Un año de ajustes también para las provincias

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Por Marcelo Capello, Nicolás Cámpoli y Valentina Gallardo. A pesar de un contexto de recesión económica y caída en los ingresos, las provincias argentinas lograron consolidar un superávit financiero estimado entre el 1,5% y el 2% del PIB en 2024. Este resultado surge de un fuerte ajuste del gasto público, tanto a nivel nacional como provincial, y marca el superávit más alto en una década.

Transferencias Fiscales: Impacto y Desafíos

Las transferencias automáticas hacia las provincias cayeron un 10,9% en términos reales durante 2024. Este ajuste afectó especialmente a provincias como La Rioja (-98,1%), La Pampa y Formosa (-95,9%). En contraste, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) experimentó un aumento del 36,9% en sus fondos debido a un fallo judicial de la Corte Suprema relacionado con la coparticipación.

En el caso de Misiones, las transferencias totales disminuyeron un 16,6%, destacándose una reducción del 71,5% en las transferencias corrientes y del 98,2% en las transferencias de capital. Este fuerte ajuste refleja la dependencia de la provincia de recursos nacionales y la necesidad de una política fiscal más autónoma.

Recaudación Propia: Caída Generalizada

Los ingresos tributarios provinciales disminuyeron entre un 8% y 9% real en el año. El impuesto a los Ingresos Brutos (IIBB), que representa el 80,2% de la recaudación provincial, registró una baja del 10,6% en términos reales. Misiones mostró una disminución acumulada del 11% en su recaudación tributaria, siendo uno de los descensos más significativos de la región.

Ajuste del Gasto Público

El gasto público provincial se redujo un 23,6% en términos reales durante el primer semestre de 2024. Las principales caídas se dieron en gasto de capital (-56%) y en el rubro de personal (-20%). Este ajuste fue clave para la mejora del resultado financiero del consolidado provincial, que aumentó 1,6 puntos porcentuales del PIB respecto al mismo periodo de 2023.

En el caso de Misiones, el ajuste del gasto público también se sintió con fuerza, especialmente en el gasto de capital, que cayó un 98,2%. Esta situación pone en evidencia la necesidad de diversificar las fuentes de inversión y mejorar la eficiencia del gasto en infraestructura.

Resultados Heterogéneos

Mientras que provincias como La Rioja y Formosa registraron una caída de ingresos del 23,3% y 19,3%, respectivamente, Neuquén destacó con un crecimiento impulsado por la explotación de Vaca Muerta. La recaudación del impuesto inmobiliario también mostró un aumento del 9,9%, principalmente en Buenos Aires (+38,4%). Misiones, por su parte, enfrentó desafíos significativos debido a la reducción de transferencias y la caída de su recaudación interna, afectando el desempeño económico local.

Escenarios Fiscales y Perspectivas

Dos escenarios estimados para el gasto del segundo semestre de 2024 proyectan resultados positivos:

  1. Escenario de ajuste continuado: El gasto total anual representaría un 13,7% del PIB, con un superávit del 2,1% del PIB.
  2. Escenario de menor ajuste: El gasto anual se situaría en 14,3% del PIB, con un superávit del 1,5% del PIB.

En ambos casos, las provincias consolidaron una mejora en sus resultados fiscales gracias a un ajuste que, aunque severo, permitió mantener la estabilidad financiera en un año de contracción económica. Para Misiones, los desafíos se centran en revertir la dependencia de transferencias nacionales y buscar fuentes propias de crecimiento y sostenibilidad fiscal.

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El gasto público medido en dólares se ubica en el promedio del último cuarto de siglo

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por Marcelo Capello y Nicolás Cámpoli​. Para evaluar la competitividad de la economía, una de las variables que se deben seguir es el nivel del gasto público expresado en dólares, pues aproxima el peso que significa para la producción de bienes transables sostener los servicios que brinda el sector público (básicamente servicios no transables), medido en la misma moneda que se utiliza para realizar transacciones internacionales. En este sentido, para constituir el cociente entre gasto y tipo de cambio conviene utilizar la paridad oficial del dólar (se utiliza en el comercio exterior), y tomar dicho valor en términos constantes, para contemplar que también en EEUU existe inflación.

Si se considera el período 2000 – 2024, el gasto del sector público nacional (SPN) en 2024 se ubica en 100 mil millones de dólares (USD 100 MM), un 9% por debajo del promedio de los últimos 25 años, en dólares constantes. Así, el gasto nacional en dólares de 2024 resulta la mitad del observado en el año 2015, el mayor de todo el período, y también resulta un 27% inferior al del año 2022. No obstante, las erogaciones de 2024 resultan un 43% mayor que lo que ocurría en el año 2000, en plena convertibilidad de la moneda.

Considerando el monto de gasto previsto en el proyecto de presupuesto nacional para 2025, las erogaciones en dicho año se ubicarían en USD 96 MM, un 13% debajo del promedio de 26 años.  

Si para efectuar la comparación se utiliza el dólar informal o paralelo, el gasto nacional en dólares se ubicaría en USD 78MM en 2024, un 57% menor al mayor del período, que corresponde al año 2017. 

Si el foco se pone en los últimos dos años, en este caso midiendo en dólares oficiales corrientes, el gasto nacional total pasó de USD 14,9 MM en noviembre de 2023 a USD 6,2 MM en enero de 2024, aunque con el crawling peg del 2% mensual el gasto en dólares retomó una tendencia creciente desde enero, hasta estabilizarse en torno a USD 9 MM mensuales en los últimos meses con datos de 2024. 

Si ahora la lente se posa sobre el gasto primario provincial, medido en dólares constantes, se concluye que en 2024 las erogaciones primarias de las administraciones públicas no financieras (APNF) provinciales se aproximarán a USD 90 MM, un 40% inferior al guarismo registrado en 2015, el máximo en 25 años, y un 30% mayor a lo que ocurría en el año 2000.

Finalmente, si se considera el gasto primario en dólares constantes de Nación más Provincias, se estima que en 2024 ascenderá a USD 188,5 MM, prácticamente en el promedio de los últimos 25 años. Así, las erogaciones consolidadas actuales resultarán un 45% menores a las del año 2015 y 41% superiores a las de 2000, en plena convertibilidad.

Con equilibrio financiero en Nación y Provincias en 2024, pero con una presión tributaria todavía alta, especialmente en lo que concierne a los impuestos más distorsivos, si bien en el año en curso el gasto público medido en dólares constantes ha tenido una notable disminución, se necesitará un recorte adicional en los próximos años para dar lugar a una reducción extra de impuestos nacionales y provinciales que mejore la competitividad local.

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El 2024 podría cerrar con gasto “noventista” y equilibrio fiscal

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Por Marcelo Capello y Nicolás Cámpoli​, Fundación Mediterránea. Se anunció la reducción del impuesto PAIS desde el mes de septiembre, que pasa del 17,5% a 7,5% para la importación de bienes. Se estima un costo fiscal de 0,19% del PIB para los últimos 4 meses del año, costo que hubiera ascendido a 0,23% si también se hubieran incluido en la rebaja las compras con tarjetas y viajes al exterior. Si esta medida sigue vigente en 2025, implicará un costo fiscal anual de 0,52% del PIB, elevándose a 1,24% si se da de baja totalmente el impuesto desde enero próximo (1).

¿Cómo afecta la reducción de dicho impuesto a las cuentas fiscales del sector público nacional (SPN)? Para responder esa pregunta, hay que analizar en el contexto de lo que venía ocurriendo en materia de ingresos y erogaciones fiscales en meses previos, y cómo impactan otras medidas fiscales recientes que afectan los ingresos proyectados, además de la anunciada reducción en el impuesto PAIS:

    • Se supone que los ingresos y erogaciones en los últimos meses del año se ejecutan de acuerdo a la estacionalidad típica de años anteriores, lo cual implica que se mantiene un ajuste en el gasto similar al observado en los primeros 7 meses del año.
    • El paquete fiscal que acompañó a la Ley Bases aporta 0,32% del PIB extra para el SPN en los últimos meses del año, en un escenario intermedio entre una adhesión optimista y pesimista al adelanto del pago de varios años permitido en el impuesto a los Bienes Personales.

Con dichos supuestos, el año 2024 podría terminar con un superávit financiero equivalente a 0,6% del PIB, contra un déficit del 6% observado en 2023 (mejora en el resultado fiscal de 6,6 puntos del PIB). Aunque se deben realizar algunas advertencias al respecto:

    • Es probable que en la negociación para la aprobación de la Ley Bases hayan surgido algunos compromisos para morigerar el ajuste fiscal en algunas partidas, especialmente las relacionadas con los gobiernos provinciales, lo que podría redundar en un gasto en el período agosto – diciembre superior al que indica la estacionalidad típica de las erogaciones para ese subperíodo del año.
    • En 2024 caerían en forma importante los intereses por deudas, no sólo por la eliminación del déficit fiscal y una menor necesidad de endeudamiento público, sino también porque en el año que corre se han emitido instrumentos de deuda del Tesoro que capitalizan intereses y se registran como gasto recién en el período en que vence finalmente el capital de la deuda.

Estimación de resultado fiscal en 2024

(En % del PIB)

¿Hacia un gasto público “noventista”?

Si en el resto de 2024 se observa la misma estacionalidad en el gasto que en años anteriores, contando con las ejecuciones de enero – julio de 2024 en el SPN y del primer trimestre del año en el caso de los gobiernos provinciales, con el ajuste fiscal que se observa en ambos niveles de gobierno el año actual podría terminar con un gasto consolidado en torno a 32% del PIB, similar a lo que se observaba entre 1996 y 1998, en plena década del noventa con el Plan de Convertibilidad, o en el año 2007, en la siguiente década.

Así, en un año se habrá bajado un 70% del aumento del gasto observado entre 2004 y 2023. El peso del gasto público consolidado pasó de 27% del PIB en 2004 a 47% en 2016. Subió 20 puntos del PIB en 12 años. Entre 2016 y 2022 bajó 5 puntos del PIB. Si el resto de 2024 las erogaciones se ejecutan como en los primeros meses del año, el gasto consolidado podría bajar a 32% del PIB. En promedio, entre 1996 y 2024, el nivel del gasto representaría 37,5% del PIB.

No obstante, especialmente en el caso de provincias y municipios, lo más probable es que a medida que avanza el año 2024 disminuya el ritmo del ajuste del gasto, respecto a lo observado en el primer trimestre, especialmente en materia de licuación salarial.

La meta de alcanzar un gasto equivalente a 25% del PIB que se incluyó en el Pacto de Mayo implicaría, a su vez, volver al nivel de erogaciones que se observaba en Nación y Provincias en 2004, año con el menor peso del gasto público ejecutado en las últimas décadas.


Infogram

[1] Se supone que las importaciones y los gastos en viajes y tarjetas en los últimos meses del año resultan similares en el promedio mensual a lo ocurrido en la primera parte del año, y que se mantiene el crawling peg de 2% mensual en el tipo de cambio oficial.

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La merma en el poder adquisitivo de brasileños para comprar en Argentina fue de entre el 38 y el 42 % en los últimos cinco meses

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Escriben Marcelo Capello y Marcos Cohen Arazi, Fundación Mediterránea. Durante los meses de verano se verificó un intenso ingreso de viajeros internacionales al país. La cantidad de viajeros de turismo receptivo superó en 4% al nivel pre pandemia en febrero. Por el contrario, el turismo emisivo se ubicó 12% por debajo.

• El saldo de la balanza de viajeros ha sido deficitario, como viene ocurriendo hace décadas, pero de una magnitud que se ubica como el menor déficit entre turistas que ingresan y egresan en la última década, exceptuando los años de pandemia.

• En materia de divisas, en 2023 los ingresos generados por el turismo receptivo superaron los US$ 5.400 millones y fueron superiores a los de 2019, siendo el segundo mejor registro en dos décadas. Los viajes de residentes al exterior explicaron una salida de US$ 7.200 millones y el saldo, si bien fue negativo, se encuentra entre los más bajos de la década (-US$ 1800 millones).

• En los primeros dos meses de 2024, las cifras de operaciones en el mercado de cambios reflejan también importantes cambios de tendencia. Los ingresos por turismo liquidados a través del mercado de cambios se multiplicaron por 3, respecto de igual periodo de 2023, mientras que los egresos se redujeron cerca de 23%. La menor brecha cambiaria y el tipo de cambio “turista” recargado explican estos movimientos.

• Cuando se analizan los drivers detrás del turismo receptivo, y poniendo foco en las perspectivas a corto plazo, se destaca que los turistas chilenos y brasileños (tomados como ejemplo ilustrativo) perdieron 42% y 38% de capacidad de compra, respectivamente, desde diciembre hasta la actualidad. Ese cambio drástico se prevé que impacte en la dinámica del turismo internacional en el país, especialmente en los próximos meses.

• Por su parte, en el mismo periodo la capacidad de compra de bienes y servicios turísticos en el exterior, por parte de asalariados argentinos creció 57% (medida a dólar blue) y 20% (medida a valor de dólar “turista”). Esto no necesariamente se traducirá rápidamente en una suba del turismo emisivo, porque la población sufre las consecuencias del ajuste macro de los últimos meses. Pero sí podría ocurrir a mediano plazo.

Turismo emisivo y receptivo a cuatro años de la pandemia 

En los últimos años, los flujos de turistas desde y hacia Argentina han variado de forma significativa, reflejando también las oscilaciones de la actividad turística y sus encadenamientos. Vale la pena recordar que primero las restricciones de viaje y luego los cambios en los patrones de consumo turístico, ambos originados en la pandemia de COVID, afectaron seriamente el movimiento de viajeros. Si a eso se le suman los vaivenes macroeconómicos, el resultado resulta complejo. Los flujos de turismo dependen de diversos factores, entre los que pueden identificarse factores micro y macroeconómicos. Influyen tanto la situación económica y el nivel de actividad local y el de los países extranjeros, como los niveles de precios en el país y en el resto de los países, los niveles de tipo de cambio, la evolución de salarios e ingresos de la población, los impuestos y otros factores. En este informe se busca identificar tendencias recientes y perspectivas de corto plazo para el turismo emisivo y el receptivo que se desprenden del análisis de la trayectoria de salarios, precios y tipo de cambio, principalmente, en Argentina, pero también el de algunos de los países vecinos. Si se repasan las cifras recientes, se observa que el turismo emisivo (residentes de Argentina viajando al exterior) estuvo cerca de recuperar el nivel prepandemia a comienzos de 2023, en plena temporada de verano. Sin embargo, luego esa situación se moderó y en especial a medida que el clima electoral y los cambios de política económica comenzaron a dominar la escena (tanto en los últimos meses del gobierno nacional anterior, como a partir de la asunción del gobierno actual). Así, las últimas cifras dan cuenta que el turismo emisivo se ubicó en febrero en un nivel de 88% respecto a la situación prepandemia. Por su parte, el turismo receptivo recuperó registros similares a los prepandémicos a partir de marzo del año previo, se mantuvo en niveles similares o mayores de actividad en 10 de los últimos 11 meses. Las últimas cifras dan cuenta de una cantidad de viajeros 4% superior a la que se verificó antes de la pandemia.

En los primeros dos meses de 2024, el emisivo alcanzó 2,16 millones de turistas (un 86% del observado en enero-febrero de 2019, con 2,51 millones de turistas), mientras el turismo receptivo resultó de 1,66 millones de turistas en igual periodo, alcanzando un 103% de los niveles prepandemia (1,61 millones de turistas). De esta manera, el déficit de la balanza turística (en viajeros) en enero – febrero de 2024 ha sido de alrededor de medio millón de turistas, resultando en el menor registro de la década, si se exceptúa el 2021, en el que los flujos de turismo fueron exiguos fruto de la pandemia.

Si se examina la evolución de los flujos con países limítrofes, que explicaron el 62% del turismo receptivo en lo que va del año y 84% del emisivo, se tiene un panorama similar al reflejado previamente. En ambos casos, el año 2024 había comenzado con menos turismo emisivo y más turismo receptivo que en 2023. No obstante, dichas tendencias podrían comenzar a cambiar, en función de la trayectoria de las variables macro descriptas previamente.

El turismo como generador de dólares 

Históricamente, el turismo receptivo ha sido generador de divisas, que se conforman con los gastos que realizan los viajeros internacionales en el país. El flujo total de ingresos del turismo receptivo se ha mantenido cerca de los US$ 5.000 millones durante la última década, exceptuando 2020 y 2021, que fueron años de restricciones a los viajes. En 2023, los ingresos generados por el turismo receptivo alcanzaron los US$ 5.442 millones y fueron superiores a los de 2019, siendo el segundo mejor registro en dos décadas. En el caso del turismo emisivo, la salida de divisas ha oscilado de manera más errática, respondiendo de manera más elástica a los cambios de precios relativos que favorecieron el turismo en el exterior. En 2023, los viajes de residentes al exterior explicaron una salida de US$ 7.258 millones. El saldo, si bien fue negativo, se encuentra entre los más bajos de la década. En general, el turismo receptivo históricamente ha sido más estable, exhibiendo mayores oscilaciones el turismo emisivo, fruto de apreciaciones/depreciaciones cambiarias. El mayor déficit se evidenció en 2017, cuando el tipo de cambio bajó en términos reales, hizo que se abarataran mucho los consumos en el exterior, al tiempo que previamente se habían eliminado el cepo cambiario y los recargos a los consumos en el exterior. 

En los primeros dos meses 2024, las cifras de operaciones en el mercado de cambios reflejan también cambios de tendencia importantes. Con la disminución notable de la brecha cambiaria, los ingresos por turismo liquidados a través del mercado de cambios se multiplicaron por 3 respecto de igual periodo de 2023, mientras que los egresos (ahora encarecidos por un tipo de cambio mayor, pero además con impuestos a los consumos en el exterior) se redujeron cerca de 23%. La macroeconomía también juega Un factor que se considera fundamental para determinar el atractivo que tiene el país para recibir turistas internacionales está dado por la capacidad adquisitiva que tengan los salarios. Mientras mayor sea la capacidad adquisitiva de los salarios de los no residentes, en términos de consumo de bienes y servicios en Argentina, mayor será la probabilidad de recibir visitantes internacionales. Del mismo modo, la capacidad adquisitiva de los salarios argentinos determinará la probabilidad de tener mayor o menor salida de residentes para realizar turismo en el exterior. Esta capacidad adquisitiva resulta de la conjunción entre la evolución de salarios y precios de los países (emisor/receptor), los niveles de tipo de cambio, los impuestos, entre otros. 

Lógicamente hay precios clave que pueden depender de fuertemente del tipo de regulaciones que se establezcan y de la forma en que funcionan los mercados (si son eficientes o no), como es el caso de los precios de los vuelos comerciales. Por otra parte, una gran mayoría de consumos que realizan los turistas tienen sus precios establecidos en mercados de gran cantidad de oferentes, con precios flexibles y sin tantas regulaciones. En suma, aun cuando se trate de mercados regulados (que podrían funcionar mejor o peor, según las regulaciones), y sobre todo cuando se trate de actividades con precios que resultan del libre juego de oferta y demanda, la política macroeconómica tendrá una influencia fundamental sobre la capacidad adquisitiva. 

Poder adquisitivo de turistas de países vecinos en Argentina 

Para analizar la evolución de la capacidad adquisitiva de los turistas extranjeros, se considera a modo de ejemplo la situación de chilenos y brasileros, que representaron 37% de los visitantes durante 2023. Se analizó la evolución de salarios de dichos países, medidos en moneda dura. Con esta información, se procedió a ver la capacidad adquisitiva de esos salarios en términos de consumo de bienes y servicios en Argentina, suponiendo conversión a valor de “dólar blue”. Si bien algunos consumos podrían haberse realizado a cotización oficial, en general en el periodo analizado es de esperar que hayan predominado operaciones a través de mercados informales, dada la alta brecha cambiaria que se verificó. 

El primer elemento que salta a la vista es que, durante 2023, un año de importante generación de divisas por turismo receptivo, la capacidad adquisitiva fue alimentada por una importante brecha cambiaria que generó que el poder de compra de los visitantes internacionales fuera elevado. Los chilenos pudieron comprar, en promedio, 12% más que en el promedio de los últimos 5 años, y los brasileños pudieron comprar 16% más que el promedio. 

En segundo lugar, se destaca que la capacidad de compra oscila, con rasgos comunes que se deben a la política macroeconómica argentina, pero también con diferencias que provienen del diferente ritmo de devaluación, de crecimiento de salarios y precios en los otros países. Finalmente, se destaca la fuerte caída en la capacidad de compra de los turistas que vienen de los países señalados (algo extrapolable a la mayor parte de los turistas internacionales, independientemente de su origen). Los chilenos perdieron 42% de su capacidad de compra desde diciembre hasta la actualidad, mientras que los brasileños perdieron 38%. Esta situación no impacta de manera inmediata en los flujos de turismo, pero ciertamente tendrá efectos a mediano plazo sobre el nivel de actividad.

Poder adquisitivo de turistas argentinos en el exterior 

La contracara del fenómeno anterior ocurre en lo referido a la capacidad adquisitiva de los salarios argentinos en el exterior. Está claro que los asalariados argentinos se encuentran en una situación de fuerte merma de su capacidad adquisitiva en términos de consumo de bienes y servicios locales, y eso es un factor que alienta una contención del gasto en turismo internacional. Sin embargo, también es cierto que el turismo emisivo se está abaratando fuertemente, debido a la apreciación real del peso, en especial si se considera la cotización de “dólar blue”. 

Cuando se considera el valor del “dólar turista” (oficial más recargos asociados a Impuesto PAIS y percepciones), la situación difiere porque esa cotización, sustancialmente más alta, mantendría la capacidad adquisitiva en torno al nivel promedio de 2023. La capacidad adquisitiva de los argentinos para hacer turismo en el exterior durante 2023 fue entre 5% y 11% inferior a la de los últimos 5 años (según si se considera valor de dólar blue o valor de dólar “turista”, respectivamente). 

Eso explica que el turismo emisivo se encontrara algo contenido durante el último año. Sin embargo, desde diciembre hasta la actualidad, esa capacidad de compra de bienes y servicios turísticos en el exterior creció 57% (medida a dólar blue) y 20% (medida a valor de dólar “turista”). 

Esto lógicamente no se traducirá automáticamente en una suba del turismo emisivo, porque el contexto de pérdida generalizada de capacidad de compra para adquirir bienes y servicios localmente será dominante en la mayor parte de los casos. Pero podría generar mayores incentivos a realizar turismo emisivo a mediano plazo, especialmente si se prosigue varios meses más con un crawling peg del 2% mensual.

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Bajar la inflación sin perder competitividad, abrir la economía tras realizar reformas estructurales

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Escriben Marcelo Capello y Marcos Cohen Arazi, fundación Mediterránea. Suele plantearse que Argentina tiene capacidad para producir alimentos para 400 millones de personas, pero desde hace varias décadas nos cuesta alimentar decentemente a 46 millones de argentinos. Ello a pesar de que, desde el año 2002, se reintrodujeron los Derechos de Exportación, un tributo extraordinario, aplicado por pocos países en el mundo, supuestamente transitorio, pero que casi un cuarto de siglo después sigue vigente, aportando en todos estos años un acumulado de 165 mil millones de dólares (35% de un PIB anual).

A pesar de tal volumen de recursos extras con que contó el Estado desde 2002, el año pasado existían 4,3 millones de personas indigentes en Argentina, equivalente a un 9,3% de la población.

También suele afirmarse que, con Vaca Muerta, Argentina tiene capacidad para abastecer el consumo interno de gas por 400 años. No obstante, en 12 de los últimos 13 años el país exhibió déficit comercial en energía, con un desequilibrio acumulado de 36 mil millones de dólares. Otro ejemplo de un país que siempre es ponderado por su “potencial”, pero que nunca termina de despegar, y sigue lidiando con problemas antiguos, repetidas crisis y una población cada vez más empobrecida.

Detrás del fracaso económico argentino de largo plazo claramente se encuentran una estrategia equivocada de desarrollo, graves dificultades en materia de calidad institucional y los problemas crónicos de déficit fiscal, que genera endeudamiento e inflación, y un persistente sesgo antiexportador, a partir de una economía poco competitiva internacionalmente. Salir de esta situación decadente implica terminar con el déficit fiscal y poner en práctica un plan para desarrollar una economía competitiva y exportadora.

En este sentido, la actual administración nacional está bien encaminada cuando pretende eliminar el déficit fiscal en el año 2024. ¿Por qué sí o sí este año? Porque se trata de un problema de muchas décadas, y para que se recupere rápido la confianza frente a los mercados locales e internacionales, debe solucionarse con una política de shock, dado que el gradualismo no resulta ya creíble, y porque de no hacerse el país se encaminaba a un nuevo proceso hiperinflacionario. También porque desde el punto de vista de economía política, a los ajustes siempre hay que hacerlos en los primeros meses de un gobierno, en un año no electoral, para luego tener 3 años para recuperarse y llegar mejor para la elección más importante.

Finalmente, porque ordenando las finanzas en 2024, puede haber financiamiento internacional para el sector público argentino desde el año 2025, un año electoral en que suben los vencimientos de la deuda en moneda extranjera.

Para bajar la inflación a niveles normales hay que eliminar el déficit fiscal, pero ese proceso debe realizarse sin comprometer el logro de la solución al otro gran problema de largo plazo de la economía argentina: su escasa competitividad y sesgo antiexportador. El desafío es bajar la inflación sin deteriorar la competitividad, lo que exige no atrasar el tipo de cambio y progresivamente mejorar la competitividad estructural. En ese sentido, existe una preocupación con el actual proceso desinflacionario, y es que no ocurra a expensas de atrasar nuevamente el tipo de cambio, como ocurrió en repetidas ocasiones en la historia económica argentina.


Las medidas tomadas en los primeros meses del actual gobierno han apuntado a los principales problemas macroeconómicos de largo plazo, y a otros existentes de corto y mediano plazo. La inflación pasó de 25,5% en diciembre a 13,2% en febrero, y es posible que se ubique en un dígito en abril. La base monetaria, en términos reales, cayó un 24% y los pasivos monetarios del BCRA un 30%, entre noviembre de 2023 y marzo de 2024. Las reservas del BCRA pasaron de ser negativas por cerca de 10 mil millones de dólares en noviembre pasado, a la posibilidad que vuelvan a resultar positivas en algún momento de abril o mayo próximo. La brecha cambiaria pasó de 160% a poco más de 10% en los últimos meses. Finalmente, en enero y febrero se alcanzó superávit financiero en el sector público nacional, y comenzó un proceso de racionalización de tarifas de servicios públicos.

Claro que la fuerte suba inicial del tipo de cambio en diciembre pasado y la consecuente mayor inflación de ese mes y los dos subsiguientes, junto al inicio de la normalización de las tarifas y el sinceramiento de muchos precios pisados, licuó 20% los salarios y 30% las jubilaciones desde noviembre pasado a esta parte, con lo que la actividad económica agravó su declive, y casi todos los sectores se ubicaron en los números rojos, en algunos casos de dos dígitos.

A partir de marzo o abril de este año los salarios podrán ganarle levemente a la inflación, aunque a fin de año no habrán recuperado lo perdido en 12 meses. Desde mayo estará impactando una mejor cosecha que la del año previo, y durante todo el año, el sector energía y minería seguirán traccionando a muy buen ritmo. Queda entonces un segundo trimestre complicado, económica y socialmente, pero luego de ese período podrían visualizarse algunos resultados positivos en términos de actividad e ingresos.

La reducción de la Inflación y la mejora en la competitividad deberían preceder a la apertura de la economía

La economía argentina es relativamente cerrada, de modo que para mejorar su eficiencia y posibilidades de crecimiento se requerirá a futuro una mayor apertura. Esto es, en la medida que la economía sea más estable y se haya avanzado en las reformas estructurales (laboral, tributaria, previsional, educativa, desregulación, productividad pública, etc.), de modo que brinden mayor competitividad estructural a la producción local, una progresiva mayor apertura comercial ayudará a generar los incentivos adecuados para una economía más productiva y con mejor asignación de recursos. De ese modo, la apertura constituirá otra reforma estructural, con objetivos de mediano y largo plazo que, junto a una economía más competitiva, permitirán un salto exportador y con mayor valor agregado. Así entendido, existen menos riesgos que la apertura implique el cierre de empresas que tengan potencial competitivo.

Pero aquí alterar el orden de los factores si puede afectar el producto. Intentar usar una apertura comercial rápida sólo como herramienta de contención de precios de bienes locales, sin haber realizado antes las reformas estructurales que mejoren la competitividad de la producción local, podría generar fuertes reducciones en la actividad y el empleo, o directamente el cierre de empresas potencialmente competitivas.

La apertura recientemente anunciada para una cierta variedad de productos, sólo con el objeto de contener o inducir reducciones de precios en bienes finales, pensada como estrategia antiinflacionaria más que como instrumento de largo plazo dirigido a aumentar la eficiencia de la economía, podría afectar negativamente y en poco tiempo a muchos productores locales, que con una macro ordenada y reformas estructurales, sí podrían resultar competitivos. La situación podría agravarse en un contexto en que el crawling peg del dólar se mantiene en 2% mensual, amenazando nuevamente con un próximo atraso cambiario, y con todavía escasos avances en materia de competitividad estructural.

Debe tenerse presente que aún existen problemas de competitividad estructural, como la acumulación de impuestos distorsivos en los bienes nacionales que generalmente no enfrentan los bienes importados, los problemas de infraestructura básica que encarecen la producción doméstica, la presencia de un régimen laboral poco flexible y muy oneroso en materia de costos laborales no salariales, por citar sólo algunos ejemplos. No puede dejarse de mencionar, a su vez, el hecho que se permitirá importar más rápido y con menores restricciones ciertos bienes finales que competirán con productos nacionales que, además de sufrir las consecuencias exógenas de los problemas estructurales antes citados, deben importar sus insumos con mayores restricciones y costos que lo que lo harán sus competidores importados.

Abrir la economía antes de realizar las reformas estructurales no parece lo más adecuado y añade riesgos de fractura en el sector productivo, que pueden agravar la situación social y repercutir en el empleo. Vale recordar que, en los últimos 10 años, se ha reducido en 30.000 el número de empresas empleadoras, según cifras de AFIP.

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