Alejandro Pegoraro

Director de Consultora Politikon Chaco

El impacto de la crisis en los ingresos de las familias misioneras

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No quedan dudas, mirando con el diario del lunes, que el golpe más fuerte del escenario inflacionario y recesivo de la economía nacional estuvo principalmente en el primer trimestre. Aún sin la certeza de cuándo se comenzará a sentir una posible recuperación, los embates más profundos se dieron justamente en los tres primeros meses que combinaron inflación en doble dígito, parate de la actividad, freno brusco del consumo y pérdida de empleos en importante magnitud. Una vez cerrado el primer trimestre no existió una recuperación como tal, pero algunos indicadores mostraron algo más de moderación respecto al inicio de año.

Por ello, es relevante analizar el impacto que todo eso produjo en las familias, en este caso, de Posadas, a partir de los datos que brindó esta semana el INDEC, que abrió los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares. Si bien estos microdatos permiten analizar una amplia gama de variables, nos detendremos particularmente en lo referido a los ingresos individuales y de las familias para determinar no solamente su evolución global sino también los desempeños según los diferentes estratos sociales y sus impactos sobre los niveles de pobreza. 

El ingreso promedio total familiar en Posadas, de acuerdo con estos datos de la EPH INDEC, rondó los $522.367, aunque como todo promedio, tiene extremos bien marcados. Tomando este valor promedio total, se observa que registra un descenso del 19,8% real en el período, menor al promedio del NEA cuya caída superó el 22%

Sin embargo, como toda crisis económica en la Argentina, los más afectados son los sectores de menores ingresos, una situación vinculada a la informalidad laboral, desocupación y dependencia de contención monetaria a través de programas sociales. 

Si observamos la evolución de los ingresos de las familias de Posadas por deciles, se evidencia una caída generalizada pero con mayor impacto en los sectores más postergados. 

El ingreso total familiar comprende, como el nombre indica, a la totalidad de los ingresos que tuvo una familia sean de origen laboral como no laboral (pensiones, rentas, programas sociales, etc.). 

Ahora sí, retomando la línea anterior, viendo los extremos en Posadas, en el decil 1, que representa a la población con la condición socioeconómica más vulnerable, la caída de los ingresos totales familiares fue del 23,1%, mientras que en el decil 10, la de personas de mayores ingresos, el descenso fue “solo” del 13,8%. 

Los deciles 1 a 4 conforman lo que se conoce como el Estrato Bajo. En Posadas, los ingresos totales familiares del decil 1, sufrieron una caída del 23,1% real interanual al primer trimestre; los del decil 2, de 26,6%; los del decil 3, de 24,5% y los del decil 4, de 24,6%. 

De esta forma, el agrupado del Estrato Bajo exhibe una merma de ingresos totales familiares del 24,8% real en los primeros tres meses del año. 

Los deciles 5 y 6 conforman el Estrato Medio Bajo y sufrieron descensos similares: los del decil 5,23,5% y los de decil 6, 24,0%. En promedio, el Estrato Medio Bajo registró una baja de los ingresos totales familiares del 23,8%, es decir, levemente por debajo de la caída del Estrato Bajo. 

Por su parte, los deciles 7 y 8 son los denominados de Estrato Medio Alto y las bajas fueron algo más moderadas en el decil 7 (-21,1%) pero más fuertes en el decil 8 (-25,5%). Así, el Estrato Medio Alto registró una merma consolidada del 23,6%, levemente por debajo de los dos anteriores.

Finalmente, los deciles 9 y 10 son los que conforman el Estrato Alto y sufrieron caídas fuertes, pero muy menores a las de los anteriores. En el decil 9 la baja fue del -14,2% y en el decil 10 de -13,8%. Así, los ingresos familiares totales del Estrato Alto cayeron -14%, muy por debajo de los estratos previamente detallados. 

Estos datos confirman una situación que se observó históricamente en la Argentina: los sectores más acomodados resisten con mayor éxito los embates de una crisis profunda que mezcla recesión con inflación al tiempo que los sectores más vulnerables la sufren con más fuerza. De hecho, volviendo a lo detallado párrafos atrás, una buena parte de la baja inferior al 20% del ingreso total familiar de Posadas se explica por la disminución más moderada en los sectores más acomodados. 

En este marco, es fundamental identificar como los resultados antes detallados impactan en la estructura socioeconómica del aglomerado misionero. 

A partir del análisis de los microdatos de la EPH, se puede identificar que el 47% de las personas se catalogan como lo que comúnmente denominados “Clase Baja”, a partir justamente de la categorización de los ingresos. A su vez, el 28% entre en la categoría de Clase Media Baja; el 13% en Clase Media Alta y el 12% en Clase Alta. Si se compara esta estructura población respecto a la del primer trimestre del 2023, hay una clara y esperable desmejora: en aquel momento, las personas categorizadas como de ingresos bajos alcanzaban al 43% de la población; la media baja 23%, la media alta 18% y la alta 16%. 

Por ende, se observa un ensanchamiento de la población de bajos ingresos (de 43% a 47%); también de la media baja (de 23% al 28%) y un achicamiento de la media alta (18% a 13%) y de la alta (16% a 12%).

Ahora bien, no debe confundirse estrato o ingresos bajos con situación de pobreza, necesariamente, aunque vayan muy de la mano. Al ser una media de los ingresos totales familiares, afectan los extremos por un lado y, por otro, el tamaño de los hogares. No es lo mismo un hogar de clase media baja con ingresos cercanos a los $800 mil mensuales que tenga dos integrantes a uno con igual ingreso pero con cuatro o cinco integrantes. Los cálculos de costo de las canastas básicas contemplan, para su valoración, el tamaño del hogar, justamente para poder medir de manera efectiva si un hogar es o no pobre, en términos monetarios, aun pudiendo tener un ingreso similar. 

Pero así como no deben ser asimilados estrictamente, también dijimos que van de la mano. Los microdatos de la EPH permiten aproximarnos a una tasa de pobreza para el período. En este marco, INDEC mide pobreza e indigencia de manera semestral y no trimestral, entre otras cosas, para que no haya alteraciones de impactos de ingresos (por ejemplo, aguinaldo, que está presente en ambos semestres mientras que no lo estarían al medirlo por trimestre). Pero aun con eso se puede hacer una estimación, aclarando por supuesto estas particularidades.

Los microdatos de la EPH del primer trimestre 2024 nos permiten concluir que la tasa de pobreza en personas en el país estaría en torno al 55%, subiendo de manera muy importante respecto al cierre 2023, 41,7%, aunque ese dato es semestral. 

De acuerdo con cálculos propios, estimamos que en Posadas la pobreza se ubicaría en torno al 46%, poco menos de diez puntos por encima del registro del cierre del 2023. En el NEA, saltaría del 48,4% del 2023 al 59% según estimaciones propias. La diferencia en la evolución respecto al total país (cuyo salto sería de casi 15 puntos) se explica principalmente por la alta incidencia que tienen grandes centros urbanos sobre el total nacional (como el Gran Buenos Aires); en el NEA, por el fuerte peso de las tasas de pobreza del Gran Resistencia.

Posadas suele tener niveles de pobreza inferiores a los totales regional y nacional, como se observa sobre todo desde 2018 a la fecha. Según nuestras proyecciones, mantendría esa posición pero no evitaría dar un importante salto como ocurre en todo el país. El segundo trimestre podría moderar levemente el resultado final, aunque no consideramos que de manera demasiado significativa. En septiembre recién el INDEC dará a conocer los resultados para el primer semestre y allí podremos determinar con exactitud el impacto de la crisis actual sobre los hogares de la Argentina,

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¿Misiones ya tocó piso?

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En mayo, según los datos del INDEC, la actividad económica creció 1,3% mensual, la primera suba desde agosto pasado. Lejos de celebrar el dato, se podría más bien respirar algo de calma en un contexto recesivo muy profundo, pero sabiendo que la volatilidad propia nacional y las dudas sembradas sobre el programa económico de gobierno de las últimas semanas pueden volver a impactar sobre la actividad. En la agenda pública también se vieron volatilidades en términos de expectativas: primero se instaló la pregunta de hasta cuando la economía iba a caer, luego se comenzó a indagar sobre cómo sería la recuperación y bajo la forma de qué letra; después, la inquietud reinante era sobre si se tocó o no un piso. 

Es difícil hoy afirmar si el piso ya se tocó o no, principalmente cuando se analizan indicadores provinciales más que nacionales, ya que estos suelen tener mucha influencia de la zona núcleo del país sin que necesariamente repercutan hacia dentro del país. Federalismo fallido, podría decirse. 

Si bien todas las provincias sufren una coyuntura altamente complicada, hay impactos diferentes según variable analizada que surge de las particularidades propias de cada distrito. Esto se observa incluso en Misiones cuando mes a mes evaluamos el desempeño de diferentes indicadores de actividad, consumo, demanda agregada y demás.

Estos días se conoció que Misiones logró crecer, en términos mensuales, por segundo mes consecutivo en lo que respecto al empleo en la construcción. Ya en abril había crecido 3,9% y luego se incrementó 0,7% en mayo, sumando así 250 empleos recuperados en dos meses. Esta incipiente recuperación podría llevar a pensar que el piso de caída se terminó, pero si se lo analiza mes a mes y no año contra año. 

Veamos el proceso misionero en términos de empleo en la construcción. Tras sufrir fuertes embates por recesión y pandemia entre 2018 y 2020, el sector comenzó a recuperarse fuertemente en la provincia hasta alcanzar un pico de empleo en julio del 2022, superando los diez mil empleos. Luego, entre agosto de 2022 y septiembre de 2023, osciló entre los nueve mil y nueve mil quinientos en promedio, sosteniendo una relativa estabilidad. Es decir: recuperación en 2021, crecimiento en 2022, y estabilización en parte del 2023. Decimos en parte porque, en ese mismo año, comenzaron los problemas a partir del desgaste del programa económico de la gestión Fernández-Massa y la llegada de Milei. Esta combinación generó que Misiones pase de 9.900 empleos en mayo de 2023 a 6.500 en diciembre de ese mismo año. Más del 30% de los empleos se perdieron en apenas seis meses y el derrotero continuó hasta abril del 2024. 

Recuperar esos empleos perdidos llevará tiempo, sobre todo si se piensa en el contexto de recesión y más aún bajo el dogma libertario de no invertir en obra pública. Por ello, las ansiedades de la recuperación deben administrarse de modo tal de entender que la clave es seguir mejorando mes a mes, aunque sea leve. 

Por esto es que cobra relevancia el dato mencionado respecto al empleo en la construcción en Misiones: hay que comenzar (ya se hizo) y luego fortalecer (lo que debería seguir ahora) para que paulatinamente se pueda ir recuperando lo perdido. 

Tomando los volúmenes actuales de empleo en la construcción misionera, se necesita un crecimiento de casi el 60% para poder volver a los niveles promedio de la primera mitad del 2023, por lo que es casi seguro que seguiremos viendo fuertes caídas en las comparaciones interanuales pero la clave, insistimos, es ver la evolución mensual. Allí radicará la posible salida del pozo.

Igual situación se observa en el empleo registrado privado total de la provincia. Este indicador sufrió mermas mensuales entre octubre 2023 y febrero 2024, en línea con el total país, que llevaron el resultado interanual también a la baja. Pero se abrió un camino de optimismo entre marzo y abril con crecimientos, en un proceso similar al que se vio en la construcción: un mes de suba fuerte (en este caso, fue marzo con +2,7%) y otro de crecimiento leve (+0,1%) que colabora en el intento de sostener un proceso alcista, aunque el alza sea moderada. El desafío, en este punto, también es tratar de volver a los niveles del primer semestre del 2023: en aquel momento, había un promedio de 109 mil trabajadores registrados en la provincia; en los primeros cuatro meses del 2024, el promedio fue de 106 mil. 

¿Podría afirmarse que, en materia de empleo, Misiones ya tocó piso y comenzó a recuperar? Seguramente sea muy pronto para aseverar eso, pero el hecho de mostrar recuperación en dos meses consecutivos podría ilusionar a que sí se tocó piso, principalmente por el hecho de que son una minoría las provincias con esa característica. De hecho, la gran mayoría de distritos aún no logró crecer en materia de empleo desde diciembre a la fecha. 

Hasta acá lo relativo al empleo. ¿Qué pasa con el consumo? También esta semana vimos dos indicadores claves. En primer lugar, las ventas en supermercados (cabe aclarar, en los grandes) siguen su proceso de caída aunque se destaca que en mayo el descenso se moderó significativamente. De un -28% interanual promedio entre enero y abril pasó a -16% interanual en mayo y en junio podría moderarse un poco más la caída sobre todo por los impactos de aguinaldo y una estabilización en los precios de parte de la canasta básica. Ahora bien, más significativo aún, es que en términos mensuales las ventas en Misiones crecieron 20% real en mayo contra abril. Aquí naturalmente falta un dato clave sobre los que no se tienen números concretos: las ventas en pequeños comercios. Posiblemente una parte de la caída en grandes supermercados esté explicada por la migración del consumidor: no hacer grandes compras (mensuales o semanales) en esos establecimientos para pasar a comprar “para el día” en algún comercio de cercanía. 

El otro indicador vinculado al consumo tiene que ver con los combustibles, aunque aquí nos encontramos con un factor externo muy importante: la frontera. Las caídas interanuales son fuertes ya desde enero, justamente tras la devaluación que realizó el gobierno de Milei, que quitó atractivo en términos de precios (sumado a los aumentos) a los compradores del otro lado de la frontera. Si a eso le sumamos un problema estructural, vinculado al hecho de que el combustible del país es uno (sino el más) caro del país, la presión sobre la comercialización es fuerte. Aun con eso, se destaca un hecho: en la comparación mensual, este indicador creció tanto en mayo como en junio. Fueron subas leves, pero importantes para frenar el goteo. Volvemos a la misma situación: no se trata de querer ya mismo que volvamos a los niveles de, por lo menos, el 2023, ya que eso en este contexto es casi imposible de lograr de un mes al otro; lo verdaderamente relevante para pensar en un proceso de recuperación paulatina es mejorar estos indicadores mes a mes. 

Es difícil pensar que ya se tocó un piso, pero Misiones está mostrando leves intentos de recuperaciones que no se ven en la mayor parte del resto de las provincias. Profundizar y consolidar ese proceso será la clave para el mediano plazo.

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El RIGI y la seducción de la forestoindustria de Misiones

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Con la aprobación de la Ley Bases, que incluía el Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones (RIGI) se abrió una ventana de expectativas respecto al impacto de ese régimen en las economías regionales de la Argentina. Si bien el RIGI ha tenido grandes críticas en sus inicios, el texto final fue modificado en algunos aspectos sensibles y generó algo más de consenso en su articulado final. 

Naturalmente, luego de la sanción, hubo respaldo a ese régimen por parte de sectores que están incluidos en el esquema global del RIGI y que podrían así verse beneficiados por la llegada de inversiones. La foresto industria, sector emblema en el esquema productivo misionero, es uno de esos. En ese marco, desde el Consejo Foresto Industrial Argentino (Confiar) tienen optimismo al respecto y afirman que podrían llegar inversiones por más de USD 6.000 millones para el sector.

La presencia misionera en Confiar es muy significativa, ya que entre sus miembros hay cámaras, federaciones y empresas con arraigo misionero como ser Arauco, Apicofom, Papel Misionero y otras. Al ser Misiones uno de los principales actores de la foresto industria, resulta trascendental el papel de los protagonistas del sector. En ese marco, cabe preguntarse cuál es el peso de Misiones en la industria forestal y porque está posicionada como actor fuerte. 

Suelo: en Misiones está el 31% de los activos forestales del país, con una superficie de 396.486 hectáreas. Entre 2019 y 2023, tuvo una plantación promedio anual de 9.734 hectáreas y un aprovechamiento por 13.860 hectáreas. Además, en este mismo marco, Misiones es la provincia con la mayor reserva de carbono del país. Según datos oficiales, las plantaciones forestales de Misiones almacenan 23,2 millones de toneladas de carbono orgánico, el mayor volumen entre todas las provincias y el 33% del total nacional. 

Empleo: en 2023, en todo el país se registraron 107.585 empleos formales directos en la forestoindustria y Misiones concentra el 10% de ese total. Este dato cobra especial valor cuando se compara con el nivel total del empleo registrado: Misiones representa el 1,7% del mercado de trabajo formal privado del país, pero sube al 10% en el sector foresto industrial. En 2023, se contabilizó un promedio de 10.652 empleos formales directos en la foresto industria de Misiones, y exhibió un incremento respecto al 2019 del 3%. 

Hacia dentro del empleo sectorial, se observa que el empleo vinculado a silvicultura en Misiones abarcó en 2023 1.675 puestos de trabajo (22,6% del total país y 37% de la región del NEA) ubicándose como la provincia con el segundo mayor volumen de empleo en esa actividad particular de todo el país. 

En lo relativo a las actividades netamente industriales del sector, el empleo vinculado a elaboración de madera y derivados alcanzó en 2023 un total de 6.457 puestos en Misiones (+7% contra 2019), equivalente al 23% del total nacional y el 63% en el NEA pero, más importante aún, es la provincia con el mayor volumen de empleo de esta actividad en todo el país, superando en casi dos mil puestos de trabajo al Gran Buenos Aires (que tiene concentración industrial más allá del origen de la materia prima) y sacándole poco más de tres mil puestos de trabajo de diferencia a Corrientes, la principal provincia competidora en este sector. 

Continuando en el marco industrial pero referido esta vez a la elaboración de cartón, papel y derivados de la madera, Misiones registró 2.003 empleos en el año 2023 (+13% contra 2019), concentrando el 6% del total del empleo nacional y el 98% en el NEA. 

Si bien su participación nacional es menor, se entiende en el contexto de fuerte radicación industrial en la zona centro del país. En el ranking de provincias, igualmente, Misiones es el cuarto distrito con mayor volumen de empleo en esta actividad, solo por detrás de Buenos Aires, Santa Fe y CABA.

En lo relativo a la elaboración de muebles y otras piezas de madera, la participación misionera es inferior que en el resto de las actividades: 517 empleos en 2023 y concentra solo el 1,3% del país pero el 39,7% del NEA. 

Si agrupamos todas las actividades vinculadas a la foresto industria, vemos entonces un total de 10.652 empleos en Misiones que, como se detalló antes, representan el 58,4% de los empleos del sector en el NEA y el 10% del país, pero además, se posiciona como la tercera provincia con mayor empleo forestoindustrial de todo el país, solo detrás de provincia de Buenos Aires y CABA con la particularidad, en este último caso, de que concentra mayormente puestos administrativos y jerárquicos y no los productivos. 

En términos regionales, Misiones tiene, por ejemplo, casi el doble de empleo que Corrientes, que registró 5.476. Además, si se compara con 2019, el total del empleo directo en el sector creció 3% en Misiones.

Empresas: el último dato disponible para este indicador corresponde al 2022. En ese año, Misiones registró un total de 647 empresas dedicadas a la forestoindustria, que equivale al 43% del total del NEA y al 8% del total nacional, que le permite ser así la provincia con el cuarto mayor número de empresas foresto industriales en todo el país. Se destaca en este contexto que, de ese total provincial, las empresas dedicadas a la silvicultura son 203, el segundo mayor volumen de todo el país; y en elaboración de madera y derivados, se contabilizaron 385 empresas, siendo también el segundo mayor volumen de todo el país. 

Exportaciones: en 2023, el complejo forestal exportó por USD 626 millones y de ese total, USD 349 millones correspondieron a la región del NEA y Misiones participó de poco más de la mitad de ese total regional, mientras que Corrientes completa el saldo. Si se compara con el año 2019, las exportaciones totales del complejo forestal cayeron 9%, pero en el NEA se mantuvieron constantes (0%). Para el año 2024 se avizora una recuperación, principalmente en Misiones. De acuerdo obtenidos por el INDEC en exclusiva para Economis, las exportaciones del complejo forestal de Misiones, durante el primer semestre 2024, fueron por USD 46,5 millones exhibiendo un crecimiento fenomenal del 47,4% respecto al primer semestre del 2023. Diferente fue el caso correntino: exportó por USD 25,7 millones pero cayó 13,1% interanual. 

Si agrupamos potencialidades de suelo, fortaleza de la estructura laboral, vía empleo, y de la productividad vía empresas, y participación en el comercio exterior, las ventajas que tiene Misiones para fomentar y fortalecer su sector forestoindustrial son infinitas. Con el agregado al proyecto de la participación de proveedores locales (una de las más fuertes críticas que se hizo y que se logró reformas), la llegada de inversiones (extranjeras y nacionales) para este sector puede repercutir fuertemente en un crecimiento sostenido de los puestos de trabajo, mejoras en salarios y mayor volumen de exportaciones que colaboren en el equilibrio de la balanza comercial.

Misiones, tal y como se desprende de los datos citados anteriormente, es sin dudas una de las provincias protagonistas de la forestoindustria nacional, ubicándose en los primeros lugares tanto en volumen de empleo, de empresas y de capacidades exportables. 

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El debate sobre el ajuste ¿Las provincias gastan mucho?

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“La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno”. Así reza el punto 3 del Pacto de Mayo firmado días atrás entre el presidente y 18 gobernadores de la Argentina. El desafío es fuerte si se considera cuál es el punto de partida: actualmente el gasto público consolidado (Nación, Provincias y municipios) está en torno al 40% del PBI

El presidente Milei graficó esta situación de la siguiente manera: “Cada $10 que el argentino genera con el sudor de su frente, más de cuatro son consumidos por los Estados nacionales, provinciales y municipales. Y como la magia no existe, este exagerado gasto solo se puede financiar con impuestos que asfixian a nuestra economía, con inflación que pulveriza salarios e imposibilita el cálculo económico, o con deuda, que son impuestos a las generaciones futuras”.

Hasta ahí, seguramente muchos coincidiremos en que podría ser un objetivo deseable. Pero luego empiezan los problemas. Más adelante en su alocución, Milei dijo que “el gasto público desmedido es el centro de todos nuestros males”. Algo exagerado quizás, si se analiza lo malo desde la óptica de la cantidad y no de la eficiencia. Pero después es donde muestra la verdadera cara de su pedido: “El 44% del gasto del Estado de nuestro país corresponde a las provincias y los municipios. Por cada empleado del Estado nacional hay cinco empleados provinciales”. 

Ahondemos un poco en la cuestión del gasto público provincial, esta vez en términos de PBG. De arranque podemos ver que efectivamente el gasto es elevado y que existe cierto margen de readecuación del mismo. El debate que puede generar esta situación es si se requiere recorte o eficiencia. Las dos posturas tienen puntos válidos. Desde el retorno a la democracia hasta estos días, el gasto público consolidado tuvo fuertes incrementos explicados sobre varias cuestiones que no responden necesariamente y en todos los casos a una situación de superpoblación de agentes estatales o una actitud de gasto voraz motivado por interés propio de uno u otro gobierno. 

En 1983, el gasto público consolidado (Nación, Provincias y municipios), según el Ministerio de Economía de la Nación, estaba en torno al 26% del PIB. 

El 19% correspondía al Estado nacional, el 6% a las provincias y el 1% a los municipios. Diez años después, ya se ubicaba en el 32% con mayor peso de las provincias (pasó del 6% al 13%) y de municipios (del 1% al 3%) y una merma en la participación nacional (19% a 16%). Para 2003, el gasto público baja al 29% (16% Nación, 12% Provincias y 1% municipios) y para el 2013, alcanzó el 43% siendo 24% del Estado nacional, 16% de provincias y 3% de municipios. Finalmente, para el 2023, el gasto se ubica en torno al 39% del PIB (20% Nación, 16% Provincias y 3% municipios). 

Ahora bien, como dijimos anteriormente, en el medio pasaron cosas. La reforma constitucional de 1994 transfirió los servicios educativos, de salud y seguridad a las provincias, lo que requiere indefectiblemente de mayor gasto para cubrir esas erogaciones. Si vemos de punta a punta la serie histórica 1983 – 2023, el gasto provincial pasó del 6% al 16%, pero no debemos dejar pasar por alto que en ese período las provincias debieron comenzar a pagar sus docentes, sus médicos, sus policías. Además, muchas provincias comenzaron también a incrementar funciones sociales principalmente en momentos de crisis. Otro dato no menor es la función previsional, que sostuvo altos niveles de gasto en algunas provincias que no transfirieron sus cajas a la Nación -como Misiones- y las redujo en aquellas que sí lo hicieron, pero incrementando el gasto nacional, que se sumó a la nacionalización de las AFJP, entre otras cosas. Es decir, hay muchos factores que explican la suba del gasto que no son necesariamente la del hambre político voraz. 

Evaluamos el desempeño provincial y regional en este aspecto. El primer punto a destacar, altamente relevante, tiene que ver que las provincias del norte, en general, tienen niveles del gasto sobre sus PBG que son mayores en promedio al de provincias del centro. Aquí juegan dos cuestiones: productos más chicos, por un lado, y necesidad de alta presencia del Estado ante inequidades históricas, por el otro

En términos regionales, Misiones históricamente mostró un gasto público sobre el PBG menor al promedio regional. Entre 1983 y 1993, el gasto público misionero promedio fue del 16% del PBG contra el 16,3% del NEA; entre 1994 y 2003 creció al 21,0% en Misiones y al 22,3% en la región. Entre 2004 y 2013, el gasto misionero pasó al 28,4% y al 37,5% en el NEA y finalmente, entre 2014 y 2023 en Misiones fue del 37,2% y del 43,0% en el NEA. 

Si se compara en términos de crecimiento para cada período, se observa que entre 1983 y 2013 el gasto sobre el PBG creció menos en Misiones que en la región. El promedio 1994-2003 vs. 1983-1993 se incrementó en 5 p.p. Misiones contra 6,1 p.p. en la región y el promedio 2004-2013 vs. el anterior fue +7,3 p.p. en Misiones contra +15,1 p.p. del NEA. Pero el promedio 2014-2023 vs. el anterior tuvo una dirección opuesta: +8,8 p.p. en la provincia contra +5,6 p.p. en la región. Veamos el por qué.

Si se analiza el gasto en términos de finalidad y función, el gasto de Administración Gubernamental (que podría resumirse básicamente en el funcionamiento administrativo del Estado) era de 5% promedio del PBG entre 2004-2013 y pasó al 6,7% entre 2014 y 2023, un alza de 1,7 puntos porcentuales explicado principalmente por un robustecimiento de la estructura orgánica del Estado en respuesta a las nuevas demandas de la sociedad. Los servicios de seguridad, por su parte, pasaron del 1,6% al 2,9% del PBG que se explica por el fortalecimiento de la estructura policial, penitenciaria y relativos; los Servicios Económicos se mantuvieron relativamente estables en torno al 6% y los Servicios de Deuda Pública cayeron en términos del PBG: eran del 0,4% y pasaron al 0,2%, lo que grafica el avance del proceso de desendeudamiento provincial. 

Pero el punto clave acá está en los Servicios Sociales: entre 2004 y 2013 explicaban el 16% del PBG; para el 2014-2023, pasaron al 22,3%, un incremento de 6,3 p.p. que es el más importante entre las categorías detalladas. ¿En qué consistió esta suba? El gasto referido a la función Salud pasó del 2,1% al 4,1%, explicando así un fortalecimiento de la política sanitaria; en Educación, pasó del 7,9% al 10,6%, robusteciendo la política educativa; y la Seguridad Social pasó del 2,3% al 3,6%, ensanchado la política previsional sobre todo. 

Podemos entonces, a modo de resumen, destacar algunas cuestiones ya detalladas: el gasto público dirigido a deuda cayó; el gasto público de la política educativa creció, el de la política sanitaria creció, el de la política previsional creció, el de la política de seguridad creció. Estos crecimientos son lógicos y esperables desde el punto de vista de respuesta a las demandas ciudadanas. Podrán ser corregidos, no queda duda. Pero si el presidente de la Nación pide recortar el gasto provincial alegando que por cada empleado público nacional hay cinco provinciales, como base argumentativa de su postura, omite dos cosas: las escuelas, los hospitales y las comisarías tienen agentes públicos provinciales, por un lado; por el otro, la inversión en salud, en educación, en seguridad y en desarrollo integral, está en manos de las provincias también con alguna ayuda, a veces, del Estado nacional, pero con facultad primera en la provincia. 

Hablar entonces de recorte del gasto tan livianamente, siendo un tema que de hecho debe ser tratado y debatido, es no entender o no darle importancia a las obligaciones que son de los gobiernos provinciales. En la retórica libertaria, se puede bajar el gasto echando ñoquis, eliminando el financiamiento a los festivales culturales, eliminando pauta publicitaria y cerrando oficinas de gestión en los pueblos más chicos. No tienen idea que la realidad es mucho más compleja y que, incluso haciendo eso (suponiendo que tienen razón) el impacto sobre el gasto no llegaría siquiera al punto del producto. 

Aprovechando el análisis histórico del gasto y de PBG misionera, un punto que es importante (volver) a destacar. En 2003, el stock de deuda pública misionera equivalía al 58% del PBG; en 2023, al 1,7%. Esto también debe formar parte del análisis, sesgado, del gobierno nacional. 

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Un ladrillo en la pared: cómo la construcción puede generar empleo y crecimiento

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A lo largo de los años, el debate económico argentino tuvo al sector de la construcción como protagonista ante el consenso generalizado de que es en sí mismo, un actor altamente dinamizador de la demanda agregada. Históricamente se observó que no es el sector más empleador per se, pero en tiempos de recuperación y crecimiento, es el que tracciona a otros sectores que están altamente vinculados y conexos. 

En ese mismo escenario, la construcción fue también la más golpeada en cada época de crisis, no solo por el impacto sobre la inversión privada sino también por su limitante en el sector público ante la falta de financiamiento o recorte realizado. 

De esta forma, se ve como este sector a lo largo de la historia nacional traccionó el crecimiento en épocas de bonanzas pero también cayó en mayor medida cuando las crisis se fueron haciendo más fuertes. El punto común en esto es el rol del Estado, en sus diferentes niveles, que históricamente sirvió de locomotora para impulsar el crecimiento, liderando la inversión para movilizar la actividad y que ésta genere un círculo virtuoso de crecimiento. Aunque el Gobierno actual considere a la obra pública como un nido de corrupción (que seguramente la hubo), la realidad es mucho más compleja que los discursos: fue la construcción la que movilizó la base social y permitió el crecimiento de muchos otros sectores a lo largo de los años

El escenario actual en torno a este sector es altamente problemático. Justamente este pasado viernes el INDEC difundió los resultados del Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) que, en mayo, mostró una baja de 32,6% respecto a igual mes de 2023. 

Se trata del séptimo mes de caída consecutiva en la comparación interanual y el tercero por encima del -30%. De este modo, el acumulado de los cinco primeros meses de 2024 presenta una baja de 32,2% respecto a igual período de 2023. En ese mismo mes, los despachos de cemento cayeron 27,1% interanual y -30,4% acumulado

La construcción es, entonces, un reflejo de la situación recesiva de la economía nacional. Cumple con el comportamiento promedio histórico. Veamos que pasó y pasa en Misiones. 

A mediados de junio, la Provincia firmó convenios con el Estado nacional destinados a finalizar obras desarrolladas por la Nación que se encontraban inconclusas, entre los cuales se encuentran proyectos de obras viales, de agua y cloacas, programas de viviendas y construcción de escuelas. Tras esas firmas, a nivel provincia se puso en marcha una “Mesa permanente de la Construcción”, tras un encuentro entre el Gobierno y las principales cámaras empresarias para buscar mecanismos que permitan volver a poner en marcha al sector, donde el Gobierno misionero garantizó inyección de fondos propios y la gestión de mecanismos financieros para darle fluidez de caja a las empresas. 

¿Por qué la Provincia debió encarar estas acciones? Naturalmente, la crisis nacional global y particularmente en la construcción también arrastró a Misiones. El empleo, durante 2024, muestra caídas interanuales superiores al 40% en promedio. En abril de 2023 la provincia tenía casi 10 mil empleos registrados directos y en abril 2024 se contabilizaron poco más de 5.500. Las empresas en actividad eran 480 en abril de 2023 y pasaron a ser 364 en abril de este año

La inversión real directa del Estado nacional en ese mismo mes 2024 cayó 96%; las transferencias de capital, 100%. 

Como se puede observar, el sector está por el suelo y hasta ese momento, no había horizonte alguno de recuperación o, por lo menos, no había perspectiva de asistencia nacional y los esfuerzos financieros provinciales tienen su lógica limitación. Ahora bien, con las medidas tomadas tanto de índole vinculada a la Nación y a la dinámica provincial, se podría pensar en una recuperación que permita volver, por lo menos, a los niveles de actividad de mediados del 2023 como primer objetivo. 

Se estima que las reactivaciones de obras paralizadas podrían aportar cerca de cuatro mil empleos, lo que permitiría recuperar la pérdida del último año; lógicamente, esto también traería una recuperación en las empresas activas y en el círculo de derrame de la construcción. 

Ante esta perspectiva cabe analizar cómo se comportó la construcción en las últimas décadas, referido principalmente a los momentos de caída y recuperación. Así, podríamos simular un escenario probable de recuperación para los próximos meses en la provincia, en caso de cumplirse con las reactivaciones mencionadas. 

Vayamos atrás en el tiempo: 2001-2022. La fuerte crisis económica y social que estalló a finales del 2021 y los ajustes, salida de la Convertibilidad mediante, del 2022, generaron una profunda caída en la construcción. El empleo sectorial cayó 40% en Misiones y el global lo hizo en -5%. 

El PBG misionero cayó en 9% y la actividad de la construcción globalmente lo hizo en -15%. Se verifica entonces que en la construcción el golpe fue mucho más fuerte que en la actividad económica en general. 

Año 2003, inicia la recuperación. Realizados ya la gran mayoría de los ajustes en la política macroeconómica, sumado al viento de cola internacional, la Argentina comenzó a recuperar primero y crecer luego. La construcción en Misiones se hizo eco de eso: el empleo en ese año creció el 99,7%, muy por encima de la media regional (88,5%) y mucho más por encima del empleo global provincial (+17%). Lo mismo sucede con el producto: el PBG provincial creció el 15% y la actividad de la construcción creció 32%. 

Se vuelve a verificar la hipótesis inicial: la construcción, en épocas de crecimiento, colabora con una velocidad de alza superior. 

En los años siguientes continuó el alza en el sector que impulsó la economía local. En 2004, el empleo en la construcción creció al 12% vs. el 11% global provincial y la actividad lo hizo al 53% vs. el +14% del PBG provincial. 

En 2005, el empleo sectorial creció el 40% contra el 13% global; y el producto sectorial +10% vs. el 7% global. Recién en el 2006 se dio una situación inversa: la construcción (tanto en empleo como en actividad) siguió creciendo aunque en menor nivel que el global provincial. En 2007, por su parte, el empleo creció más en el total provincial que en el sector, pero el producto lo hizo a mayor velocidad en la construcción que en el global. 

Por ende, vemos un 2003-2007 con franco crecimiento que estuvo protagonizado mayormente por la construcción tanto en la generación de los puestos de trabajo como en la actividad. 

En términos de empleo, entre 2003 y 2007 el crecimiento en Misiones fue del 228% en la construcción y del 64% en el total provincial. En términos de actividad, la construcción creció en ese período 197% vs. 109% del producto total provincial. 

En 2008 se dio la primera crisis tras el 2001. El PBG misionero cayó ese año un 1%, pero la actividad de la construcción cayó un 13%; el empleo total provincial cayó también un 1% pero el sectorial lo hizo en -15%. Cuando en 2009 hay recuperación, es más fuerte en la construcción: +1% en empleo (vs. -5% total provincia) y +6% en actividad (vs. 0% en producto). Se vuelve a repetir la historia. 

La segunda crisis de la época CFK se dio en 2012. El PBG misionero cayó 1% y la actividad de la construcción -6%; el empleo provincial creció igualmente 1%, pero el sectorial cayó 7%. Al año siguiente, en 2013, el sector recupera nuevamente a mayor velocidad: +15% el empleo sectorial vs. +4% total; y +16% actividad vs. +5% PBG provincial. 

En estos años, se ven caídas y recuperaciones fuertes. Pero entre 2016 y 2017, primeros años de la presidencia de Mauricio Macri, no cambia la dinámica pero sí la intensidad. En 2015 el empleo en la construcción misionera cayó 28% vs -2% de empleo global; a nivel producto, -21% en construcción y -5% global. 

En 2017 se recuperó, pero a velocidad menor: el empleo creció sólo 4% en el sector y 2% en el total; y el producto +1% en cada caso. Si lo que sucedió en 2016 fue malo, lo que se venía después fue peor. 

Tanto el empleo y el producto, sectorial y global, mostraron fuertes caídas entre 2018 y 2020: crisis cambiaria, recesión, alta inflación y pandemia le dieron un golpe cercano al knock out a la construcción y a la economía en general. Si vemos el empleo, en Misiones las bajas en la construcción fueron de -9%, -11% y -24% respectivamente, mucho más fuerte que los descensos que se vieron a nivel global provincial (-1%, -2% y -4%). En términos de producto, igual escenario: la actividad del sector cayó -14%, -10% y -15% contra -2%, -2% y -3% en cada año mencionado. 

Pero como la historia lo marca: a cada gran caída, hay una fuerte recuperación. En 2021, el empleo sectorial creció 34% vs. el 12% global y en 2022 fue +15% vs. +4%. En términos de producto, la construcción creció 17% vs. 5% del global en 2021 y +29% vs. +7% en 2022. ¿Qué hubo en este tiempo? Un fuerte impulso del Estado, tanto del provincial como del nacional. 

En 2023, sin embargo, hubo una marcha atrás. Especialmente explicado por la escalada inflacionaria y el enfriamiento de la economía, la construcción terminó con una caída en el empleo del 24%. Peor aún fue el inicio del 2024: el primer trimestre culminó con una baja de 42,3% en los puestos de trabajo. Si se analiza el empleo sectorial trimestralmente desde 1996 a la fecha, esa caída es la segunda más fuerte de esos veintiocho años: solo fue superada por la del tercer trimestre 2002 con -43,6%. 

Si todo se da como parece, y la provincia logra que la Nación cumpla sus compromisos asumidos a la par que el gobierno misionero logra inyectar recursos y gestiones para movilizar el sector, podremos ver un nuevo rebote como lo marca la historia reciente. Sin embargo, es tan fuerte la caída, que se necesita que esa recuperación sea de una intensidad muy fuerte y sostenida en el tiempo, para que así la construcción vuelva a ser la gran dinamizadora de la economía local.

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