
El virreynato genocida económico del Plata
El concepto de genocidio económico, tiene dos vertientes, ambas aplicables al intencionalmente desastroso gobierno de libertarios y sus asociados / subordinados, corresponsables de tanta destrucción socio económica e institucional, que estamos padeciendo en Argentina.
Una vertiente es el genocidio económico, en su peor versión atacando al ser humano, es lo que están perpetrando los libertarios, sus cómplices y secuaces políticos, en los diversos ataques, con toda intención y alevosía, contra los compatriotas pobres, los nuevos empobrecidos (como consecuencia directa de la destrucción económica que arrasa fuentes laborales y lleva a niveles de miseria a salarios y jubilaciones), los jubilados que perciben montos ridículos que los condenan al hambre y/o la enfermedad (por los altos precios de los medicamentos y alimentos, y los casi impagables servicios esenciales), y los enfermos terminales, a los que se les niegan las costosas medicaciones, que el Estado facilitaba en anteriores gobiernos, lo cual ya fue causa directa de numerosas muertes, según trascendió pero con pocas repercusiones.
Para peor, hay acciones de clara perversidad cargada de aporofobia, destacándose entre ellas la negativa a repartir en los muchos comedores y merenderos comunitarios, las toneladas de alimentos, que estaban guardadas en depósitos, adquiridas por el gobierno anterior, y que hasta hoy según todos los indicios, siguen sin distribuirse, obcecadamente, pese a las órdenes judiciales de proceder a su debida distribución para aliviar el hambre de los pobres, muchos de ellos nuevos pobres empujados a esa triste realidad, por el gobierno de libertarios y sus cómplices políticos.
Instigar al genocidio económico es decir que los pobres pueden elegir entre un magro salario o morirse de hambre (conceptualmente dicho -con toda alevosía- por el presidente, en uno de sus frecuentes raptos de verborragia). Frase por cierto nada inocente, de una marcada crueldad, propia de mentes perversas que gozan con el sufrimiento ajeno, en las antípodas del rol humanista e inclusivo que debe guiar a todo líder que ama a su pueblo.
Claro que, así como el presidente y su entorno, desprecian desfachatadamente al pueblo, alaban a las mafias (a las que prefieren antes que al Estado, al cual representan), y tratan de “héroes” a los apátridas delincuentes financieros que fugan divisas, entre otras aberraciones de similares tenores.
Instigar al genocidio económico es pretender “limpiar las veredas” (como lo habría dicho un “referente” libertario porteño) echando de las mismas a los compatriotas que no tienen un lugar digno donde descansar, de los cuales con seguridad muchos de ellos son nuevos pobres de miseria absoluta, que no pueden pagar ningún alojamiento.
Miserabilidad total, que desprecia al ser humano desvalido, en vez de facilitarles algo de comida, un baño para higienizarse y una cama digna donde descansar.
Instigar al genocidio económico, es festejar pomposamente la anulación de un pequeño aumento a las escuálidas jubilaciones; como lo hizo el presidente, invitando obscenamente a un gran asado a los legisladores pseudo opositores, que transaron apoyando la “motosierra anti jubilados”. ¡Perversión alevosa, es montar una comilona, para agasajar a los legisladores que anularon un pequeño aumento de los magros haberes, a los sufridos jubilados!
La mayoría de las jubilaciones son de paupérrimos montos con los que no se pueden comprar alimentos en cantidad y calidad necesarios, ni menos aun adquirir medicamentos, tan necesarios para los adultos mayores. Eso es un genocidio en cuotas, a no muy largo plazo.
Instigar al genocidio económico, es quitar medicamentos del listado gratuito del PAMI, y mucho más gestionar la desaparición de ese importante organismo, de larga trayectoria de respaldo a jubilados, como trascendió que ya está en estudio de perpetración.
Genocidio económico perverso, es pretender “naturalizar” que los pobres solo puedan acceder a una comida diaria, entreteniendo al estómago con migajas el resto del día, además que las comidas a las que pueden acceder se basan en hidratos de carbono con poco o nada de proteínas. Algo de eso pretendió decir “simpáticamente” un periodista de itálico apellido, lo que le valió un cargo muy bien remunerado, del cual fue recientemente eyectado, como pasó con muchos “libertarios caídos en desgracia”.
Genocidio económico, en su faz institucional, es dedicarse con marcada perversión de marcado odio a la propia patria, a implementar con mucho de sadismo, la destrucción masiva de nuestra economía nacional, con especial énfasis de catastrófica devastación, contra las industrias y los entes tecnológicos, incluyendo en este último concepto a las muy valiosas Universidades Nacionales.
Claro está que en el infame accionar anti tecnológico y anti industrial, parte importante de la claque aplaudidora de los infames desguaces de esos sectores, son entes empresariales, que si accionarán con ética y elemental patriotismo, no podrían estar avalando las destrucciones sistemáticas. Entre esos entes, sobresalen, y no para bien, la UIA (que parecería ser la Unión Industricida Argentina); y la SRA, que nuclea principalmente a los grandes terratenientes de la Pampa Húmeda, entidad esta que permanentemente mantiene una postura anti industrial, y añorante del semi feudalismo de fines del siglo XIX.
El propio presidente, haciendo gala de un muy dudoso equilibrio mental, dijo claramente, ser el topo que busca desde adentro destruir al Estado. Y si bien muchos no entienden la extrema gravedad de esa afirmación (particularmente el grueso de los uniformados, que se dicen “muy patriotas”, pero solo son patrioteros de bandera, funcionales a la antipatria), pues es muy claro que sin Estado no hay Nación, y sin Nación no hay Patria…así de simple. Pero muchos no tienen ni idea, de ese elemental concepto.
Pero los libertarios y sus secuaces políticos (incluyendo muchos conversos o acomodaticios varios que fueron permeables a presiones y/o posibles prebendas varias), no solo destruyen sistemáticamente la economía nacional y el tejido social argentino, ¡también siguen incrementando, en forma descomunal, nuestra voluminosa y hoy impagable deuda externa!
Con eso marcan preocupantes similitudes con lo acaecido en 2001, cuando un par de blondas comunicadoras de la TV portuaria, en forma lastimera, decían -palabras más o menos- que “no queda otra alternativa que canjear deuda por fracciones de nuestro territorio”. Esa infame amenaza vuelve a cobrar actualidad.
Y el accionar destructivo, también agrede a elementales facetas institucionales, pues el accionar del Poder Ejecutivo Nacional y sus acólitos, evidencia operar para acaparar excluyentemente la suma del Poder Público, lo cual puede calificarse como el montaje institucional de un neo virreynato, agresivo en lo interno y sumiso hasta lo indecible, respecto al Atlantismo y los grandes poderes financieros transnacionales.
Los constantes ataques a los miembros de los otros dos poderes que no le son dóciles y/o que puedan considerarse “conflictivos”, así como el manejo interno plagado de drásticas expulsiones de colaboradores, ante el menor desliz que suponga la no alineación total y absoluta a la abstrusa ideología libertaria, marcan claramente el accionar del detentador del Poder Ejecutivo Nacional.
Las agresiones con denuestos utilizando el más soez lenguaje impropio entre seres civilizados y mucho más para quienes ejercen altos cargos en un sistema de gobierno republicano y pretendidamente democrático, forman parte de las frecuentes opiniones, que más que expresadas por el Poder Ejecutivo, parecerían chabacanas frases vertidas por personajes de muy baja catadura moral.
Las agresiones verbales que no solo fueron vertidas en el ámbito interno, sino que también fueron ejes centrales de las desaforadas expresiones con las que atacó a cuanto presidente y nación fueron pretendidamente descalificados por la incontinencia verbal de nuestro impresentable titular del Poder Ejecutivo.
Todo ese andamiaje destructivo, que de mínima busca involucionarnos al hoy inviable país primarizado como lo éramos al final del siglo XIX; y de máxima evidencia hacer desaparecer a Argentina, implosionándonos en pequeñas republiquetas irrelevantes y fácilmente manejables por los que promueven la globalización salvaje, es promovido por múltiples operadores, que instalan falsedades y confusiones diversas, con las que tapan la catarata de medidas claramente destructivas, una de las cuales permite se importen maquinaria usadas, con lo cual se terminará de destruir la que fuera una importante rama industrial nacional.
Las instalaciones de “posverdades” (o sea falsedades incluso burdas, que por mera repetición pretenden ser asumidas como reales); los frecuentes raptos de ira incontenible, ante cualquier opinión que cuestione o contradiga los paradigmas libertarios, volcados contra periodistas, artistas, o quien sea que públicamente puntualice oposición a las ideas que pretenden instalarse como supuestos indiscutibles veredictos, son metodología corriente del verborrágico presidente, de las legiones de trols (muchos de ellos operando desde la propia Casa Rosada), y de varios opinantes alineados (y parecería que alienados) al libertarismo.
Crudamente expuesto, ese es el muy preocupante cuadro de situación actual, que nos empuja al caos total.