Infierno grande, la pandemia de información basura, tan dañina como el coronavirus

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Misiones tiene aproximadamente 1.3 millones de habitantes. En estos días, sin embargo, el coronavirus dejó al desnudo un infierno grande. Cotorreos de pueblo, chismes de barrio llevados a la pantalla grande, eternamente fijados por la tinta en el papel, contados en forma alborotada a través del teclado de una computadora y repetidos hasta el cansancio en cadenas de WhatsApp. Es lo que la Organización Mundial de la Salud define como “infodemia”, una epidemia nociva de rumores que se generan durante los brotes de alguna enfermedad.

Un poco de fake news, un poco de veracidad que alimenta a impolutos cazadores de enfermos a los que marcan con nombres y apellidos, direcciones, datos sensibles y hasta DNIs. Estigmas que avergüenzan como parte del peor relato de la historia humana, vuelven en modo noticia. ¿Se imaginan si cada enfermo de cáncer o de diabetes fuera señalado en la ciudad como portador del mal? ¿Se imaginan si fuera judío? ¿Si tuviera HIV?

Ese estigma se está cargando sobre contagiados de coronavirus, que son apuntados casi como delincuentes peligrosos a punto de cometer una tropelía. Al paciente 1 de Misiones le hicieron guardia “periodística” frente a su casa y revelaron su rostro antes de casi darlo por muerto. Fue el primero dado de alta de los cuatro recuperados que tiene la provincia, entre sus 24 contagios. 

En las últimas horas un tradicional apellido posadeño también fue marcado, junto a su familia y catorce empleados por un test positivo a una sobrina que trabajaba en la empresa. Los datos fueron esparcidos a partir de una irresponsable filtración de un parte policial interno, que contenía números de documento, nombre de la persona contagiada y otros datos sensibles. Hasta ahora no hay confirmación de que haya habido contagios entre la cadena de nombrados, pero al menos una docena de familias vivió horas de pánico, al igual que clientes y amigos de una fábrica que seguirá cerrada y que seguramente tardará mucho en recuperar “inmunidad”. 

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¿Donde hubo error informativo? Que se haya confirmado un caso o que el mismo empresario afectado haya después hablado con los medios, no invalida el hecho de que la información fue tratada con absoluta falta de profesionalidad. Básicamente, se viola la ley de protección de datos personales que considera datos sensibles a información que revela origen racial y étnico, opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e información referente a la salud o a la vida sexual. Incluso los profesionales de la salud deben respetar el secreto profesional y no dar a conocer nombres de enfermos ¿por qué podría un agente de seguridad? 

No fue el único caso. Horas después de dar la “primicia” en Posadas, muchos medios replicaron el caso de una joven de Andresito que “disparó” el protocolo del Covid-19. La misma situación. Un parte policial, nombre de la joven, nombre de su esposo, del médico que la atendió y de una extensa cadena de “contactos” sospechosos. El origen de la información ya es falaz. Pero así llegó a los medios. Con nombres y apellidos. 

El ministro de Gobierno, Marcelo Pérez, tuvo que salir a aclarar lo obvio: La información de salud se comunica a través de Salud y no de un parte policial redactado por un agente que no tiene conocimientos para diagnosticar enfermedades ni contagios y, menos, autoridad para revelar datos sensibles, como nombres, apellidos, direcciones y hasta números de teléfonos. 

Ese agente que filtró la información puso en crisis el cuidado que venía poniendo el Gobierno en dar información confiable y permanentemente. Generó la sensación de que el chisme es válido.

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En estos casos, la información es oficial o no es. Solo puede ser considerada de interés público si, a sabiendas de un contagio, se pone en peligro la salud de otro, pero no hay prueba alguna de que esto haya sucedido en los casos relatados. De hecho, en el caso del empresario apuntado, él mismo quien se puso a disposición de Salud Pública y en cuarentena a su equipo de colaboradores. La joven de Andresito siquiera dio positivo, era apenas un caso sospechoso. 

La carrera por la primicia podía ser válida con el primer caso, el segundo, el tercero y sus historias. O si se trata de un personaje público. Pero terminó una vez que se declaró la circulación comunitaria. Alimentar esa competencia es irresponsable y solo genera miedo y desazón. Razones suficientes para no confundirlo con periodismo.


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