Día: 3 febrero, 2020

Empresarios pymes reclaman Ley de Góndolas para evitar las prácticas abusivas de los formadores de precios

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Camilo Alberto Kahale, Presidente de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA), se refirió a la necesidad de implementar esta medida para que las grandes superficies, supermercados e hipermercados no perjudiquen al consumidor ni a las pymes por medio de la remarcación sin control. También valoró el anuncio de la moratoria para pymes.
Buenos Aires, enero 2020. Esta semana, desde el Gobierno nacional se manifestó la voluntad de reglamentar la Ley de Góndolas. El proyecto obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados el pasado 20 de noviembre y ahora el debate se trasladará al Senado.
“La Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires apoya esta iniciativa porque, de ser implementada, será de utilidad tanto para el consumidor –cuyo bolsillo fue duramente golpeado durante los últimos años-, como para las pymes que necesitan la oportunidad de comercializar sus productos, pero que son sistemáticamente excluidas de las góndolas”, asegura Camilo Alberto Kahale, Presidente de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA). 
Sin una normativa que regule las prácticas abusivas de los habituales formadores de precios -que son las grandes superficies y las cadenas de mercados e hipermercados-, quienes desean comprar en esos establecimientos están a merced de la manipulación de los precios de todo tipo de productos, tanto los de primera necesidad como los que no se consumen de manera cotidiana.
En este sentido, la Ley de Góndolas sirve para definir reglas claras, garantizar el acceso a productos de la canasta básica y fomentar la competencia, un estímulo imprescindible para las pymes productoras de alimentos y artículos de uso diario. No sorprende que los supermercados y las grandes superficies se opongan a la reglamentación de la ley, argumentando que su implementación tendrá como consecuencia un aumento de precios. “Ese tipo de gestiones, que además suenan como amenazas, son una práctica habitual de parte de esos sectores. Y sus efectos negativos para los argentinos son más que evidentes”, señala el Presidente de FEBA.
Por otro lado, también consideramos clave el anuncio de la moratoria impositiva para micro, pequeñas y medianas empresas. “La medida representa un alivio para las pymes bonaerenses y de todo el país, que fueron duramente castigadas en los últimos años, no solamente a causa de la crisis economía, sino también mediante la asfixiante presión impositiva y las dificultades financieras”. “En FEBA estamos trabajando con las autoridades provinciales para contribuir al diseño de medidas y estrategias que sirvan para reactivar el funcionamiento y la competitividad de las pymes bonaerenses”, subraya Kahale. La Ley de Góndolas y la moratoria impositiva son instrumentos que forman parte de estas propuestas con el foco puesto en recuperar a las pymes y mejorar la calidad de vida en la Provincia de Buenos Aires y todo el país. 

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Tránsito: el municipio retuvo 23 vehículos por violaciones a normativas

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La Municipalidad de Posadas desarrolló controles de tránsito, con la intención de continuar con educación vial y prevenir siniestros viales en la ciudad.

El personal de la Dirección de Tránsito fue distribuido en distintos sectores concurridos, en donde se detectaron 25 casos positivos de alcohol en sangre. 

En tanto, se secuestraron 23 vehículos de diversos tamaños, se labraron 32 actas por faltas a las normativas vigentes y se retuvieron 41 licencias de conducir.

Estas acciones de carácter preventivas se realizan a diario en distintos puntos de la ciudad, para generar una buena convivencia entre los conductores de los medios de transporte y los peatones.

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Los UVA fracasaron: ¿Hay otra forma de pensar el acceso a la vivienda?

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Escribe Juan Pablo Costa. Ante el problema crónico de la falta de acceso al crédito hipotecario para la compra de viviendas, el gobierno de Cambiemos impulsó en 2016 la creación de una unidad indexada que ajusta por inflación: la Unidad de Valor Adquisitivo UVA. Con esta política el gobierno aseguraba que se masificaría el acceso al crédito y a la vivienda, comenzando a revertir el déficit habitacional que arrastra nuestro país. A casi cuatro años de su implementación los resultados estuvieron muy lejos de los esperados.

Créditos UVA vs. tradicional

En los últimos años en la Argentina primaron dos tipos de crédito hipotecario. El llamado “tradicional”, que es en pesos y con una tasa de interés fija o variable; y el mencionado UVA, que en rigor es un crédito que se otorga en esa unidad, el cual se actualiza día a día de acuerdo a la inflación pasada.

Hasta diciembre de 2015 primaron en el mercado los créditos tradicionales, aunque también debemos incluir aquí los créditos otorgados bajo el programa ProCreAr, que permitieron el acceso a la vivienda a decenas de miles de familias.

Una de las características de los créditos tradicionales, especialmente aquellos pactados con tasa fija, es que se licuaban con el tiempo producto de la inflación y que las tasas se ubicaban por debajo de ese índice. Es decir que eran créditos con tasa real negativa, lo cual posibilitaba que el peso de la cuota en los ingresos de un hogar fuera disminuyendo paulatinamente con el tiempo, aliviando la situación de los deudores. En contrapartida, el umbral de acceso era alto, o sea que para acceder a estos créditos era necesario demostrar ingresos mucho más altos que los salarios registrados promedios, con la excepción del acceso mediante el ProCreAr, el cual se otorgaba mediante sorteo de la Lotería Nacional.

La creación de la unidad indexada UVA a principios de 2016 intentó replicar la experiencia de otros países respecto a este instrumento, remarcando como uno de sus principales beneficios la reducción de la cuota inicial del crédito, con lo que -teóricamente- se democratizaba el acceso a los mismos. Si bien es cierto que, comparado con un crédito tradicional, la cuota se reducía, ello está más vinculado a la reducción de riesgo para el banco, ya que en un crédito indexado la totalidad del riesgo derivado del movimiento de precios -o sea, la inflación- es asumido por el deudor.

Estos cambios modificaron radicalmente la política pública de vivienda. Del ambicioso ProCreAr, que otorgaba créditos masivamente para construcción, refacción y adquisición, al tiempo que realizaba sus propios desarrollos urbanísticos, se pasó a un modelo en donde el Estado fijaba mínimas regulaciones que posibilitarían -en teoría- que el sistema bancario coordine exitosamente la oferta y demanda de inmuebles. Pero nada de eso sucedió.

Errores de concepción e implementación

A la hora de realizar un balance crítico de la experiencia de los créditos UVA es necesario distinguir una serie de problemas que conspiraron contra una exitosa implementación de la política. Vamos por partes.

Primero, es necesario dejar en claro que las dificultades que envolvieron a los tomadores de créditos UVA no están directamente relacionadas con el sistema de indexación. Dicho en criollo: el problema no es la indexación y un sistema de unidad indexada podría funcionar en nuestro país.

Un segundo punto refiere a la concepción respecto al funcionamiento del sistema bancario anticipados unos párrafos atrás. Durante el gobierno de Mauricio Macri se construyó un sistema por el cual se dejó librado al sistema bancario el arbitraje entre oferta y demanda del mercado inmobiliario. Pero, además, no se establecieron regulaciones imprescindibles para el éxito de cualquier política crediticia.

Por ejemplo, no se regularon las comisiones bancarias y los precios de los “paquetes de servicios” que los deudores se vieron forzados a aceptar a riesgo de aumentar aún más la tasa. Peor aún, no se estableció una tasa máxima a cobrar por los créditos UVA. Esto último, que a priori puede parecer una nimiedad técnica, se convirtió en el talón de aquiles del sistema, demostrando la necesidad de una regulación estatal más activa. Si en abril de 2016, el Banco Nación ofrecía una tasa de UVA+3,5%, para diciembre de 2017 se incrementó a 5,5%, luego saltó a 8% en octubre de 2018, para pasar en diciembre de ese mismo año a 10%.

Estas tasas pueden no parecer tan altas, dado que estamos acostumbrados a tasas de interés de 40, 50, 60% o más. Pero debemos considerar que el interés aplicado a los créditos UVA es una tasa real, o sea que al incremento propio de la inflación debemos aplicar la tasa sobre la totalidad del capital adeudado.

El resultado fue un fenomenal negocio financiero para los bancos, que prestaron importantes volúmenes de capital a tasas reales altísimas y con cero riesgos, los cuales fueron asumidos en su totalidad por los deudores. Si consideramos que en esta línea de créditos los bancos quedan cubiertos de los riesgos de depreciación por inflación, no se justifica una alta tasa positiva en términos reales, lo cual fue posibilitado por el BCRA al no poner un tope a la tasa que cobran las entidades en créditos UVA.Un tercer punto es la concepción ideológica del gobierno de Cambiemos, que por su matriz liberal descree de la intervención y regulación estatal en el mercado inmobiliario. La gran cantidad de créditos otorgados especialmente entre junio de 2017 y junio de 2018 (desde su lanzamiento y hasta diciembre de 2018 se otorgaron cerca de 100 mil préstamos hipotecarios UVA) generó consecuencias no previstas por el gobierno. El lanzamiento de los créditos UVA convirtió a una gran masa de demanda latente en demanda efectiva.Ante semejante crecimiento de la demanda, y dado que el mercado inmobiliario tiene una oferta relativamente inelástica (lo cual es lógico, ya que el período de tiempo que puede pasar desde que una desarrolladora comienza a evaluar un proyecto hasta que entrega las unidades puede ser de varios años), los precios en dólares del metro cuadrado subieron furiosamente, anotando subas promedios en CABA, por ejemplo, de 25% en dólares entre 2016 y 2018.El cuarto punto es que estas políticas no pueden pensarse escindidas del contexto macroeconómico. El modelo aplicado por el gobierno de Cambiemos generó una fuerte inestabilidad macroeconómica afectando las principales variables, duplicando los índices de inflación anual, desarmando medidas de controles de capitales especulativos posibilitando así episodios de corridas bancarias y fuertes turbulencias cambiarias, lo cual naturalmente impactó en la accesibilidad de los créditos hipotecarios.Siendo la vivienda -bajo el sistema de mercado- una mercancía que requiere de crédito a muy largo plazo (20 o 30 años) para poder realizarse, no puede subestimarse la importancia de cierta estabilidad macroeconómica.El quinto punto está vinculado a los salarios y su relación con el precio de las viviendas. Recordemos que el salario registrado reportó una caída promedio de alrededor el 20% en términos reales en los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri. Aún más si consideramos los salarios informales, habitualmente más golpeados en contextos de crisis. Es decir que se dio un proceso de reducción de ingresos disponibles de los hogares por pérdida de poder adquisitivo, lo cual incrementó el peso relativo de las cuotas hipotecarias sobre los ingresos disponibles asfixiando financieramente a muchos hogares deudores.Una política crediticia exitosa debiera apuntar a incrementar paulatinamente el salario real, disminuyendo gradualmente la carga financiera sobre los hogares. El modelo económico aplicado por el gobierno de Mauricio Macri fue en sentido contrario, reduciendo salarios y aumentando tasas, debilitando aún más las posibilidades de éxito de los créditos UVA.Y ahora… ¿qué hacer con las UVA?Hasta aquí se realizó un breve balance de la experiencia de los créditos UVA durante los últimos cuatro años. Es pertinente esbozar algunas posibles líneas de acción.Las unidades indexadas pueden ser una buena herramienta crediticia siempre y cuando se priorice el acceso a la vivienda antes que la rentabilidad bancaria. En un contexto de dolarización del mercado inmobiliario, las UVA pueden dar la posibilidad de desdolarizarlo, al nominar los inmuebles directamente en UVA y no en dólares.Esto tendría varios efectos positivos: por un lado, se elimina la posibilidad de descalce de monedas entre créditos otorgados en UVA y propiedades en dólares. Además, favorece el acceso a la vivienda, ya que el UVA ajusta por inflación acompañando -en términos generales- los precios nominales de la economía, a diferencia del dólar que puede sufrir fuertes incrementos en lapsos muy cortos de tiempo. Pero, además, se protege a los propietarios de la descapitalización que implicaría nominar las viviendas en pesos en un contexto de alta inflación.Que el mercado inmobiliario realice sus operaciones en UVA eliminaría un factor de presión sobre el dólar, al anular la demanda de divisas para la compra de inmuebles; como también se reduce la presión sobre el dólar alentando herramientas de ahorro en UVA, para que aquellos que ahorran para la compra de su vivienda puedan hacerlo directamente en esa unidad.Otro punto central es regular las tasas y comisiones bancarias, estableciendo topes en la tasa de interés para los créditos hipotecarios UVA. Dado que el UVA garantiza la actualización de los saldos adeudados por inflación, un interés real del orden del 1% anual podría reducir significativamente la carga financiera para los deudores. Puede establecerse líneas especiales de crédito a tasas del 1% o 0,5% para aquellos deudores hipotecarios UVA, con el objetivo que puedan reemplazarse los créditos otorgados a tasas altas, dado que comprometen la capacidad de pago de esos deudores.Finalmente, es necesario estudiar minuciosamente la evolución de los precios del mercado inmobiliario y planificar una cuidada intervención estatal, para recuperar rentas extraordinarias creadas por la inversión pública en infraestructura y equipamiento urbano. Desarrollar una política crediticia generosa sin analizar en detalle la realidad del mercado inmobiliario es convalidar los precios de la especulación inmobiliaria.

Juan Pablo Costa es sociólogo, maestrando en Sociología Económica. Coordina el Observatorio de Economía Urbana del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

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Las ventas minoristas de pymes cayeron 3,5% en enero, según CAME

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Las ventas minoristas de las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) cayeron 3,5% en enero frente a igual mes del año pasado, según un informe elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).

Según la entidad, el consumo en este período “se vio favorecido por los ingresos adicionales que se inyectaron en la economía, donde según una encuesta online elaborada por CAME, entre 2.493 individuos, el 34,4% lo destinó o destinará a consumo corriente“.

Del total de ventas, la modalidad online creció 1,8% anual y en locales físicos descendió 4,1%.

Gráfico: CAME

“Solo un 28,8% de los comercios relevados percibe que el clima de consumo mejoró, pero hay un 86,1% que espera que las ventas mejoren en los próximos tres meses”, precisó la CAME.

Los datos surgen de la medición en base a 1.100 comercios de todo el país relevados entre el miércoles 29 de enero y el sábado 1 de febrero por un equipo de 27 encuestadores localizados en todas las capitales del país, incluido el Gran Buenos Aires y la Capital Federal.

En el caso del comercio electrónico, crecieron 6 de los 12 sectores relevados en la comparación anual y uno se mantuvo sin cambio, mientras que en la venta física, cayeron todos los rubros medidos.

En el primer mes del año, las menores bajas en la comparación anual ocurrieron en Alimentos y Bebidas (-2,5%), Muebles, decoración y textiles para el hogar (-0,4%), e Indumentaria (-2,7%).

Las bajas más fuertes en el mismo período de comparación (enero 2020 – enero 2019), se dieron en Bijouterie, relojerías y joyerías (-9,5%) y Ferreterías, materiales eléctricos y para la construcción (-8,4%).

“Como dato positivo, las expectativas de los empresarios tuvieron una leve mejora, y el 86,1% espera que en los próximos tres meses las ventas se mantengan en los niveles actuales (49,6%) o suban (39,5%). Solo un 13,9% de las empresas consultadas considera que pueden seguir cayendo”, sostuvo la CAME.

Según la encuesta, en enero los comercios recibieron la mercadería de sus proveedores con un aumento promedio de 12,4% en el caso de los productos importados y de 10,2% en los nacionales.

Los mayores incrementos se dieron en Indumentaria, con una suba mensual de 16,2% en el caso de los productos importados y 14,8% en los nacionales.


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Los concesionarios dicen que este año se venderán sólo 342 mil autos en la Argentina

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En junio próximo, el mercado automotor argentino cumplirá dos años de crisis ininterrumpida. Desde junio de 2018, los patentamientos de autos vienen con números negativos y en caída libre.

El viernes pasado se conocieron las cifras de patentamientos de enero de 2020, que registraron el peor ejercicio en los últimos 16 años.

Los concesionarios agrupados en Acara difundieron un comunicado (leer completo abajo) donde alertan que, con esta tendencia, el mercado 2020 apenas llegaría a las 342.240 unidades. Es una cifra aún más baja que las 460 mil registradas en el 2019. Y sería el peor ejercicio desde el año 2004, cuando se patentaron sólo 288.527 unidades.

Desde Acara reclamaron “medidas urgentes” al Gobierno y alertaron sobre cómo afectará este derrumbe a la recaudación impositiva.

Los patentamientos de enero alcanzaron un nivel de derrumbe que nadie preveía. Estas cifras proyectadas permitirían imaginar un año de 342.240 unidades, respecto de las 460.000 de 2019, lo que afectaría la recaudación tributaria en 1.166 millones de dólares.

La Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (ACARA) informa que el número de vehículos patentados durante enero de 2020 ascendió a 44.717 unidades, un 109 % más que el nivel alcanzado en diciembre pasado, mes en el que se habían registrados 21.346, y un 25,62% menos en la comparación interanual, ya que en enero de 2019 se habían patentado 60.108 unidades. Con estos indicadores la proyección anual arrojaría 342.240 unidades, bastante menos que las 460.000 del 2019.

Ricardo Salomé, Presidente de ACARA expresó: “ninguna proyección preveía este nivel de derrumbe del sector. Necesitamos medidas urgentes para poder corregir estas cifras, porque si se mantienen durante el año, afectarían también la recaudación tributaria en 1.166 millones de dólares. Se está trabajando fuertemente con las autoridades para lograr medidas de financiación para quebrar esta tendencia y para que la baja del mercado no sea irreversible. Si logramos recomponer la macroeconomía, una reprogramación sustentable de la deuda, una baja de las tasas y le sumamos medidas de incentivación al sector, cambiarían radicalmente las expectativas. Necesitamos volver a un círculo virtuoso que hace mas de 3 años que no sucede”.

Por su parte, el Secretario General de ACARA, Ruben Beato, sostuvo: “la distorsión de precios del año 2019 y la de enero de 2020, con un incremento promedio en los vehículos del 90 %, versus la suba en los salarios, que fue considerablemente menor, produjeron un desfasaje muy importante y cuya consecuencia más inmediata fue disminuir el poder de compra de vehículos de los argentinos. También es necesario tomar todas las medidas necesarias para cuidar los 75.000 empleos de nuestro sector y las mas de 1.000 concesionarias Pymes de empresarios nacionales, importantísimos dentro del tejido social del país”.


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