Al Fondo a la derecha

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Estábamos junto a mis compañeros de 4to año de un colegio secundario de la provincia (octubre de 2001), cuando el profesor de historia argentina nos entrega un trabajo para realizarlo en clase sobre el Fondo Monetario Internacional (FMI). 
La calle hablaba por si sola y el murmullo de estadio de futbol se percibía en cada esquina. Lo que apareció como una verdadera solución a alguno de nuestros problemas económicos, en solo unos meses, sentíamos los argentinos las condiciones impuestas por un organismo internacional que no conoce la realidad de nuestro país, que estandariza las recetas económicas y extorsiona a los gobiernos nacionales con una pérdida casi absoluta de la soberanía e independencia económica.
Cuando te gobiernan los de afuera
El Blindaje “salvataje” que el FMI proponía para nuestro país se centraba en medidas económicas de urgencia (donde no se contemplaba ninguna situaciones extrema de bienestar general de la población) con un ajuste programático del gasto público, un coctel que incluía una reducción de las jubilaciones, un freno a las obras públicas para las provincias, una reestructuración de la ANSES y PAMI, congelamiento del gasto primario público de la administración Nacional y Provincial, entre otras medidas de ajuste. Con el tiempo me di cuenta que eso no era lo peor del acuerdo, que lo peor estaba en la pérdida de soberanía Argentina. El gobierno radical de aquel entonces, le entregó al FMI las atribuciones del Poder Ejecutivo y condicionó al Congreso de la Nación por medio de un paquete de Decretos autorizados previos a la autorización del crédito.
Ahora bien, la historia vuelve a comenzar y la pesadilla económica nuevamente vuelve a rodar. El gobierno nacional (mayo 2018) anuncia la firma de un nuevo acuerdo con el FMI que nos llevará a mejores condiciones económicas para todos. Son 30.000 millones de dólares que la Argentina va a recibir, en modo de crédito, para inyectar al Banco Central mayor respaldo financiero y mejorar su rendimiento en el mercado. Suena la sinfonía que adoran los mercados internacionales y “nosotros” agazapados como una presa fácil de devorar en tiempos de sequía verde.
¿Del gobierno nacional?
Nos propusieron una lluvia de dólares consecuencia de las inversiones extranjeras que daría una recuperación del mercado interno, nunca apareció; nos prometieron una notable baja de la inflación, a fin de este año superará los 25 puntos; nos dijeron que lo peor ya había pasado, que era solo cuestión de tiempo para ver los brotes verdes.
Por último y a modo de mensaje generacional, conocemos muy bien que representa el FMI, conocemos muy bien cuáles son sus intereses foráneos, conocemos muy bien cuáles son sus exigencias y extorsiones, pero sobre todo, conocemos sus consecuencias.
Por eso me niego a aceptar un solo peso o dólar del famoso Fondo Monetario Internacional, porque los de mi generación, nuestros padres y nuestros abuelos hemos sufrido sus consecuencias y sus extorsiones manifiestas aplicadas a este país marcado por heridas de crisis económicas cíclicas. No necesito tu salvataje!
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Un pueblo sin piernas pero que camina

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Por estas horas América Latina tiene sus ojos puestos en la economía más fuerte de la región, en el líder omiso que inclina la balanza y marca el rumbo, hoy Brasil es el epicentro político y económico de los destinos soñados de la Patria Grande.
 
Más allá de quien sea el sucesor del Presidente Michel Temer, el mes de octubre de 2018 no es ajeno a un escenario electoral con Luiz Inácio Lula da Silva dentro de la cancha o afuera de ella. Claramente el cimbronazo judicial arrojó mayor protagonismo a los distintos actores que definen el futuro político de Brasil: el Poder Judicial, el tribunal electoral, los grupos económicos de la región y la conciencia popular Brasileña.
 
Para comprender donde se activa esa “conciencia popular” podemos recordar como elogiaban los diarios internacionales al Lula de hace unos años atrás: “Diez millones de Brasileños se incorporaron a la clase media entre 2004 y 2008. La pobreza cayó del 46% de la población en 1990 al 26% en 2008. La desigualdad en la distribución del ingreso ha disminuido. La deuda externa está en un envidiable 4% del PBI. Las exportaciones de multiplicaron por cinco en sólo veinte años. Y por si fuera poco, en la próxima década Brasil podría llegar a ser potencia petrolera mundial” (Diario el PAIS, año 2010).
 
La noticia judicial que salpica directamente a uno de los referentes más influyentes de la región, condenado en segunda instancia, deja a Lula sin derechos políticos para ser candidato a la Presidencia de su país. Sin embargo, existe una instancia que no depende solamente de la figura de líder de un espacio político, una instancia que surge de abajo, que enciende los motores de una sociedad en movimiento: una “apelación popular” capaz de interceder sobre una “justicia” floja de papeles.
 
El “orden y progreso” tatuado en la bandera de Brasil aún resuena en cada paso que da la economía de la región. Ahora bien, hay una ecuación simple que debemos hacer si hablamos de la política brasileña, si Brasil se mueve estén seguros que toda Latinoamérica va a temblar.
 
¿Hay lugar para un tapado? 
 
Con Lula prendido de un hilo, en el Partido de los Trabajadores de Brasil no aparece un referente de renombre, del otro lado, tampoco renace una figura capaz de interpretar  el momento político que vive Brasil.
 
En octubre se abrirá otra página de la historia de Brasil, los rumbos de la región estarán en juego nuevamente. Mientras la derecha acomoda sus banderas la centro izquierda observa en Lula una ilusión de viraje completo que contagie al resto, aunque las cartas del juego sigan marcadas.
 
Por su parte, los brasileños quieren volver a encaminar su economía y sortear lo más rápido posible las dificultades políticas. Por momentos se percibe un clima donde casi no caben los políticos tradicionales, donde no hay lugar para probar con los mismos de siempre (se fortalece esta idea cuando más de la mitad de la cúpula política actual Brasileña está involucrada en hechos de corrupción). De ahí sale una idea que toma cada vez más fuerza, el tapado que aún no amaneció.
 
Un último interrogante con un paralelismo interno: ¿Nuestro país vivirá un escenario similar a su vecino con la figura de Cristina Fernández de Kirchner en 2019? Bajo una grieta ampliada los oficialistas y opositores dando sus batallas, los medios ejerciendo su cuota de poder, la justicia siempre al pie del cañón de la política y la sociedad expectante jugando a ser protagonistas de un nuevo capítulo de la historia de la región.

 
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