Día Mundial de la Obesidad: alertan que es un factor de riesgo cardiovascular independiente

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 Se acerca el día mundial de la obesidad, que se conmemora cada 4 de marzo desde el 2020 para concientizar acerca de esta enfermedad epidémica que va en aumento en todos los grupos etarios, reduce la expectativa de vida y altera la calidad de vida de quien la padece.

En Argentina, la IV encuesta nacional de factores de riesgo (2018), mostró que la prevalencia de exceso de peso es del 61,6% (36,3% sobrepeso y 25,3% obesidad); en resumen 6 de cada 10 argentinos mayor de 18 años está excedido de peso e incluso 1 de cada 4 es obeso. Estos resultados presentan un incremento comparado con los de la encuesta previa (57,9% sobrepeso + obesidad en 2013). La tendencia se mantiene en aumento con respecto a los relevamientos previos. Lo preocupante es que la obesidad también va en aumento en la población de niños y adolescentes[1].

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la obesidad se ha triplicado en el mundo en los últimos 20 años y es la responsable de 4 millones de muertes cada año[2]. Mientras que nuevos datos del Atlas Mundial de Obesidad pronostican que 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 7 hombres serán personas con obesidad para el año 2030, lo que equivaldría a más de mil millones de personas[3]. El mismo relevamiento destaca que la mayoría de quienes viven con obesidad se encuentran en países de medianos y bajos ingresos, y que las tasas más altas de obesidad se encuentran en la región de las Américas, tanto para hombres como para mujeres.

Desde la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) afirman que la obesidad es un factor de riesgo independiente de otros para desarrollar enfermedad cardiovascular, insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular (arritmia) entre muchas otras condiciones y reducir la expectativa de vida. Incluso cualquiera de estas enfermedades asociadas puede presentarse aun teniendo un análisis de sangre totalmente normal.

“La obesidad discrimina, margina, estigmatiza a quienes la padecen, excluyendo a muchas personas de sistemas laborales, sociales y hasta de pequeños detalles de la vida cotidiana, pero lo más importante es que es una enfermedad que en la mayoría de los casos acorta la vida, y que requiere de un seguimiento médico especializado y abordaje multidisciplinario”, afirmó la Dra. Paola Harwicz, médica cardióloga y nutricionista, asesora del Consejo de Cardiometabolismo de la Sociedad Argentina de Cardiología.

“La persona con obesidad necesita ayuda, dado que tiene una enfermedad crónica, multicausal, progresiva y recurrente (decretada como tal por la Organización Mundial de la Salud en 2008), no un problema de VOLUNTAD y por tal motivo debe tener acceso a tratamientos y herramientas serias para poder ser abordada al igual que otras enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión, etc., agregó la Dra. Carolina Salvatori, médica cardióloga, asesora del Consejo de Cardiología de la misma institución.

La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud[4]. Se puede determinar si una persona tiene sobrepeso/obesidad con el índice de masa corporal o IMC que se obtiene calculando el peso dividido por la altura elevada al cuadrado. Este índice se divide en rangos que indican el grado de sobrepeso/obesidad: un individuo tiene normopeso si el IMC se encuentra entre 18.5 y 24.9, sobrepeso cuando el índice se encuentra entre 25 y 29.9 y obesidad cuando el IMC es superior a 30 puntos.

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Para el Dr. Ezequiel Forte, médico cardiólogo y Director del Consejo de Cardiometabolismo de la Sociedad Argentina de Cardiología, “la obesidad es la responsable del desarrollo de gran parte de las enfermedades no transmisibles (ENT); la excesiva grasa corporal o su anormal distribución produce un estado inflamatorio y se asocia con distintas complicaciones metabólicas (mayor riesgo de insulino resistencia, diabetes tipo 2, hipertensión arterial), endocrinológicas, inmunológicas, mecánicas o funcionales, que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer, hígado graso, apnea del sueño, depresión e infertilidad, entre muchas otras condiciones”.

Desde la SAC, alineada con otras sociedades científicas nacionales e internacionales afirman que la obesidad es una enfermedad donde se combinan distintos factores: genéticos, metabólicos, emocionales, estrés, un ambiente con gran disponibilidad y sobreconsumo de alimentos (entorno obesogénico) sumado al bajo nivel de actividad física.

“Si bien el IMC nos brinda un parámetro de gran utilidad, los especialistas solemos contemplar también el porcentaje de grasa corporal total y su distribución. Por ejemplo, una persona deportista de alto rendimiento posiblemente presente un IMC elevado a expensas de una mayor masa muscular. Por este motivo, existen otras mediciones que brindan mayor precisión, como calcular el porcentaje de grasa corporal total con un aparato de bioimpedancia, que permite definir el porcentaje de grasa, siendo normal cuando es menor a 22% en los hombres o inferior a 33% en las mujeres”, consignó la Dra. Salvatori.

“Otra manera muy simple de evaluar el riesgo es a través de la medición del perímetro de cintura, también llamado Índice de Cintura Cadera, que se hace con un centímetro a nivel del ombligo para definir si la persona presenta una mayor localización del tejido adiposo a nivel visceral (órganos); los valores aceptables son hasta 88 cm en la mujer y hasta 102 en el hombre. Constituye una estrategia que nos permite conocer la concentración de la grasa a nivel central, factor determinante de un mayor riesgo cardiovascular al asociarse con más frecuencia con el síndrome metabólico, hipertensión arterial, diabetes, alteraciones metabólicas e hígado graso, entre otras”, completó el Dr. Forte.

Desde la Sociedad Argentina de Cardiología presentaron las siguientes recomendaciones para abordar la problemática de la obesidad:

1.      Alimentación saludable, con educación desde edades tempranas

El abordaje del paciente con obesidad es complejo; distintos estímulos facilitan el acceso a los alimentos, por eso es importante contar con un entorno seguro, planificar las comidas donde prevalezca la oferta de alimentos frescos, ricos en fibras, como las verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, sin olvidarnos de un adecuado aporte de proteínas como el huevo, carnes magras (de vaca, cerdo) pollo, y aumentar el consumo de pescado. Contar con los lácteos por su riqueza en calcio y vitamina D. A su vez, como fuente de grasa, preferir el aceite de oliva, canola o girasol, frutos secos, palta y aceitunas.

Actualmente, contamos con gran disponibilidad de alimentos ultraprocesados, frituras, panificados, dulces, delivery, etc., que solo deberían contemplarse para encuentros sociales y limitar el consumo de bebidas azucaradas y el alcohol.

Otro punto a tener en cuenta es trabajar sobre el concepto ‘hambre y saciedad’. Los seres humanos percibimos el hambre de manera diferente: el hambre ‘fisiológico’, que se presenta cuando pasan varias horas sin comer y el organismo genera señales para incorporar alimentos (dolor de cabeza, sensación en la boca del estómago). Por otra parte, el hambre ‘hedónico’, que surge cuando estamos frente a un estímulo visual como ver un rico helado o plato preferido o bien olemos el aroma a pan fresco, nuestro cerebro desencadena señales en el centro de recompensa que incitan a su consumo. Finalmente, el hambre ‘emocional’ surge cuando utilizamos la comida para sobrellevar alguna emoción como el aburrimiento, enojo, frustración, ansiedad, estrés, tristeza o alegría. Es importante identificar y reconocer esos gatillos para modificar conductas y poder afrontar estas situaciones.

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2.      Lucha contra el sedentarismo, promoviendo la actividad física y el ejercicio

“Las recomendaciones generales en este grupo de pacientes son realizar ejercicio de resistencia cardiovascular, alcanzado un acumulativo de 150 a 300 minutos semanales (fraccionado en sesiones de un mínimo de 10 minutos) a moderada intensidad o bien 75 o 150 minutos de alta intensidad. Además, se debe complementar con dos o tres estímulos semanales de trabajo de fuerza muscular y ejercicios de flexibilidad”, graficó al Dra. Ivana Paz, médica cardióloga y deportóloga, Secretaria Científica del Consejo de Cardiología de la SAC.

3.      Apoyo psicológico para trabajar sobre hábitos y comportamientos alimentarios.

El médico evaluará en cada caso si el paciente necesita de un abordaje multidisciplinario con el apoyo de psicoanálisis, un régimen de nutrición especial y el seguimiento por parte de un especialista deportólogo.

4.      Gestión sobre el estrés y meditación.

Lograr una mejor gestión del stress e implementar la meditación como una manera de controlar los distintos estímulos y manejo de las emociones.

5.      Descanso adecuado.

Otra de las variables a contemplar es que la persona pueda dormir bien, al menos 7 horas, ya que son situaciones que podrían atentar contra su estado anímico, sus comportamientos alimentarios y en definitiva contra el pronóstico de éxito de su tratamiento.

Frecuentemente el paciente con obesidad presenta dificultades para lograr estos objetivos, y “en los últimos años, nuevas alternativas terapéuticas para personas con obesidad están generando gran expectativa en la comunidad médica. Las Sociedades Científicas vienen impulsando un ‘cambio de paradigma’ en la concepción y mirada de la obesidad,al entender que el éxito del tratamiento no depende exclusivamente de la voluntad de los pacientes. En ese contexto han surgido nuevos fármacos que son seguros y efectivos” comenta el Dr. Ezequiel Forte. Su indicación es clara: evaluar el tratamiento farmacológico del paciente con obesidad (IMC > 30 o en pacientes con sobrepeso y otras comorbilidades asociadas) según las recomendaciones de las distintas guías e individualizar la indicación de la cirugía bariátrica en personas con IMC > 40 o con IMC >35 con comorbilidades.

“En la actualidad contamos con tratamientos farmacológicos con intervención directa sobre los mensajeros que actúan sobre el apetito y facilitan los cambios en la conducta alimentaria”, sostuvo la Dra. Salvatori. No obstante, insistió la especialista, cualquier tratamiento médico para la obesidad debe ser prescripto y realizado bajo el seguimiento de un profesional médico especializado, sin olvidarnos que estas medicaciones son un complemento de las medidas de cambio de estilo de vida antes mencionadas.

“Desde la Sociedad Argentina de Cardiología promovemos en este día la toma de conciencia acerca de esta enfermedad, y mostrar la necesidad de implementar cambios de estilo de vida saludable, que son los pilares para combatirla”, concluyó.

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