El valor de la independencia

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El nuevo aniversario de la Independencia encontró a la Argentina en cuarentena, flexible, administrada o estricta, depende de la zona del país en la que se homenajeó a los próceres de 1816. El país nuevamente está encorsetado en un debate sobre liberación o dependencia del yugo que ya no es colonial, sino un poder abstracto que, sin embargo, rige los destinos de las naciones como el peor de los dictadores. 

Sin embargo, la noticia que dominó las portadas de los medios y consumió minutos en los noticieros fue la protesta de quienes están en contra de la cuarentena y “a favor de la propiedad privada”, eufemismo utilizado para desvirtuar la decisión del Gobierno nacional de intervenir en Vicentín para recuperar millonarios créditos otorgados durante la gestión Cambiemos, aún cuando era evidente que el dinero iba camino a ser irrecuperable. Hoy Vicentín es la bandera que agitan la oposición que alimenta la “grieta”, aún en abierto desafío a los riesgos sanitarios de exponerse al contagio del coronavirus. 

Quienes salen a la calle en defensa de estas banderas ¿qué rol ocuparían en los años revolucionarios? ¿qué los lleva a exponer su propia vida en desprecio a un Gobierno que lleva apenas ocho meses de gestión y la mitad de su mandato lidiando con una pandemia? ¿Cuál es el espejo en el que se miran? ¿Brasil con sus 70.623 muertos? ¿Estados Unidos, con sus 137.246 fallecidos? Ni siquiera sus economías saldrán airosas de la pandemia. ¿Por qué pensar que Argentina debería imitar sus “libertades”?

El ex presidente Mauricio Macri se subió a la oleada anticuarentena y reapareció públicamente para cuestionar las decisiones tomadas por Alberto Fernández. “Haber desmantelado el sistema de salud y que no funcione durante muchos meses nos va a traer muchos problemas. Esto va a ser duro”. La frase le pertenece al líder de Cambiemos y no, no es una autocrítica. Es una crítica a cómo se manejó la pandemia. No recuerda, claro, que hasta el 10 de diciembre no existía el ministerio de Salud y se habían desmantelado programas sanitarios y de vacunación. Ese retroceso sanitario ocurría en paralelo de un inédito endeudamiento que dejó al país nuevamente de rodillas y sin capacidad de maniobra. 

En ese atolladero está la Argentina. La economía está en cuarentena, pero viene con respirador artificial desde mediados de 2018, cuando la recesión comenzaba a crecer a mitad del mandato de Macri y el endeudamiento hacía inevitable pedir nuevos favores al Fondo Monetario Internacional. Desde entonces, todo fue cuesta abajo. Cualquier plan económico que tuviera el Gobierno actual, simplemente, nunca se pudo poner en práctica. Y no habrá recuperación posible hasta tanto haya un acuerdo por la deuda que permita tener un mínimo de previsibilidad hacia el futuro.

Estas horas son vitales para la Argentina y la “grieta” no ayuda al país, sino a sus acreedores que presionan por más rentabilidad en los bonos comprados a mansalva durante la gestión de Cambiemos. Pero en lugar de hablar de la trascendencia de un eventual acuerdo, respaldado por el el FMI y los principales bancos internacionales o el de capitales argentinos más grande, que conduce Jorge Brito, se habla de la grieta y de la “cuarentena” que condena a la economía del ombligo del país. 

Pero ni la cuarentena ni la crisis son las mismas en Buenos Aires que en el resto del país. En Misiones la economía recuperó su (nueva) normalidad hace varias semanas y de a poco se flexibilizaron actividades para que vuelvan a entrar en acción. Este sábado, la prueba piloto con la apertura de las Cataratas del Iguazú es un paso más hacia la recuperación del turismo, la actividad más jaqueada y con pronóstico reservado de todas las que componen la economía en Misiones. 

Los datos oficiales revelan que la economía local se recuperó mucho más rápido que el promedio nacional y en eso el rol del Estado ha sido fundamental, inyectando recursos e incentivos para el consumo que fueron un paliativo en medio de la parálisis de la cuarentena. 

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El informe del ministerio de Trabajo de la Nación sobre el trabajo registrado, revela que para el empleo en Misiones, fue más nociva la agonía de la recesión que la pandemia. En abril de 2019 había 107 mil empleos registrados. A diciembre, eran 96.600 los que tenían empleo en blanco. Desde entonces, el número había crecido a 100.200, que se mantuvo entre febrero y abril, cuando la pandemia obligó a bajar las persianas. La caída en Misiones fue de apenas 0,3 por ciento, contra una pérdida de 2,6 por ciento en la Nación. Está claro que la batalla todavía no terminó, pero la reacción del Gobierno que conduce Oscar Herrera Ahuad, tuvo mucho que ver para que el impacto sea leve. La gestión del mandatario misionero fue reconocida desde España, donde el diario La Vanguardia lo denominó “El médico argentino que frenó el Covid-19”.

Es que Misiones se transformó en una barrera para el ingreso del virus, especialmente desde la extensa frontera con Brasil, donde los casos siguen creciendo sin control. Los tres estados que tienen vínculos directos con la tierra colorada están con numerosos contagios, pero el más complejo es Paraná, donde hay 39.512 y casi mil fallecidos. Foz do Iguaçú, o más arriba, Capanema, ciudades espejo de Puerto Iguazú y Andresito, tienen severos problemas con la circulación comunitaria y las camas de terapia atiborradas. Foz acumula 17 fallecidos. Capanema, 79 casos, casi el doble que todo Misiones y es una ciudad de apenas 23 mil habitantes.  

El contraste no es solo numérico. En Misiones se cerraron las fronteras y se aplicaron protocolos desde las primeras horas. Ahora hasta hay multas para quienes no utilicen los barbijos en espacios públicos. En Brasil el presidente Jair Bolsonaro minutos después de confirmar que se había contagiado, se mostró sin tapabocas ante los periodistas. Si el ejemplo es ese…

Misiones tomó previsiones desde las primeras horas y el sistema de salud se adecuó a la demanda potencial, aún cuando se sostiene bajo el número de casos. 

Con el sistema de salud preparado y las inversiones constantes en equipamiento, el Gobierno siguió activo y de a poco se retoma el ritmo de obras. Pero la gestión nunca se detuvo. Debe ser una de las pocas provincias con entrega de viviendas en medio de la pandemia. También debe ser una de las pocas que invierte cien millones en mejorar la infraestructura sanitaria escolar para el regreso -todavía sin fecha- a las clases presenciales.

En total, según los cálculos oficiales, solo en junio el Gobierno volcó más de 5.000 millones de pesos en llevar alivio a familias y empresas misioneras durante la pandemia. El número no es menor: equivale al 5 por ciento del presupuesto provincial.

La vuelta del tren de cargas también permite contar con una oferta para mejorar la competitividad de la industria misionera. La formación que partirá a mediados de esta semana desde Garupá a Buenos Aires, llevará una carga de 1.200 toneladas, principalmente pasta celulósica y paper de Arauco, pero también negocia Agua de las misiones, que ya utilizaba el tren hasta que el Gobierno de Macri canceló el ramal. Otras empresas forestales ya pidieron presupuesto para sumar carga y mejorar su logística mientras se espera la activación del puerto de Posadas. 

La logística es una pata fundamental de la ansiada competitividad que necesita la industria misionera, que debe pagar el costo de un país desigual y atado a los vaivenes del centralismo que a veces se acuerda de las provincias más alejadas y otras tanto las mira con condescendencia. El Gobierno de Misiones analiza traer gas a granel mientras espera la -eterna- llegada del gasoducto. El gas no es sólo un insumo industrial clave, sino que es vital para miles de familias que dependen de una garrafa para la cocina. Al menos durante el invierno, 150 mil familias seguirán pagando 250 pesos en virtud de un acuerdo entre la Provincia y MisCoopGas. Son cien pesos más barato que el acuerdo que selló la Nación a través de YPF. 

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Contar con energía más barata sería fundamental para mejorar la competitividad industrial en sectores clave como la forestoindustria, que hoy pasa por un momento complejo o la yerbatera, cuya cadena tiene varios eslabones complejos. Mientras la producción primaria pasa por su mejor momento, la industria reza por un incremento de precios que le garantice rentabilidad. Según trascendió, en las próximas horas se hará oficial un aumento autorizado por la Nación, no en la medida de las pretensiones misioneras, pero que traerá un poco de alivio. Para Misiones, la yerba un poco más cara en góndola es una buena noticia, porque trae un poco de equilibrio a la cadena y mejora los ingresos económicos. 

El tabaco, después de un comienzo de acopio marcado por la cuarentena, se recuperó y generó ingresos a productores por 2.415 millones de pesos, a lo que debe sumarse otros 440 millones por retorno y compensación. En 60 días, el sector tabacalero inyectó la economía misioneras unos 2.850 millones de pesos.

La chacra en acción es una herramienta vital para miles de familias que trabajan y viven directamente de la producción. 

La chacra es el complemento del verde que distingue a Misiones. Y que la hace especial. Pero ¿qué valor tiene ese verde? ¿Cuánto vale la selva y cuánto resigna de ingresos Misiones por conservarla? 

Misiones por primera vez exhibió un estudio sobre el valor de la selva (o, como contraste, el valor de conservarla). Un estudio realizado por el secretario de Hacienda, Adolfo Safrán, apunta que si 25 mil familias de productores misioneros se dedicaran a producir soja, tendrían una renta potencial anual por 79.000 millones, equivalente a casi un 80% del presupuesto provincial con una rentabilidad de casi 23.000 millones. 

En paralelo, Misiones deja de percibir todos los años 10,400 millones de pesos en concepto de impuestos a los Ingresos Brutos por actividades comerciales e industriales que podrían llevarse adelante en las 1,6 millones de hectáreas protegidas.  

Según el estudio, el Fisco Provincial ha destinado en promedio US$10 millones al año para financiar actividades de organismos provinciales vinculados a la defensa del medio ambiente y protección de la biodiversidad. En 35 años, Misiones ha destinado más de US$150 millones para preservar la biodiversidad.

Supongamos que desde mañana Misiones se convierte en sojera. Generaría una facturación de 78.638.820.240 pesos. Pero como se custodia la selva, la utilidad resignada por los productores es de 23.591.646.072 y un equivalente en dólares de 318.806.028.

Si Misiones hubiera destinado a la agricultura extensiva el mismo porcentaje de suelo que el resto del país (54% del total), en los últimos 20 años el pueblo misionero habría recibido utilidades por US$6,380 millones. 

Al año, los impuestos no percibidos de la producción equivalen a 18.929.000.000 y los impuestos provinciales cedidos por superficie protegida a 10.412.117.921.

También se estimó el valor anual de la reserva de carbono en Misiones en 9,921 millones de pesos. Tan solo, si Misiones hubiera podido comercializar derechos del carbono retenido en los últimos cuatro años, se hubiera hecho de 36688 millones a valores de hoy. 

Otro dato relevante es la cuantificación de la FAO de cuánto se gasta por hectárea en preservar el medio ambiente. La FAO calcula ese costo en 18 dólares. Por año Misiones debería recibir de la Nación, a valores actuales, 2.182.011.804 pesos. 

El año pasado, por la Ley de Bosques, Misiones recibió apenas 86 millones. Hasta abril de este año, había recibido 19 millones de pesos.

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