El dólar, el cepo y el equilibrio de la economía

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Una de las frases más célebres del cine argentino de los últimos tiempos, sin dudas es la de Pablo Sandoval (el personaje interpretado por Guillermo Francella en el Secreto de sus ojos): El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia… de novia, de religión, de Dios… pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín… no puede cambiar… de pasión”. Al recordarla, no pude evitar pensar en dólar y los argentinos: es que no hay otros números que nos llamen tanto la atención en la economía como el precio del dólar. Ante la crisis o simplemente ante la falta de credibilidad en la estabilidad económica, cualquier argentino con una mínima capacidad de ahorro, sin dudas querrá comprar dólares.

Pero la cosa no es tan sencilla, ya que no son tan fáciles de conseguir, al menos en Argentina, ya que, el cepo no permite acceder de manera irrestricta a dicha divisa y… si alguien quisiera más dólares de los que puede comprar de manera oficial, deberá recurrir al mercado paralelo y comprarlo a un precio mucho más elevado.

Pero ¿por qué Argentina es tan propensa a crear estas restricciones cambiarias? ¿no sería mejor liberar el dólar y que todos puedan acceder a él de manera irrestricta de modo que aquellos que tengan capacidad de ahorro no pierdan ante la pérdida de valor del peso?

Es que, como la gran mayoría de las decisiones de política económica, la cosa no es tan sencilla y les voy a explicar por qué. Claramente, si el Gobierno tiene que limitar o racionar la venta de dólares, es porque hay escasez de la divisa norteamericana. Sin embargo, se podría argumentar, como lo hacen muchos economistas más afines con las ideas liberales, que es innecesario e ineficiente hacerlo, ya que si liberaran la venta de dólares, el exceso de demanda incrementaría el precio de los mismos, hasta que el mercado alcance su equilibrio (es decir que la cantidad de dólares ofrecidos en el mercado sea igual a la cantidad demandada).

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Sin embargo aquí se encuentra el gran dilema ¿es beneficioso liberar el dólar y que el precio suba hasta llegar al equilibrio? ¿hay alguna razón para creer que la palabra “equilibrio” sea mala en este caso? Para aclarar la situación, cabe decir que el “equilibrio” en la economía siempre es bueno. El problema es que, tal como lo explican Gerchunoff y Rapetti en “La economía argentina y sus conflictos redistributivos”, existen dos equilibrios.

Por un lado se encuentra el “equilibrio macroeconómico” aquel que se llega a partir de un tipo de cambio real que permita el pleno empleo de los factores productivos de la economía y una balanza de pagos sostenibles en el tiempo (probablemente el precio real del dólar sin cepo). Y, por otro lado, el “equilibrio social” que tiene más que ver con las aspiraciones de la gente respecto a un salario real más alto (es decir un salario que nos permita acceder a mejor nivel de vida).

El conflicto surge debido a que si se liberara el precio del dólar para que alcance el equilibrio, seguramente se incrementaría. Si el dólar sube, todos sabemos que los precios suben (sobre todos aquellos bienes que son susceptibles de comercializarse internacionalmente); además, como ya sabemos los argentinos, como la gran mayoría cobra sus salarios en pesos, nuestros ingresos se incrementan en menor cuantía que lo que se incrementaron los precios, de modo que, en términos reales, nuestros salarios pierden poder adquisitivo o, lo que sería lo mismo, somos más pobres. Esto último se contrapone totalmente a las aspiraciones de los argentinos de tener un salario real más alto, por lo que se generaría un desequilibrio social.

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Entonces… he aquí la encrucijada, si tenemos un excedente y queremos ahorrar, no lo podemos hacer en dólares, pero si ahorramos en pesos, las altas tasas de inflación hacen que nuestros ahorros se vayan diluyendo con el tiempo. Si, escogemos la otra opción y se busca el equilibrio económico, también terminaríamos perdiendo ya que nuestro salario real y, por ende nuestro poder adquisitivo caería.

Opciones… no hay muchas. Siempre volvemos a la misma respuesta: cambios estructurales en la economía, es decir arrancar de raíz lo que se hace mal y comenzar de nuevo. Pero no es sencillo e implica sacrificios, ¿estaríamos dispuestos a pagar el precio? … Por el momento seguimos buscando la vuelta al problema y viendo cómo conseguimos los tan preciados dólares.

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