Consecuencias de la COVID-19: ¿Qué sucedió en América Latina?

Escriben Bas B. Bakker y Carlos Goncalves

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Por Bas B. Bakker y Carlos Goncalves – Si bien se habla mucho de «la vida después de la pandemia» en algunos de los países más ricos del mundo, en varios países de América Latina y el Caribe los fallecimientos diarios por COVID-19 siguen cercanos a los máximos de la pandemia.

A diferencia de Estados Unidos y Europa occidental, la cantidad de víctimas diarias en la región ha aumentado a ritmo constante desde la aparición de la pandemia, sin que se hayan presentado grandes olas. América Latina confinó a la población temprano y tiene una distribución demográfica más joven que otras regiones. ¿A qué se debe entonces que las muertes sigan aumentando?

Nuestro estudio indica que los altos niveles de empleo informal (o informalidad), la débil capacidad institucional y el momento en que se llevaron a cabo los confinamientos tuvieron mucho que ver con la poca eficacia de éstos últimos.

El impacto real

El número oficial de víctimas (por millón) de COVID-19 en América Latina y el Caribe es similar al de Estados Unidos y Europa occidental a pesar de tener una población mucho más joven y de que la COVID-19 los afectara relativamente tarde, lo que dio a los países tiempo para prepararse.

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Sin embargo, el número oficial de víctimas puede no ser tan exacto. La cantidad de «exceso de fallecimientos»—una medida de cuántas personas más está falleciendo de lo que se podría esperar en un año normal—sugiere que la verdadera cantidad de víctimas en muchos países latinoamericanos se sitúa muy por encima del recuento oficial. Perú es un buen ejemplo. Su registro oficial de víctimas prácticamente se triplicó tras una revisión reciente de sus registros médicos en vista de la enorme discrepancia entre el exceso de muertes y las muertes oficiales.

Respuesta de la región a la COVID-19

Los países de América Latina y el Caribe se vieron afectados más tarde, lo que les dio tiempo para confinarse antes de que se propagara la enfermedad. Los confinamientos también fueron rigurosos: la disminución de la movilidad en el segundo trimestre de 2020 en algunos países latinoamericanos se situó entre las más elevadas del mundo. Esto tuvo un fuerte impacto en la actividad económica. En abril, la actividad económica de la región había caído 20% con respecto a la del año anterior.

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Pero los confinamientos tempranos y rigurosos no redujeron la cantidad de víctimas diarias. Nuestro estudio indica que, si bien la tasa de crecimiento de nuevos fallecimientos en la región desaceleró, la cantidad de nuevas víctimas continuó en un ascenso lento pero constante y registró su máximo a principios de 2021. Esto fue muy diferente de lo sucedido en Estados Unidos y Europa occidental, donde los fallecimientos diarios cayeron rápidamente durante el segundo trimestre de 2020.

Una explicación posible son los altos niveles de informalidad y los bajos niveles de capacidad institucional de la región. Cuanto mayor es el nivel de informalidad, menor es el impacto de los confinamientos en la tasa de crecimiento de nuevos fallecimientos, en parte porque las personas con empleo informal no pueden darse el lujo de quedarse en casa. Observamos un resultado similar en relación con indicadores de gobierno y otros indicadores de capacidad institucional. Los confinamientos generaron mejores resultados en países con mediciones más altas de eficacia de gobierno, posiblemente porque ésta es un barómetro de la calidad del sistema de salud.

Otra posible explicación está relacionada con el momento en que se llevan a cabo los confinamientos, en particular, cuando suceden demasiado pronto. Cuando comenzaron los confinamientos, la cantidad de personas infectadas todavía era muy baja, lo que significa que la población susceptible era muy alta. Esto hizo que fuera mucho más difícil frenar la pandemia.

Por último, las políticas gubernamentales se flexibilizaron y perdieron impacto, lo que llevó a un incremento de la movilidad a medida que los casos aumentaban. Europa occidental también vio un aumento de la movilidad en el tercer trimestre de 2020, pero cuando el registro de nuevos casos había caído a niveles bajos.

Vacunas limitadas y nuevas variantes

A fines de 2020, dos nuevos elementos cambiaron el panorama: la llegada de las vacunas y de nuevas variantes más contagiosas. La región se ha visto muy afectada por las nuevas variantes, incluida la infame variante P.1 en Brasil. El porcentaje de la población que ha completado el plan de vacunación también es relativamente bajo en la mayoría de los países.

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Hay otros factores de corte más estructural que pueden haber impactado la tasa de fallecimiento:

  • La cantidad de camas hospitalarias, ya que más camas per cápita se tradujo en menos muertes.
  • Los países con historia de vacunación BCG (contra la tuberculosis) registraron menos muertes que otros países.
  • Los municipios más grandes y con mayor densidad de población tuvieron más muertes por millón (aun así, la densidad de población no explica las diferencias entre países).

Lecciones aprendidas

  1. El momento en que se toman las medidas es clave. Decretar un confinamiento demasiado tarde puede causar un fuerte aumento de la tasa de fallecimientos, pero decretarlo muy temprano puede no ser sostenible y hacer que difícilmente se logre frenar la pandemia (con la notable excepción de las islas pequeñas).
  2. Los altos niveles de informalidad y la débil capacidad institucional limitan la eficacia de los confinamientos.
  3. Una rápida campaña de vacunación es un factor decisivo. Los países más expuestos al riesgo de un súbito aumento son aquellos donde una proporción muy alta de la población sigue siendo susceptible. En Uruguay, por ejemplo, las víctimas fatales diarias subieron de 63 en diciembre de 2020 a 4.700 en junio de 2021, y su tasa de fallecimiento es hoy la más alta del mundo en relación con el tamaño de la población. A principios de junio de 2021, la tasa de personas con la vacunación completa en los cinco países más poblados (Argentina, Brasil, Colombia, México y Perú) osciló entre 4% (Perú) y 11% (Brasil), frente a 41% en Estados Unidos. En vista de que muchos países de la región tienen dificultades para adquirir o comprar dosis de vacunación, el acceso a la vacuna sigue siendo una gran prioridad.

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