Fake News, mentime que me gusta

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A prácticamente un mes de las elecciones presidenciales del 22 de abril en Paraguay, oficialismo y oposición protagonizan una guerra de encuestas que tienen toda la pinta de ser verdaderas “fake news”.
En menos de dos semanas se revelaron tres sondeos de intención de voto que dan la victoria a una y otra chapa presidencial, abriendo paso a la natural controversia, y anticipando de alguna manera que el escenario todavía está para que pase cualquier cosa.
Ninguna de las consultoras que publicaron sus mediciones por estos días tiene una historia de infalibilidad. Es más, los historiales de First Análisis & Estudios, del consultor argentino Francisco Capli; Ati Snead y el Instituto de Comunicación y Arte (ICA), de Enrique Taka Chase, muestran más errores que aciertos a lo largo de 26 sondeos en los últimos diez años.
La consultora de Capli fue la primera en abrir fuego en esto que parece una guerra de encuestas, con un sondeo que otorga la victoria al candidato colorado, Mario Abdo Benítez Junior, ubicándolo a más de 30 puntos de diferencia de su principal adversario, el liberal Efraín Alegre, que lidera la chapa de la alianza Ganar, donde se aglutina la oposición.
En el medio, y en medio del rechazo generalizado que obtuvo la medición de Capli, se publicó la encuesta de Ati Snead, donde Alegre aparece arriba por dos puntos: 44,2 a 42,2, lo que se diría un empate técnico.
Hasta ahí, parecía estar todo dicho. El sondeo de Capli sonaba disparatado, Junior no es Putin, y nunca en toda la transición desde el final de la dictadura el Partido Colorado se ubicó tan lejos de sus adversarios. El trabajo de Ati parecía más realista, pero apareció la encuesta del ICA y volvió a la carga el surrealismo, nunca ausente en este país “enamorado del infortunio”, como escribió alguna vez Augusto Roa Bastos. Taka Chase plantea que la chapa colorada tiene 13 puntos de ventaja sobre la Alianza Ganar.
Lo de Taka Chase es medio como la cola del Diablo. Sus sondeos siempre dieron la victoria a los colorados. En 2008, por ejemplo, cuando la totalidad de sus colegas daban ganador a Fernando Lugo, él hablaba de un empate técnico. Terminó ganando Lugo por 10 puntos de diferencia en una jornada histórica, y el propietario del ICA se ganó el mote de “taka-taka”.
2008 fue una de las pocas veces que Capli y Ati Snead acertaron.
En las elecciones municipales de 2010, Capli le daba la victoria al empresario Miguel Carrizosa, de Patria Querida, pero ganó el colorado Arnaldo Samaniego.
En las generales de 2013, Ati decía que Efraín Alegre estaba al frente. Finalmente, Cartes fue electo presidente por casi 9% más que el candidato liberal.
En las internas coloradas de diciembre del año pasado, ICA daba una ventaja de cinco puntos al cartista Santiago Peña, que terminó perdiendo por casi ocho puntos frente a Mario Abdo Benítez Junior.
En las municipales de 2015, Capli pronóstico la victoria de Samaniego, que iba por el rekutú (reelección en guaraní), pero ganó el aliancista Mario Ferreiro. En Encarnación, dio la victoria al colorado Joel Maidana, y ganó Luis Yd, de la Alianza.
Pero, independientemente de cual pueda ser el resultado final, unos y otros esgrimen los sondeos en que aparecen primeros como argumentos irrefutables de victoria.
Mientras tanto, la realidad se cuela por hendijas inevitables: 40% de la población infantil vive en la pobreza, esto es 600.000 niños y niñas, según un estudio titulado “La infantilización de la pobreza”, de la Universidad Católica de Asunción, que además señala que 136.000 de estos niños y niñas se encuentran en situación de pobreza extrema, condicionados a vivir con un ingreso diario de sus familias de 1,40 dólares.
A la par, el gobierno del colorado Horacio Cartes, que exhibe una imagen altamente negativa, toma más deuda pública mediante la emisión de bonos por otros 600 millones de dólares, que se suman a los 5.592 millones de dólares que ya debe el país y que representan el 19% de su Producto Interno Bruto (PIB).
En el Parlamento, sus integrantes aprueban un polémico “autoblindaje”, que cambia las reglas del juego a la hora de retirarle la investidura parlamentaria a quienes incurran en probadas faltas a la ética pública, traficaran influencias o cometieran delitos de corrupción.
El “autoblindaje”, tal como fue bautizado por los medios, reunió un heterogéneo abanico de votos a favor, desde el cartismo y parte del liberalismo duro, hasta la izquierda vacilante y salpicada de sospechas, con excepción del Frente Guasú y parte de la bancada liberal reunidos hoy en la Alianza Ganar, con la que quieren repetir la hazaña de 2008 y parecerían cerca de lograrlo.
El blindaje suena natural en un Parlamento donde muchos de quienes lo respaldaron ostentan denuncias y causas iniciadas por hechos de corrupción y tráfico de influencias, e incluso pretenden renovar sus bancas en abril.
“La única verdad es la realidad”, decía un argentino muy conocido aquí. La realidad paraguaya es dura, este es uno de los países más desiguales del mundo, cada día representa una interminable cuesta arriba para millones de personas. Sin embargo, la realidad suele abrirle paso a la ficción, donde reinan las “fake news” y siempre ganan los malos.

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