Paraguay, de golpe en golpe

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A seis años del golpe parlamentario que terminó con el gobierno de Fernando Lugo, en junio de 2012, el Parlamento paraguayo se apresta ahora a repetir un quiebre institucional, de prosperar la intención de una mayoría de senadores de tomar juramento al ex presidente Nicanor Duarte Frutos como senador activo, cuando la Constitución Nacional le reserva una banca vitalicia.
El juramento de Duarte Frutos, de concretarse, abre la puerta para la jura del presidente Horacio Cartes, cuya candidatura y elección también son abiertamente contrarias a lo que establece el artículo 189 de la Carta Magna, que prohíbe taxativamente a los jefes de Estado postularse al Senado.
La ruptura institucional que significaría el ingreso al Parlamento de ambos mandatarios terminó por aglutinar a toda la oposición en torno a la figura del senador Fernando Lugo, quien excluyó a Duarte Frutos y Cartes de la sesión en que dejó instalado el nuevo Senado, el 30 de junio pasado, cuando también entregó la Presidencia del Congreso.
En la ocasión, Lugo llamó a jurar a dos figuras impensadas, la cartista Mirtha Gusinsky, y el abdista Rodolfo Friedmann, lo que provocó una seguidilla de amparos judiciales por parte de Duarte Frutos, y una denuncia penal de Cartes a Lugo por “usurpación de funciones” al no acatar los mandatos judiciales que dieron luz verde a sus cuestionadas candidaturas.
Lugo se convirtió así en árbitro de una situación que amenaza ahora con desatar una crisis política de proporciones, a las puertas de la asunción del presidente electo en abril, el colorado Mario Abdo Benítez, que pasó de ser enemigo acérrimo de Cartes a continuador de sus políticas, que dejan un país con una deuda pública inédita, del 25% del PIB, y un índice de pobreza cercano al 30% de la población, esto es dos millones de personas.
Abdo Benítez dio la más clara muestra de seguir, e incluso profundizar, el modelo inaugurado por Cartes al respaldar el acuerdo Cartes – Macri para las notas reversales de Yacyretá, ratificadas por el Senado a fines de junio en una ajustada votación en que su bancada fue decisiva.
La embestida del cartismo en el Parlamento, utilizando a Duarte Frutos como cabeza de playa, se produce luego de que Cartes sufriera la primera derrota en su afán por asumir como senador, al no conseguir los votos para el tratamiento de su renuncia a la Presidencia a mediados de junio, a tal punto que debió retirarla.
Ahora, su intención es entregar el gobierno a Abdo Benítez el 15 de agosto y asumir su banca parlamentaria, siempre y cuando su correligionario Duarte Frutos pueda abrir una puerta que ya no consiguió en 2008, cuando su candidatura había sido también convalidada por la Corte Suprema de Justicia y la Justicia Electoral, pero los senadores le cerraron el acceso.
Eran también otros tiempos, Duarte Frutos no tenía, como ahora, a un hombre con el poder económico y la determinación de Cartes empujando detrás. Estaba solo y su partido había perdido las elecciones.
Sin embargo, el escenario vuelve hacérsele cuesta arriba. Los colorados y un sector afín del Partido Liberal reúnen la mayoría, pero cargan con el rechazo ciudadano que provoca el tema en los diversos sectores sociales y políticos, y la oposición de los grandes medios de prensa, cuyos propietarios se han colocado en las antípodas de Cartes, a quien ven como un peligro para sus propios negocios.

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Paraguay, como en la época de Stroessner

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A dos semanas de las elecciones presidenciales del 22 de abril en Paraguay, la alianza opositora todavía no reconoce los resultados que le dieron la victoria al colorado Mario Abdo Benítez, por el 46,44% contra el 42,74% del candidato de la alianza de liberales e izquierdistas, Efraín Alegre.
El estrecho margen, del 3,7% (poco más de 90.000 votos), y sobradas evidencias de manipulación de mesas en diversos puntos del país, le hacen suponer a Alegre que esa escueta diferencia podría ser suya y no de Abdo Benítez.
De todas maneras, el reloj no dejó de correr y los tiempos se aceleraron llevando el debate político a otra parte. El fraude, o sus fundadas sospechas, no fue la bola de nieve que se esperaba; no hubo avalancha, apenas una denuncia penal sin muchos elementos impulsada por un abogado del Este del país, que fue electo senador por un movimiento propio, y que asegura que le robaron 70.000, con los que podría agregar otro escaño a su bancada. Su movimiento no fue el único que acusó de fraude a la Justicia Electoral. Y más allá de que quizás no pueda probarse, todo indica que el fraude fue real, y que contó con la valiosa participación de los medios, antes, durante y después de las elecciones.
Pero que “Marito”, como se conoce a Abdo Benítez, hijo del eterno secretario privado del dictador Alfredo Stroessner, y por lo tanto su heredero “natural”, se convierta en presidente en unos comicios sospechados de fraudulentos no deja de ser una metáfora que retrata los tiempos que vive el país.
Su programa de gobierno recogió viejas banderas de la ortodoxia stronista, como la trilogía “partido, gobierno, fuerzas armadas”, y el Servicio Militar Obligatorio, el SMO, presentado como herramienta de contención, disciplinamiento y reeducación juvenil.
Sus primeros pasos como presidente electo revelan un alineamiento incondicional, y su condición de satélite de Cartes y su grupo, cada vez más ubicado al margen de la ley, no solo por su senaduría abiertamente inconstitucional, sino ahora implicado en una gigantesca operación de lavado de dinero, y la fuga de su principal cabecilla, el brasileño nacionalizado paraguayo, Darío Messer, a quien Cartes llama “hermano del alma”, buscado por la Interpol en más de 120 países.
Su bancada parlamentaria se dispone a respaldar el juramento de Cartes, Nicanor Duarte Frutos y Juan Afara, como senadores activos contra lo que establece con mucha claridad el artículo 189 de la Constitución Nacional de 1992.
El nombramiento como Vicepresidente, de la ex titular de la Corte Suprema de Justicia, Alicia Pucheta, quien curiosamente habilitó la ilegal candidatura de Cartes al Senado, y otorgó la carta de ciudadanía al “hermano del alma” prófugo, supuso la antesala del quiebre institucional en curso, al que todos los analistas coinciden en otorgarle un desenlace de consecuencias imprevisibles para la democracia, en un país de desigualdades extremas, con necesidades sociales urgentes, con más de la mitad de su población económicamente activa condenada a la informalidad y la precarización laboral, con cientos de miles de exiliados económicos repartidos por América y Europa, sin cuyas remesas mucha gente se moriría de hambre, y que son la contracara de una realidad signada por políticas que favorecen a los sectores concentrados de la economía, como el agronegocio, la “patria contratista” y la especulación financiera.
Pucheta asumirá la Presidencia, en reemplazo de Cartes, quien -si todo sigue de acuerdo al plan- renunciará a fines de mayo para preparar su ingreso al Senado.

Con el militarismo y su idea de orden cerrado de los tiempos de la mano más dura, han vuelto también coloridas palabras del folclore lingüístico paraguayo, como el término “Mau”, que por décadas sirvió para denominar a todo lo que es falso, ilegal, copia, como los automóviles, el famoso “auto mau” que le dicen, en la época en que el “contrato privado” reemplazaba a la Cédula Verde.
Así, el ingenio popular convirtió a “Marito” en “MAUrito”, por el carácter supuestamente fraudulento de su elección, que aunque no haya podido probarse en los estrados judiciales se inscribió ya en la memoria colectiva.
Dicen que Stroessner solía decir: “solo falto yo”, cuando repasaba las noticias de lo que sucedía en Paraguay durante su exilio en Brasil. Hoy, aquella frase, de haber existido, sigue tan vigente como el sistema político que dejó hace 29 años, y que no termina de reproducirse como una recurrente fatalidad.

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Paraguay quiere repetir la hazaña

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A horas de las elecciones generales del domingo 22 de abril, la sensación es que puede volver a repetirse la hazaña de 2008, cuando Fernando Lugo puso fin a seis décadas de gobiernos colorados, incluidos los 35 años de la dictadura de Alfredo Stroessner.
Las últimas encuestas, de consultoras locales y de afuera del país, ponen arriba a Efraín Alegre y Leo Rubín, candidatos a presidente y vice, de la Alianza Ganar, que aglutina a prácticamente toda la oposición de liberales e izquierdistas.

Marito Abdo y el Presidente Cartes

46,2 a 41,7, cuatro puntos y medio de ventaja de Alegre sobre el presidenciable colorado, Mario Abdo Benítez, según el último sondeo conocido,  de Ati Snead, que cerró el 18 de abril. Días antes, el diario uruguayo La República, de Montevideo, publicó una encuesta propia con números similares.
Según estos dos últimos sondeos, Alegre gana también en Asunción y Central, dos de los distritos electorales más importantes del país. La sensación de una victoria opositora comenzó a crecer en las últimas dos semanas, en que la Alianza redobló la ofensiva en una campaña que fue de menor a mayor, y que en este último tramo instaló un discurso de cambio de era, que fue como un golpe a la mandíbula de su coloso adversario de toda la vida.
El colorado Abdo Benítez parece no haber podido remontar su alianza con el grupo del presidente Horacio Cartes, hundido en el desprestigio, sospechado por corrupción, lavado, narcotráfico y contrabando, y cuyo gobierno tuvo políticas represivas y excluyentes que derrumbaron todos los indicadores sociales, haciendo crecer la pobreza y el desempleo a niveles históricos, y aumentando la deuda pública en 7.500 millones de dólares.
Leo Rubin

Si en diciembre, Abdo Benítez, ganó las internas partidarias, como un paladín de la honestidad, en un Partido Colorado con casi todos sus candidatos al Parlamento imputados por causas varias de corrupción, y contra un grupo económico como el de Cartes, su abrazo con éste último, que además se convirtió en el centro de su campaña, terminó minando sus posibilidades desde adentro mismo del partido.
A dos días del domingo, Abdo Benítez, es una sombra de lo que era al comienzo de la campaña. El oficialismo aparece, hoy, como incapaz de frenar la oleada de votos que anticipa la oposición. Son varios los analistas que le dan a la Alianza entre 8 o 9 puntos de ventaja en el conteo final. Estas lecturas se apoyan en escenarios de alta participación electoral, de alrededor del 70% del total de un padrón de 4.241.000 personas, que es el escenario que dicen habrá el domingo, día que además se anticipa soleado y caluroso, como hace exactamente 10 años.
En 2013, Cartes obtuvo 1.104.169 votos, con una participación que orilló ese 70%. Hoy, esa cifra no le alcanza a Abdo Benítez para alzarse con la victoria. Alegre, que perdió en 2013, ocasión en que la oposición fue dividida en tres partes, hoy parece cerca de cobrarse la revancha. La Alianza confía en que la gran masa de jóvenes de entre 20 y 30 años, que representan el 20% del padrón electoral, haga la diferencia.
Efraín Alegre

Varias de sus propuestas de campaña estuvieron dirigidas a este sector, que busca abrirse camino en un país donde las oportunidades suelen presentarse como un boleto de ida a destinos de prosperidad que finalmente tampoco son tales. A la oferta colorada de revivir el Servicio Militar Obligatorio, y convertir los cuarteles en centros de educación y disciplinamiento juvenil, la Alianza le opuso la gratuidad de la educación en todos los niveles, eliminando los aranceles universitarios, un reclamo de décadas del movimiento estudiantil.
Las rebajas en las tarifas de energía eléctrica, la vuelta a la salud pública universal y gratuita de la época de Lugo, la eliminación del IVA a los medicamentos, el uso de la enorme cantidad energía que produce el país para la industrialización, y la democratización del acceso a Internet, aumentando la conectividad, con servicio de wifi gratuito en todo el país, fueron propuestas imposibles de responder por parte del candidato colorado, entrampado en el continuismo de las políticas antipopulares de Cartes, con quien cerró su campaña esta semana.
Todas las estrellas parecen sonreírle a Alegre, pero de todas maneras habrá que esperar hasta el cierre de las urnas el domingo. “La única verdad es la realidad”, dijo un ilustre argentino muy conocido aquí, y la realidad paraguaya enseña que la hazaña es difícil, pero no imposible.

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Mementos del Paraguay

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El duelo de memes que se vive por estos días en Paraguay, a menos de veinte días para las elecciones generales del 22 de abril próximo, le ha insuflado una buena dosis de humor a un proceso electoral apático, como nunca desde 2008.
La artillería de memes se dirigió, primeramente, al candidato colorado a la Presidencia, Mario Abdo Benítez Jr., “Marito”, su apodo y nombre de campaña, un bombardeo que su sector atribuyó de inmediato a la oposición de liberales e izquierdistas nucleada en la Alianza Ganar, que lleva como candidato a Presidente al liberal Efraín Alegre.
Los memes contra “Marito” no son nuevos. Siempre los hubo. Desde su época de senador. Su pasado lo condena y lo hace blanco predilecto del humor popular que se vale hoy de aplicaciones de uso masivo, y permiten convertir una ocurrencia en un hecho político sin mucho trámite.
Uno que supo (y sabe) capitalizar muy bien estos recursos del humor político, que de alguna manera retratan episodios históricos con precisión, es el dibujante, periodista, músico, poeta, activista por los derechos humanos, Mario Casartelli, hoy candidato a diputado por Asunción, por una concertación de partidos y movimientos progresistas que propone transparentar la labor parlamentaria en un Congreso que carga con un desprestigio inédito en su historia.
Casartelli fue pionero en la memenáutica reciente contra “Marito”, con la creación del “Niñosaurio”, una versión jurásica remozada del “Tiranosaurio”, tal el apelativo con que el vulgo se refiere al dictador Alfredo Stroesnner, de quien el padre de “Marito”, Mario Abdo Benítez, fue su secretario privado toda la vida, y quien, se sabe, amasó una fortuna, se hizo de tierras y propiedades que hoy son la herencia de Jr.
Pero esta última andanada de memes se disparó al cabo de las insistentes propuestas del candidato colorado con relanzar el Servicio Militar Obligatorio, que para muchos sectores sociales y políticos constituye un retroceso a instituciones del stronismo puro y duro, y sus desafortunadas declaraciones relacionando la delincuencia juvenil con el hecho de provenir de hogares de madres solteras. El ingenio popular hizo el resto y en menos de diez días la galería se volvió inmensa.
“El caramelo no es vuelto”, “No importa si se te junta el ganado, mientras que el ganado no sepa que es ganado, la granja está tranquila”, “Los hijos de madres solteras son una desgracia para el país”, “Los que toman Conti, Samba y Polar (marcas de cerveza) son una desgracia para el país”, entre otras frases por el estilo que no paran de multiplicarse.

Los colorados tardaron en reaccionar. Por un momento pareció que se habían quedado sin iniciativa, bajo el fuego incesante del invisible ejército de memenautas disparando sin cesar, meme tras meme. Pero, finalmente, pasaron al contraataque con ingeniosas creaciones contra sus adversarios, el liberal Alegre y el luguista Leo Rubín, su compañero de chapa.
Los cinco primeros decretos comprometidos de éstos últimos, sobre la baja en la tarifa eléctrica para particulares y hasta empresas, de modo a promover el desarrollo industrial, y retomar el modelo de salud gratuita y universal que fue bandera del gobierno de Fernando Lugo, significó un duro golpe mediático para el Partido Colorado, que estaba viéndose en dificultades para superar los dichos de las madres solteras y los cuarteles, en medio de la intensa lluvia de memes, y con propuestas programáticas desconocidas,
sumada a la negativa del candidato a participar de debates con su adversario liberal.

“En mi gobierno la energía eléctrica va a ser tan barata como las entradas a los partidos de Cerro (Porteño)… Bueno, no tanto, tampoco para vender energía a 3.500 (guaraníes)”, “Vamos a regalar Pilsen´í (popular cerveza personal de vidrio retornable), vamos a eliminar Inforcomf (una especie de policía de morosos y deudores crónicos), eliminar El Conejo (programa de entretenimiento tipo VideoMacht, conducido por Palo Rubín, el hermano de Leo Rubín), echar a Amparo de Telefuturo (conductora de televisión), combustible gratis y un 0km del año para cada uno”, dicen dos recientes memes contra Alegre, en directa referencia a su promesa de bajar el precio de la luz y volver con la Salud gratuita, si llegara a la Presidencia paraguaya.
El duelo todavía se salva a su favor. Los anuncios sobre la tarifa eléctrica y la salud son difíciles de contrarrestar en un país con una deuda equivalente al 25% del PIB y más de 2.000.000 de pobres (casi la mitad del padrón electoral). El presidente Horacio Cartes, que encabeza la lista de candidatos al Senado en abierta violación de la Constitución, que dispone la senaduría vitalicia para los ex presidentes, los calificó de “disparates”. “Marito” no supo qué decir, nunca parece saber muy bien qué decir, y últimamente lo que dice se convierte en memes en su contra, como su repetitiva idea de convertir el país en un gran cuartel, como en los tiempos
de su viejo.

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Fake News, mentime que me gusta

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A prácticamente un mes de las elecciones presidenciales del 22 de abril en Paraguay, oficialismo y oposición protagonizan una guerra de encuestas que tienen toda la pinta de ser verdaderas “fake news”.
En menos de dos semanas se revelaron tres sondeos de intención de voto que dan la victoria a una y otra chapa presidencial, abriendo paso a la natural controversia, y anticipando de alguna manera que el escenario todavía está para que pase cualquier cosa.
Ninguna de las consultoras que publicaron sus mediciones por estos días tiene una historia de infalibilidad. Es más, los historiales de First Análisis & Estudios, del consultor argentino Francisco Capli; Ati Snead y el Instituto de Comunicación y Arte (ICA), de Enrique Taka Chase, muestran más errores que aciertos a lo largo de 26 sondeos en los últimos diez años.
La consultora de Capli fue la primera en abrir fuego en esto que parece una guerra de encuestas, con un sondeo que otorga la victoria al candidato colorado, Mario Abdo Benítez Junior, ubicándolo a más de 30 puntos de diferencia de su principal adversario, el liberal Efraín Alegre, que lidera la chapa de la alianza Ganar, donde se aglutina la oposición.
En el medio, y en medio del rechazo generalizado que obtuvo la medición de Capli, se publicó la encuesta de Ati Snead, donde Alegre aparece arriba por dos puntos: 44,2 a 42,2, lo que se diría un empate técnico.
Hasta ahí, parecía estar todo dicho. El sondeo de Capli sonaba disparatado, Junior no es Putin, y nunca en toda la transición desde el final de la dictadura el Partido Colorado se ubicó tan lejos de sus adversarios. El trabajo de Ati parecía más realista, pero apareció la encuesta del ICA y volvió a la carga el surrealismo, nunca ausente en este país “enamorado del infortunio”, como escribió alguna vez Augusto Roa Bastos. Taka Chase plantea que la chapa colorada tiene 13 puntos de ventaja sobre la Alianza Ganar.
Lo de Taka Chase es medio como la cola del Diablo. Sus sondeos siempre dieron la victoria a los colorados. En 2008, por ejemplo, cuando la totalidad de sus colegas daban ganador a Fernando Lugo, él hablaba de un empate técnico. Terminó ganando Lugo por 10 puntos de diferencia en una jornada histórica, y el propietario del ICA se ganó el mote de “taka-taka”.
2008 fue una de las pocas veces que Capli y Ati Snead acertaron.
En las elecciones municipales de 2010, Capli le daba la victoria al empresario Miguel Carrizosa, de Patria Querida, pero ganó el colorado Arnaldo Samaniego.
En las generales de 2013, Ati decía que Efraín Alegre estaba al frente. Finalmente, Cartes fue electo presidente por casi 9% más que el candidato liberal.
En las internas coloradas de diciembre del año pasado, ICA daba una ventaja de cinco puntos al cartista Santiago Peña, que terminó perdiendo por casi ocho puntos frente a Mario Abdo Benítez Junior.
En las municipales de 2015, Capli pronóstico la victoria de Samaniego, que iba por el rekutú (reelección en guaraní), pero ganó el aliancista Mario Ferreiro. En Encarnación, dio la victoria al colorado Joel Maidana, y ganó Luis Yd, de la Alianza.
Pero, independientemente de cual pueda ser el resultado final, unos y otros esgrimen los sondeos en que aparecen primeros como argumentos irrefutables de victoria.
Mientras tanto, la realidad se cuela por hendijas inevitables: 40% de la población infantil vive en la pobreza, esto es 600.000 niños y niñas, según un estudio titulado “La infantilización de la pobreza”, de la Universidad Católica de Asunción, que además señala que 136.000 de estos niños y niñas se encuentran en situación de pobreza extrema, condicionados a vivir con un ingreso diario de sus familias de 1,40 dólares.
A la par, el gobierno del colorado Horacio Cartes, que exhibe una imagen altamente negativa, toma más deuda pública mediante la emisión de bonos por otros 600 millones de dólares, que se suman a los 5.592 millones de dólares que ya debe el país y que representan el 19% de su Producto Interno Bruto (PIB).
En el Parlamento, sus integrantes aprueban un polémico “autoblindaje”, que cambia las reglas del juego a la hora de retirarle la investidura parlamentaria a quienes incurran en probadas faltas a la ética pública, traficaran influencias o cometieran delitos de corrupción.
El “autoblindaje”, tal como fue bautizado por los medios, reunió un heterogéneo abanico de votos a favor, desde el cartismo y parte del liberalismo duro, hasta la izquierda vacilante y salpicada de sospechas, con excepción del Frente Guasú y parte de la bancada liberal reunidos hoy en la Alianza Ganar, con la que quieren repetir la hazaña de 2008 y parecerían cerca de lograrlo.
El blindaje suena natural en un Parlamento donde muchos de quienes lo respaldaron ostentan denuncias y causas iniciadas por hechos de corrupción y tráfico de influencias, e incluso pretenden renovar sus bancas en abril.
“La única verdad es la realidad”, decía un argentino muy conocido aquí. La realidad paraguaya es dura, este es uno de los países más desiguales del mundo, cada día representa una interminable cuesta arriba para millones de personas. Sin embargo, la realidad suele abrirle paso a la ficción, donde reinan las “fake news” y siempre ganan los malos.

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