La batería que podría poner fin a la era de la gasolina

Siyu Huang y su empresa han estado trabajando en una nueva batería que podría cambiar la forma en que los consumidores ven a los vehículos eléctricos, dar a EE. UU. y Europa una ventaja sobre China y ayudar a salvar el planeta.

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Por Jack Ewing, New York Times. Jack Ewing fue el primer reportero que se subió a un coche de pruebas con las nuevas baterías de estado sólido de Factorial en una pista de pruebas de Mercedes-Benz cerca de Stuttgart, Alemania. Un día helado de principios de enero, mientras trabajaba en su oficina de Billerica, un suburbio de Boston, Massachusetts, Siyu Huang recibió un mensaje de texto de dos palabras.

“Ruedas girando”, decía. Un breve video que acompañaba al mensaje mostraba un coche sobre rodillos en un centro de pruebas.

Para el ojo inexperto, ese video no tendría nada destacable. El auto podria estar siendo sometido a una prueba de emisiones en un taller de Connecticut (salvo que no tenía tubo de escape). Pero para Huang, directora ejecutiva de Factorial Energy, el video era un hito en una búsqueda a la que ya había dedicado una década de su vida.

Huang junto con su marido, Alex Yu, y sus empleados en Factorial, habían trabajado en un nuevo tipo de batería para vehículos eléctricos, conocida como de estado sólido, que podría revolucionar la industria automovilística en pocos años, siempre y cuando se lograra superar un número desalentador de desafíos técnicos.

Para Huang y su empresa, la batería podría cambiar la manera en que los consumidores ven a los vehículos eléctricos, darles a Estados Unidos y Europa una ventaja sobre China y ayudar a salvar el planeta.

Factorial es una de las decenas de empresas que están tratando de inventar baterías que puedan cargarse más rápido, llegar más lejos y hacer que los coches eléctricos sean más baratos y cómodos que los de gasolina. El transporte es la mayor fuente de gases de efecto invernadero producidos por los seres humanos, y los vehículos eléctricos podrían ser un arma potente contra el cambio climático y la contaminación atmosférica urbana.

El video que llegó al teléfono de Huang había sido enviado por Uwe Keller, jefe de desarrollo de baterías de Mercedes-Benz, quien apoyó la investigación de Factorial con dinero y conocimientos.

El breve clip, que mostraba un sedán Mercedes en un laboratorio de investigación cerca de Stuttgart, Alemania, revelaba que la empresa había instalado la batería de Factorial en un coche, y que había logrado que las ruedas se movieran.

La prueba fue un importante avance en un trayecto que comenzó cuando Huang y Yu todavía eran estudiantes de posgrado en la Universidad de Cornell. Hasta ese momento, todo su trabajo se había desarrollado en laboratorios. A Huang le entusiasmaba que su invento saliera al mundo.

Pero aún quedaba un largo camino por recorrer. El Mercedes con batería Factorial aún no había salido a recorrer un camino, y ese era el único lugar donde esta tecnología realmente importaba.

Muchas empresas emergentes han desarrollado prototipos de baterías de estado sólido, pero ningún fabricante de autos estadounidense o europeo ha instalado una en un vehículo de producción para demostrar que esta tecnología puede sobrevivir a las sacudidas, las vibraciones y la humedad de las calles. O, si alguien lo ha hecho, lo ha mantenido en secreto.

A fines de 2023, Keller, un veterano ingeniero de Mercedes, le propuso a Huang que lo intentaran.

“Somos gente de coches”, dijo Keller más tarde. “Creemos en las cosas que de verdad se mueven”.

Huang destaca dentro de un nicho dominado por hombres de Silicon Valley. Algunos presumen sus semanas laborales de 100 horas; ella cree en los beneficios de dormir bien. “Tener la mente clara para tomar la decisión correcta es más importante que la cantidad de horas que trabajas”, dijo.

Es accesible y se ríe con facilidad, pero también proyecta determinación. Trabaja en una oficina de decoración austera en Billerica, con vista a un bosque atravesado por líneas eléctricas. El mobiliario incluye un sencillo librero negro con unos cuantos volúmenes técnicos que heredó de un inquilino anterior. En la pared cuelgan sus diplomas de Cornell: un doctorado en química y una maestría en administración de empresas.

Huang creció en Nankín, China, donde participó en un programa de educación primaria en el que tenía que recopilar datos medioambientales. El programa le inculcó el interés por la química y la conciencia sobre las emisiones vehiculares y la contaminación industrial que envenenaban el aire de Nankín. Recuerda que se dio cuenta de que “necesitamos crear un planeta más sano para los seres humanos”.

En un dormitorio de la Universidad de Xiamen, en la costa meridional de China, donde estudiaba química, vio un anuncio de un programa de intercambio sueco. Después de pasar dos años ahí, ella y Alex, a quien conocía desde que eran estudiantes en China, fueron aceptados en programas de doctorado del departamento de química de Cornell. En 2009 llegó a Ithaca, Nueva York, con 3000 dólares que había logrado ahorrar de su beca sueca. Hoy ambos son ciudadanos estadounidenses.

Eran estudiantes estrella, comentó Héctor Abruña, un profesor de Cornell conocido por sus investigaciones en electroquímica. Aún conserva en el librero de su despacho una foto donde está con Yu y Huang en sus togas de graduación.

Con una idea que surgió en el laboratorio de Abruña y algo de capital inicial del estado de Nueva York, Yu y Huang fundaron la empresa que más tarde se convertiría en Factorial mientras ella aún estaba terminando sus estudios de negocios.

“Son extremadamente dedicados y extremadamente brillantes”, afirmó Abruña, quien sigue asesorando a Factorial. “Directos. Cero tonterías”.

Yu ahora es director de tecnología de Factorial. La empresa es, en ese sentido, una operación familiar. Huang es reservada en cuanto a su vida privada; ni siquiera quiere decir cuántos hijos tienen.

Al principio, la empresa estaba enfocada en mejorar los materiales que permiten que las baterías almacenen energía. Eso cambió cuando Mercedes invirtió en Factorial en 2021. Mercedes buscaba un salto tecnológico mayor y animó a Factorial a dedicarse al estado sólido.

La tecnología tiene ese nombre porque elimina la mezcla química líquida, conocida como electrolito, que ayuda a transportar los iones cargados de energía dentro de una batería. Los electrolitos líquidos son muy inflamables. Sustituirlos por un electrolito sólido o gelatinoso hace que las pilas sean más seguras.

Una batería que no se sobrecalienta puede cargarse más rápidamente; quizá en el tiempo que toma llenar un coche de gasolina. Y las baterías de estado sólido almacenan más energía en menos espacio, reduciendo el peso y aumentando la autonomía.

Sin embargo, las baterías de estado sólido tienen un gran inconveniente que explica por qué, en la actualidad, uno no puede comprar un coche que tenga una: las celdas de estas baterías son más propensas a desarrollar irregularidades que provocan cortocircuitos. A la empresa que logre superar este problema y desarrolle una batería duradera, segura y razonablemente fácil de fabricar le esperan enormes riquezas.

A pesar de las evidentes diferencias entre Factorial y Mercedes —la primera tiene poco más de 100 empleados; la segunda, 175.000—, el estilo de trabajo de Huang encajaba con la cultura de Mercedes y sus raíces en Suabia, la región que rodea Stuttgart, donde la gente es conocida por su enfoque directo y discreto.

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