El intercambio comercial entre Argentina y Brasil cerró abril con un déficit de 625 millones de dólares para el país, el más elevado desde agosto del año pasado. Se trata del noveno mes consecutivo en rojo para la balanza bilateral, y contrasta con el superávit de 116 millones de dólares que Argentina había logrado en el mismo mes de 2024.
El comercio total entre ambos países —es decir, la suma de exportaciones e importaciones— ascendió a 2.568 millones de dólares, lo que implicó un incremento interanual del 11%. Sin embargo, el saldo comercial acumulado en el primer cuatrimestre de 2025 fue negativo en 1.892 millones de dólares, marcando una reversión significativa frente al leve superávit de 35 millones registrado en igual período de 2024.
Importaciones en alza, exportaciones en retroceso
El deterioro del saldo bilateral obedece principalmente al fuerte aumento de las importaciones argentinas desde Brasil, que totalizaron 1.597 millones de dólares en abril (+45,2% interanual). Al mismo tiempo, las exportaciones argentinas cayeron un 20%, alcanzando los 972 millones de dólares.
El mayor impulso importador provino del sector automotriz, que explicó el 76% del incremento de las compras. En particular, se dispararon las importaciones de vehículos automotores de pasajeros (+164% interanual, hasta 385,5 M USD), vehículos de carga (+343%, a 108,3 M USD) y vehículos de carretera (+370%, a 72 M USD). También aumentaron los motores de pistón y sus partes (+33,6%, a 37,4 M USD) y, en menor medida, las partes y accesorios de vehículos (+4,9%, a 146,2 M USD).
El dinamismo de este sector se vincula con la normalización del comercio exterior tras las restricciones de 2024, la recuperación del mercado interno y un abaratamiento relativo de las importaciones.
También se destacaron subas en las compras de soja (+290,9%, a 30,1 M USD) y de energía eléctrica (+169,8%, a 34,1 M USD), aunque hubo caídas relevantes en combustibles (aceites de petróleo -84,8%, a 5,5 M USD), mineral de hierro (-74,9%, a 8,8 M USD) y productos metalmecánicos como tubos y perfiles (-75,5%, a 1,5 M USD).
Exportaciones golpeadas por la caída energética
Las exportaciones argentinas a Brasil se redujeron en 20% interanual en abril, lo que representó una baja de 243 millones de dólares. Fue el segundo mes consecutivo de caída, tras casi un año de crecimiento sostenido, y la peor desde febrero de 2024.
El sector energético explicó el 73% de la caída total. Las ventas de crudo prácticamente desaparecieron (-99,5%, a solo 0,8 M USD desde 154,5 M USD en abril de 2024), mientras que las de gas licuado (GLP) cayeron un 66,9%, a 13 M USD.
En el segmento automotor, el comportamiento fue mixto: aumentaron las exportaciones de vehículos de carga (+50,8%, a 244,9 M USD) y de motores (+6,7%, a 32,8 M USD), pero cayeron los vehículos de pasajeros (-12,4%, a 185,7 M USD).
La caída del agro también pesó: se redujeron las ventas de trigo y centeno sin moler (-7,2%, a 63 M USD), de cebada sin moler (-51,5%, a 19,5 M USD) y de productos hortícolas (-47,7%, a 20,6 M USD). Esta merma agrícola explicó un 18% del retroceso total en las exportaciones.
Perspectivas 2025: déficit en expansión
Para el cierre de 2025 se proyecta una ampliación sustancial del déficit bilateral argentino con Brasil, que podría llegar a los 6.000 millones de dólares, desde los 308 millones registrados en 2024. La combinación de exportaciones estancadas e importaciones con crecimiento interanual de entre 35% y 40% empuja esta tendencia.
Desde Brasil, la desaceleración del crecimiento económico (de 3,5% en 2024 a un estimado 2% este año), la inflación persistente, la suba de tasas (de 12,25% a 15%) y una política fiscal más austera podrían limitar la demanda de productos argentinos. En contraposición, la estabilidad del real —entre 5,7 y 5,9 por dólar— no introduciría grandes cambios en la competitividad bilateral.
En el caso argentino, el principal factor será la recuperación del nivel de actividad tras dos años recesivos. Se espera un crecimiento del PBI de 5,5% en 2025, lo que impulsará la demanda de importaciones. A esto se suma el nuevo esquema cambiario acordado con el FMI, que establece un tipo de cambio de referencia de $1.200, con bandas de intervención entre $1.000 y $1.400 por dólar, lo que podría aportar cierta competitividad sin alterar drásticamente los flujos.