Graciela Frigerio sobre el oficio de educar: “Desaprender para poder transformar”
Durante la jornada del primero de septiembre y en el marco de la Política de Transformación de la Secundaria Misionera, la doctora en educación Graciela Frigerio disertó para la comunidad educativa misionera en la charla “Conversaciones sobre los tiempos y el oficio de educar”. El evento tuvo como objetivo el de reflexionar en torno a los desafíos que presenta transformar procesos educativos.
“Ustedes están […] empeñados en transformar algo. Es decir hacer, de lo que hay, otra cosa”, la pedagoga comenzó hablando en torno a el objetivo de “transformar” la secundaria resaltando que la educación está siempre en una tensión, una pelea, un debate entre herencias: ¿repetir o cambiar? Evitando fetichizar o idealizar ninguna de las dos palabras, Frigerio destacó que la atención debe estar en el por qué: por qué elegir unas herencias para reinscribirlas y para transformar la educación, y no otras. Cambiar el nivel secundario es un desafío, ya que “Todo cambio se instala sobre los restos del orden simbólico anterior. No existe el borrón y cuenta nueva”, como cuando se quiere transformar un modo de habitar lo escolar donde aún hay, con fuerza, fragmentos de otros tiempos que con frecuencia se hacen presentes.
Para contextualizar, la Política de Transformación de la Secundaria es una iniciativa de la Subsecretaría de Educación que se materializa en un trabajo colectivo que busca que los estudiantes secundarios puedan ejercer su derecho a la educación, completar sus trayectorias, llevarlas a cabo satisfactoriamente y eviten y superen instancias de frustración y de quiebre. Escuchar a quienes han dedicado su vida a estudiar y comprender la complejidad de la educación es un diálogo necesario para potenciar la reflexión crítica que se requiere para acompañar el paso por la secundaria de los misioneros.
“Hay una pregunta que late en muchos pensadores, en muchos investigadores, en muchos educadores, desde hace ya tiempo: la inquietud por el deseo de saber de los otros”. La pedagoga compartió la relevancia crucial para un educador que posee indagarse respecto a la supervivencia del deseo de saber, de la curiosidad intelectual en tiempos tan adversos y que parecen castigar las distintas vulnerabilidades. En esta línea volvió sobre la importancia del trabajo de la curiosidad y de las preguntas que se formulan a los estudiantes: “…hay que hacer preguntas profundas, preguntas honestas. […] No hay preguntas honestas cuando uno conoce las respuestas de antemano. Una pregunta, para ser una verdadera pregunta, tiene que llevarnos a un territorio donde no tenemos la respuesta, donde lo que se abre es una capacidad asociativa de reflexionar para cambiar la manera de mirar aquello que acontece y así poder volver a intervenir.”
Estela, directora y acompañada de un equipo de educación rural, comentó al final de la disertación que “Todo lo que compartió es muy cercano. […] Especialmente respecto a qué hacer sobre esto de los chicos qué están muy agitados, excitados, hiperactivos, nosotros por allí nos preguntamos si no estamos en realidad muy quietos nosotros, y tal vez como docentes necesitamos asumir nuestra calma y empezar a movernos, entrenarnos”. La disertante agradeció el feedback y aportó: “Los pequeños necesitan tener confianza en los grandes y que estos oficien de amortiguadores de la intensidad, de las excitaciones. Porque a los chicos el mundo los atraviesa y se los lleva puesto, a su aparato psíquico en formación, entonces me parece un aporte pensar en la idea de una institución que pueda oficiar como para-excitación para los estudiantes”.
De todos los aportes de Graciela Frigerio, resuena con fuerza la siguiente frase: “Estos tiempos, procesos y desafíos necesitan de intercambios entre pares, entre colegas, necesitan poner en juegos las confianzas entre pares y… voy a decir una cosa que puede sonar rara: todo esto no tanto para aprender cosas nuevas sino para desaprender cosas que teníamos incrustadas”. Subrayó la importancia del verbo desaprender, uno que se utiliza poco en educación ya que todo el énfasis suele estar en aprender pero, insiste Frigerio, para poder acceder a otros saberes y modificar las cosas es necesario deconstruir y mirar con otros ojos aquello que hemos aprendido “y que a veces nos tiene prendidos”, atados, y limitan las posibilidades.