
“La actitud lo es todo”: entrevista exclusiva a Ricky Sarkany
Ricky Sarkany es una marca registrada. En persona impresiona más que la calidad de sus zapatos. En Misiones brindó una charla motivacional en un desfile donde las modelos no solo mostraban zapatos, sino también actitud. Y es ahí donde arranca esta conversación: con la palabra que todo lo define.
Ricky, recién te escuchaba y es un placer oírte desde lo motivacional. Hablaste de la actitud como la clave. ¿Qué tan determinante es esa palabra?
La actitud lo es todo. Cuando uno tiene un horizonte claro, un “allí quiero llegar”, y trabaja todos los días para alcanzarlo, aunque llegue a su casa cansado, llega con el alma llena. Porque el fracaso verdadero es no haberlo intentado. El camino hacia ese sueño no es recto, se va afinando con la experiencia, pero lo esencial es que los ojitos no dejen de brillar. Que uno no pierda la capacidad de soñar.
Vos tenés años de experiencia, de negocios, en esta Argentina que no siempre acompaña. ¿Qué otras claves sumás?
Perseverancia, pasión y reinvención. Hay que aceptar que el mundo cambia. Si uno no cambia con él, queda detenido en el tiempo. Einstein lo decía claro: no podés esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Entonces, hay que levantarse cada día dispuesto a mirarlo todo con ojos nuevos. Y entender que el éxito no es una foto, es un instante fugaz. Lo que permanece es el valor que uno pone en lo que hace, eso pesa más que cualquier número.
¿Y cómo se transita esa delgada línea entre el artista y el empresario?
Con equilibrio. Yo hago zapatos, no milagros. Pero sí creo en los milagros pequeños de cada día, como el mensaje que me llegó una vez: “Hola, Ricky, soy Leo.” Y era Messi. Me pedía abrir un local en Barcelona porque a Antonella Roccuzzo y a la esposa de Luis Suárez les gustaban mis zapatos. ¿A cuántos les pasa algo así? Pero yo sigo trabajando en el mismo lugar, con la misma gente, todos los días. No tengo vida social. No voy a casamientos, incluso cuando presenté a Ori Sabatini con Paulo Dybala, no fui al suyo. Me preservo.
¿Qué sentiste hoy, al recibir tanto cariño en Misiones?
Fue muy fuerte. Porque uno no se da cuenta del impacto que tiene hasta que lo ve reflejado en la gente. Y ahí entendés que la vida no se mide en años ni en logros: se mide en momentos. Momentos como este, acá, con ustedes. Con esta gente hermosa. Yo hago zapatos, sí. Pero lo que me llevo es otra cosa. Es ese afecto que uno no compra ni fabrica.
Estuviste recorriendo Posadas. Te vimos por la Costanera, sacándote selfies…
¡Sí! Me saqué una con el mural del jaguar, fue espectacular.
¿Y qué ves de la moda misionera?
No vi todo lo que quisiera, pero lo que me contaron me entusiasma. Hay una creatividad fresca, auténtica, que no copia tendencias sino que propone. Y eso es oro puro. Cuando alguien diseña desde su identidad, lo que sale es poderoso. A mí me emociona ver cómo la moda acá no es solo industria: es expresión. Como decía Confucio: “Me preguntás por qué compro arroz y flores. Arroz para vivir, flores para tener algo por lo que vivir.” La moda, como el arte, son nuestras flores.