A dos años de la muerte de Geniolito, la música despidió con honores a uno de los suyos

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Por Hernán Calogeropulos. El museo Anibal Cambas de Posadas se vistió de gala para homenajear a un personaje icónico de la cultura misionera: el cacique guaraní Lorenzo Benitez “Geniolito”.

El evento fue organizado por la Fundación Eduardo Zbikoski y contó con familiares de Geniolito y el aporte musical de Rulo Grabovieski, Los Encina y Fabián Meza.

En el emotivo evento se visualizaron varios videos con testimonios y entrevistas donde se reflejaba la vida y obra de Geniolito. Los videos se sucedían con intervenciones de los músicos. 

Al caer la noche del viernes se reprodujo un video en el que se veía a Geniolito ejecutando un tema musical con su violín y los músicos presentes se sumaron como una orquesta para acompañarlo. Esta combinación del pasado y el presente, de los que ya no están y los que los recuerdan en perfecta armonía, produjo un efecto sobre el auditorio lleno que estalló en aplausos, “sapucais”  y alguna que otra lágrima.

El encuentro también contó con una mesa grande con artesanías a la venta, hechas por hijos y nietos de Lorenzo, a los que el público podía acceder. 

Sobre Lorenzo Benitez

Nació en Paraguay el 5 de septiembre de 1949, único varón entre cinco hermanas mujeres.  Era cacique de la aldea Ivy Poty en San Ignacio.

En uno de los videos documentales, el propio Lorenzo contaba que de joven trabajaba en la tarefa para un patrón alemán (Ignacio Fogert). Según contaba él, hubo ocasiones en las que no quería trabajar y pedía geniol para el dolor de cabeza, volviéndose esto una costumbre cada vez que no tenía ganas de trabajar. Su patrón que intuyó la picardía comenzó a llamarlo “Geniolito”. Fue su patrón el que le obsequió su primer violín.

Tenía otros apodos: Caraí, como señor de su pueblo y Yaguareté porque le gustaba mucho comer carne.

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Aprendió a tocar el violín de un hombre que traía, según él, violines del Paraguay. Lorenzo observaba cómo templaba el violín y cómo lo ejecutaba y por imitación y repetición, de manera intuitiva, logró ejecutar con éxito este instrumento difícil de aprender hasta para músicos de escuela.

Geniolito solía venir a Posadas con frecuencia y tocar en espacios públicos, para “hacer unos pesos” para su comunidad. 

Encabezó el taller de violín, que formaba parte  del Programa de Promoción Social y Desarrollo Comunitario de la  Fundación Eduardo Zbikoski, donde tuvo la oportunidad de darles clases a sus propios nietos y otros miembros de su comunidad. En esta tarea lo acompañaba Martín Sánchez como Técnico en Música Popular, que daba un marco teórico a las clases y ayudaba a sistematizar la enseñanza, contó Sissi Fontana, quien lideró la organización.

En diálogo con Economis, Martín Sánchez señaló que Geniolito, “cada cosa que hacía tenía un por qué”. Por ejemplo, afinaba su violín de una manera particular, varios tonos por debajo de la afinación estándar, lo que permitía que las cuerdas le durarán mucho más tiempo. Quizá quien no está muy avezado en instrumentos y música no comprenda la complejidad que se despliega en este cambio tonal.

Para poder tocar en conjunto con otros músicos que utilizan la afinación estándar en 440, Geniolito hacía este transporte de manera intuitiva, cosa que lleva complejos cálculos a los músicos de orquesta. Además se fabricó su propio arco con madera de angico y unas cuerdas finas para que resistiera el clima de la selva, esto delataba su inteligencia. 

El violín es un instrumento sumamente delicado que puede afectar su sonoridad por el simple hecho de exponerse a la humedad. 

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Martín Sánchez también expresó “él siempre muy afinado tocaba, nunca lo escuché desafinar y a otros músicos de conservatorio si los escuché desafinar” … “y eso que él tenía su violín en condiciones extremas”. 

Cuando se le preguntó por el taller, cómo era Lorenzo en clases, Martín comentó que “muy responsable con las tareas”.

“Siempre llegaba a tiempo y se tomaba muy en serio el trabajo”. También añadió: “Yo me llevo de él la alegría que tenía siempre, nunca lo vi triste, nos veíamos tres veces por semana los últimos dos años que él vivió, y compartimos muchas horas y nunca lo vi triste, ni enojado tampoco, siempre una sonrisa, es lo que me queda de él”.

Fontana destacó que el homenaje “superó las expectativas”. En realidad, fueron dos eventos ya que por la mañana se inauguró su tumba. El viejo cacique falleció en plena pandemia y no tenía tumba en su memoria. “Se inauguró esa tumba, se la bendijo, la bendijo el padre Eugenio de San Ignacio, con la presencia de las autoridades de esa ciudad y tuvimos la alegría de que el nieto de Geniolito que aprendió en el taller de violín de la Fundación y que Geniolito dirigía, le dio su serenata en esa tumba”.

“El protagonista acá es Geniolito. Fue una producción importante, tratamos de traer un poco de la selva acá. También trajimos a la comunidad de Geniolito acá, están acá con nosotros ofreciendo sus artesanías. También hicimos una galería de fotos con fotografías de Liliana Soza y de algunos medios que nos cedieron gentilmente sus fotografías y algunas fotos nuestras, entonces creamos este ambiente”, explicó la representante de Zbikoski.

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