
Donó U$S172 mil millones, para desarrollar antivirales para las futuras pandemias
El desarrollo de fármacos en un centro australiano, tiene como objetivo desarrollar herramientas que podrían crear rápidamente nuevos antivirales
Inspirado en las vacunas de ARN mensajero que ayudaron ante la Covid-19, un filántropo está proporcionando 250 millones de dólares australianos (172 millones de dólares), durante 20 años para probar lo mismo con terapias durante futuras amenazas de pandemia. La donación financiará un centro de investigación en Melbourne, que desarrollará tecnología para crear tratamientos antivirales como anticuerpos monoclonales cuando surjan enfermedades infecciosas.
Geoffrey Cumming, quien hizo fortuna gracias al petróleo y el gas, así como inversiones y gestión de energía solar, está ofreciendo la mayor donación jamás realizada para la investigación médica en Australia, para crear el Centro Global Cumming para Terapéutica de Pandemias. Sorprendido por el impacto económico y político del Covid-19, “quería hacer algo para proteger al mundo en la próxima pandemia”, dice James Angus, ex decano de medicina de la Universidad de Melbourne y amigo de Cumming.

Angus, fue quien presentó a Cumming a la investigadora de enfermedades infecciosas Sharon Lewin, directora del Instituto Peter Doherty de Infección e Inmunidad de la Universidad de Melbourne. Durante sus reuniones, Lewin propuso la idea de trabajar en tratamientos antivirales. “La mayoría de la gente no entiende lo que la terapia -puede hacer- en una pandemia”, señaló Lewin, quien dirigirá el nuevo centro.
Una presentación del centro, afirmó que se podrían haber salvado más de 4 millones de vidas si un medicamento efectivo para el Covid-19 hubiera estado disponible en cantidades suficientes dentro de los 6 meses posteriores al comienzo de la pandemia. Sin embargo, los 95 mil millones invertidos públicamente a nivel mundial en vacunas Covid-19 eclipsan los menos de 5 mil millones gastados en el desarrollo de terapias para el SARS-CoV-2 durante el primer año de la pandemia. “Lo que me llamó la atención fue lo rápido que podíamos fabricar vacunas y lo lentos que éramos con los antivirales”, dice Cumming a la revista Sciencie.
El nuevo centro, tiene como objetivo acelerar la creación de antivirales centrándose en el desarrollo de nuevas herramientas farmacéuticas en lugar de medicamentos. “Adaptar rápidamente los antivirales a un nuevo patógeno, en la línea de lo que hizo el CEPI con las vacunas”, señaló Lewin refiriéndose al actuar de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para las Epidemias, fundación que financia las vacunas I+D.
El centro tendrá tres áreas de enfoque inicial, que serán: mejorar los anticuerpos monoclonales que neutralizan los virus; apuntar al ARN viral en lugar de las proteínas de un patógeno; y, reforzar las propias acciones antivirales del sistema inmunitario humano. El centro se asociará con la industria para comercializar productos y no realizará ensayos clínicos por sí mismo.

Lo más sorprendente de esta inversión es el lapso de tiempo, reflejando que desarrollar dicha idea lleva no solo dinero y esfuerzo. “Veinte años me pareció correcto”, observó Cumming. El dinero en este caso solo respalda salarios, más no las instalaciones. Pero con este apoyo estable “los investigadores no tienen que escribir subvenciones”, dijo Angus.
“Este tipo de financiamiento es un catalizador increíble para los avances biomédicos”, agrega Bruce Walker, experto en VIH del Instituto Ragon de MGH, MIT y Harvard, un centro con sede en Boston para el desarrollo de vacunas para enfermedades del sistema inmunitario que recibió $100 millones en apoyo del empresario y filántropo Phillip Ragon y su esposa, Susan. Otra razón para investigar terapias, dice Walker, es que “la pandemia del VIH nos mostró que la creación de medicamentos puede tener éxito donde las vacunas han fallado”.
Adaptación de la nota de Jon Cohen, revista Science.