Un emblema que recupera brillo
Lucía tenía 25 años cuando entró por primera vez al emblemático hotel City. Un poco desvencijado después de casi cinco décadas en el corazón de Posadas, pero frente a la plaza principal de la capital misionera y con un potencial de clientes enorme en una provincia con constante crecimiento del turismo. Ese fue el motivo por el que su padre Carlos Caravante, dueño de Pastas Alfonsina, se animó a comprar el hotel que puso en venta Miguel Schmalko: la ubicación estratégica.
Lucía no tenía conocimientos de hotelería, pero muchas ganas de trabajar. Lo primero fue limpiar y poner a punto las habitaciones para después enjuagar la imagen externa y en redes sociales. Hoy ya se siente una hotelera más y en el ambiente es reconocida por haber recuperado la actividad en un hotel que de a poco iba perdiendo espacio con competidores de más estrellas.
“No habíamos ni pasado por el hotel, no éramos hoteleros. Yo trabajaba con mi viejo en la fábrica de pastas. Cuando compró, me lo ofreció y acá estamos”, dice la joven de 29 años que hoy se mueve como una experta en mercadeo y ofertas turísticas.
¿Por qué comprar un hotel en crisis y sin tener conocimientos del negocio?
Mi viejo fue el que vio la oportunidad. Está frente a la plaza 9 de Julio. Y sabe que esto es comida para los hijos para siempre. Si no quieren laburar nadie, se pueden alquilar las habitaciones, pero la plaza siempre va a estar ahí. Era una oportunidad.
Para los primeros pasos en la administración del hotel, Lucía contó con la ayuda de una amiga. Su padre, aunque siempre está presente, dejó hacer.
“Estaba muy venido abajo. Había camas de madera, cero mantenimiento, algunas habitaciones con televisión, otras no. Cero pintura, humedad”, detalla la joven que hoy no se imagina en otro rubro.
El City tiene dos torres. La que da a la calle está siendo puesta a nueva. La de atrás todavía debe esperar. “Estructuralmente son muy distintas. La segunda torre se hizo por la demanda que tenía en su momento el hotel, pero sin plan. Son departamentos en semipiso. En total son 95 habitaciones, el bar y salas de reuniones”, explica Lucía.
Aunque los trabajos todavía no terminaron, las habitaciones lucen renovadas, modernas y con todos los servicios de un hotel de tránsito. Y, el que camina por la plaza eterna, ya puede apreciar la nueva marquesina que muestra que algo ha cambiado en el viejo hotel.
“Se ha recuperado mucho de público, el viajante va a desaparecer con la tecnología, va a venir menos. Por eso estamos buscando captar otro cliente, más empresas, más corporativo, obras sociales. Los espectáculos y el turismo de eventos son un público al que apuntamos. Muchos me cuentan que están volviendo y se sorprenden con la mejora”, señala Lucía, quien agrega, orgullosa, que todas las remodelaciones se hicieron sin tomar créditos o endeudarse.
La joven ya se siente una hotelera. “Ahora estoy empezando a unirme a los colegas. Antes no se podía porque éramos menos diez y no podíamos descuidar el trabajo interno. Hicimos todo de adentro para afuera. Si hacía la marquesina cuando empecé… el que entraba iba a decir “tanto show para una pieza de dos pesos”, no daba. Ahora si me tienen más presente”, explica.
Lucía prefiere cultivar el perfil bajo, pero los resultados de su trabajo ya están a la vista. El diseño fresco de las habitaciones y la mejora en el servicio del hotel con 17 empleados, elevaron la nota de Booking de 3 a 7.9. “Cuesta, pero se aprende con lo bueno y lo malo”, ríe.
La inversión realizada tiene el doble mérito: sin deuda y en medio de una feroz caída de la actividad, sobre todo desde 2018. Aunque todavía no se advierte una recuperación, Lucía revela que desde la aplicación del impuesto a la compra de divisas extranjeras, la ocupación mejoró un poco. “Nos favoreció algo. Hay más gente. Pero yo apunto a grupos, jubilados, congresos, eventos. Si trabajamos nosotros, trabaja la gastronomía, el taxista. Posadas me parece muy linda, aunque se apunta todo a Cataratas. Pero en cuanto a la situación, es difícil para todos. Hay que ajustarse cuando hay que ajustarse y no gastar de más. Jugar con redes u ofertas”, enumera.
Con la nueva cara surge el interrogante. ¿Subir o no de estrellas? “O es subir de estrella, que no estamos convencidos o hacer un hotel boutique”, sentencia Lucía.