El fracaso imperial en Afganistán: un nuevo hito histórico que marca el cambio de época

El fracaso imperial en Afganistán: un nuevo hito histórico que marca el cambio de época

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La historia muestra evidencias muy fuertes de lo difícil que ha sido conquistar Afganistán, a lo largo de los siglos. Y sus complejidades culturales son difíciles de entender, si se parte de pautas convencionales en Europa, EEUU o países afines. Esas complejidades, transformadas en distorsiones, las trasmiten los grandes medios que manejan casi excluyentemente las noticias. Así fue como pasaron casi desapercibidos los 20 años de intervención armada “occidental” en ese país.

Ese territorio, en buena parte muy escabroso, con un mosaico de población de tipo tribal o de clanes o de etnias y culturas diferentes, usualmente es poco o nada comprendido por parte de la mentalidad “occidental”, muy teñida de pautas anglosajonas y del oeste de Europa.

Se ubica en una de las encrucijadas de los movimientos económicos y militares que se desplazaron en el Asia profunda y en el nutrido intercambio de Asia y Europa, estando en la histórica Ruta de la Seda de China, por lo que fue vía de paso y de apetencias de conquistas. Supo de las acciones de diversos conquistadores y grandes emperadores, como Tamerlán, Alejandro, los Sasánidas persas y muchos más, pasando por el dominio británico en el siglo XIX; luego los avatares de las dos guerras mundiales, la intervención militar de la Unión Soviética, y por último, la intervención militar de EEUU y sus aliados de la OTAN. El tema es de magnitud enciclopédica.

Pero desde lo geopolítico, esta inapelable derrota de EEUU marca un punto de quiebre, tal vez definitivo, de la ya muy resquebrajada era del poder económico, político y militar omnímodo y excluyente de los anglos de América.

La breve vigencia del ya superado Mundo Unipolar, dio paso al actual Mundo Multipolar, desde aproximadamente el cambio de milenio, pareciéndose cada vez más a un resurgir de la Guerra Fría, pero con un contexto muy diferente.
Varios analistas mencionan la vuelta del bipolarismo, aquel pretérito con los dos poderosos contendientes: EEUU y la URSS; hoy mutado en los bloques contrapuestos de Atlantistas (EEUU, UE, Japón y otros); y Continentalistas (China, Rusia, Irán y aliados).

Incluso El Papa y algunos otros mencionan con preocupación la escalada de enfrentamientos a los que llaman La Tercera Guerra Mundial en cuotas, muy marcada por la sucesión de intervencionismos de los anglosajones.
La contundente debacle total de EEUU fue la segunda de su belicista historia, plagada de agresiones, intervenciones armadas directas y encubiertas, y guerras convencionales.

Pero a diferencia de la primera, en la cual fueron expulsados sin atenuantes de Vietnam, en 1975, en la actualidad los síntomas de deterioro del poder excluyente que detentaba antes, ahora son muchos e indisimulables.

Solo 15 años después del colapso militar de Vietnam, con la debacle de la ex Unión Soviética, el mega poder mundial dejó de ser compartido, comenzando el Mundo Unipolar, lo que significó que la derrota de Vietnam no afectó en lo esencial el poderío imperial de EEUU.

Fue lo que Francis Fukuyama calificó como “El Fin de la Historia”, o la supuesta era del poder omnímodo sin fin de los anglosajones y el mega poder neoliberal. Épocas de sucesivas intervenciones armadas directas, que en varios casos significaron el desguace o la destrucción generalizada de los Estados agredidos, siempre bajo sucesivas excusas de “portar armas de destrucción masiva” (nunca halladas), “defender la democracia” (instalando el caos o gobiernos dóciles) o “cuidar los derechos humanos” (a los bombazos).

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Entonces, después de la catástrofe bélica de Vietnam, el “honor” de los anglosajones y de los europeístas fue “reivindicado” agrediendo Yugoeslavia, Iraq, Libia, Grenada, Panamá, y operaciones con menos prensa en la sufrida África Subsahariana.

Casi medio siglo después, al soportar la segunda gran debacle bélica, el contexto que enfrenta EEUU es bastante diferente.

Su presupuesto bélico es abrumadoramente superior al de las demás naciones…pero…China y Rusia parecen estar invirtiendo en forma más eficiente, o al menos parecería que no tienen las poderosas presiones internas del complejo industrial militar, básicamente privado, ávido de ganancias, que en varios casos parece haberse embarcado en proyectos muy costosos y no siempre de eficiencia acorde a sus astronómicos costos.

Ante esa nueva realidad, tanto China como Rusia evidenciaron “marcar la cancha” con claras líneas rojas, que seria riesgoso que alguien intentara trasgredir.

De esa forma, el Mar de China dejó de ser un “área de paseo” para las flotas de EEUU y la OTAN. Lo propio en las cercanías de las fronteras del “Oso Ruso”, donde se juegan peligrosos minués de amenazas y retrocesos entre la OTAN y Rusia y sus aliados o afines cercanos, como Bielorrusia, las regiones del este de Ucrania y Armenia; y también el Mar Negro, que no es por cierto la mera continuación del “mare nostrum” de la OTAN. La Rusia de Putin ya no es el gigante en desguace que era con Yeltsin, y el fuerte apoyo prestado a Siria impidió que Los Atlantistas la transformen en tierra arrasada, lo que si se consumaba, tenía a El Líbano en el siguiente turno para “ser atendido”.

A su modo, Irán, también marca soberanía y apoya a Siria, no doblegándose ante el intervencionismo atlantista, que se evidencia en forma constante.

En ese complejo contexto, y pese a sucesivas amenazas de intervenciones armadas “por la democracia”, EEUU y sus socios “sacaron músculos” pero no consumaron agresiones directas contra Corea Del Norte, Venezuela, Nicaragua y Cuba. Claro que Corea Del Norte limita con China; mientras Rusia envió buques de la marina y bombarderos estratégicos, en misiones de “buena voluntad” a Venezuela y Nicaragua, demostrando que no solo equipó a la Fuerza Armada Bolivariana, sino que la apoya en concreto.

Definiendo posturas, China se manifestó contra el bloqueo de Cuba, dijo que Latinoamérica no es patio trasero de nadie, y convalidó los reclamos argentinos respecto a Malvinas.

A la vez, el supuesto “patio trasero” no está quieto ni en estado de total complacencia con “el gran país del norte”.
Entre Méjico y Argentina se logró rescatar a Evo Morales y sus colaboradores cercanos, lo cual posibilitó la salida abrupta de los usurpadores del poder en Bolivia. En Argentina, pese a la abundante “ayuda” crediticia provista por EEUU y el FMI como su operador financiero, el neoliberalismo fue sacado del poder en forma inobjetable. En Perú, en forma compleja por la virtual paridad electoral, el neoliberalismo fue derrotado electoralmente. En Chile y Colombia, con violentas represiones, se lograron sofocar ¿temporalmente? amplias manifestaciones populares anti oligárquicas. Y en Brasil, los poderes concentrados corporizados en Bolsonaro, parecen tener creciente oposición. Claro que Ecuador, Paraguay y Uruguay, son alineados al ultra conservadurismo afín al neoliberalismo. Y Las Guayanas quedan como remanentes del colonialismo europeo, dos de ellas independientes pero muy vinculadas en lo cultural con sus viejas metrópolis, y una como anacrónico enclave colonial.

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Argentina en particular, rubricó sendos acuerdos estratégicos con China y Rusia, concretándose algunas de las muchas iniciativas ofrecidas por ambas potencias, en rubros de infraestructura. Y quedan además pendientes las concretas ofertas de material de defensa, que tanto necesitamos. No es casual que, según trascendidos, un reciente enviado de Biden, haya sugerido las “inconveniencias” para nuestro país, de avanzar en esos acuerdos de grandes obras y equipamiento bélico, con las dos grandes Potencias Continentalistas. Indignante injerencia de EEUU en nuestro país, con el FMI como ariete, ante el intencional desastre financiero provocado por el neoliberalismo encarnado en el macrismo.

Como contexto general, mucho antes de las previsiones de analistas afines al neoliberalismo, China está superando el poderío económico de EEUU; mientras que la vieja Europa no parece alinearse dócilmente con EEUU contra el vecino ruso, de cuyo gas depende en forma creciente, y cuya buena vecindad parecería ser sensatamente conveniente tanto para el mosaico de naciones liderado por Alemania y Francia, como para el gigante territorial y estratégico ruso. Solo el Reino Unido parece totalmente alineado con los dictados de sus “primos” del otro lado del mar.

En ese muy complejo escenario geopolítico mundial, sin perjuicio de la lógica de intentar mantener buenas relaciones diplomáticas con todos los sectores, acorde a la tradición diplomática argentina, es necesario recordar que mientras EEUU reflota la agresiva Doctrina Monroe, China y Rusia nos ofrecen acuerdos interesantes, que no tendrían los condicionamientos incluso lesivos a la soberanía, que parece querer imponernos la potencia imperial en declive.

Como a EEUU se le escurre rápidamente –en términos históricos- el poder en otras regiones, es previsible que quiera acentuar sus presiones en Íbero América y El Caribe.

También debe tenerse presente que solo EEUU, el Reino Unido e Israel, votan contra Argentina en el sensible tema de Malvinas…del cual su proyección es La Antártida, y las sutiles amenazas a La Patagonia, por medio de nada inocentes ONGs, manipuladas desde Gran Bretaña, con las “progresías” de “viudos del marxismo” y otros supuestos “anti sistema” como marionetas dóciles a su servicio.

Nada de todo eso, tan complejo y elemental a la vez, parece ser comprendido por los muy colonizados mentales patrioteros de bandera, formateados como dóciles lacayos de los dictados imperiales atlantistas.

Curiosamente, o no tanto, las muy agresivas y entusiastas “progresías”, que por lo general dicen ser “anti sistema”, siguen al pie de la letra, los dictados de ONGs anglosajonas, que les dictan agendas en temas muy controversiales (indigenismo, ecologismo ultra, doctrinas de “género” y similares, y otras), que terminan siendo funcionales a los objetivos imperiales de crear y profundizar conflictos internos, para debilitarnos y eventualmente, para sumirnos en el caos que nos balcanice.

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