Florencia Gómez: “Antes que reforma agraria, hay que hablar de democratización del acceso a la tierra”
Florencia Gómez es quizás una de las voces más autorizadas para hablar de tierras. Y aunque dirige el Centro de Políticas Públicas para el Socialismo, fue una de las primeras voces en cuestionar la diatriba de Juan Grabois sobre una eventual expropiación de tierras como paso previo a una reforma agraria.
En una entrevista con FM Capital de Posadas, la experta en Políticas de Tenencia de Tierras advirtió que la demanda de Grabois está fuera de contexto temporal y que no solucionará el problema de fondo.
¿Qué opinas sobre lo que dijo Grabois que hay que proponer una reforma agraria?
Me parece que hay muchas políticas que no están enmarcadas en lo que sería una reforma agraria, que tienden quizás al acceso a la tierra. A mí me parece que hay que hablar de acceso a la tierra, de democratización de la tierra, pero no de reforma agraria. Por qué lo primero que se genera son anticuerpos, ustedes habrán visto la especie de polémica que se armaba a raíz de lo que han sido las palabras emanadas de un dirigente social… No del Frente de Todos, eso me parece que es importante aclararlo, Alberto Fernández no ha dicho una sola palabra al respecto. Entonces me parece que instalar este tipo de temas, le dan letra a un Gobierno que hoy está jaqueado por la crisis económica. De buenas a primeras, quizás es desacertado. Por otra parte, para hablar de reformas agrarias tenemos que hacer un análisis de lo que fueron las reformas agrarias en América Latina. Porque en América Latina, las reformas agrarias han sido consecuencias de procesos políticos que las tenían dentro de su programa de gobierno, o sea, no es que llega al gobierno una fuerza política o un gobierno al poder y después decide hacer la reforma agraria, generalmente estaba imbuida en el programa, como en la revolución mexicana, la revolución boliviana, o la cubana. La crítica que han tenido los procesos de reformas agrarias en América Latina es que han sido bastante duros, que pasó en cierta forma en Bolivia, en Cuba.
Lo que pasó en Paraguay con Fernando Lugo, que se quedó a medias…
Es que se han basado solo en la redistribución de la tierra. Pero ¿qué pasa si hay una redistribución de la tierra? hoy tenemos 278 millones de hectáreas rurales en Argentina, en Misiones hay 3 millones de hectáreas. Si a las 278 millones de hectáreas las dividimos entre los 44 millones de argentinos, nos corresponde 6,1 hectáreas a cada uno. Entonces, si nosotros vamos a pensar realmente que la solución está en la redistribución de la tierra, yo te diría primero que es impensable el costo, en un Estado que está prácticamente quebrado, defaulteado gracias al macrismo, a estos tres años y medio de Gobierno, de políticas de endeudamiento. Es un Estado que hoy no es solvente para expropiar ni una hectárea. Por otra parte, me parece que hay pasos, creo que hay cosas que se pueden hacer que están dentro de un marco de gobernabilidad dentro del siglo XXI. Tener los datos sobre la tierra, o sea, hoy. Hasta el 2015 sabíamos cuánto era la tierra en manos extranjeras, pero no sabemos cuánto es la tierra a nombres de argentinos. Incluso las que están en manos de extranjeros han sido modificadas gracias a un decreto de Macri, sobre el que hay ocho amparos, porque es un decreto anticonstitucional. Entonces hay que poner racionalidad y decir que primero el Estado deje de vender la tierra, deje de privatizar la tierra pública. Desde que asumió Macri no es que privatiza la tierra pública para hacer los planes Procrear, no se están vendiendo, se está descapitalizando el Estado en aquellos lugares donde la tierra urbana tiene mucho valor. Por otra parte, en esos mismos terrenos que tiene el Estado, que hoy están en órbita de la Agencia de Administración de Bienes del Estado, que en su momento pertenecieron a las Fuerzas Armadas y a los diferentes Ministerios, se podrían haber hecho iniciativas de agroecología, podríamos ver como funciona, yo estoy profundamente de acuerdo con la agroecología, con los cinturones verdes, con los cinturones ecológicos. Pero hay situaciones muy complejas. El caso de Misiones es muy complejo, es una realidad totalmente diferente a la del país, primero porque son tierras en extremo fértiles, con muy buena calidad pero donde el monocultivo forestal ha avanzado en desmedro de la biodiversidad, de la posibilidad de crecimiento, como el caso de Puerto de Libertad. Hay lugares en los que sí quizás no queda otro remedio que la expropiación, pero son realidades diferentes.
¿Hoy es inviable pensar en expropiación en términos políticos y económicos?
A mí me parece que es muy arriesgado, pensar en algo así en un proceso de debilidad institucional como en el que estamos. Pero el disparador de todo esto es Juan Grabois, el habla de un momento posterior al 10 de diciembre. Pero no es el Frente de Todos. Va a ser un gobierno de la escasez, me parece más urgente que los argentinos tengan para comer, más urgente.
Misiones de hecho te diría que es ícono en materia de agricultura familiar. Porque es la única que ha logrado persistir en la política de agricultura familiar, porque la toma el Gobierno provincial. Lo que ha sido a nivel nacional el vaciamiento de la agricultura familiar, ha sido terrorífico en Corrientes, Chaco, Santiago del Estero, el desmanejo por parte de los técnicos, no ha sido solo el desfinanciamiento por falta de recursos sino por despidos que a los pequeños productores y a los agricultores familiares, le hicieron mucho mal.
Entonces, ¿una reforma como la plantea Grabois es viable o no?
Para mí no es viable, así como está planteada, en este momento no. No es viable por una situación económica financiera, ¿de dónde se saca el dinero para expropiar?
¿Pero si se equilibran las finanzas?
Para mí, la Argentina no está preparada para este tipo de situación. Las reformas agrarias han sido, especialmente en el siglo XX, parte de programas de gobiernos con una ideología determinada, marcada por el socialismo, que las tenía imbuidas dentro de la plataforma política, no ha sido una idea loca que se le ocurre a un gobernante de turno, viene con el envión de toda una revolución ideológica socialista, quizás un poco marxistas. Y la crítica que han tenido es que han sido procesos de redistribución de la tierra, no se han dado las correctas inversiones, en infraestructura, en apoyo de inversiones. Entonces ¿qué terminó pasando? El Estado expropia, se redistribuye, después los campesinos se terminan yendo de la tierra porque no tienen con qué vivir, con qué sembrar, no tienen con qué trabajar la tierra. Termina en el efecto contrario a lo que se quería. Lo que a mí me parece que hay que hacer, en Argentina en el siglo XXI es el proceso de transparencia en tema de la tierra. No puede ser que de pronto un mismo grupo económico tenga 10 mil hectáreas aquí, 20 mil hectáreas allá, todas con diferentes nombres, sin el marco de propiedad inmueble y sin registro de sociedad anónima. No puede ser que los countries sigan pagando como si fuesen fideicomisos, y los que vivan ahí sigan tributando como si vivieran en un baldío. Entonces antes de expropiar hay que transparentar, porque no puedo redistribuir lo que no conozco. Hoy tenemos situaciones como la emergencia alimentaria, los cordones horticultores, te hablo de Mendoza, Córdoba, en la Provincia de Buenos Aires. El Estado tiene que intervenir en otras situaciones, como el acceso a la tierra. Vamos a extrapolar la cuestión rural a la cuestión urbana. Cuando se habla de acceso a la vivienda, no se habla estrictamente de comprar y dar una vivienda a cada uno, sino de poder alquilar en condiciones no usurarias, que no estemos temblando cada vez que hay una inflación del 43% anual, sino que uno busca que uno pueda tener acceso a los alquileres. Entonces el acceso a la tierra, no quiere decir que sean los dueños. Me parece bueno poder hablar, pero a un mes de las elecciones, hablar de una reforma agraria, no es una prioridad.