Cecilia Nahón: “Trump y Macri tienen notables paralelismos”
Por Martín Astarita. La última embajadora en los Estados Unidos de la presidencia de Cristina Kirchner, Cecilia Nahón, aseguró hoy que Mauricio Macri y Donald Trump “tienen muchas similitudes”, en particular por el origen empresarial y por su estrategia de presentarse como outsiders de la política, pero sostuvo que el mandatario norteamericano, al menos “intenta cumplir” con sus promesas de campaña, mientras que, en el caso el argentino, “la estafa es prácticamente total”. En diálogo con El País Digital, la economista y profesora de la American University analizó los alcances del encuentro que ambos jefes de Estado mantendrán mañana y el futuro de la relación entre Argentina y los Estados Unidos.
El presidente Macri será recibido mañana por Trump. ¿Cómo llegan ambos mandatarios a este encuentro?
Creo que Macri y Trump llegan a esta cumbre con notables paralelismos entre sí. Tienen un origen en común como empresarios, millonarios y los dos eligieron conformar sus gabinetes con numerosos CEOs. Ambos están enfrentando también escándalos por conflictos de intereses, en los que sus negocios privados se cruzan peligrosamente con la conducción del Estado. Otra similitud es que impulsan, con matices, políticas de tinte xenófobo, y esto incluso le valió a Macri un duro cuestionamiento por parte del New York Times. Por supuesto que entre ellos existen también importantes diferencias, especialmente porque Macri es un ferviente creyente en la globalización neoliberal, mientras que Trump ha sido un crítico. Esto se refleja en materia comercial: Trump dice defender con uñas y dientes su gigantesco mercado interno, mientras que Macri remata el nuestro.
Los dos tienen dificultades para cumplir con sus promesas de campaña. En pocos días se cumplen 100 días desde la asunción de Trump y las encuestas no le son muy favorables.
Efectivamente. Trump creó muchas expectativas respecto de sus primeros 100 días de gobierno, una marca emblemática en Estados Unidos. Al igual que Macri, Trump hizo en la campaña promesas grandilocuentes, comprometiéndose a tener logros rápidos y, al igual que Macri, está fallando en cumplir sus promesas. Yo haría una pequeña distinción: a Trump hay que reconocerle que ha cumplido, o intentado cumplir, con algunas de sus promesas, mientras que, en el caso de Macri, la estafa es prácticamente total. Más allá de eso, se estima que Trump tiene alrededor de 42% de aprobación, el nivel histórico más bajo desde que se hace esta medición a los 100 días, aunque es cierto que el 84% de los republicanos y su base de apoyo está mayormente satisfecha. En esto hay otra similitud, porque Macri también busca apoyarse cada vez más en su núcleo duro y apuesta a la polarización, en base a demonizar a sus oponentes. También tienen en común que ambos se presentaron en campaña como outsiders, que venían a renovar el sistema y a hacerlo trabajar para “la gente”, y en verdad están haciendo lo contrario.
¿Qué se puede esperar para la Argentina de este encuentro entre Macri y Trump?
Ojalá el presidente Macri pudiera aprovechar este encuentro, no para su ansiada foto en la Oficina Oval, sino para mejorar de manera significativa las condiciones de acceso de Argentina al mercado de Estados Unidos y para atraer inversiones productivas. Por ejemplo, además de las promesas incumplidas sobre carnes y limones, sumado a las amenazas actuales de bloquear el acceso a nuestro biodiesel, tenemos un déficit comercial de alrededor de 4000 millones de dólares anuales. Me pregunto si Macri va a tener la vocación de plantear a Trump estas cuestiones como centrales en el vínculo con los Estados Unidos.
Lamentablemente, las señales que da el gobierno argentino van en la dirección opuesta. Desde que asumió, Macri ha planteado un brusco giro en la política exterior, basado en un alineamiento con Estados Unidos y el G7, con una marcada subordinación, relegando a los países de la región y, más en general, a las economías emergentes, con las que la Argentina tiene una amplia convergencia de intereses. Con este viaje, Macri parece querer reafirmar esta orientación de su política exterior y, de alguna manera, reeditar con los Estados Unidos de Trump una conexión que había quedado dañada tras el desacierto de haber apoyado a Hillary Clinton.
¿Es redituable esa estrategia de inserción internacional?
Es una estrategia ingenua y anacrónica en un mundo multipolar como el actual. La política de congraciarse obedientemente con Estados Unidos nunca ha derramado, a lo largo de la historia, un bienestar para el pueblo argentino. Es una visión “aspiracional” y en exceso ideologizada de la política exterior: como si estar muy cerca de la principal potencia nos trajera beneficios por ósmosis.
Esto no significa que Argentina no tenga que tener una vinculación con Estados Unidos y una cooperación en áreas de interés, pero sobre la base de una agenda construida por el interés mutuo. Por experiencia propia, te digo que Estados Unidos es un negociador muy duro y que usa todas las herramientas (seducción, presión) para avanzar en sus propios intereses. Por eso es clave estar bien plantado y tener una estrategia clara, lo contrario de lo que exhibe Macri.
Más aún con un presidente como Trump.
Efectivamente, en lugar de avanzar en una agenda común, se adopta una estrategia de subordinación frente a un presidente como Trump, que justamente ha hecho de la defensa de sus propios intereses nacionales un culto (“America first”).
Además, no podemos ignorar que Trump ha despreciado y maltratado hasta el hartazgo a los inmigrantes, especialmente a los latinos. No es un presidente estadounidense cualquiera. En estos días, Trump reafirmó por Twitter su intención de construir el muro en la frontera sur y que México lo pague de una u otra forma. Es también cada vez más abiertamente belicista y militarista en su política exterior, por lo cual una relación tan estrecha entraña riesgos y contradicciones adicionales para la Argentina.
Enfrentamos también el riesgo de que se busque reeditar el ALCA, tal vez bajo una estrategia de negociaciones distinta. Significaría ir contra toda las evidencias históricas, que indican que un acuerdo de libre comercio con un país avanzado genera una gran destrucción de las capacidades productivas domésticas y, por ende, no es conveniente.
Parece todo un símbolo que Macri haya participado de la inauguración de una planta productiva de Techint en Estados Unidos.
Sí, es una suerte de sincericidio de cuál es la política exterior de Macri. Habla por sí mismo ese hecho: se privilegian las empresas transnacionales, el capital más concentrado, los organismos financieros, los fondos especulativos, y no el desarrollo productivo, que es lo que nuestro país necesita, más aún en un mundo tan inestable y en transformación, en el que la multipolaridad es la regla.
Más allá de los temas económicos, existe una agenda amplia en temas de cooperación militar, como por ejemplo la lucha contra el terrorismo.
Desde la asunción de Macri, se firmaron acuerdos con Estados Unidos en prácticamente todos los planos, también en los que mencionás, en donde Argentina adoptó la agenda del gobierno de Estados Unidos. Por supuesto que la Argentina condena y rechaza el terrorismo, además fuimos víctimas de dos ataques en nuestro territorio, pero me parece que, con la estrategia actual de alianzas en materia de política exterior tenemos riesgos de quedar comprometidos en un tablero internacional, geopolítico, que nos excede. Algo similar a lo que ocurrió en los noventa. Tenemos que evitar entrar en un “juego” que no es el nuestro, que nos expone innecesariamente, en un mundo en guerra y con conflictos muy serios. Recordemos que en 2013, en la Cumbre de la CELAC en Cuba, América Latina y el Caribe fueron declaradas zonas de paz.
El encuentro Trump-Macri se da en un contexto en el que la Argentina no tiene embajador en Estados Unidos, tras la renuncia de Lousteau. ¿Puede influir en algo en la reunión?
Sin dudas no es conveniente llegar así a una reunión de este tipo. Muestra improvisación y cierta irresponsabilidad por parte de Macri y del exembajador. Terminaron jugando una interna política justamente con aquella Embajada que el propio gobierno considera vital.
¿Cuáles pueden ser los temas de la reunión?
Todo parece indicar que Trump impuso la agenda del encuentro. Como dije, hasta ahora, Macri no fue capaz de articular una estrategia y objetivos, al menos de manera pública, sobre qué busca con su visita. El vocero de Trump informó los temas que se van a tratar: seguridad, Venezuela, cuestiones comerciales. Más aún, según la CNN, el gobierno de Macri desistió de condecorar al presidente Carter por su contribución a los derechos humanos a pedido del gobierno de Trump. Si esto fuera así, sería otro ejemplo ilustrativo de subordinación.
¿Puede haber novedades con el reingreso al Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) de Estados Unidos?
Sin duda, la Argentina merece que se lo acepte de nuevo en este sistema preferencial, porque fue excluido en 2012 por las deudas pendientes con el CIADI y el Club de París, ambas resueltas en 2014. De todas maneras, no hay que comprar pescado podrido. Al momento de ser excluidos, el SGP representaba un beneficio directo para el país de 21 millones de dólares por año. Es relevante para algunas economías regionales, pero es un beneficio acotado.
¿Cuál es la visión de Trump hacia América Latina? Algunos especulaban con que su política exterior, en general, sería más aislacionista, pero los últimos hechos (bombardeo a Siria, por ejemplo) parecen cancelar esas expectativas.
Creo que aquellos que caracterizaban a Trump como poco intervencionista y más aislacionista se comieron la curva. Trump ha dado muestras sobradas de su intervencionismo en el mundo, en algunos casos a niveles superiores respecto de sus predecesores. Se manifestó a favor de Le Pen en Francia, su secretario de Seguridad Interior se expresó en contra de López Obrador en México, bombardearon Afganistán y Siria sin pasar por la ONU, reafirmaron la alianza con la OTAN.
Creo que estamos frente a un Estados Unidos más unilateral, lo que también aplica para su política hacia nuestra región. Es interesante notar que los dos directores para Asuntos Hemisféricos de la Casa Blanca (el primero, que ya renunció, y el actual, Rick Waddell) son exmilitares (Waddell es un general de dos estrellas). Creo que el gobierno de Trump piensa en términos muy militares: amigos-enemigos, factores de riesgo y de amenaza. No ve a los países de América Latina como socios potenciales en un marco de pleno respeto de soberanía. Lo estamos viendo con Venezuela.
¿Trump ve a Macri como un líder regional?
Trump busca tener un interlocutor privilegiado en la región, y qué mejor que un viejo conocido, empresario como él, que está ansioso por ponerse ese traje. Creo que, igual, a Macri el traje de líder latinoamericano le queda muy grande, porque después de 17 meses de gobierno, lo que ha generado en la Argentina es un gran retroceso, en términos económicos, sociales y de derechos humanos, por más que hoy lo aplaudan en Washington.
Washington siempre opera ensalzando a ciertos países y mandatarios (y denostando a otros) según fluctúan sus intereses. De la región, hace poco el país de moda era Brasil, luego Colombia. Ahora se apuesta a Argentina como el nuevo niño mimado. El perfil y la vocación de Macri calzan muy bien con esta aspiración de Trump de encontrar un referente en la región, un alfil. Lo que es preocupante es que esta alianza es a expensas de la integración regional, lo que nos debilita tanto políticamente como en términos económicos y comerciales. Hoy, más que nunca, necesitamos jerarquizar la integración con América Latina toda.