El desarrollo está ahí
No será el contexto lo que definirá nuestra capacidad de éxito, sino la capacidad que tengamos de organizar nuestros recursos y nuestra conducta para obtener beneficios de la configuración actual del sistema. Las reglas pueden cambiar, pero si nosotros comprendemos la dinámica que regula los efectos, estaremos plenamente seguros de que hemos maximizado las posibilidades de alcanzar el éxito. El análisis de nuestro cálculo debe contemplar los recursos humanos, fundamentales en estas nuevas realidades que se presentan para desafiar nuestra capacidad de resolución de problemas. Por eso estas habilidades otorgan prestigio.
No todos logran sostenerse en los juegos que hoy se presentan. Pero si logramos ponderar correctamente los riesgos y maximizar correctamente las variables determinantes, la capacidad de alcanzar las metas estará abiertamente a nuestro favor. Son las estrategias las que marcan diferencias. La profundidad de nuestra mirada nos permitirá vislumbrar las ventajas que para otros son inhibidores. No con temor sino con cálculo. Midiendo y volviendo coherente el planteo: planificando, organizando, ejecutando. Determinación. Acción. Control. Firmeza. Solidez.
Si observamos bien veremos que las piezas están acomodadas a nuestro favor. Es cuestión de comprender la lógica actual del sistema. Todo está a la vista. Pero no todos pueden verlo. Eso es lo que otorga la ventaja, la oportunidad. Abriendo puertas es que se logran objetivos, explorando esas dimensiones que los demás descartan sin siquiera mirarlas, estudiarlas, pensarlas. Porque para quienes está activo ese sentido agudo del olfato, los premios están disponibles por todos lados.
Las conexiones están ahí. Brillan, se muestran, salen a nuestro encuentro. No debemos desaprovechar los momentos en los que las tensiones encuentran su punto de equilibrio. Es ahí cuando debemos adecuar nuestros sentidos, para que ninguna otra cosa pueda distraernos y empujarnos al olvido o a la confusión. La experticia en la conducción de todos los potenciales, es la que permite la sincronía que habilita la autoacomodación de la organización, en la red de los que logran crecer y expandirse.
La dirección debe ser consistente con las pistas. Si los indicadores apuntan en sentidos determinados, está en nosotros disponer correctamente los recursos y gestionar las acciones pertinentes, que vayan encaminando estratégicamente nuestro recorrido a través del laberinto.
Otros se pierden. Pero sabemos que si enfocamos la atención en lo importante, sin desperdiciar tiempo ni recursos, podremos dinamizar el flujo de beneficios hacia nuestro esquema. Por supuesto que en la inversión está también la motivación y el coraje del correcto juicio. No es un mero soñar de niño, no es magia, no es suerte, sino más bien un adecuado desarrollo del pensamiento reflexivo en las variables que para otros son absurdos o disparates.
La clave está en esa potente capacidad de penetración en los profundos misterios de los terrenos inexplorados. El descubrimiento desencadena la serie de conductas que el agente inteligente debe efectuar para alcanzar el resultado positivo. No son conductas erráticas, tanteos tímidos, pruebas temerosas. Son acciones plenamente capaces de lograr efectos enriquecedores previamente proyectados.
Estamos capacitados para analizar configuraciones y comprender las dinámicas que nos permiten lograr efectos permitidos. Por eso seguimos habilitados en el juego y con luz verde para actuar con esa convicción que se espera de quienes saben lo que hacen. Hay crédito, hay confianza, hay respaldo. Lo sabemos. Porque cuando el argumento es satisfactorio, la claridad y apertura despejan los conflictos que cerraban el camino. Sabemos con quiénes debemos hablar. Sabemos qué propuestas debemos realizar. Sabemos en quiénes confiar. Podemos lograrlo. Podemos alcanzarlo. Por eso vamos por ello. Estamos en el momento y en el lugar correctos. Es cuestión de actuar.