Día del huevo: no sube el colesterol y se puede comer toda la vida
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Durante años fue señalado injustamente, pero hoy el huevo vuelve a ocupar su lugar en la mesa con orgullo y evidencia científica. En el Día Internacional del Huevo, la licenciada en Nutrición Mariela Pacho (MN 8021 / MP 3372), de DIM Centros de Salud, desmiente mitos y explica por qué este alimento es clave en todas las etapas de la vida.
Compacto, versátil y económico, el huevo contiene proteínas de alta calidad, grasas saludables, vitaminas A, D, E y del grupo B, además de minerales como fósforo, hierro y selenio. “El huevo tiene una de las mejores combinaciones de nutrientes que existen en la naturaleza. Es fuente de colina, antioxidantes y aminoácidos esenciales, por lo que contribuye al desarrollo muscular, cerebral y óseo”, resalta Pacho. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el mundo se consumen más de 1,3 billones de huevos por año. En Argentina, el promedio supera los 300 huevos por persona, lo que ubica al país entre los mayores consumidores de América Latina.
Uno de los mitos más arraigados fue que la yema elevaba el colesterol y aumentaba el riesgo cardiovascular. Hoy, la ciencia demuestra lo contrario: “El consumo de huevo no incrementa significativamente el colesterol LDL (‘malo’) en personas sanas ni eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares”, explica la especialista. El organismo produce la mayor parte del colesterol en el hígado y no lo incorpora directamente de los alimentos. Además, el huevo contiene grasas insaturadas y fosfolípidos que ayudan a regular los niveles de colesterol. La verdadera amenaza está en las grasas saturadas y trans de los productos ultraprocesados, las frituras o los embutidos. Organismos internacionales, como la Fundación Española del Corazón y la Asociación Americana del Corazón, coinciden en que una persona sana puede consumir un huevo al día, hasta siete por semana, sin riesgo para la salud.
Los beneficios del huevo se extienden a todas las edades. En la infancia, aporta proteínas, hierro y colina esenciales para el crecimiento, el desarrollo cognitivo y la formación de huesos y músculos, siendo clave durante los primeros 1000 días de vida. En adultos mayores, favorece el mantenimiento de la masa muscular y la salud ósea, mientras que su vitamina B12 y colina benefician la función cerebral y ayudan a reducir el cansancio. Es un alimento fácil de digerir, accesible y adaptable a cualquier plan alimentario.
Respecto a las distintas categorías disponibles en el mercado, Pacho aclara que no existen diferencias nutricionales entre los huevos de campo, orgánicos o convencionales. La principal variación está en el modo de crianza y alimentación de las gallinas. Los orgánicos provienen de animales alimentados sin hormonas ni pesticidas, con certificación y acceso libre al exterior. Los de campo también permiten salida al aire libre, aunque su alimentación no necesariamente es orgánica. Los convencionales provienen de sistemas intensivos, más económicos y de amplia disponibilidad. “Ninguno es mejor desde el punto de vista nutricional: lo importante es la frescura, la conservación y la cocción segura”, remarca.
En cuanto a seguridad alimentaria, la especialista advierte que la Salmonella es el principal riesgo del huevo crudo o mal cocido, pero puede prevenirse fácilmente. Recomienda comprar huevos con cáscara limpia y entera, conservarlos en heladera a menos de 4 °C, no lavarlos antes de guardarlos para no eliminar la película protectora natural y cocinarlos hasta que la clara y la yema estén firmes (mínimo 71 °C). Para preparaciones crudas, como mayonesas o postres, la opción segura es recurrir a huevos pasteurizados.
El huevo, lejos de ser un enemigo, se consolida hoy como un verdadero superalimento que atraviesa generaciones y recupera su merecido lugar en la mesa diaria.
