Hilando fino: por qué la ropa sale tan cara en la Argentina
Por Nicolás Sidicaro, Cénital.
La cadena de la industria textil-indumentaria tiene sus vericuetos. Se compone, a grosso modo, de cuatro etapas. La primera es la producción de fibras, por ejemplo el algodón de origen vegetal, la lana animal o el poliéster de la industria petroquímica. En segundo lugar, esas fibras hay que llevarlas a la forma de hilo para darles resistencia y utilidad, y luego tejerlos (juntar esos hilos) con diferentes técnicas que resultan en los tipos de telas que vemos en las tiendas que venden ropa –gabardina, polar, jean, entre tantos otros–. Hasta acá es la cadena textil. En tercer lugar, las telas tejidas se confeccionan (arranca la indumentaria) y pasan por una serie de procesos industriales más para que lleguen al formato de prenda de vestir que uno termina comprando. Entonces, el último eslabón de la cadena no es otro que la comercialización, no exento para nada de sus complejidades. |
Fuente: Subsecretaría de Programación Microeconómica – Ministerio de Economía |
Te imaginarás que semejante cantidad de productos, etapas y técnicas configuran un sector económico heterogéneo: en algunos eslabones hay más informalidad, en otros predominan las empresas más grandes y hay una mayor concentración de la producción, en otros las PyMEs y la dispersión. En total se calcula que la cadena emplea a al menos a 530 mil personas, más de la mitad en el segmento industrial (hilandería, tejeduría y confección), lo que representa aproximadamente 2,8% del empleo total de Argentina.Te hago una pregunta para sumarle un poco más de complejidad a esta cadena ¿tu abuela o tu tía tenían una máquina de coser? ¿Tejían para alguien? En mi caso, hace muchos años mi abuelo compró unas máquinas y armó un pequeño taller, que tuvo sus momentos de éxito hasta que quebró. ¿A qué voy con esto? Si bien la tecnología y la organización del trabajo cambió de un tiempo a esta parte, siguen existiendo talleres familiares y confeccionadores autónomos que venden sus productos a marcas, mayoristas o los comercializan por su cuenta. Es decir, no se trata únicamente de empresas, sino también de un montón de personas que halló en los textiles una forma de vida.Entre toda esa diversidad de actores y técnicas, Gustavo Ludmer, economista y especialista en la industria textil, sostiene que si bien en Argentina se fabrica casi de todo nos encontramos relativamente más especializados en la confección de prendas fabricadas con telas de punto, como por ejemplo calzoncillos, medias, remeras y vestidos. Eso se debe, en parte, a que por el tipo de tela utilizado y la técnica de confección, se puede realizar una mayor cantidad de productos en un mismo tiempo, adaptándose mejor a las posibilidades de los talleres de confección y a los trabajadores autónomos.Bananas en pijamasYendo al caso de la confección –el que más se discute en la agenda pública–, la mayor parte de la producción se destina al mercado interno, con algunas excepciones en el segmento de medias deportivas y ropa de diseño.En este segmento de la cadena trabajan aproximadamente 180 mil trabajadores, de los cuales el 70% son mujeres, y sobre el cual se configuró gran parte del imaginario colectivo referido al sector. Particularmente, todo lo referido a las cuestiones del mercado laboral, donde prima la informalidad y el trabajo autónomo por sobre el empleo registrado en firmas (solamente el 28% es formal). |
¿Por qué sucede esto? Como te comentaba antes, una parte considerable del trabajo de confección de prendas de vestir se realiza en pequeños talleres o de forma autónoma –que posteriormente se vende a las marcas, a mayoristas o por cuenta propia–. Esto tiene un correlato claro: una baja escala de producción. Al estar tan atomizada la confección es necesario pagar más costos de transporte, se negocian de forma separada las compras de insumos y maquinaria, los costos de aprendizaje son mayores.Sobre esto, Ludmer señala que es posible mejorar la competitividad del sector de confección –ya vamos a esto, pero tiene que ver bastante con los precios de la ropa– y su grado de formalización. Para eso, plantea que es necesario revertir el actual sistema que premia lo informal implementando políticas industriales activas como: una baja en los costos laborales no salariales; la baja de impuestos a la producción formal e incentivando la compra de ropa en el canal formal, a través de descuentos y cuotas sin interés para quienes paguen con medios de pago electrónicos (tarjeta o billeteras virtuales).Sin duda no es algo que solucione todos los problemas, pero aminora la fragilidad del eslabón más débil de la cadena. Como punto de comparación, el segmento de hilanderías y tejedurías –a diferencia de la confección– está caracterizado por una alta formalidad, el uso de maquinaria automatizada y más moderna e inversiones de mayor tamaño. El tema del algodón es una cuestión aparte, ya lo veremos más adelante como economía regional.Estar dulce en la saladaNos queda bastante tela para cortar (!!!), pero nos vamos a enfocar puntualmente en la cuestión de la comercialización. Si tuviéramos que segmentar a los consumidores de ropa según el mercado al que van nos encontraríamos con aquellos que compran en shoppings, en locales de marca a la calle, en cuentas de Instagram, comercios barriales, ferias, manteros o en la Salada y las saladitas. Se compone nuevamente un retrato bastante heterogéneo del consumo de ropa. Cada uno de estos mercados tiene precios muy diferentes, siendo los shoppings la opción más cara y La Salada junto a los vendedores ambulantes las más baratas. |
Probablemente, el mundo de La Salada sea el más lejano para muchos de nosotros en términos de conocimiento, pero las dinámicas que se dan allí impactan sobre nuestro consumo sin lugar a dudas. Hace unos pocos meses tuve la oportunidad de conocer esta feria (en rigor son varias), de la mano de un empresario textil que está en permanente contacto con ese ambiente y nos explicó su funcionamiento, derrumbando muchos preconceptos con los que había ido.Veamos algunas cuestiones que resultan relevantes. En primer lugar, entre todas las ferias del predio hay más de 8.000 puestos, a razón de unos 4 trabajadores por cada uno y varios más por fuera de los puestos proveyendo servicios a las ferias, implica una cantidad de laburantes enorme, que se explican por los cientos de miles de personas que van a comprar cada día a la feria.En segundo lugar, al llegar uno no solo se sorprende por la cantidad de autos que hay, de los consumidores y compradores mayoristas que van a stockearse, también hay cientos de camiones que vienen de todas partes del país con comerciantes minoristas que compran ropa ahí para llevar a sus ciudades. Esto habilita el surgimiento de las llamadas “saladitas” –se calculan más de 500 en todo el país–, de comercios minoristas así como también el comercio ambulante en las grandes ciudades.Ahora bien, cabe preguntarse por qué es sensiblemente más barata la ropa ahí –como en sus desprendimientos– que en otros comercios, por ejemplo los shoppings. Gustavo Ludmer señala varios motivos. En primer lugar, la ropa que se comercializa allí es fabricada de manera informal –los trabajadores no reciben un salario de convenio, no cuentan con aguinaldo, cargas sociales, etc.–. En segundo lugar, el costo de alquiler es mucho más barato –fundamentalmente en el caso de los manteros–. Para tener una referencia aproximadamente el 15% del valor de una prenda en un shopping corresponde al alquiler. En tercer lugar, la mayor parte de los pagos se realizan al contado, por lo que se evita el costo financiero (hoy vender con el programa Cuota Simple en 12 cuotas tiene un costo de casi 20%). Cuarto, se pagan muchos menos impuestos que en el canal formal. Por último, la ropa vendida -en muchos casos- es de peor calidad que la de otros mercados y, en parte, es confeccionada por los propios trabajadores que atienden los puestos: los días de feria venden y el resto confeccionan.¿Por qué te decía que impacta directamente en tu consumo más allá de no ir? Justamente por la masividad que tiene, parte de la ropa que uno puede comprar en comercios de cercanía proviene de La Salada.No tan distinto es el caso del circuito comercial de Flores (lo que se conoce como Avenida Avellaneda). Con un mayor nivel de formalidad, también resultan proveedores de comercios minoristas de todo el país, se organizan tours de compra y de forma creciente venden al público general, que busca otros canales más baratos por los precios de la ropa. Si querés saber más, te recomiendo estos estudios de Fundar que profundizan mucho sobre la cadena.MiameeEsto último nos lleva al último punto que vamos a tratar hoy ¿es cara la ropa en Argentina? En el último de los estudios que te mencionaba –que sale justamente hoy– y del que fui parte, analizamos miles y miles de precios de prendas en 7 países de América Latina y encontramos que efectivamente es más cara en casi todos los segmentos. Es decir, no se trata de una percepción ajena a la realidad. Con esto podemos decir que somos más caros en ropa cuando lo comparamos en dólares; o dicho de otra forma, en lo que refiere a los precios absolutos. |
Por el contrario, lo que no es necesariamente caro en términos absolutos es tu suscripción a Mejores Amigos de Cenital, la forma en la que todos podemos contribuir a que este espacio siga creciendo, tanto en notas en su web, como en newsletters y en el canal C+ en YouTube. Pensalo, vale la pena si no estás suscripto ya.De igual manera, en ese mismo estudio se realizó una comparación entre el precio de la ropa y otros bienes y servicios a nivel mundial, hallándose que la vestimenta es relativamente más cara en Argentina que en la mayor parte de los otros países. Es decir, supongamos que nos encontramos en un país con salarios parecidos a los nuestros. La cantidad de ropa que podemos comprar por el valor de un corte de pelo va a ser mayor que en Argentina. Esto es que la ropa en Argentina sea relativamente más cara que otros bienes frente al resto de los países –un poco por el precio de la ropa y otro poco porque los precios de los servicios en Argentina son relativamente baratos–. |
Entonces, la gran pregunta es por qué esto sucede. Para responderla hablamos con Daniel Schteingart, director del Área de Planificación Productiva de Fundar y uno de los autores de los documentos. “Detectamos cuatro posibles causas principales. La primera es un aumento en gran parte de los últimos 15 años de las barreras a las importaciones de bienes, algo particularmente intenso en ropa. Hoy tenemos aranceles a la ropa que están entre los más altos del mundo y a eso se suman una serie de barreras para-arancelarias, que terminan funcionando como un freno para el ingreso de ropa extranjera que nivele los precios. En segundo lugar, la incertidumbre macroeconómica pega más en la producción de bienes frente a los servicios, dado que tienen tiempos de producción más elevados, lo que puede generar que esa incertidumbre se compense con un mayor precio. La cadena textil-indumentaria en particular tiene muchos eslabones productivos, por lo que este efecto puede ser aún mayor que en otras industrias. En tercer lugar, en Argentina se han implementado diversos mecanismos de congelamiento de precios de servicios públicos, lo que en parte explica por qué los bienes se encarecieron más que los servicios en estas dos décadas. Por último, la evolución del tipo de cambio real y la brecha cambiaria han tenido una correlación más importante con los bienes que con los servicios. Cuando la brecha cambiaria sube, en general los bienes se encarecen más que los servicios”. |