Covid 19: el impacto mundial en la economía y sus enseñanzas

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Escribe Carlos Falasca. Miembro de GEO Estudio y Opinión. Doctor en Medicina. Especialista en Cirugía General, Salud Pública y Salud Ocupacional. Auditor Médico General. La economía mundial experimentará su mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial y el producto bruto interno (PBI) per cápita disminuirá en el 90% de los países, en un proceso sincrónico sin precedentes. Para evitar el contagio de la enfermedad, los gobiernos han forzado el cierre de muchos negocios considerados no esenciales y han establecido confinamientos y cuarentenas, llevando a la parálisis de numerosas actividades económicas.

La pandemia de COVID-19 está teniendo un impacto económico concurrente severo en las economías y comunidades del mundo, con un nivel de profundidad que no es homogéneo en virtud de las características particulares de cada país y región, y su capacidad de recuperación. 

Esta crisis podría llevar a millones de personas a la pobreza extrema, a la emergencia e inseguridad alimentaria y millones de personas pobres experimentarán privaciones aún más profundas. Esta pobreza extrema podría persistir en niveles más altos en 2021 y posiblemente, continuar en años posteriores. La pandemia ha interrumpido las cadenas de suministros de bienes de capital, el estancamiento de las economías rurales no agrícolas y generado consecuencias devastadoras para los jóvenes y los trabajadores informales.

Se ha reconocido que los impactos en la salud producidos por la pandemia eventualmente podrían verse eclipsados por los efectos económicos de las medidas diseñadas por los gobiernos, que afectaron a los países de acuerdo con su capacidad de respuesta y su heterogeneidad. 

Transcurrido más de un año de la pandemia, las perspectivas mundiales siguen siendo muy inciertas. Las nuevas mutaciones del virus y la incesante pérdida de vidas humanas son motivos de preocupación aún cuando la creciente cobertura de la inmunización contribuye al optimismo. De acuerdo con el informe del mes de abril de 2021 del FMI sobre las perspectivas de la economía mundial “…las recuperaciones económicas están divergiendo entre países y sectores, debido a la diversidad de trastornos inducidos por la pandemia y del grado de respaldo de las políticas. Las perspectivas dependen no solo del resultado de la lucha entre virus y vacunas, sino que también del grado en que las políticas económicas desplegadas en medio de una gran incertidumbre puedan limitar los daños duraderos causados por esta crisis histórica”. Según sus proyecciones, “…el crecimiento mundial será de 6% en 2021. Para EE.UU de 6.4%, la zona del Euro de 4.4%, Reino Unido 5.3%, China (único país que tuvo un crecimiento del 2.3% en 2020) e India superarían el 8%. América Latina crecería en promedio el 4.5%”. Sin duda, estas perspectivas están sujetas a una gran incertidumbre relacionada con el curso de la pandemia y el impacto de una nueva ola de contagios, la eficacia del respaldo durante la transición hasta que las vacunas faciliten la normalización y la evolución de las condiciones financieras de cada país.

Dado que tanto el impacto externo como el interno se han intensificado, Latinoamérica evidenciará una caída del producto bruto interno (PBI) de -9,1% en 2020. Por su parte, Argentina es uno de los 6 países más afectados y, de acuerdo con las Perspectivas Económicas Mundiales hechas por el FMI, en junio tendrá una disminución del 9,9% del PBI (como consecuencia su recuperación será más lenta en el 2021).

Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha manifestado que “restaurar la confianza será crucial para la recuperación exitosa de las economías, y para ello debemos aprender a vivir con seguridad con el virus”, que probablemente será durante todo el 2021. En el 2020, Italia, España, India, México y el Reino Unido experimentaron una caída entre 6 y 10 por ciento del PBI. Estados Unidos está por debajo de la cifra mundial con una reducción del 3,8 por ciento. 

En la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyectan que el número de personas en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones en 2020, con lo que el total de personas en esa condición pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020, cifra que representa el 37,3% de la población latinoamericana. Además, se espera que la tasa de desocupación en América Latina y el Caribe se ubique alrededor del 13,5% al cierre de 2020.

Los países de la región han anunciado grandes paquetes de medidas fiscales para hacer frente a la emergencia sanitaria y mitigar sus efectos sociales y económicos con diferente solvencia para enfrentarlas en cada uno de ellos. Los esfuerzos nacionales deben ser apoyados por la cooperación internacional para ampliar el espacio de política a través de mayor financiamiento en condiciones favorables y alivio de la deuda. Asimismo, avanzar en la igualdad social es fundamental para el control eficaz de la pandemia y para una recuperación económica sostenible en América Latina y el Caribe. 

Por otra parte, el director del Departamento del hemisferio occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI) en uno de sus informes dijo que de los 70 préstamos aprobados para América Latina por US$ 25.000 millones desde que arrancó la pandemia, 17 fueron para países en la región por un monto de US$ 5.200 millones. Además, se aprobó el acceso a la llamada Línea de Crédito Flexible del organismo para los casos de Chile y Perú, y fue renovada para Colombia. Estos casos, junto con el de México, suman US$ 107.000 millones de apoyo a través de esta línea de crédito. Argentina no pudo acceder por la situación previa en materia de política fiscal y una capacidad de endeudamiento muy condicionada. En la post pandemia, las economías más sólidas como las del Brasil, México, Chile, Colombia y Perú seguirán teniendo acceso al crédito externo. Sería importante que Argentina puede establecer acuerdos en materia de créditos a nivel internacional, que le permitan acceder a otras opciones de financiamiento y así contar con más herramientas para atravesar la crisis.

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El director del FMI confesó también que la prioridad inmediata de la política fiscal debe seguir siendo proteger vidas y medios de subsistencia: “dado el espacio fiscal limitado en la región, requerirá priorizar el gasto y aumentar su eficiencia”. Además, recomienda a las autoridades encontrar formas “creativas” de llegar a distintos segmentos de la sociedad, especialmente donde la informalidad es elevada. Será clave para nuestro país mostrar compromisos con un plan de consolidación fiscal a mediano plazo y activar reformas estructurales que mejoren el crecimiento económico. 

La pobreza en los países en desarrollo de Asia oriental y el Pacífico podría aumentar por primera vez en 20 años, ya que la pandemia de coronavirus borró gran parte del crecimiento económico del 2019. Definida la línea de pobreza como un ingreso de U$S 5.50 por día, hasta 38 millones de personas más podrían caer por debajo de ese nivel de ingresos este año (incluidas 33 millones que habrían escapado de la pobreza si no fuera por el impacto de COVID-19). Por otra parte, las Naciones Unidas proyectaron que el 8.8% de la población mundial (700 millones de personas) vivirán en pobreza extrema este año (definida como ingresos por debajo de U$S 1.90 por día).

La leve reducción del impacto ambiental en el cambio climático ha sido más un efecto por omisión que por acción. La reducción de las emisiones de efecto invernadero, la contaminación del aire, el consumo y el impacto en los ecosistemas se ha reducido por la caída de la actividad económica y no por un cambio de paradigma en el modelo de crecimiento. Es útil conocer para tener una dimensión del problema que cada año se emiten a la atmósfera de la Tierra más de 36.000 millones de toneladas de CO2, el principal de los “Gases de Efecto Invernadero” que contribuyen al Cambio Climático. Los países que más contribuyen porcentualmente a contaminar el planeta por sus emisiones de CO2 son: China (26,6%), EE. UU. (13,1%), UE-28 países (9,2%), India (6,8%), Rusia (4,5%), Japón (2,8%).

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EUROPA

Es interesante recordar que la Comunidad Económica Europea (entidad geopolítica integrada en el 2020 por 28 países) se conformó con la firma de los primeros ocho estados miembros (acuerdo por el carbón y el acero) y creada por el Tratado de Roma en 1951. En 1993, con la firma del Tratado de Maastricht, se forma la Unión Europea (UE) y una asociación económica y política con una bandera, himno y moneda única. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue creada en 1945 y la conforman hoy 194 países (exceptuado el estado del Vaticano, que posee el rol de estado observador). 

Para el conjunto de la UE la caída del PBI en el 2020 la estimó el FMI en el 6.6%, con un rebote limitado al 4.4% en 2021. El impacto económico estimado hasta el momento ha sido asimétrico en los países miembros. Como ejemplo: la caída en Italia fue de 11%, en España del 10,9%, en Francia del 10,6%, en Alemania del 6,3%, y la de menor perdida fue de Polonia con el 4,6%. Por su parte, el Reino Unido (ex socio comunitario) reflejó una caída del 9,7%.

La magnitud del repunte en 2021 dependerá del tamaño del impacto sobre las diferentes economías y de la desigual severidad de las medidas de contención tomadas para combatir la enfermedad, que se han comenzado a flexibilizar a partir de abril de 2020 con la reapertura de las diferentes actividades económicas y circulación en el interior de los países y hacia otros destinos. Y a pesar de los rebrotes epidémicos se han tomado medidas de aislamientos selectivos. No obstante, los cambios en el comportamiento de los consumidores hacen pensar que habría un retraso en la recuperación del sector de servicios como turismo, restaurantes, alojamientos y entretenimientos. En cuanto a la inflación, las previsiones para la UE son del 0,6% para este año y de 1,3% para el 2021. 

Por un acuerdo logrado en Bruselas por los Diputados de la Unión Europea se votó en 2020 un paquete de ayuda para sus países miembros de 750 mil millones de euros. Esto es una prueba concreta que, en el tránsito del confinamiento y su finalización, la recuperación de los países a nivel mundial va a ser muy diferente, no sólo desde el aspecto económico sino prevalentemente desde lo social, cultural, educativo y la férrea voluntad para enfrentar situaciones de extrema gravedad (como lo han sido la primera y segunda guerra mundial, que dejaron 60 millones de muertos).

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ESTADOS UNIDOS

En Estados Unidos, la primera economía del mundo, la pandemia tuvo impactos diferentes en las comunidades latina y afroamericana. Los latinos representan el 17% de la población económicamente activa. En una encuesta realizada por Pew Research, el 59% de los latinos dijeron que viven en hogares donde alguien perdió su trabajo o se les redujo su salario, y el desempleo llegó a 18,5%, (supera ampliamente al 12,5% de los blancos no hispanos). En la comunidad afroamericana alcanzó un máximo de 16,2% y el desempleo asiático-estadounidense fue de 14,2%.

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El 26 de marzo del 2020, con Donald Trump como presidente, ambas cámaras del Congreso votaron en forma presencial y por unanimidad de Republicanos y Demócratas, un plan de ayuda económica de US$2,2 billones para luchar contra la crisis causada por el coronavirus. Considerado el mayor paquete de estímulo económico de la historia de EE.UU., el plan incluye un pago de US$1.200 para los adultos y 500 U$S para los menores del grupo familiar, recursos para ampliar los planes de ayuda al desempleo, créditos blandos hasta no reembolsables para las empresas, aportes para pagar salarios y eliminación de impuestos. El gobierno incorporó en esta ayuda a los trabajadores de la llamada economía colaborativa (repartidores de comida, taxistas…) y a los autónomos tradicionales. De este total se destinaron al sector salud 150 mil millones de dólares. A fines de septiembre comenzó la discusión en el Congreso del tercer paquete de estímulo de U$S1.9 billones que, finalmente, fue aprobado por el Senado, la cámara de representantes y refrendado por el presidente Biden el 11 de marzo de 2021, al cumplirse un año del confinamiento en el país.

Cuando se hizo evidente que la pandemia del coronavirus causaría recesión, los economistas empezaron a debatir qué forma tendría. La Cámara de Comercio de Estados Unidos se planteó los siguientes escenarios: ¿sería una V, con una rápida caída y una igualmente rápida recuperación? ¿O una U, con una recuperación más lenta? ¿O más bien una L, sin recuperación alguna? Ahora, al menos en Estados Unidos, los expertos creen que ninguna de estas letras sirve. Es la K, que simboliza una rápida caída con una posterior división aguda entre vencedores y perdedores, la que mejor describiría la situación actual de la economía.

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REFLEXIONES

Como es ya evidente, la pandemia no ha hecho más que revelar la situación en la que cada uno de los países se encontraba antes de su llegada. Y las prioridades si bien no son nuevas, parecen acortarse los plazos para comenzar a tener resultados concretos dado que la crisis sanitaria ha acelerado exponencialmente las inequidades. 

En este sentido, las prioridades deberían enfocarse en una fuerte inclusión económica y social de la población con una segura escolarización para preservar el capital humano, evitar recortes en la inversión pública, aumentar la productividad, dar estímulos impositivos a las empresas, generar empleos genuinos para aumentar la base impositiva y disminuir la cantidad de trabajadores del sector informal para brindarles una segura cobertura social y médica, aprovechar y fortalecer las oportunidades digitales emergentes que se han generado y seguirán haciéndolo, forjando un gran impacto social, principalmente en las actividades de servicios.

Las enfermedades, la inseguridad alimentaria, la pérdida de puestos de trabajo y el cierre de escuelas podrían tener severas consecuencias en la salud y el aprendizaje de los niños y jóvenes, con un impacto negativo en toda su vida. Los pobres, en general, con un menor nivel educativo, se verán gravemente afectados debido a un peor acceso a hospitales, Internet, servicios financieros, escuelas con educación virtual y trabajos, y aumentará la brecha digital con el consecuente aumento del analfabetismo digital. Lamentablemente, las “cicatrices” dejadas por la crisis de COVID-19 podrían durar muchos años.

Los más afectados han sido los países pobres y con importantes déficits fiscales, que tienen, de por sí, una capacidad de respuesta muy baja en tiempos normales y, la disrupción de la pandemia, les generó un aumento significativo de la pobreza e indigencia, el riesgo alimentario, las inequidades y un pronóstico muy severo en cuanto a la recuperación en 2021. Los paquetes billonarios de ayuda económica aprobados por la UE y en Estados Unidos son un claro factor que marca las diferencias. 

Por su parte, la leve reducción del impacto ambiental ha puesto en evidencia el efecto favorable que se genera cuando se reducen las emisiones de efecto invernadero, la contaminación del aire y el consumo. Si bien no se trata de un cambio de paradigma, esta “prueba piloto” no planificada pone en valor el efecto que podrían tener las acciones coordinadas de una economía sustentable y un planeta más equilibrado.

La vulnerabilidad económica expuesta por COVID-19 exige una economía global más resiliente y un positivo desarrollo de las economías locales y personales, piedra angular para poder concretarlo. El desafío es enorme, pero las evidencias que nos deja la pandemia dan señales claras sobre por dónde avanzar. ¿Sabremos aprovechar como humanidad la oportunidad que se ha generado y pondremos como prioridad el desarrollo de acciones sostenibles y sustentables de forma global que contribuyan no sólo a resolver las urgencias generadas por la pandemia sino recorrer el camino hacia una sociedad más equitativa?

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