El espía al que acusó Nisman ¿un colaborador de Lijo?

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Por Fernando Oz, Ambito Financiero. Ramón Allan Héctor Bogado, el espía al que el fiscal Alberto Nisman señaló como integrante del engranaje que habría montado Cristina Kirchner para “encubrir” a los iraníes acusados de volar la AMIA, pescaba la semana pasada en el río Paraná junto a unos amigos. Mientras tanto, en el edificio de los tribunales de Comodoro Py nadie se atreve a decir que aquel hombre que pesca y descansa en Puerto Iguazú, una especie de Casa Blanca de la Triple Frontera, se volvió un inesperado colaborador del juez que ahora investiga la denuncia que dejó el fiscal antes de ser encontrado, hace dos años, muerto con un tiro en la cabeza en uno de los baños del departamento que alquilaba en el lujoso barrio de Puerto Madero.

El jueves pasado, Bogado había decidido bajar a pescar en la zona de la Isla Apipé Grande, al norte de Corrientes, pero el clima le jugó una mala pasada y decidió refugiarse en la ciudad de Posadas hasta que saliera el sol. El viernes caminaba por la capital de Misiones con unas gastadas zapatillas Converse negras que usa sin medias, vestía una camisa jeans de un azul más oscuro que el ceñido pantalón de la misma tela, y una gorra beisbolera con unas inscripciones en inglés que lo ocultaban de un sol inexistente. A la distancia se le nota una desprolija barba tipo candado y de cerca se confirma que bebe agua tónica con hielo y limón.

Pese a haber sido acusado por Nisman, junto a la expresidente, al excanciller Héctor Timerman, al diputado Andrés Larroque, al referente islámico Jorge Alejandro “Yussuf” Khalil, al exjuez Héctor Luis Yrimia, y a los dirigentes Luis D’Elía y Fernando Esteche, Bogado les asegura a sus amigos de pesca que está “muy tranquilo” y que el trabajo que está haciendo ahora la Justicia “está muy bien encaminado”. Y como para poner peso a sus palabras levanta su celular y muestra que entre sus contactos está el número del juez federal Ariel Lijo, es decir el magistrado que está a cargo de resolver el caso que dejó el fallecido fiscal. “¿Parezco preocupado?”, dice entre carcajadas y fanfarroneando del contacto que tiene en su celular. “Lo mejor que me puede pasar es que se investigue”, repite un Bogado verborrágico y vehemente al hablar. 

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Bogado es misionero y fue acusado por Nisman de ser un espía, pero la SIDE lo desmintió. El sospechoso dijo que trabajaba directamente para Jaime Stiuso. 

El fiscal federal Gerardo Pollicita pidió el viernes un arsenal de medidas de prueba y que también se investigue a los exfuncionario kirchneristas Julio De Vido, Carlos Zannini, Oscar Parrilli y Angelina Abbona.

“Está perfecto lo que hizo el fiscal, comenzó a ir para arriba”, dice el pescador que se jacta de haber trabajado durante 22 años como agente inorgánico de la SIDE (actual AFI) y de conocer con pelos y mañas a Antonio “Jaime” Stiuso, el exjerarca del espionaje argentino. Apenas finalizó la feria judicial, Lijo resolvió delegar la investigación en Pollicita. El fiscal no tardó en llevar adelante las medidas que habían sido descartadas por el anterior juez de la causa, Daniel Rafecas, cuando cerró el expediente poco después de la muerte de Nisman por supuesta inexistencia de delito.

Para Bogado “lo que uno se tiene que preguntar es quién hizo la investigación que sirvió como base” de la denuncia de Nisman. La respuesta no la ofrece, pero con sorna sonríe y gesticula como dando a entender que fue él quien se encargó de infiltrar a “Yussuf” y a los entusiastas piqueteros proiraníes. ¿Pero no fue la AFI, a instancias de Stiuso, quien denunció a Bogado por tráfico de influencias y hacerse pasar por un agente del organismo? Claro, pero fue el juez federal Luis Rodríguez quien lo sobreseyó. “Se publicó mucho sobre la relación de Rodríguez y Jaime, ¿no?”, retruca el enigmático y sonriente pescador.

 

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