Homenaje al Padre de la Patria: La música como vehículo potente del relato histórico
Ante un auditórium del Montoya colmado, se presentó la obra musical “Canto al Libertador”, escrita por Fermín Fierro en 1968. La versión actual sobresale por su sutileza musical y lo conmovedora de su trama.
Con sus 560 butacas plenamente ocupadas, el auditórium del Instituto Montoya recibió en la noche del martes – en vísperas del Paso a la Inmortalidad del General San Martín- la presentación de “Canto al Libertador. De Yapeyú a Boulogne-Sur-Mer”, obra musical y conceptual concebida por el artista Fermín Fierro en 1968, y que fue rescatada – ya en 2003, con sucesivas etapas- por el conjunto Enarmonía (José “Toly” Dopazo, Roberto Bobadilla, Darío “Luly” Verón y José Francisco Chaparro). El ensamble vocal incorporó para esta versión del espectáculo, las notables presencias en escena de Osvaldo de la Fuente (guitarra y bajo), Patricia Silvero (voz), Marcelo Pérez (teclados), Cacho Bernal (percusión), Mario Pereyra (voz y guitarra) y José Fernández (recitado). La producción del evento estuvo a cargo del Ministerio de Cultura de la Provincia.
Estuvieron presentes en la función, el gobernador de la provincia Oscar Herrera Ahuad, el vicegobernador Carlos Arce, el ministro de Cultura de la Provincia Joselo Schuap, los diputados provinciales, Hugo Passalacqua y Martin Cesino, y intendente de Posadas, Leonardo Stelatto, entre otros funcionarios de orden provincial y municipal.
Huracanes de heroísmo
“Su limpia historia desborda huracanes de heroísmo” se escucha en el preludio de “Infancia de un elegido”, la pieza que abre una travesía musical en la que las melodías y los ritmos, acompañan un relato histórico sorprendente en su poder de síntesis y su labrada poética, dando paso a un resumen conmovedor sobre la vida y obra del prócer homenajeado.
Así, la experiencia de escucha resulta trascendental y sólo plausible de disfrute desde la máxima atención, ya que cada detalle de la información que albergan los versos y glosas, resulta vital para la comprensión de un itinerario atravesado por la política y el heroísmo, pero también por las debilidades y carencias mundanas que a toda existencia humana circunda. Y en este tren, la música – por momentos rasguido doble, galopa, chamamé, a veces vals, otras zamba y hasta cueca- vehiculiza lo narrado y cantado con potencia dramática de gran precisión, generando así un clima que emerge de la tensión a la alegría, de la tristeza a la conmoción.
En la andanada inicial, se incluye “Dios le dio a una compañera”, canción que se refiere al vínculo marital de San Martín con María de los Remedios Carmen Escalada, madre de la única hija del matrimonio, Mercedes Tomasa. Esta es una de las piezas en las que, al borde de la balada romántica, la voz de Patricia Silvero refulge en todo su esplendor.
Hitos
El relato histórico hecho canto, se detiene en momentos claves de la vida del General, cubriendo así sus inicios en la milicia, y por supuesto, las principales batallas que encabezó en pos de la liberación de los pueblos de “la América Nuestra”. Pero la magia de la poética que Fierro le imprimió a su obra – sabiamente aggiornada por Enarmonía – radica en la filtración de concisos mensajes que dan cabal peso político a estos hechos, y por tanto, permiten entender la relevancia de la obra sanmartiniana incluso desde una perspectiva presente. En ese cometido, irrumpe la importancia de los recitados que aporta con sobriedad José Fernández, marcando aspectos centrales en clave de prosa, allí donde la poesía a veces no logra a explicar ciertos detalles de las gestas.
La batalla de San Lorenzo, el sacrificio heroico del Sargento Cabral, el encuentro con Simón Bolívar en Guayaquil, por supuesto el Cruce de los Andes y las batallas de Chacabuco (potente y con caires de malambo) y Maipú (una encendida cueca chilena), son algunos de los hitos que la obra transita, para dar paso al viaje del General a Europa, sus pesares y enfermedades, hasta llegar a lo que parecía el cénit del espectáculo, con una sonoridad minimalista que anunciaba su muerte el 17 de agosto de 1850, en su casa de Boulogne-sur Mer (Francia).
Sin embargo, la musicalidad resucita y la emocionante interpretación de la canción “Elegía a San Martín”, clausura con brío el concierto, dejando un mensaje que sintetiza el espíritu de la obra: “cuando llegue el tiempo bueno, tu nombre será la guía para romper cadenas otra vez”.