Jejy’a, el fruto gourmet del monte misionero que conquista las cocinas más exigentes
La chacra está a unos 30 kilómetros del pueblo de Comandante Andresito. Una larga ruta de tierra y el río y el Parque Nacional Iguazú a escasa distancia. El monte rodea todo en la Península y es clave en el desarrollo del producto que Mirna ofrece al mundo: Jejy’a, un super fruto que está disponible desde tiempos inmemoriales, pero que ahora se aprovecha de un modo sustentable. Se trata del fruto del palmito, un tesoro escondido en la selva misionera. Pero antes, comer palmito era sinónimo de tumbar un árbol. Mirna decidió que no iba a cortar árboles que están en peligro de extinción y, en cambio, aprovechar los frutos con una fábrica de dulces que montó en plena chacra.
“Nos dedicamos a la elaboración de productos artesanales como mermeladas, almíbares y pulpas de frutas nativas, pero cuando no hay frutas nativas, hacemos con frutos cultivados. También estamos haciendo la reforestación de frutales nativos para mejorar nuestra producción”, detalla a Economis Myrna Elizabeth Korniejczuk, quien está al frente de Sabores de la Selva, un emprendimiento que lleva adelante con su familia.
“El jejy´a es un término guaraní, que se eligió cuando se estuvo armando todo el proyecto de la pulpa del fruto del palmito, para identificar del açai de Brasil, que sería casi lo mismo. Son palmeras parientes, aunque igual tenemos dificultades para que la gente lo diferencie, pero eso tiene su tiempo. Pero es un término guaraní que significa pulpa del fruto del palmito. Nosotros lo elaboramos en forma sustentable, del monte nativo, conservando el monte, esa es la idea principal de todo este emprendimiento, conservar lo poco de nuestro monte que nos queda e incentivar a que otras personas también lo hagan. Por eso entramos en Puente Verde, en ese proyecto de conservación que tiene sus ventajas. El programa es muy importante porque hace unos años todo alrededor de mi chacra era monte y es increíble la facilidad que se tiene de conseguir un permiso de rosado de 20, 30 o 50 hectáreas. Pienso que la Municipalidad está haciendo muchísimo con ese Corredor Verde y la exención de los impuestos como un enganche para conservar, me parece excelente. Pero me parece que esto va más allá de la Municipalidad. Estamos en un lugar muy monte, conservemos lo poco que nos queda, estamos cerca de Cataratas, del otro lado tenemos el parque de Brasil y tenemos el parque Yacuy, la reserva, la idea es conservar lo poco que queda”, detalla la productora, que lleva toda su vida en el lugar.
¿Están plantando árboles en tu chacra de monte nativo?
Si, antes teníamos un yerbal de dos hectáreas y media, que entre 2021 y 2022 hubo una seca muy grande en Andresito y se nos murió, entonces nos planteamos como familia que íbamos a hacer porque no teníamos otra entrada. Decidimos levantar esta sala de elaboración de dulces, plantar frutales nativos en esas hectáreas de yerba. Para lograr eso tuvimos que vender una hectárea de nuestra chacra porque no había otra entrada, lamentablemente esa fue la única parte que no me gustó, pero a veces lo que cuesta duele, vendimos eso y pudimos levantar la sala de elaboración.
Esto es un laboratorio, ¿cómo lo montaste?
Fue difícil de construir. Andresito está a 35 kilómetros por caminos de tierra, para ir a buscar las cosas también era difícil para el albañil. Igualmente yo ya tenía contactos de cuando trabajé en la Cooperativa Agroecológica de Península, contactos de personas para los registros de los productos y de la sala. Maria Ojeda fue la bromatóloga que me ayudó a ambientar la sala para que esté en condiciones para ser aprobada. Ella vino con la gente para registrar primero a nivel municipal y de ahí al nivel provincial la pulpa y la mermelada del Jejy´a. Ahora estamos tramitando para hacer la extracción y fraccionamiento de miel para el registro a nivel nacional.
¿Dónde estás vendiendo ahora?
Estamos vendiendo a particulares acá de la zona. El que sabe de nuestro emprendimiento me llama y me dice “me traes tal cosa”. Y en Iguazú levantamos pedidos a los hoteles, y restaurantes, ellos buscan la pulpa de los frutos nativos y particulares.
Dejaste la yerba y estás plantando plantas nativas… ¿estás viviendo hoy de los frutales?
Si, nosotros tres, mi esposo, mi hija y yo estamos viviendo de los frutales, de las pulpas y hay muchas frutas que todavía cómo se están replantando, son chiquititas. Los frutales nativos, llevan de 3 a 4 años, la que menos tiempo lleva es la pitanga, el resto llevan ocho a diez años, así que algo tengo, tengo dos o tres plantitas, pero el resto de la producción, que es mucho de los frutos nativos que me piden en Iguazú, la compro de los vecinos, porque no doy abasto con mi poquita producción y uno de los requisitos del programa Puente Verde era de que esto tenía que ser como una ayuda a la comunidad.
Lo del emprendimiento familiar es “literal”. Su esposo es quien recoge los frutos de los árboles sin necesidad de cortarlos, pero trepado a ellos como un niño. Así no se lastima los árboles y se consigue una “cosecha” abundante.
Hoy estás generando movimiento económico en la zona…
Si, porque compro todo lo que es frutas, pulpa porque la gente tiene mucha plantación y para no perder toda esa fruta elaboramos los dulces.
Por algo fuiste elegida una de las mujeres empresarias de la Confederación Económica…
La verdad es que no me esperaba ese premio, fue algo muy lindo, porque esto es un emprendimiento familiar, porque todos en alguna forma colaboran, no solo mi esposo y yo..
Conservar y regenerar
Estamos plantando todo lo que es frutales para enriquecer nuestro emprendimiento, pero se vuelve difícil porque cuando vienen los meses secos del año, los bichitos, por ejemplo, los monos en la sequía, eso también nos afectó muchísimo, nos comieron los palmitos del monte nativo. Se abalanzaron en un solo lugar porque no hay monte y eso nos perjudica a todos los que estamos en la conservación. Es lamentable, no hubo producciones ese año, o sea, recién este es el primer año que podemos hacer, que tuvimos una buena producción de pulpa de palmito, que es el más perjudicado en el monte. No es fácil la vida del emprendedor, hay que ir luchando con las cosas que están fuera del alcance, porque emprender acá es otra cosa.
Hay que tener pasión…
Si, es procurar un futuro mejor para uno mismo, para nuestros hijos y nietos, lo hago pensando que el día de mañana cuando no esté más espero que mis hijas sigan con esto, sigan conservando, que sea una cadena de generación a generación que se pasen todos los saberes, todo lo que se aprende y lo más importante, que es amar el monte nativo, amar lo que tenemos de montecito con todos sus bichos, que a veces nos perjudican pero, todo forma parte.