Cubierta Verde: la audaz propuesta para plantar cien mil árboles nativos en Misiones

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La apuesta es inédita: plantar cien mil árboles nativos para recuperar montes y generar conectividad entre los corredores verdes. Nunca antes se hizo en la región y Misiones está a punto de dar ese paso, como punta de lanza de un trabajo trinacional, que se intentará replicar en Paraguay y Brasil, para regenerar bosques de la mata atlántica. 

La propuesta nació en Puente Verde, la reserva que está en la Península de Andresito, en la unión selvática entre los parques nacionales de Iguazú y de Foz do Iguaçu. Allí ya se está haciendo un plan de rewilding que ahora se quiere replicar en otros puntos de Andresito y exportar a varias reservas de Misiones. La Fundación Aves Argentinas es la encargada de la compra de los plantines y el despliegue en el mapa, en sociedad con distintas organizaciones y municipios.

Uno de los que está al frente de la iniciativa es Juan Pablo Cinto, un ingeniero forestal nacido en San Antonio y que desde hace años está involucrado en el cuidado de la selva. “El monte es parte de mi vida”, define. 

Es ambicioso el plan de plantar noventa mil árboles…

Se enmarca dentro de una iniciativa mayor que es la década de las Naciones Unidas para la restauración de ecosistemas. Dentro de esa década los países miembros de las Naciones Unidas, entre los cuales está la Argentina se movilizan para contribuir de distintas formas a la restauración de ecosistemas. Particularmente nosotros tenemos como una estrategia en niveles. Primero en el nivel provincial. La necesidad de restauración es evidente, porque hubo procesos de degradación, que llevaron a que la naturaleza por sí sola no pueda recuperarse. Decimos que un ecosistema está degradado cuando deja de dar los servicios ecosistémicos, deja de brindar o se reduce, hay menos vegetación, menos biodiversidad, menos protección del suelo, menos captación de dióxido de carbono. Ahí decimos que ese ecosistema está degradado. Pero también hay procesos naturales de recuperación de la naturaleza. La naturaleza cicatriza sus heridas. Pero si en esa degradación o en ese disturbio natural o humano que hubo, quedaron barreras, la naturaleza no puede. Ahí es donde entra la restauración como un proceso activo, humano de recuperación. Nuestra primera base es Misiones. Restaurar los ambientes degradados de Misiones. 

¿Cuáles? 

Aquellos que desde el punto de vista de su contribución sean importantes. Por ejemplo, los que estén ubicados en parques y reservas. Los que están ubicados en los entornos de esos parques y reservas. En corredores de conservación, áreas que conectan otros parques. Los que están ubicados en los bordes de arroyos. 

Entonces esos son los principales objetivos a restaurar y después tenemos la segunda escala que tiene que ver con el paisaje mayor, que es la región trinacional del bosque Atlántico Argentina, Brasil, Paraguay. A esa escala nos une una red que se llama red trinacional de restauración del bosque Atlántico. Es un esfuerzo coordinado de tres países para alcanzar una meta más amplia. 

¿Se puede pensar en un paralelo entre Misiones, Paraguay y Brasil?

Brasil es tan grande que la mata atlántica va desde la frontera hasta la costa con el océano Atlántico. Entonces por ahí con Brasil no hay escala asimilable porque es un país continental, pero sí podemos pensar a nivel de los municipios o de estados próximos a nosotros. Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná. A escala municipal podemos pensar en una estrategia más alineada. Así que ahí tenemos un segundo nivel con otra meta. 

¿Serán en total cuántos árboles?

Entre noventa mil y cien mil. Porque creemos que van a surgir oportunidades para superar los noventa mil.

¿De viveros propios o van a recibir donaciones?

Tenemos viveros propios y asociados a los cuales los incentivamos a promover los plantines. Tenemos acuerdos ya firmados de muchos años de abastecimiento. El año anterior hacemos la compra para que tengan tiempo de producir y hacer la reserva. Además se reciben donaciones. 

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¿Qué valor tiene eso? 

Entre quinientos y mil pesos cada planta. Eso distribuido en dos años. Entonces lo que hagamos en Misiones contribuye a la meta junto con los otros países del Bosque Atlántico Trinacional. Y ese nivel contribuye al objetivo de Naciones Unidas. 

¿Dónde se plantarán estos cien mil árboles?

Andresito, Puerto Libertad, Puerto Rico, San Ignacio, Fachinal. Si nosotros tuviésemos que plantar eso en un solo lugar necesitaríamos mucha superficie. No tenemos la tierra propia. Entonces tenemos que hacer acuerdos con municipios, con instituciones gubernamentales, con privados, con asociaciones, para coordinar esta  plantación, que tiene su proceso: Preparación de limpieza, preparación de la tierra. Tiene que haber un proceso ajustado entre que se traen las plantas, se hacen los pozos y se planta. No podés tener plantines tres meses esperando que se hagan los pozos. 

¿Es la experiencia más grande de rewilding para ustedes?

Para nosotros sí. Un desafío muy importante y nos pone a prueba como organización. En el marco de esta década hay otras organizaciones que también están trabajando. Asociaciones conservacionistas como Vida Silvestre. Hay una fundación confesional que se llama Hora de Obrar que también está trabajando mucho con la recuperación de yerbales. Esta iniciativa no nos deja solos. Nos permite ir sumando voluntades para alcanzar estas metas regionales o globales. 

Puente Verde es un programa que además de preservar la selva, busca involucrar a los vecinos en una producción sustentable. “La Península de Andresito es un lugar muy positivo para crear una reserva. Los que se quedaron en la colonia son gente que hace una producción alternativa. Los productores tradicionales plantaron la tierra y se fueron al pueblo o dejaron la chacra. Pero los que se quedaron en la chacra, se quedaron porque no congenian con las tendencias o tienen otra mirada acerca de la chacra. Entonces eso lleva a que hagan cosas diferentes”, explica Cinto. 

“Creo que con la crisis de los productos agropecuarios tradicionales, del tabaco, la yerba, el té, el que quiera seguir en la chacra tiene que buscar alternativas. En la zona de Andresito hay productores hortícolas que abastecen a Iguazú, por ejemplo. Están los cultivos bajo invernadero que son una alternativa muy interesante para la zona y que deberían promoverse más, porque permiten mayor rentabilidad en menos metros cuadrados. Tenemos Brasil enfrente. Toda esa esa franja de productores desde Andresito hasta Bernardo de Irigoyen e inclusive un poco más al sur, tenemos un mercado grandísimo enfrente y deberíamos estar pensando en cómo llegar ahí. Hay distribuidores de fruta del suroeste de Paraná, Pato Branco, de Francisco Beltrão que viajan al Mercado Central de  Buenos Aires a abastecerse de frutas y verduras. Tranquilamente lo pueden hacer acá. Tranquilamente puede haber una estrategia de abastecimiento, porque a los brasileños les queda mucho más cerca venir a buscar a un mercado concentrador de la zona norte que ir hasta Buenos Aires a buscar lo mismo. Entonces me parece que hay que pensar el desarrollo productivo, no solamente desde los límites hacia adentro, sino para toda la faja de frontera, pensar en cómo alimentamos primero, nos abastecemos nosotros y después podemos exportar a potenciales millones. Cualquier pueblito de frontera de Brasil que limita con cualquier pueblito nuestro tiene por lo menos cinco o seis supermercados gigantescos. 

¿Qué significa Puente Verde para la conservación? 

Significa la oportunidad de que esa porción de Misiones preste una serie de servicios ecosistémicos, no solamente para el país, sino también para el Brasil, porque Puente Verde viene a compensar un problema que tiene el parque brasileño que está muy angostado y que ya tiene la colonia al lado. Entonces lo que permite es de alguna manera ampliar el rango de conexión que existe entre dos sectores del Parque Nacional Iguazú argentino y el brasileño, que están separados por el río. Separados por el río y unidos por Puente Verde. De ahí su denominación. Es un puente que permite conectar sectores claves de Argentina y de Brasil a través de un territorio que además tiene la característica de que vive gente. La convivencia hombre naturaleza, familias rurales con la naturaleza, se pone a prueba todos los días. De hecho tenemos un un programa que se llama convivencia que busca ir atendiendo estas dificultades que devienen de los desafíos de estar produciendo en el contexto de un ambiente natural mucho más amplio. 

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De hecho hay yaguaretés dando vueltas ahí…

Nosotros a esa escala le llamamos paisaje. El paisaje en el cual estas personas están desarrollando sus actividades productivas, estas familias. Es un paisaje natural, mayoritariamente natural integrado por el Parque Nacional Iguazú argentino, el brasileño y los parques y reservas que están en en el corredor y en la península. Entonces ese paisaje permite que la naturaleza funcione de determinadas maneras. Y ahí puede o no haber conflictos. Entonces estos conflictos lo que tratamos con nuestra presencia es de minimizarlo. 

¿El trabajo que hacen es sólo de voluntarios? 

Somos una asociación civil sin fines de lucro que recauda fondos a través de campañas, de su membresía, de sus socios y pertenecemos a una red internacional que se llama Bird Life. Esa red internacional gestiona recursos para la conservación y nosotros hacemos parte de un consorcio de tres organizaciones que actúan en el Bosque Atlántico de Argentina, Brasil y Paraguay, que mundialmente es un hotspot, un foco de atención precisamente por sus amenazas y por los valores que conserva. A través de Bird Life se canalizan los recursos para ejecutar las acciones de conservación en cada uno de los países. 

Y sumando voluntarios también…

Tenemos un programa de voluntariado que busca transformar a las personas. Es una forma de educación ambiental activa. Precisamente una de las funciones o uno de los objetivos que tiene la conservación es transformar las personas. Hacer ese clic que le permita percibir el entorno. Podemos decir que tenemos mucho monte, pero no quiere decir que la gente lo tenga claro o que le represente algo. Probablemente para vos y para mí, la tierra colorada, los caminos, es algo que yo guardo y recuerdo cuando yo tenía cuatro, cinco años. El camino empantanado, hace parte de mis vivencias Pero no todos los ciudadanos de la provincia tienen la misma visión. El posadeño vivió una Misiones diferente, vinculada al río, a los barcos, al cruce con Encarnación, al tren y el de Eldorado tiene otra realidad. Y así cada región de Misiones ha vivido su historia diferente.

¿Qué significa para vos ese llamado del monte, ese llamado a la naturaleza? 

Me crié en San Antonio en la década del sesenta, principios de los setenta. Soy ingeniero forestal y mi padre es ingeniero forestal. Entonces para mí es como decía Fito Páez, que Rosario siempre estuvo cerca. Para mi el monte siempre estuvo cerca y es parte de mi vida, de mi esencia. Significa mi presente pero también el futuro de mis hijos y de mis hijas, de lo que les va a quedar del planeta o la provincia. No hablemos del planeta, hablemos de la provincia que van a recibir ellos. Hay cosas que nos van a sobrevivir como generación y que tiene que tomar la posta la generación siguiente. Haber sido parte de ese proceso me da mucha satisfacción y orgullo. Estoy honrando a mis ancestros y también a mis descendientes.

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