Covid-19: Pese a que es una enfermedad viral, aumentó innecesariamente el uso de antibióticos
De acuerdo a los reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global entre un 70 y un 80% de las personas hospitalizadas por COVID-19 reciben antimicrobianos frente a la sospecha de la presencia de una infección respiratoria baja (IRB), situación que no siempre está presente, ya que los reportes científicos muestran una posibilidad de coinfección, es decir la presencia del virus SARS CoV-2 y una bacteria, en no más de un 6% de los casos. Esta situación podría producir la aparición y propagación aceleradas de resistencia a los mismos, situación que no es nueva y que preocupa a las autoridades sanitarias de todo el mundo.
En esa misma línea, desde la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), en el marco de la Semana del Uso Responsable de Antimicrobianos’ una iniciativa que promueve la OMS a nivel mundial y que se conmemora del 18 al 24 de noviembre, hicieron un llamado a tomar mayor conciencia sobre esta problemática y a restringir el uso de antibióticos solamente para aquellos casos con indicación médica precisa, mensaje que va dirigido no solo a la población general sino a las autoridades sanitarias, farmacéuticos y dispensadores de farmacias y a la propia comunidad médica.
“Se calcula que para el 2030 el consumo mundial de antimicrobianos aumentará un 67% y en el 2050 la resistencia antimicrobiana será una de las principales causas de muerte, superando al cáncer. La resistencia antimicrobiana avanza más rápido que la generación de nuevos antibióticos. A nivel mundial, durante la pandemia de coronavirus se vio que, aunque estemos ante la presencia de una enfermedad viral, hubo un aumento del consumo de antibióticos por dos factores. El primero, asociado a la indicación de antibióticos habitual frente a la neumonía de la comunidad, cuando en realidad la coinfección ‘bacterias-virus’ en pandemia es menor al 6% de los casos, entonces allí hay una sobreprescripción de antibióticos. El segundo factor es que los pacientes que se internan y que están gravemente enfermos por Covid- 19, sufren infecciones asociadas al cuidado de la salud al estar ventilados, con catéteres o sonda vesical, y estas infecciones son las que se relacionan mayoritariamente con gérmenes multirresistentes; son las infecciones intrahospitalarias que requieren un alto consumo de antibióticos de amplio espectro”, sostuvo la Dra. Wanda Cornistein, infectóloga, coordinadora del Programa de Resistencia Antimicrobiana de la SADI y Jefa de Control de Infecciones del Hospital Universitario Austral.
La resistencia es un mecanismo natural, entre otros, que tienen las bacterias para defenderse de un ámbito que les resulta hostil, esto lo hacen no sólo en el cuerpo sino donde estén, en la tierra, el agua, donde sea. ‘Klebsiella pneumoniae’ y ‘Pseudomonas aeruginosa’ son algunas de las bacterias que se adaptan a los antibióticos, generan mecanismos para sobrevivir y poseen mayor resistencia.
Se calcula que cada año unas 700.000 personas mueren en todo el mundo como consecuencia de la resistencia antimicrobiana y que de no tomarse medidas al respecto esa cifra llegará a los 10 millones para el 2050 . Además, de acuerdo con una base de datos sobre la eficacia de tratamientos con antibióticos y nuevos patrones de resistencia realizado en más de 60 países, se ha registrado un incremento en la resistencia de algunas bacterias Gram negativas en América Latina, de alrededor de un 14% en 2011 a 29% en 2016 .
Según señaló el Dr. Francisco Nacinovich, integrante del Programa de Resistencia Antimicrobiana de la SADI y jefe de Infectología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), el mecanismo de la resistencia necesita muy poco estímulo para gatillarse y no tiene que ver con la cantidad ni la duración de un tratamiento antibiótico.
“Un solo comprimido de cualquier antibiótico mal prescripto, sobre todo para infecciones virales respiratorias, es suficiente para que el microorganismo desarrolle los mecanismos para ser resistente a ese antibiótico. Los antimicrobianos cuando están indicados adecuadamente en una infección documentada, con cultivo y datos clínicos, erradican el germen y resuelven la enfermedad sin mayores consecuencias. Ahora, si se dan antibióticos para una infección viral, que es donde más se utiliza por error (para las bronquitis, para las faringitis, que en el 80-90% de los casos son causadas por virus), las bacterias que viven con nosotros habitualmente se sienten agredidas y reaccionan haciéndose resistentes”, indicó el Dr. Nacinovich.
Para el Dr. Lautaro De Vedia, infectólogo, ex presidente de la SADI y jefe de la División Asistencia Especial del Hospital Muñiz de Buenos Aires, con la pandemia de Covid-19 la situación de la resistencia antimicrobiana tendió a empeorar, debido a la administración innecesaria de antibióticos por parte del equipo médico.
“En un principio cuando uno recibía a un paciente no sabía si tenía coronavirus o una neumonía bacteriana, entonces ante la duda, particularmente en los pacientes graves, se le daba antibióticos hasta tener los resultados. Ahora tenemos recomendaciones desde la SADI que nos indican ser cautos, recordando la poco frecuente de la convivencia de bacterias y virus, y que si hay que hacer un tratamiento antibiótico debe ser por períodos más breves, y en los pacientes no tan graves tal vez abstenerse de suministrarlos cuando se sospecha de Covid a la luz de la radiografía o datos de laboratorio. Hay que dejar el antibiótico solo para los casos de sospecha de coexistencia del virus SAAR-CoV-2, con una infección bacteriana”, detalló el Dr. De Vedia.
“El mal uso de antimicrobianos va incluso más allá de la situación puntual de la pandemia y representa una problemática con múltiples responsabilidades. Este tema nos incumbe a todos, los médicos tenemos mucha responsabilidad, hoy se sabe que los tratamientos aun siendo más breves son igual de efectivos que los que hacíamos antes, que eran prolongados; hay que prescribir antibióticos sólo cuando es estrictamente necesario. Por su parte, la población tiene que saber que el antibiótico sólo tiene que ser prescripto por el médico o el odontólogo y que los farmacéuticos también juegan un rol importante, no deben vender los antibióticos sin receta, a su vez las autoridades y gobiernos también deben controlar”, insistió el Dr. De Vedia.
“En los Estados Unidos, 2 de cada 5 personas que se encuentran bajo tratamiento antibiótico consultan a la guardia por presentar eventos adversos asociados como diarrea, molestia gastrointestinal, prurito, dolor en la boca del estómago, hasta un evento muy frecuente que es la diarrea por ‘clostridioides difficile’ que es una bacteria que se manifiesta por el uso de antibióticos, todo esto más la resistencia. En ese país hay una vigilancia estricta de los efectos adversos asociados a antibióticos, en Argentina no todos los lugares tienen implementados sistemas de vigilancia, entonces no sabemos a ciencia cierta cuál es el número de eventos adversos. Además, muchas veces nos enfrentamos a la exigencia del paciente por la prescripción de antibióticos, cuando debería ser todo lo contrario: el médico debería explicar la razón por la cual indica el antibiótico, que debería ser una práctica excepcional”, explicó la Dra. Cornistein.
“En 2010 la tasa de infecciones por bacterias resistentes como la ‘Klebsiella pneumoniae resistente a carbapenemes’ o productora de carbapenemasas (KPC) era del 3,6% cada 10 mil egresos hospitalarios en la Ciudad de Buenos Aires, en 2014 había trepado al 39,1%. En Argentina se estima que la mortalidad por infarto de miocardio esta alrededor del 5%, mientras que ahora una infección por una bacteria multirresistente puede tener una mortalidad superior al 40-60%. Estamos en un escenario donde tenemos bacterias para las cuales no tenemos antibióticos para combatirlas. Esto ya ocurre, es una realidad en Argentina y es muy serio; y no tenemos mucho tiempo para resolver este problema: se c
alcula que para 2050 se van a morir más personas por gérmenes resistentes que por cáncer u otras enfermedades como las cardiovasculares”, concluyó el Dr. Nacinovich.