El 2024 tendrá la menor inversión nacional en Misiones en una década

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Para las provincias, este 2024 en términos de inversión nacional (y en otras tantas áreas) ya es un año perdido. En por lo menos los últimos diez años no se vio tamaña ausencia del Estado en lo relativo a la inversión nacional, situación que condenó a las provincias no solo a una profundización de las asimetrías entre las más y menos desarrolladas en materia de infraestructura, sino a una enorme destrucción del entramado productivo local. En muchos distritos, principalmente del norte, la construcción es un importante dinamizador de la economía local y con su caída, arrastra también a otros muchos sectores que están vinculados y ni hablar del impacto directo sobre el comercio local. 

Mucho se podría discutir respecto al rol del Estado nacional en la inversión pública: posiblemente nos encontremos con diferentes paradigmas que pongan sobre la mesa la necesidad de reevaluar la eficiencia de la inversión e incluso de la búsqueda de nuevos mecanismos de financiamiento. Pero lo cierto es que no hay desarrollo posible, y mucho menos cierre de brechas regionales, si el Estado nacional no está presente. 

Guste más o guste menos, nuestro fallido federalismo provocó que el Gobierno central sea actor protagonista en el financiamiento de proyectos de inversión ante la enorme concentración de recursos que tiene. Podría cambiarse ese esquema, en caso de querer volver a las bases centrales del Estado federal que consagra nuestra Constitución, pero aún en ese escenario, todo cambio de esquema será paulatino y gradual y requerirá que siga existiendo, en el mientras tanto, financiamiento nacional. 

El problema actual es que no hay debate sobre nuevos paradigmas y tampoco hay recursos. Un absoluto lose/lose para las provincias que se ven atadas a un régimen altamente concentrado y unitario dejándolas sin herramientas suficientes para compensar el retiro del Estado nacional. 

Allá atrás, en 1853 con la sanción de la primera Constitución nacional, las provincias, en su rol de originarias, cedieron facultades al poder central que con el correr de los años, no pudieron o supieron recuperar. La consolidación de este esquema centralista en los hechos provoca, entre tantas otras cosas, esta situación que vemos hoy: un presidente atrincherado en su postura de “arréglense como puedan”, como si las provincias no fueran parte del Estado nacional que ese mismo presidente encabeza. 

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Veamos qué dicen los datos. Solamente hablando de la inversión real directa del Estado nacional en Misiones, entre enero y agosto de este 2024 se devengaron $ 3.713 millones, apenas el 1,3% del total entre las 24 jurisdicciones subnacionales. Esta cifra no solo representa una brutal caída respecto al año pasado (-76,5%) sino que se consolida como el peor año de la última década, por lo menos. En este marco, el hecho de ser el peor año de los últimos diez años se agrava todavía más por la magnitud del descenso: si medimos la inversión real directa en moneda constante a precios actuales, lo devengado en los primeros ocho meses de este año está como mínimo 70% por debajo de igual período desde 2014 a la fecha. Dicho de otro modo: contra todos los años la caída es superior al 70%. 

Así, podemos concluir que no solo es el peor año en una década, sino que es el peor año por lejos en una década. Si ampliamos la comparación más atrás en el tiempo, es muy posible que veamos una situación igual o por lo menos muy similar. 

Pero pongámosle número a este brutal descenso. Para recordar: entre enero y agosto 2024 se devengaron en concepto de inversión real directa nacional en la provincia unos $ 3.731 millones (tres empanadas, diría Bradoni). En 2014, medidos a precios actuales, la inversión real directa nacional en Misiones fue por $ 14.036 millones. En 2015 creció aún más: alcanzó los $ 24.254 millones a precios de hoy y se disparó en 2016 con $ 30.121 millones. En 2017 inició un proceso de baja: fue de $ 24.187 millones y luego se derrumbó $ 5.066 millones tras el freno de mano que aplicó el gobierno de Macri a la inversión en provincias en aquel momento. Así podemos ver que en ese año 2018, siempre tomando el acumulado enero-agosto, la inversión real directa nacional en la provincia cayó 79%, que en términos relativos es un descenso mayor al que observamos ahora en 2024. Pero aún así, en valores constantes, la ejecución de aquel 2018 está por encima de la actual: $ 5.066 millones vs. $ 3.713 millones, siempre en moneda constante.

Avancemos un poco más: en 2019 se dio un salto fuerte pasando a los $ 20.606 millones ejecutados, apoyado en gran parte por el calendario electoral. En 2020 vuelve a crecer de manera significativa y llega a los $ 27.972 millones con mucha fuerza en los meses de julio y agosto de ese año cuando comenzaron a verse ciertas flexibilizaciones a las restricciones por la pandemia. Entre 2021 y 2023, la inversión nacional se movió en torno a los $ 15 y los $ 19 mil millones acumulados del período, por debajo de años previos pero aún así, relativamente en línea con el promedio histórico. 

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Podemos ver así que, salvo 2018, la inversión nacional estuvo siempre por encima de los $14 mil millones ejecutados en moneda constante. Pero en este 2024, la decisión política del gobierno nacional no solo generó que se descienda abruptamente sino que además marcó un nuevo piso histórico. En línea con eso, la participación de Misiones sobre el total ejecutado en Misiones también marcó un fuerte descenso: entre 2014 y 2024 pasó de un techo del 3% al 1,3% actual. Además, un dato no menor es que del total devengado en este 2024, el 35% viene de créditos internacionales (BID, Fonplata BCIE y BIRF), por lo cual el aporte que realiza el Gobierno nacional vía el Tesoro es aún más reducido.

También es notable observar cómo, en el caso misionero, la ejecución de inversión real directa de la provincia es notoriamente superior a la nacional: entre enero y marzo (único dato disponible de ejecución presupuestaria provincial) la inversión real directa totalizó $ 26.919 millones y, por ende, solo en los tres primeros meses ejecutó siete veces más recursos que lo que la Nación hizo en ocho meses. 

Aún asumiendo que entre septiembre y diciembre haya un repunte fuerte de la inversión nacional (que no pareciera darse ya que durante lo va de septiembre se devengó un monto muy menor), el 2024 está indudablemente perdido en esta materia y ello pone más presión al Gobierno provincial de lograr idear una ingeniería financiera que permita aún en un escenario altamente contractivo de los ingresos, disponer de recursos para continuar proyectos de obra.

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