Fue un miércoles 22 de febrero de 2012 cuando 51 personas subieron a un tren sin saber que sería el viaje del fin de sus vidas. Hace seis años, el tren № 3772 de la línea Sarmiento, identificado con la chapa 16, no detuvo su marcha y colisionó con los paragolpes de contención.
La justicia probó que no fue un simple accidente que terminó en tragedia, sino que fue causado por una gran cadena de corrupción que solo tenía como fin hacer millonarios a empresarios y políticos. Este jueves 22/02, cuando se conmemora otro año de aquel viaje fatídico, todavía no hay ni un responsable tras las rejas. La justicia de Argentina se caracteriza por su lenta actuación, pero los familiares no pierden la fe de que más temprano que tarde “alguien pague” los muertos de la tragedia de Once.
A seis años de la tragedia ferroviaria de Once, familiares de las víctimas manifestaron “esperar ansiosos que los corruptos vayan a la cárcel”, durante un acto en el que recordaron a los 51 fallecidos, entre ellos una embarazada, al tiempo que pidieron a la Cámara de Casación Penal que confirme las condenas dictadas en diciembre de 2015.
A las 8:30, la hora del accidente, sobrevivientes, familiares y amigos se concentraron en el andén 1, frente al “Memorial de los Corazones” que ellos mismos instalaron.
“Ya pasaron seis años desde que perdimos a nuestros seres queridos, queremos que la Cámara de Casación confirme las condenas que fijó el tribunal en diciembre de 2015 y que los responsables vayan a cumplir su pena a la cárcel como corresponde”, declaró María Luján Rey, madre de Lucas Menghini Rey, uno de los jóvenes que murió en la tragedia.
Una vez concluida la lectura del documento, los familiares se dirigieron a la Plaza Miserere, vecina a la estación ferroviaria, para dejar ofrendas florales en el monumento de homenaje a las víctimas emplazado en ese paseo público.
A las 14.30, un grupo de familiares se entrevistará con el presidente Mauricio Macri en la Casa de Gobierno.
“Luego de la invitación del presidente Macri, entre todos decidimos concurrir a la reunión y ratificarle nuestro pedido de justicia”, anticipó Rey.
En diciembre de 2015 el Tribunal Oral Federal número 2 dictó penas de 8 años de prisión a Pablo Schiavi, secretario de Transporte al momento de la tragedia; 6 años para su antecesor, Ricardo Jaime; 9 años para el empresario Sergio Cirigliano y 3 años y medio para el maquinista del tren, Marcos Córdoba.
Las mayores condenas cayeron sobre Schiavi y Cirigliano, ex concesionario de Trenes de Buenos Aires, por los delitos de administración fraudulenta en perjuicio del Estado nacional y estrago culposo, por el pago de subsidios estatales y la simultánea falta de mantenimiento de las formaciones del Sarmiento.
El Tribunal dio por probado que existió una relación causa efecto entre ambos hechos, los que desembocó en la fatal colisión contra el andén de Once.
También recibió una condena Jaime, a quien el tribunal aplicó una pena unificada con dos anteriores, pero sólo lo consideró responsable por el mal uso de los subsidios que pagaba el Estado a la prestataria y no por el estrago culposo.
El maquinista Córdoba, para quien dos de las querellas habían pedido la absolución, recibió una sentencia de tres años y seis meses de prisión y siete de inhabilitación para conducir, ya que se dio por probado que no frenó a tiempo para impedir la embestida de la formación contra los paragolpes del andén.
Los familiares de las víctimas que colmaron la sala de audiencias y la puerta de los tribunales de Comodoro Py, donde se instaló una gran pantalla, consideraron que se trató de “un fallo histórico”.
Si bien la condenas aplicadas fueron levemente inferiores a las pedidas por los fiscales, y sensiblemente menores a las que demandaban dos de las cuatro querellas, el fallo se dio en un tiempo razonable.
El juicio había comenzado 21 meses antes y el fallo fue dos años después del choque, lo que marca una gran celeridad frente a las demoras de más de una década que suelen insumir las causas penales en el fuero federal, adjudicable a la presión social por encontrar responsables.
El tribunal, integrado por los jueces Jorge Alberto Tassara, Jorge Luciano Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Ana D’Alessio, prohibió la salida del país de los condenados, que llegaron en libertad al juicio.
Ademas, el TOF2 ordenó extraer testimonios para que se abra una causa para investigar si tuvo responsabilidad el ex ministro de Planificación, Julio De Vido en la comisión del delito de defraudación al Estado, ya que era el máximo responsable político por el pago de subsidios a las tarifas que no fueron aplicados al control de las formaciones.
En mayo de 2016 el juez Claudio Bonadio procesó a De Vido por “estrago culposo” y “administración fraudulenta” y le trabó un embargo por 600 millones de pesos, una causa aún en curso y en la que declaró la semana pasada Florencio Randazo, último ministro de Interior y Transporte del kirchnerismo.
La cifra oficial que dejó la tragedia de Once es 51 muertos. Sin embargo, los familiares piden que se suba a 52 porque una de las víctimas estaba embarazada. Quienes viajaron sin retorno:
Nadia Lezcano, de 33 años. Abogada, oriunda de Sucre, Bolivia. Tenía tres hijas y estaba embarazada de seis meses. Viajaba a hacerse una ecografía. Su bebé en gestación es considerada la víctima número 52.
Nancy López, 30 años. Se había radicado en Argentina hace 15 años. Viajaba a Capital para trabajar de empleada doméstica. Era madre soltera. Su hijo, de 6 años, todavía la espera.
Federico Bustamante, 19 años. Solía viajar sentado en el primer vagón. Trabajaba en un local de ropa y nunca había faltado.
Alberto García, 43 años. Tenía una hija de 10 años y estaba a punto de ser padre nuevamente. Tenía auto pero prefería viajar en tren.
Isabel López, 60 años. Vivía en San Justo y todas las mañanas tomaba el tren desde Morón a Once para cuidar a sus nietas en la casa de su hija Noemí. Nunca pudo caminar las 4 cuadras que separaban la estación del hogar de su familia.
Ana Zelaya, 38 años. Había nacido en Paraguay, vivía en Moreno y trabajaba en una casa de Belgrano.
Graciela Beatriz Díaz, 51 años. Ese día no tenía que viajar. Pero le cambió el turno a un compañero de la confitería donde trabajaba.
Gloria Troncoso, 42 años. Madre de cuatro hijos, viajó a Once para comprarles útiles para el colegio. Trabajaba de enfermera.
Claudio Belforte, 43 años. Analista de sistemas. Tenía 2 hijos. Había cambiado su horario laboral dos semanas antes.
Pablo Zanotti, 35 años. Colaborador de Teatro por la Identidad.
Claudia Izzia, 47 años. Nunca viajaba en ese tren. Esa mañana iba a hacer una consulta médica en Once.
Mónica Garzón, 43 años. Jujeña. A las 11 de ese 22 de febrero logró avisar por teléfono que estaba internada. Después se supo de su muerte.
Ranulfo González Centurion, 23 años. Nació en General Artigas, Paraguay. Era albañil y estaba refaccionando un local de Once.
Carlos Garbuio, 32 años. Tomó el tren en la estación Ramos Mejía. Su cuñado encabezó su búsqueda. Tenía una hija.
Gloria Pinilla León, 52 años. Chilena. Trabajó como empleada doméstica y logró recibirse de enfermera. E sa mañana viajaba de Moreno al centro para cuidar a una abuela.
Christian Zabala Aquino, 22 años. Peruano. Tomaba ese tren cada mañana para ir a trabajar.
Sofía Peralta, 19 años. Viajaba junto a su hermano, que fue internado.
Lucía Fernández Chaparro, tenía 34 años. Viajaba junto a su beba, Florencia Fernández Sugasti, de 5 meses. Fue la menor de las víctimas.
Jonathan Báez, 26 años. Días antes de la tragedia se había quejado por Facebook de lo mal que se viajaba.
Leonel Frumento, 32 años. Hacía poco más de un mes que había empezado a tomar el tren. Dejó un hijo que en ese momento tenía un año y medio y se llama como él.
María Scidone, 69 años. Tomó el tren para hacerse unos estudios médicos.
Sonia Rolón, esta paraguaya de 28 años vivía en Moreno y trabajaba en Once, en el taller de costura de su tía. Tenía una hija de 7 años en Paraguay a la que esperaba traerla ese año.
Micaela Cabrera Machicao, 29 años. Había venido a vivir a la Argentina desde Bolivia cuando era adolescente, junto a su hijo Brian. Volvió a casarse y tuvo una nena de 4 años. Vivía en Liniers y cursaba la secundaria en Once.
Lucas Palud Quini tenía 20 años. Estudiaba Derecho en la UBA.
Marina Moreno, 34 años. Vivía en Haedo. Su sueño de viajar a Colombia quedó truncado.
Miguel Núñez Vilcapoma, 24 años. Peruano. Se había recibido de periodista días antes de morir.
Marcela Gómez, 44 años. Viajaba en el t ren junto a una de sus hijas, que pudo ser rescatada. Otra de sus hijas, Sabrina, la buscó por hospitales hasta que le informaron de su muerte.
Nicolás Villalba, 24 años. Todas las mañanas tomaba el tren de Moreno a Once. Trabajaba a tres cuadras de la estación.
Juan Carlos Alonso, 41 años. Vivía en Villa Luro. Trabajaba en un local de pasajes de micros.
Sabrina Espíndola, tenía 29 años. Viajaba todas las mañanas desde San Antonio de Padua. Tenía un hijo de 10.
Rosa Tévez, 40 años. Madre de cinco hijos. Viajaba desde Pontevedra, en Merlo, rumbo a Once. Sus 8 hermanos reclaman justicia.
Daniel Cerriccio y Natalia Benítez. Ambos tenían 33 años. Estaban construyendo una casa en San Justo. Se habían casado un año antes de la tragedia.
Lei Jiang Yan. Esta asiática de 26 años dejó dos hijos.
Fernando Lagrotta, tenía 21 años y era fanático de Las Pastillas del Abuelo. Viajaba de Merlo, donde vivía, a Once para trabajar.
Tatiana Pontiroli, de 24 años, cursaba el primer año en el Instituto de Formación Docente de Merlo, pero trabajaba en Capital.
Yolanda Galván, 23 años. Cursaba el tercer año de Arquitectura en la UBA.
Karina Altamirano, 14 años. Ese día, acompañaba a su mamá Noemí al trabajo. Su madre sobrevivió a la tragedia.
Lucas Menghini Rey. Fue la última víctima en ser encontrada. Sus padres María Luján Rey y Paolo Menghini lo buscaron sabiendo que había quedado atrapado entre dos vagones. Su tío, Leonardo Meng hini es abogado de una de las querellas.
El resto de las víctimas se completa con Juan Daniel Cruz Aguilar, Silvia Gabriela Pereyra, Darío Daniel Cellie, Ramón Zuñiga, Verónica González Franco, Graciela Romero, Alex Martínez, Esther Reyes, Dionisia Barros, Braulio Romero, Roberto Pacheco.
Por todos ellos, familiares y amigos piden Justicia.