientras que para Darwin las jirafas tienen cierta variabilidad y desarrollar cuellos largos brinda ventajas para facilitar las condiciones de supervivencia”.

La periodista hace reseña sobre que otros campos de la ciencia como la genética, biología, paleontología se deben en gran medida a la ciencia de la evolución, que fue cambiando. Aún la meteorología, la ecología y hasta en la política, también fueron impactadas por ella. Citando a Daniel Dennett, filósofo de la ciencia, quien en su tiempo publicó La peligrosa idea de Darwin. Evolución y los significados de la vida (Galaxia Gutenberg), para manifestar los obstáculos, el escepticismo y malestar en el mundo académico hacia las ideas del naturalista, en pleno siglo XX.

“A diferencia de lo que ocurrió con la revolución copernicana, que no despertó la atención pública hasta que sus detalles científicos habían sido totalmente articulados, la revolución darwiniana ha tenido espectadores no expertos llenos de ansiedad, y animadores que han tomado partido desde el comienzo, tirando de las mangas de los participantes y animando al público de la tribuna”, dice Dennett.

Ventura afirma, que las posturas son cada vez más alejadas entre el estudio de la naturaleza humana y de su conducta, donde los sectores tratan de “derribar todo tipo de puentes o canales posibles entre ellos”. Citando a Pascal Boyer en Minds Make Societies: How Cognition Explains the World Humans Create (Yale University Press), explica: “Las ciencias sociales cometieron un error terrible de dejar de lado la biología”.

Haciendo un paréntesis, Ventura cuenta como en la época victoriana Darwin era “uno de los exponentes más originales del pensamiento vernáculo y un referente social: patriarca de una numerosa familia y feligrés devoto. En su autobiografía escribió que a menudo se burlaban de él los marineros del Beagle cuando citaba a la Biblia. Sin embargo, su fe se fue apartando de las Sagradas Escrituras”, aclarando que cuando realizó su obra, su fe ya no estaba muy encaminada hacia la religión.

La periodista explica que en el documental Cuestionando a Darwin, de Antony Thomas (2014), se presenta la pugna entre el creacionismo y las ideas de Darwin.  La misma cita las posturas de Oliver Sacks, y Dennet quienes plantean este enfrentamiento de ideas.

“El origen de las especies supone un ataque frontal (aunque delicadamente presentado) contra el creacionismo, y aunque Darwin había tenido la prudencia en su libro de no explayarse sobre la evolución humana, las implicaciones de su teoría estaban perfectamente claras”, escribe Oliver Sacks en uno de sus últimos ensayos “Darwin y el significado de las flores”, donde destaca cuán virtuoso era Darwin como botánico. “Darwin encontró el peor de los pasteles: el nihilismo”, escribe Dennett.

Ventura profundiza, que, en el campo académico, la persecución contra Darwin es latente, incluso con aquellos que no están de acuerdo con él. “El profesor Orlando supo luego que los programas que él dictaría, uno de ellos junto a la filósofa Peggy Sastre, fueron cancelados a pedido del Centro de Estudios de Género de Sciences Po que brinda más de 80 cursos anuales con una perspectiva opuesta a Darwin y a la biología”.

Cuenta la autora de la nota que esto generó en Francia una repercusión, donde el semanario L’Express le dedicó un número de investigación, que ella cita: “En las ciencias sociales reina lo que Michael Shermer llama «creacionismo cognitivo», dogma según el cual los seres humanos son páginas en blanco forjadas por la socialización. El caso emblemático de este fenómeno es el de los estudios de género, ideologizados al punto que deberíamos hablar de un movimiento sectario disfrazado de disciplina académica, y que ve a la biología como un enemigo y lleva a cabo una negación desinhibida de la realidad. Los seguidores del culto del género se esfuerzan así, con fanatismo, por compartir su mundo ilusorio con el resto de la sociedad, atacando con virulencia a todo aquel que se oponga a estas creencias infundadas”.

Para profundizar esta situación la autora, cita al psicólogo cognitivo Steven Pinker, profesor de Harvard, quien además de divulgar la teoría de la evolución, quien cuestiona en su libro «La tabla rasa. La negación moderna de la naturaleza (Paidós)», a John Locke sobre la tabla rasa a la que aludía Orlando y pone en duda que nuestro conocimiento y conducta estén solo moldeados por la experiencia, la cultura, la educación y la socialización.

“Pinker explica que este paradigma tiene falacias o zonas de conflicto, y que hay razones políticas para su vigencia: si somos una tabla rasa, somos todos iguales. Según esta afirmación, se debería dejar de lado la idea de discriminación y de desigualdad como vicio de la humanidad”, añade Ventura.

Y se extiende “Pinker no justifica estas tendencias (resalta que la idea de lo justo no es equivalente a la igualdad), sino que busca comprender cómo estas falacias vigentes han sido incapaces de brindar una explicación –y una solución– a problemas complejos. A su vez, si somos tablas rasas, ¿cómo es posible que la educación bien conducida no evite que las personas sean violentas y egoístas? Aquí yace una visión utópica de la humanidad que supone que somos entonces perfectamente dóciles y moldeables. Cuando Pinker presentó su libro, en 2003, bromeó con la idea de que los primeros lectores que tuvieron acceso al borrador le recomendaron poner una cámara de seguridad en su casa y prepararse para una serie de ataques”.

La autora, se pregunta “¿Por qué se censuran (o se cancelan) las ideas que propone la biología?”, donde a través de los planteos del lingüista Xavier-Laurent Salvador, quien es una voz que está en contra de los woke (término usado para aquellos que niegan las teorías de Darwin), puede explicar qué sucede en la actualidad.

“Es indudable que asistimos a un retroceso considerable de la posición de la verdad y de la ciencia en Occidente. Por un lado, algunos movimientos políticos pretenden basarse en las ciencias sociales para establecer su ideología. Sin embargo, en una democracia, nadie puede pretender ser más ilustrado o más inteligente que los demás para votar: un hombre, un voto. Por otro lado, se lucha constantemente contra la ciencia en nombre de las impresiones personales. En ambos casos, el objetivo sigue siendo la conquista cultural de lugares simbólicos de poder. No es de extrañar que hoy las ciencias, y en primer lugar la biología, estén expuestas a una forma de contestación ideológica por parte de personas cegadas por una ideología de omnipotencia que les hace creer que pueden ser lo que quieran: hombre o mujer; planta o animal; mago, iniciado o simple bacilo. El último baluarte contra la locura del mundo se encuentra sin duda del lado de la verdad expresada por el genoma y por la evolución de las especies vivas” parafrasea Ventura a Xavier-Laurent Salvador.

Y se explaya con respecto a esta idea “El concepto de verdad hoy está en disputa. Es cierto que la filosofía, desde la Antigua Grecia, indaga en su esencia, pero en escasas oportunidades con esta virulencia. ¿Cómo se explica el surgimiento de corrientes negacionistas de la biología, impulsada por el sector woke? ¿Por qué la ciencia significa una amenaza para la verdad? “Hay dos claves de interpretación a disposición de cualquier individuo. La primera es un impulso regresivo que le hace creer al individuo o que toda explicación se encuentra en el principio (arche, en griego): es un impulso arqueológico. El segundo es el impulso etimológico que les hace buscar la verdad (etymos) en una forma de eterno presente”.

La periodista explica que estas corrientes se ciegan en una omnipotencia etimológica, olvidando algo fundamental y es que la verdad no pertenece a un sector, sino que es herencia y legado. “En este sentido, los wokes son obviamente seguidores de una secta cientificista que se opone a la ciencia con su propio credo dogmático”, se anima a definir.

Y continua con la idea de Xavier-Laurent Salvador: “Esto es especialmente evidente en el continuo revisionismo del trabajo lingüístico: los académicos de hoy en día se adhieren constantemente a hipótesis frívolas que han sido contradichas hace mucho tiempo”.

Algo que propone la periodista, es que todos aquellos autores que quieren profundizar ideas que están relacionadas a la autodeterminación de género, su impacto en los jóvenes, reciben el asedio y la intimidación de estos sectores negacionistas. Incluso el caso de dos profesores, quienes tenían el apoyo de una eminencia del feminismo que es Amelia Valcárcel, éstos son los psicólogos clínicos españoles, José Errasti y Marino Pérez Álvarez, autores de Nadie nace en un cuerpo equivocado. Éxito y miseria de la identidad de género (Planeta), quienes recibieron al querer presentar su libro una ola de manifestantes en el evento.

Una de las ideas de estos autores, que destaca la periodista es que: “Desde el transactivismo, el sexo se entiende como una característica diversísima en posibilidades, casi caótica, que ocurre porque sí. Los ojos están ahí por su función visual, los pulmones por su función respiratoria. Pero los genitales parecen ser un capricho gratuito, ya que se desvincula el aparato reproductor de su función reproductiva. Es una postura predarwiniana, en donde se juzgan, por ejemplo, los fenómenos de la intersexualidad como si tuvieran la misma consideración conceptual que el sexo femenino o el masculino. Además, se cree que forman entre sí un continuo que une al varón y a la mujer estándar, lo cual ya es el colmo de los disparates”, explica Errasti y destaca que el transactivismo vuelve a introducir una confusión entre los conceptos de sexo y de género “que ya habían sido adecuadamente clarificados desde el feminismo de los 80 y 90″.

También menciona que Fernando Savater, menciona el “delito de lesa estupidez contra la biología” que existe en sectores políticos y pseudocientíficos. Donde a través de estos supuestos hay una regresión. Como dice Ventura: “Supone un grave retroceso en la lucha contra los estereotipos sexuales. Se ha sustituido el «No juegues al fútbol porque eres niña» por el «No seas niña porque juegas al fútbol»”.

Uno de los peligros que surgen de estas posturas, de acuerdo a la autora son los estereotipos en “los aspectos estéticos– están resurgiendo más fuertes que nunca. Se están creando nuevos problemas que no tuvo David Bowie ni Grace Jones ni Boy George. Respecto del feminismo, la idea de «mujer» desaparece. Se critican las definiciones tradicionales –mujer: hembra humana adulta– pero no se ofrece ninguna nueva. La identidad de género es la nueva alma autodeterminada. Abstracta, esencial e indefinible. Metafísica barata”, agrega Errasti quien destaca la utilización política que se hace de estas ideas en varios de países de diversos signos políticos”.

La periodista propone que la humanidad necesita repensarse, explorar lo subjetivo desde las herramientas de la biología, la psicología y la teoría de la evolución, entre otras disciplinas. Y cita a Orlando: “Si en sus albores la teoría de Darwin era resistida por razones religiosas, hoy lo es por la herida que infringe a la concepción que tenemos sobre nosotros mismos. Comprender la estructura y los mecanismos de la mente humana a la luz de los principios de la evolución nos muestra que hay fuerzas que nos habitan y que dirigen, a pesar nuestro, cuestiones tan esenciales de nuestro ser como las emociones, la moralidad, o por quiénes nos sentimos atraídos sexualmente”.

Ventura concluye con una reflexión sobre nuestra propia ignorancia de lo que nos rodea: “Cuando Darwin presentó El origen de las especies escribió en el prólogo de este trabajo “imperfecto”, que el texto debía ser publicado porque su salud distaba de ser robusta: “Nadie debe sentirse sorprendido por lo mucho que queda todavía inexplicado respecto al origen de las especies y variedades, si se hace el cargo debido de nuestra profunda ignorancia respecto a las relaciones mutuas de los muchos seres que viven a nuestro alrededor”. Apenas un segundo, o menos, ha pasado desde que realizó esta afirmación si medimos esta variable con la vara del tiempo del universo. Más ínfimo aún es este presente que pareciera tan irascible, tan corrosivo e irreconciliable con nosotros mismos y con aquellos los muchos seres que viven a nuestro alrededor”, concluye.

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